123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 121

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Se hab´ıan mantenido firmes sobre este punto porque Hermione necesitar´ıa trasformarse en Bellatrix antes de que se fueran, y cuanto menos supieran o sospecharan Bill y Fleur, acerca de lo que iban a hacer, mejor. También les hab´ıan explicado que no iban a regresar.

Como hab´ıan perdido la vieja tienda de Perkins la noche que los Snatchers los capturaron, Bill les hab´ıa prestado otra. Estaba ahora empacada dentro del bolso de cuentas, el cual, Harry quedo sorprendido al enterarse, Hermione hab´ıa protegido de los Snatchers con el sencillo y oportuno hecho de esconderlo dentro de su calcet´ın.

A pesar de que extra˜nar´ıa a Bill, Fleur, Luna y Dean, sin mencionar las comodidades hogare˜nas que hab´ıan disfrutado por las últimas semanas, Harry estaba ansioso de escapar del confinamiento de Shell Cottage. Estaba cansado de tratar de cerciorarse que no eran escuchados por casualidad, cansado de estar encerrado en la peque˜na y oscura habitación. Sobretodo, deseaba librarse de Griphook. Sin embargo, exactamente como y cuando dejar´ıa al gnomo sin devolverle la espada de Griffindor continuaba siendo una pregunta para la cual Harry no tenia respuesta. Hab´ıa sido imposible decidir como iban a hacerlo, porque el gnomo raramente dejaba solos a Harry, Ron y Hermione por más de cinco minutos seguidos. “Podr´ıa darle lecciones a mi madre,” gru˜no Ron,” mientras los largos dedos del gnomo continuaban apareciendo en las orillas de las puertas. Con la advertencia de Bill en mente, Harry no pod´ıa dejar de sospechar que Griphook estaba cuidándose de una posible triqui˜nuela. Hermione desaprobaba tan apasionadamente el en-ga˜no planeado que Harry hab´ıa dejado de intentar recurrir a su inteligencia sobre la mejor forma de hacerlo. Ron, en las raras ocasiones que hab´ıan tenido la oportunidad de robar unos pocos momentos libres de Griphook, hab´ıa salido con nada mejor que: Tendremos que irnos volando, colega.

Harry durmió mal esa noche. Yaciendo quieto en las primeras horas, pensó de nuevo en la manera en que se hab´ıa sentido la noche anterior a que se hubieran infiltrado en el Ministerio de Magia y recordó haberse sentido decidido, casi excitado. Ahora estaba experimentando sacudidas de ansiedad, dudas persistentes; no pod´ıa sacudirse el miedo de que todo fuera a ir mal. Segu´ıa repitiéndose que su plan era bueno, que Griphook sabia a lo que se estaban enfrentando, que estaban bien preparados para todas las dificultades que podr´ıan encontrarse, aun as´ı se sent´ıa inquieto. Una o dos veces escucho a Ron revolverse y estaba seguro de que también estaba despierto, pero estaban compartiendo la habitación con Dean, por lo que Harry no hablo.

Fue un alivio cuando llegaron las seis en punto y pudieron escurrirse de sus bolsas de dormir, vestirse en la penumbra, y salir al jard´ın, donde iban a encontrarse con Hermione y Griphook. El amanecer era fr´ıo, pero ahora que estaba llegando Mayo hab´ıa poco viento.

Harry miro hacia las estrellas que aun brillaban tenuemente en el cielo oscuro y escucho el mar golpeando al avanzar y retirarse contra el acantilado; iba a extra˜nar el sonido.

Peque˜nos brotes verdes estaban forzando su camino sobre la tierra roja de la tumba de Dobby, dentro de un a˜no el mont´ıculo estar´ıa cubierto de flores. La piedra blanca que ten´ıa grabado el nombre del elfo ya hab´ıa adquirido una apariencia desgastada. Ahora se daba cuenta que dif´ıcilmente podr´ıan haber encontrado un lugar mas hermoso para que CAPÍTULO 26. GRINGOTTS

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Dobby descansara, pero Harry se lleno de tristeza al pensar en dejarlo atrás. Mirando hacia la tumba, se pregunto de nuevo como hab´ıa sabido el elfo a donde ir a rescatarlos.

