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“¿que yo fui el duende que te guió a tu cámara, la primera vez que visitaste Gringotts?”
dijo Griphook. “Lo recuerdo Harry Potter. Incluso entre los duendes, eres muy famoso.”
Harry y el duende se miraron, examinándose el uno al otro. La cicatriz de Harry todav´ıa punzaba. Quer´ıa terminar la entrevista con Griphook rápidamente, y al mismo tiempo estaba temeroso de hacer un movimiento en falso. Mientras trataba de pensar la mejor manera de hacerle su petición, el duende rompió el silencio.
“Tú enterraste al elfo” dijo, sonando inesperadamente rencoroso. “Te vi desde la ventana del cuarto que está junto a este.”
“S´ı” dijo Harry.
Griphook lo miró por el rabillo del ojo.
“Eres un mago inusual, Harry Potter.”
“¿En qué sentido?” preguntó Harry, rascándose la cicatriz inconscientemente.
CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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“Cavaste el sepulcro.”
“¿Y?”
Griphook no respondió. Harry pensó que estaba siendo despreciado por actuar como un Muggle, pero no le importó si Griphook aprobaba el sepulcro de Dobby o no. Se decidió a pasar a la ofensiva.
“Griphook, necesito preguntarle...”
“También rescataste a un duende...”
“¿Qué?”
“Me trajiste aqu´ı, me salvaste.”
“Bueno, ¿le debo una disculpa?” dijo Harry un poco impaciente.
“No, Harry Potter” dijo Griphook, y con un dedo torció su delgada barba negra sobre su barbilla, “pero eres un mago muy extra˜no.”
“Bien” dijo Harry, “Necesito algo de ayuda, Griphook, y usted puede dármela.”
El duende no dio ninguna se˜nal de perturbarse, pero continuó con el ce˜no fruncido hacia Harry como si nunca hubiera visto algo como él.
“Necesito abrir una cámara de Gringotts”
Harry no hab´ıa tenido la intención de decirlo tan mal: las palabras salieron forzadas de él como un disparo de dolor a través de su cicatriz y vio, otra vez, el contorno de Hogwarts. Cerró su mente firmemente. Necesitaba hacer el trato con Griphook primero.
Ron y Hermione miraban a Harry como si se hubiera vuelto loco.
“Harry...” dijo Hermione, pero fue interrumpida por Griphook.
“¿Abrir una cámara de Gringotts?” repitió el duende, haciendo una mueca mientras se acomodaba en la cama. “Eso es imposible.”
“No, no lo es” dijo Ron. “Ya lo han hecho”
“S´ı” dijo Harry. “El mismo d´ıa en el que le conoc´ı, Griphook. Mi cumplea˜nos, hace siete a˜nos.”
“La cámara en cuestión estaba vac´ıa en ese momento” impuso el duende y Harry entendió que incluso aunque Griphook hubiera dejado Gringotts, estaba ofendido con la idea de sus defensas siendo violadas. “Su protección era m´ınima.”
“Bueno, la cámara a la que queremos llegar no está vac´ıa, y adivino que su protección debe ser muy poderosa” dijo Harry. “Le pertenece a los Lestrange.”
Vio a Ron y Hermione mirarse el uno al otro, asombrados, pero ya habr´ıa tiempo para explicarselo cuando Griphook hubiera dado su respuesta.
“No tienes ninguna posibilidad” dijo Griphook llanamente. “Ninguna posibilidad en absoluto. Si buscas bajo nuestros suelos, un tesoro que nunca fue tuyo...”
“Mago, has sido advertido, cuidado... s´ı, lo sé, lo recuerdo” dijo Harry. “Pero no estoy tratando de coger ningún tesoro, no estoy tratando de coger nada como ganancia personal.
¿Puede creerselo?.”
El duende miró a Harry, y la cicatriz en forma de rayo en la frente de Harry ardió, pero lo ignoró, negandose a reconocer el dolor o su invitación.
“Si hay un mago del que creer´ıa que no busca una recompensa personal” dijo Griphook CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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finalmente, “ese ser´ıas tú, Harry Potter. Los elfos y los duendes no han sido tratados con la protección o el respeto que tú has mostrado esta noche. No de gente con varitas.”
“Gente con varitas” repitió Harry: la frase sonó extra˜na a sus o´ıdos mientras su cicatriz ard´ıa, mientras Voldemort situaba sus pensamientos hacia el norte, y mientras Harry ard´ıa de curiosidad por preguntarle a Ollivander, que estaba en la puerta de al lado.
“El derecho a llevar una varita” dijo el duende tranquilamente, “ha sido una larga pelea entre duendes y magos.”
“Bueno, los duendes pueden hacer magia sin varitas” dijo Ron.
“¡Eso es insustancial! Los magos rehúsan compartir los secretos de la sabidur´ıa de las varitas con otros seres mágicos, nos niegan la posibilidad de extender nuestros poderes.”
“Bueno, los duendes tampoco comparten nada de su magia” dijo Ron. “Ustedes no nos dirán cómo hacer espadas y armaduras como las que hacen. Los duendes saben trabajar el metal de una forma en la que un mago nunca...”
“No importa” dijo Harry, notando la cara de Griphook subir de color. “Esto no trata acerca de magos contra duendes, o algún otro tipo de criatura mágica...”
Griphook hizo una sucia risa.
“¡Pero es eso! ¡Es precisamente eso! Según crece el poder del Se˜nor Oscuro, su tarea está puesta incluso más firmemente en m´ı. Gringotts cae bajo el imperio de los Magos, los elfos domésticos son asesinados, ¿y quién entre los que llevan varita protesta?.”
“¡Nosotros lo hacemos!” dijo Hermione. Se hab´ıa sentado erguida, sus ojos brillantes.
“Nosotros protestamos. ¡Estoy tan asustada como cualquier duende o elfo, Griphook! ¡Soy una Sangresucia!.”
“No te llames as´ı...” murmuró Ron.