120721.fb2 Algo salvaje anda suelto - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 6

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—¿Cómo puedo confiar en ti? Tal vez pretendas destruirme simplemente. Si me revelo…

Mookherji se muerde los labios con repentina rabia. Su reserva de fuerza casi ha desaparecido y apenas consigue mantener el contacto. Si ahora tiene que encontrar un modo de persuadir a un extraterrestre suspicaz para que se rinda, tal vez se quede sin fuerzas antes de lograrlo. La situación exige medidas desesperadas.

—Escucha, vsiir. No soy lo bastante fuerte como para seguir hablando mucho más, y tampoco esta muchacha a través de la cual te hablo. Te invito a entrar en mi cabeza. Bajaré todas mis defensas. Mira lo que soy, mira intensamente, y decide por ti mismo si puedes confiar en mí o no. Después, todo dependerá de ti. Puedo ayudarte a volver a casa, pero sólo si te manifiestas inmediatamente.

Abre su mente. Se queda mentalmente desnudo.

Y el vsiir penetra a toda prisa en el cerebro de Mookherji.

Una mano tocó el hombro de Mookherji. Se despertó instantáneamente, parpadeando, tratando de hacerse cargo de todo. Lee Nakadai se hallaba ante él. ¿Dónde estaban?… En la habitación de Satina Ranson. La luz pálida del amanecer entraba por la ventana. Debía de haber dormido un par de minutos. Le dolía horriblemente la cabeza.

—Te hemos buscado por todas partes, Pete —dijo Nakadai.

—Todo ha terminado —murmuró éste—. Todo va bien.

Agitó la cabeza para despejarla. Y lo recordó todo. Sí, allí estaba, en el suelo, junto al lecho de Satina. Poco más o menos del tamaño de un sapo, pero muy distinto en forma, color y textura, de cualquier sapo que Mookherji hubiera visto. Se lo mostró a Nakadai.

—Eso es el vsiir —dijo—. El terror extraterrestre. Satina y yo hicimos amistad con él. Le convencimos para que se mostrara. Escucha, no se siente feliz aquí, de modo que busca a toda prisa a un oficial del puerto espacial y explícale que tenemos un organismo que desea volver a la Estrella de Norton inmediatamente y…

Satina le interrumpió:

—¿Es usted el doctor Mookherji?

—Sí, claro. Supongo que debía haberme presentado cuando… ¿Estás despierta?

—Es de mañana, ¿no? —la muchacha se incorporó sonriendo—. Es usted más joven de lo que yo creía. ¡Y tan serio! Me encanta el color de su piel. Yo…

—¿Estás despierta?

—Tuve una pesadilla —dijo ella—. O tal vez un mal sueño dentro de un mal sueño…, no lo sé. Fuera lo que fuese, resultó horrible, pero me sentí mucho mejor cuando se alejó… Sentí que, si dormía más iba a perderme muchas cosas buenas. Que tenía que levantarme y ver lo que estaba ocurriendo en el mundo… ¿Entiende algo de esto, doctor?

Mookherji advirtió que le temblaban las rodillas.

—Terapia de shock —murmuró—. La liberamos del coma…, sin saber siquiera lo que estábamos haciendo. —Se acercó al lecho—. Escucha, Satina, llevo sin dormir más de un millón de años y estoy muerto de agotamiento. Tengo mil cosas de que hablar contigo, sólo que no ahora, ¿de acuerdo? No ahora. Enviaré al doctor Bailey… Él es mi jefe… Y en cuanto haya dormido un poco, volveré y lo repasaremos todo juntos, ¿conforme? Digamos a las cinco o las seis de esta tarde, ¿te parece bien?

—Pues claro que sí, muy bien —respondió Satina con una sonrisita maliciosa—. Si crees que realmente tienes que irte justo cuando yo… De acuerdo. Vete, vete. Pareces horriblemente agotado, doctor.

Mookherji le lanzó un beso. Luego, asiendo a Nakadai por el codo, le empujó hacia la puerta. Una vez fuera, dijo:

—Llévate al Vsiir a Cuarentena e intenta proporcionarle un ambiente en el que se encuentre cómodo. Y dispón el viaje a su hogar. Supongo que ya puedes dejar libres a los seis astronautas. Yo iré a hablar con Bailey… y luego a dormir.

—Necesitas descanso, Pete —asintió Nakadai—. Me encargaré de eso.

Mookherji cruzó lentamente el vestíbulo hacia el despacho del doctor Bailey, recordando la sonrisa en el rostro de Satina, recordando al pobre vsiir, tan pequeño y triste, pensando en las pesadillas.

—Que duermas bien, Pete —le despidió Nakadai.