Sus dedos se movieron distra´ıdamente hacia el peque˜no bolso que colgaba de su cuello, a través del cual pod´ıa sentir el fragmento de espejo en el que hab´ıa estado seguro que hab´ıa visto el ojo de Dumbledore. Entonces el ruido de una puerta abriéndose le hizo mirar alrededor.

Bellatrix Lestrange caminaba a zancadas sobre el césped hacia ellos, acompa˜nada por Griphook. Mientras caminaba iba remetiendo el peque˜no bolso de cuentas en el bolsillo interior del otro juego de antiguas túnicas que hab´ıan tomado de Grimmauld Place. A pesar de que Harry sab´ıa perfectamente bien que era realmente Hermione, no pudo evitar un temblor de repudio. Era más alta que él, el cabello largo y negro le bajaba ondulado por la espalda, sus ojos claramente desde˜nosos al posarse en él; pero entonces hablo, y escucho a Hermione con la voz baja de Bellatrix.

“¡Ella sabe horrible, peor que gurdirraiz! De acuerdo Ron, acércate para que pueda hacerte...”

“Bien, pero recuerda que no me gusta la barba muy larga.”

“Por Dios Santo, esto no se trata de lucir bien.”

“No es eso, ¡se pone en medio! Pero me gustar´ıa mi nariz una pizca mas corta, trata de hacerla igual que la vez pasada.”

Hermione suspiro y empezó a trabajar, refunfu˜nando bajo su aliento mientras transfor-maba algunos aspectos de la apariencia de Ron. Iba a recibir una identidad completamente falsa, y confiaban en la malévola aura de Bellatrix para protegerlo. Mientras tanto Harry y Griphook iban a estar ocultos debajo de la capa de invisibilidad.

“Listo” dijo Hermione, “¿Qué tal se ve, Harry?”

Era posible distinguir algo de las facciones de Ron bajo el disfraz, pero solo, pensó Harry, debido a que lo conoc´ıa tan bien. El cabello de Ron era ahora largo y ondulado; ten´ıa barba y bigote casta˜nos, ninguna peca, nariz chata y cejas espesas.

“Bueno, no es mi tipo, pero funcionara,” dijo Harry. “¿Nos vamos entonces?”

Los tres volvieron la vista hacia Shell Cottage, que lucia oscura y silenciosa bajo las tenues estrellas, después se dieron la vuelta y caminaron hacia el punto, apenas más allá de la pared divisoria, donde el encantamiento Fidelius dejaba de funcionar y podr´ıan desaparecerse.

Una vez que pasaron la puerta, Griphook hablo. “¿Creo que deber´ıa trepar ahora, Harry Potter?”

Harry se inclino y el gnomo se trepo en su espalda, con las manos unidas al frente de la garganta de Harry. No era pesado, pero a Harry le desagradaba la sensación del gnomo y la sorprendente fuerza con la que se aferró. Hermione sacó la capa de invisibilidad del bolso de cuentas y la lanzó sobre ambos.

“Perfecto,” dijo agachándose para revisar los pies de Harry. “No puedo ver nada.

Vamos.”

Harry se dio la vuelta sobre el terreno, con Griphook sobre sus hombros, concentrándose con todo su ser en el Caldero Chorreante, la posada que era la entrada al Callejón Diagon. El gnomo se aferró incluso mas fuerte mientras se mov´ıan en la oscuridad opresora, y segundos después los pies de Harry encontraron el pavimento y abrió los ojos en Charing Cross Road. Ajetreados muggles pasaban con la t´ıpica expresión abatida de primera hora CAPÍTULO 26. GRINGOTTS

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de la ma˜nana, bastante inconscientes de la existencia de la peque˜na posada.

El bar del Caldero Chorreante estaba casi desierto. Tom, el encorvado y desdentado encargado, estaba puliendo vasos de cristal detrás de la barra; un par de brujos que conversaban en murmullos en una esquina lejana echaron un vistazo hacia Hermione y se volvieron de vuelta a las sombras.

