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para la medianoche, y aunque ahora sab´ıa qué era el último Horrocrux, no estaba más cerca de descubrir dónde estaba.
Generaciones de estudiantes hab´ıan fracasado en encontrar la diadema, que se suger´ıa no estaba en la torre de Ravenclaw, pero si no all´ı, ¿dónde? ¿Qué escondite hab´ıa descubierto Tom Riddle dentro del castillo de Hogwarts que pensó que permanecer´ıa en secreto por siempre?
Perdido en especulaciones desesperadas, Harry giró en otra esquina, pero hab´ıa dado sólo unos pocos pasos por el nuevo corredor cuando las ventanas a su izquierda se abrieron con un ensordecedor ruido, haciéndose a˜nicos. En el momento en el que saltó a un lado, un cuerpo gigantesco entró volando por la ventana y golpeó la pared opuesta. Algo muy grande y peludo se soltó, gimoteando, del bulto recién llegado, y se lanzó sobre Harry.
- ¡Hagrid! ? rugió Harry, quitándose de encima a Fang y sus atenciones, mientras la enorme figura barbuda se pon´ıa de pie. - ¿Qué demo...?
- ¡Harry! ¡Estás aqu´ı! ¡Estás aqu´ı! ? Hagrid se agachó, le dio a Harry un abrazo que podr´ıa haberle roto las costillas, y corrió de regreso a la ventana destrozada.
- ¡Buen chico, Grawpy! ? bramó a través del hueco en la ventana.- ¡Te veré en un momento! ¡Se un buen chico!
Más allá de Hagrid, afuera en la oscuridad de la noche, Harry vio estallidos de luz y escuchó un grito extra˜no y agudo. Miró su reloj. Era medianoche. La batalla hab´ıa empezado.
- Caracoles, Harry ? resolló Hagrid ? As´ı que esto es, ¿eh? Hora de luchar.
- Hagrid, ¿de dónde vienes?
- Escuché a Tú-sabes-quién desde nuestra cueva- dijo Hagrid, lúgubre -. La voz se propaga, vaya que s´ı. ?Tienen hasta media noche para darme a Potter?. Sab´ıa que tú estar´ıas aqu´ı, y sab´ıa lo que deb´ıa estar pasando. Bájate, Fang. As´ı que vinimos a ayudar, yo y Grawpy y Fang. Chapoteamos el camino desde el bosque, y Grawpy nos trajo cargados a Fang y a m´ı. Le dije que me bajara en el castillo, as´ı que me lanzó por la ventana. No exactamente lo que yo quer´ıa pero... ¿Dónde están Ron y Hermione?
- Esa ? dijo Harry ? es una muy buena pregunta. Vamos.
Corrieron juntos por el corredor, con Fang corriendo patosamente junto a ellos. Harry pod´ıa escuchar los ruidos del movimiento en todos los pasillos a los alrededores, pisadas corriendo, gritos; a través de las ventanas pod´ıa ver más destellos de luz en los oscuros terrenos.
- ¿A dónde vamos? ? dijo Hagrid sin aliento, sacudiendo las losas del suelo con sus pisadas.
- No lo se exactamente. ? dijo Harry, girando al azar en una esquina. ? Pero Ron y Hermione deben estar por aqu´ı, en algún lado...
Las primeras bajas de la batalla yac´ıan desparramadas en el pasillo frente a ellos: las dos gárgolas de piedra que guardaban la entrada del salón de empleados hab´ıan sido hechas pedazos por una maldición que hab´ıa entrado por otra ventana rota. Sus restos se revolv´ıan débilmente en el suelo, y cuando Harry saltó sobre la cabeza de una de ellas, ésta gimió con desmayo.
- Oh, no te preocupes por m´ı... yo sólo me quedaré aqu´ı a desmoronarme...
Su feo rostro de piedra hizo pensar repentinamente a Harry en el busto de mármol CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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de Rowena Ravenclaw, con ese extra˜no tocado, que estaba en la casa de Xenophilius, y luego en la estatua que estaba en la torre de Ravenclaw, con la diadema de piedra sobre sus rizos blancos...
Y al llegar al final del pasillo, el recuerdo de una tercera efigie de piedra vino a su mente: la de un feo y viejo hechicero, sobre cuya cabeza el mismo Harry hab´ıa puesto una peluca y un viejo sombrero desvencijado. La impresión atravesó a Harry como un trago de whisky de fuego, y casi tropezó por la conmoción.
Sab´ıa, al fin, dónde estaba el último Horrocrux esperando por él...
Tom Riddle, quien no confiaba en nadie y operaba solo, podr´ıa haber sido lo suficientemente arrogante como para asumir que él y sólo él hab´ıa penetrado en los más profundos misterios del castillo de Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y Flitwick, esos alumnos modelo, nunca hab´ıan puesto un pie en ese lugar en particular, pero él, Harry, se hab´ıa desviado del camino regular en sus tiempos de escuela ? hab´ıa al menos un área secreta que él y Voldemort conoc´ıan, y que Dumbledore nunca hab´ıa descubierto ?
