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“Una espada” gru˜nó un Saqueador fuera de vista.
“Dámela.”
“No es suya, se˜nora, es m´ıa, la encontré yo.”
Hubo un estrépito y un destello de luz roja; Harry supo que el Saqueador hab´ıa sido aturdido. Hubo un rugido de rabia de sus compa˜neros: Scabior sacó la varita.
“¿A qué crees que estás jugando, mujer?”
“¡Stupefy! ” gritó ella “¡Stupefy! ”
Ellos no estaban a la altura de Bellatrix, a pesar de ser cuatro contra ella: era una bruja, como Harry sab´ıa, con talento prodigioso y ninguna conciencia. Cayeron donde se encontraban, todos menos Greyback, que hab´ıa sido obligado a ponerse de rodillas, con los brazos estirados. Por las comisuras de sus ojos, Harry vio a Bellatrix mirando al hombre lobo, con la espada de Gryffindor agarrada con fuerza en su mano, su cara como cera.
“¿Dónde conseguiste esta espada?” susurró a Greyback mientras arrancaba la varita de su mano sin que él ofreciera resistencia.
“¿Cómo te atreves?” gru˜nó él, su boca era la única parte de su cuerpo que pod´ıa mover mientras se esforzaba por mirarla. Desnudó sus dientes puntiagudos. “¡Suéltame, mujer!”
“¿Dónde conseguiste esta espada?” repitió ella, blandiéndola ante su cara. “¡Snape la envió a una cámara en Gringotts!”
“Esta estaba en su tienda,” gru˜nó Greyback. “¡Suéltame te digo!”
Ella ondeó su varita, y el hombrelobo saltó sobre sus pies, pero se mostró demasiado cauteloso como para acercársele. Rodó hasta detrás de un sillón, sus sucias u˜nas curvadas CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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se clavaron en el respaldo del mismo.
“Draco, saca a esta basura” dijo Bellatrix, se˜nalando a los hombres inconscientes. “Si no tienes agallas para terminar con ellos, déjalos en el patio para m´ı.”
“No te atrevas a hablar as´ı a Draco.” dijo Narcisa furiosamente, pero Bellatrix chilló.
“¡Cállate! ¡Esta situación es más grave de lo que posiblemente puedas imaginar, Cissy!
¡Tenemos un problema muy serio!”
Se puso en pie, jadeando ligeramente, bajando la mirada a la espada, examinando su empu˜nadura. Después se volvió hacia los silenciosos prisioneros.
“Si de verdad es Potter, no debe sufrir da˜no,” murmuró, más para s´ı misma que para los demás. “El Se˜nor Oscuro desea disponer de Potter él mismo... Pero si averigua... debo...
debo saber..”
Se giró de nuevo hacia su hermana.
“¡El prisionero debe ser encerrado en la celda, mientras yo pienso en qué se debe hacer!”
“Esta es mi casa, Bella, tú no me das órdenes en mi...”
“¡Hazlo! ¡No tienes ni idea del peligro en el que estamos!” chilló Bellatrix. Parec´ıa asustada, loca; una delgada corriente de fuego salió de su varita y quemó un agujero en la alfombra.
Narcissa vaciló un momento, después se dirigió al hombrelobo.
“Lleva a estos prisioneros abajo a la celda, Greyback.”
“Espera” dijo Bellatrix agudamente. “A todos excepto... excepto a la sangresucia.”
Greyback soltó un gru˜nido de placer.
“¡No!” gritó Ron. “¡Puedes teneme a m´ı, cógeme a m´ı!”
Bellatrix le cruzó la cara de una bofetada, el golpe resonó por toda la habitación.
“Si ella muere en el interrogatorio, tú serás el siguiente” dijo. “El traidor de sangre es el siguiente pero la sangre sucia está en mi lista. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están a salvo, no les hagas nada más... aún.”
Le lanzó a Greyback su varita, después sacó un cuchillo corto de plata de su túnica.
Cortó la cuerda separando a Hermione de los demás prisioneros, la arrastró por el pelo hasta el medio de la habitación, mientras Greyback obligaba al resto a avanzar hacia la otra puerta, hasta un oscuro pasillo, con la varita sostenida ante él, proyectando una fuerza invisible e irresistible.
“¿Creéis que me dará un trozo de la chica cuando termine con ella?” gaznó Greyback mientras los arrastraba a lo largo del pasillo. “Creo que conseguiré un pedazo o dos, ¿no crees, pelirrojo?”
Harry pod´ıa sentir a Ron temblando. Fueron forzados a bajar un tramo de escalones, todav´ıa atados espalda con espalda y a riesgo de resbalar y romperse el cuello en cualquier momento. En el fondo hab´ıa una pesada puerta. Greyback la abrió con su varita, después les obligó a entrar en la oscura, húmeda y mohosa habitación y los dejó en medio de una oscuridad total. El eco del golpe de la puerta al cerrarse no hab´ıa muerto cuando un terrible y desgarrado gritó llegó de directamente de encima de ellos.
“¡HERMIONE!” bramó Ron, y empezó a retorcerse y luchar contra las cuerdas que CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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los ataban, haciendo que Harry se tambaleara. “¡HERMIONE!”
“¡Cállate!” dijo Harry. “Cállate, Ron, tenemos que salir de aqu´ı...”
“¡HERMIONE, HERMIONE!”
“Necesitamos un plan, deja de chillar... tenemos que librarnos de estas cuerdas...”
“¿Harry?” llegó un susurró a través de la oscuridad. “¿Ron! ¿Eres tú?”
Ron dejó de gritar. Se produjo un sonido de movimiento cerca de ellos, entonces Harry vio una sombra que se acercaba.
“¿Harry? ¿Ron?”
“¿Luna?”
“¡Si, soy yo! ¡Oh, no, no quer´ıa que os capturaran!”
“¿Luna, puedes ayudarnos a librarnos de estas cuerdas?” dijo Harry.
“Oh, si, eso espero... Hay una vieja púa que utilizamos si tenemos que cortar algo...