“Madam Lestrange,” murmuro Tom, y cuando Hermione se detuvo brevemente inclino la cabeza servilmente.

“Buenos D´ıas,” dijo Hermione, y mientras Harry se mov´ıa lentamente a un lado, aun cargando a cuestas a Griphook bajo la capa, vio a Tom parecer sorprendido.

“Demasiado amable,” susurró Harry al o´ıdo de Hermione mientras sal´ıan de la posada hacia el minúsculo patio trasero. “¡Necesitas tratar a la gente como si fuera basura!”

“¡Vale, vale!”

Hermione sacó la varita de Bellatrix y golpeó un ladrillo de la indefinible pared que hab´ıa frente a ellos. Inmediatamente los ladrillos empezaron a dar vueltas y a girar, un agujero apareció en el centro, que creció más y más amplio, formando finalmente una entrada arqueada hacia la calle estrecha adoquinada que era el callejón Diagon.

Estaba en calma, apenas iba a ser hora de que las tiendas abrieran, y hab´ıa muy pocos compradores. La tortuosa calle adoquinada se ve´ıa muy diferente ahora del ajetreado lugar que Harry hab´ıa visitado antes de su primer a˜no en Hogwarts, tantos a˜nos atrás.

Aunque, desde su última visita, muchas tiendas hab´ıan sido clausuradas con tablones, también hab´ıan sido creados muchos establecimientos dedicados a las artes oscuras. La propia cara de Harry lo saludo desde los muchos carteles pegados sobre las ventanas, siempre titulados con las palabras INDESEABLE NUMERO UNO.

Un grupo de gente andrajosa estaba sentada amontonada en los umbrales. Los escucho gimiendo a los pocos transeúntes, suplicando por oro, insistiendo en que ellos eran verdaderos magos. Un hombre ten´ıa un vendaje ensangrentado sobre un ojo.

Mientras caminaban por la calle, los mendigos vislumbraron a Hermione. Parecieron esfumarse ante ella, cubriendo sus rostros con capuchas y alejándose tan rápido como pod´ıan. Hermione los miro con curiosidad, hasta que el hombre con el vendaje sangriento avanzo, cruzándose en su camino.

“Mis hijos,” grito, apuntándola. Su voz era mordaz, estridente, sonaba fuera de si.

“¿Dónde están mis hijos? ¿Qué ha hecho él con ellos? ¡Tú lo sabes, tú lo sabes!”

“Y... yo realmente...” balbuceo Hermione.

El hombre se lanzo hacia ella, buscando su garganta. Entonces, con un estallido y una explosión de luz roja fue lanzado de vuela al suelo, inconsciente. Ron estaba parado all´ı, su varita aun a la vista y detrás de la barba se apreciaba su rostro conmocionado.

Rostros aparecieron en las ventanas en cada lado de la calle, mientras un peque˜no grupo de transeúntes de apariencia próspera recogieron sus túnicas y se separaron en apacibles trotes, apurados por abandonar la escena.

Su entrada en el Callejón Diagon dif´ıcilmente podr´ıa haber sido más notoria; por un momento Harry se preguntó si tal vez no seria mejor irse ahora y tratar de idear un mejor plan. Sin embargo, antes de que se pudieran mover o consultar uno al otro, escucharon un grito detrás de ellos.

“¡Pero si es Madam Lestrange!”

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Harry giro y Griphook apretó su agarre alrededor del cuello de Harry. Un mago alto y delgado con una espesa corona de cabello gris y una nariz larga y afilada avanzaba a zancadas hacia ellos.

“Es Travers,” silbo el gnomo al o´ıdo de Harry, pero en ese momento Harry no pod´ıa pensar en quien era Travers. Hermione se hab´ıa enderezado hasta su altura completa y dijo con tanto desprecio como pudo reunir:

“¿Y que es lo que quieres?”

Travers detuvo sus andares, claramente ofendido.