La profesora Sprout lo sacó de su trance, pues ven´ıa haciendo estruendo, seguida por Neville y media docena de otros, todos usando orejeras y llevando en brazos lo que parec´ıan ser grandes plantas en macetas.
- ¡Mandrágoras! ? le gritó Neville sobre el hombro a Harry mientras corr´ıa ? Vamos a dejarlas caer por encima de los muros ¡No les gustará para nada!
Harry sab´ıa dónde ir ahora. Se apresuró, con Hagrid y Fang galopando detrás de él.
Pasaron de largo retrato tras retrato, y las figuras pintadas corrieron junto a ellos, magos y brujas en encajes arruchados y calzones, en armaduras y capas, hacinándose unos sobre otros en los lienzos de los demás, gritando las noticias de otras partes del castillo. Cuando llegaron al final del corredor, el castillo entero se sacudió, y Harry supo, cuando una vasija gigante voló de su pedestal con fuerza explosiva, que estaba controlada por encantamientos más siniestros que los de los profesores o los miembros de la Órden.
- ¡Ya está bien, Fang, todo está bien! ? gritó Harry, pero el enorme sabueso se dio a la fuga cuando astillas de vajilla volaron como proyectiles a través del aire, y Hagrid corrió pesadamente tras el aterrorizado perro, dejando a Harry solo.
Siguió adelante por los pasillos tambaleantes, con la varita lista, y por la longitud de un pasillo el peque˜no caballero pintado, Sir Cardigan, se precipitó de cuadro en cuadro junto a Harry, haciendo sonar su armadura, gritando palabras de aliento, con su peque˜no y gordo pony corriendo a medio galope tras él.
- ¡Fanfarrones y granujas! ¡Perros y sabandijas! ¡Ahuyéntalos de aqu´ı, Harry Potter!
¡Desp´ıdelos!- Harry se precipitó a rodear una esquina y se encontró a Fred y a un peque˜no contingente de estudiantes, incluidos Lee Jordan y Hannah Abbott, parados junto a otro pedestal vac´ıo, cuya estatua sol´ıa disimular la entrada a un pasadizo secreto. Sus varitas estaban fuera y estaban escuchando los sonidos que sal´ıan del agujero semiescondido.
- ¡Buena noche para esto! - gritó Fred mientras el castillo se estremec´ıa nuevamente, y Harry corrió desenfrenadamente (¿esprintó?), eufórico y muerto de miedo al mismo tiempo. Corrió por otro corredor más, y all´ı encontró lechuzas por todas partes, a las que la Se˜nora Norris siseaba mientras intentaba golpearlas con sus patas, sin duda para regresarlas a su lugar...
- ¡Potter!
Aberforth Dumbledore se impon´ıa frente a él bloqueando el corredor, con su varita lista para la acción.
CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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- ¡Tengo a cientos de chicos haciendo estropicios por mi pub, Potter!
- Lo se, estamos evacuando, ? dijo Harry ? Voldemort está ?
- atacando porque aún no te han entregado, s´ı, - dijo Aberforth ? No soy sordo, chico.
Todo Hogsmeade lo escuchó. ¿Y nunca se les ocurrió a ninguno de ustedes mantener a algunos Slytherin como rehenes? Hay hijos de mort´ıfagos a los que han enviado a la seguridad, ¿sabes? ¿No habr´ıa sido más inteligente mantenerlos aqu´ı?
- Eso no detendr´ıa a Voldemort, - dijo Harry ? y tu hermano nunca lo hubiese hecho.
Aberforth gru˜nó y se marchó en dirección opuesta.
Tu hermano nunca lo hubiese hecho... Bueno, era la verdad, pensó Harry mientras segu´ıa su carrera: Dumbledore, quien hab´ıa defendido a Snape por tanto tiempo, nunca hubiese retenido a los alumnos como rehenes...
Y entonces patinó alrededor de una esquina al final del pasillo, y con un grito de alivio y furia mezclados, los vio: Ron y Hermione; ambos con los brazos cubiertos por objetos grandes, curvados, sucios y amarillos, Ron sosteniendo una escoba bajo sus brazos
- ¿Dónde demonios han estado? ? les gritó Harry
- En la Cámara Secreta.- dijo Ron.
- En la Cámara - ¿qué? ? deteniéndose inestablemente frente a ellos.
- ¡Fue idea de Ron, todo! ? dijo Hermione sin aliento - ¿No fue absolutamente brillante?
Ah´ı estábamos, después de irnos, y yo le dije a Ron, incluso si encontrábamos el otro,