123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 117

Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 117

“He tomado mi decisión, Harry Potter” dijo el duende, que estaba sentado con las piernas cruzadas en una silla baja, golpeando los brazos con sus largos y delgados dedos.

“Aunque los duendes de Gringotts considerarán esto una traición, he decidido ayudarte...”

“¡Eso es genial!” dijo Harry, una oleada de alivio pasó a través de él. “Griphook, gracias, nosotros le estamos realmente...”

“...a cambio,” dijo el duende firmemente “de un pago.”

Ligeramente desconcertado, Harry vaciló.

“Cuánto quieres? Tengo oro.”

“Oro no” dijo Griphook. “Ya tengo oro.”

Sus ojos negros resplandecieron; no ten´ıa blanco en los ojos.

CAPÍTULO 25. LA CABA ˜

NA PROTECTORA

288

“Quiero la espada. La espada de Godric Gryffindor.”

El esp´ıritu de Harry se desplomó

“No puedes tener eso” dijo. “Lo siento.”

“Entonces” dijo el duende suavemente “tenemos un problema.”

“Podemos darte alguna otra cosa” dijo Ron con impaciencia “Apuesto a que Lestrange tiene montones de cosas, puedes coger tu parte una vez estemos en la cámara.”

Hab´ıa dicho lo incorrecto. Griphook se sonrojó furioso.

“¡No soy un ladrón, ni˜no! ¡No estoy tratando de conseguir tesoros a los que no tengo derecho!”

“La espada es nuestra...”

“No, no lo es” dijo el duende.

“Somos Gryffindor, y era de Godric Gryffindor...”

“Y antes de que fuese de Gryffindor, ¿de quién era?” reclamó el duende, sentándose derecho.

“De nadie” dijo Ron. “Fue hecha para él, ¿no?”

“¡No!” gritó el duende, erizándose de ira mientras apuntaba un largo dedo hacia Ron.

“¡La arrogancia de los magos otra vez! ¡Esa espada fue primero de Ragnuk, al que se la robó Godric Gryffindor! ¡Es un tesoro perdido, una pieza maestra del trabajo duende!

Pertenece a los duendes. ¡La espada es el precio a mis servicios, tómalo o déjalo!” Griphook les miraba fijamente.

Harry miró a los otros dos, y luego dijo “Necesitamos discutir esto, Griphook, si le parece bien. ¿Podr´ıa darnos unos minutos?”

El duende asintió, pareciendo enfadado.

Abajo, en el vac´ıo salón, Harry caminó hacia la chimenea con el ce˜no fruncido, tratando de pensar en qué hacer. Detrás de él, Ron dijo, “Está bromeando. No podemos darle esa espada.”

“¿Es verdad?” preguntó Harry a Hermione. “¿Gryffindor robó la espada?”

“No lo sé” dijo desesperanzadamente. “La historia de los magos a menudo evita lo que estos han hecho a otras razas mágicas, pero no hay ningún informe que conozca que diga que Gryffindor robó la espada.”

“Será una de esas historias de duendes” dijo Ron “sobre como los magos estamos siempre tratando de terminar sobre ellos. Supongo que deber´ıamos sentirnos felices de que no nos haya pedido una de nuestras varitas.”

“Los duendes tienen buenas razones para que no les gusten los magos, Ron.” dijo Hermione. “Han sido tratados brutalmente en el pasado.”

“Los duendes no son exactamente peque˜nos conejos mullidos, ¿no?” dijo Ron. “Han matado ha muchos de los nuestros. Han peleado sucio también.”

“Pero discutir con Griphook sobre que raza es la más misteriosa y violenta no va a ponerlo más deseoso de ayudarnos, ¿no?”

Hubo una pausa mientras intentaban pensar en una solución al problema. Harry miró afuera hacia la tumba de Dobby. Luna estaba colocando lavanda de mar en un CAPÍTULO 25. LA CABA ˜

NA PROTECTORA

289

tarro de mermelada al lado de la piedra principal.

“Muy bien” dijo Ron, y Harry se volvió para verlo,

“¿Qué?”

“Le decimos a Griphook que necesitamos la espada hasta que estemos dentro de la cámara y que luego podrá tenerla. Hay una falsa dentro, ¿no? Las cambiamos, y le damos la falsa.”

“¡Ron, notará la diferencia mejor que nosotros!” dijo Hermione. “¡Él fue el único que notó que hab´ıa habido un cambio!”

“Si, pero podr´ıamos escapar antes que se de cuenta...”

Se acobardó ante la mirada que le echó Hermione.

“Eso” dijo silenciosamente, “es despreciable. ¿Pedir su ayuda, y luego traicionarlo? ¿Y

tú te preguntas por qué a los duendes no les gustan los magos, Ron?”

Las orejas de Ron se pusieron rojas.

“¡Esta bién, esta bién! ¡Era lo único que se me ocurr´ıa! ¿Cuál es tu solución, entonces?”

“Necesitamos ofrecerle algo más, algo igual de valioso.”