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Dio media vuelta y corrió hacia la escalera de mármol. Lupin, Tonks? Anhelaba no sentir? deseaba poder arrancarse el corazón, el estómago, todo lo que gritaba dentro de él.
El castillo estaba completamente vac´ıo, incluso los fantasmas parec´ıan haberse unido a la masa de luto en el Gran Comedor. Harry corrió sin detenerse, aferrando el frasco de cristal que conten´ıa los últimos pensamientos de Snape, y sin aminorar el paso hasta que llegó a la gárgola de piedra que cuidaba la oficina del director.
- ¿Contrase˜na?
- ¡Dumbledore! - gritó Harry sin pensarlo, pues era a él a quien quer´ıa ver, y para su sorpresa, la gárgola se hizo a un lado, abriéndole el paso a la escalera de espiral a sus espaldas.
Pero cuando Harry irrumpió en la oficina circular la encontró cambiada. Los portarretratos que colgaban de las paredes estaban vac´ıos. Ni un solo director o directora permanec´ıa all´ı para verlo, todos, según parec´ıa, se hab´ıan ido, tal vez porque en las pinturas alrededor del castillo pod´ıan ver más claramente lo que estaba pasando.
CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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Harry miró desesperanzado al marco vac´ıo de Dumbledore, que colgada directamente detrás de la silla del director, y luego le dio la espalda. El Pensadero de piedra se encontraba en la misma cabina de siempre. Harry lo cargó hasta el escritorio e introdujo los recuerdos de Snape en la gran vasija con las marcas de runas en el borde. Escapar a la cabeza de alguien más ser´ıa un gran alivio? nada pod´ıa ser peor que sus propios pensamientos, aunque hubiese pertenecido a Snape. Los recuerdos se arremolinaron, plateados y extra˜nos, y sin dudarlo, con un sentimiento de imprudente abandono, aún sabiendo que esto aumentar´ıa su pesar, Harry se zambulló.
Sintió la luz del sol, y sus pies tocaron un suelo cálido. Al enderezarse, pudo ver que estaba en un patio de juegos casi totalmente desierto. Una única y gran chimenea era lo que distingu´ıa en el lejano horizonte. Dos ni˜nas se columpiaban hacia delante y atrás, y un ni˜no delgad´ısimo las observaba desde detrás de unos arbustos. Su cabello negro era largo, y su ropa era tan desastrosa que parec´ıa a propósito: jeans demasiado cortos, un abrigo lamentable y demasiado largo que pod´ıa haber pertenecido a un adulto y una extra˜na polera que parec´ıa un delantal.
Harry se acercó al muchacho. Snape parec´ıa tener unos nueve o diez a˜nos, pálido, peque˜no y rudo. Hab´ıa codicia sin disfrazar en su delgado rostro, mientras observaba a la más joven de las dos hermanas columpiarse más y más alto que su hermana.
- ¡Lily, no hagas eso! ? gritó la mayor
Pero la chica se hab´ıa soltado del columpio en el punto más alto de este, y voló por los aires (literalmente, voló) y se lanzó hacia el cielo con una gran carcajada, y en vez de estrellarse contra el asfalto de patio, se elevó como un trapecista por el aire, manteniéndose arriba por demasiado tiempo y aterrizando suavemente.
- ¡Mamá te dijo que no lo hicieras!
Petunia dejó de columpiarse hundiendo sus sandalias en la tierra, provocando un crujido, y luego se puso de pie, con las manos en la cintura.
- ¡Mamá dijo que no ten´ıas permiso para hacerlo, Lily!
- Pero estoy bien ? dijo Lily, aún riendo ? Tuney, mira esto. Mira lo que puedo hacer.
Petunia miró alrededor. El patio estaba vac´ıo, a excepción de ellas mismas y, a pesar de que ellas no lo sab´ıan, Snape. Lily recogió una flor que se hab´ıa ca´ıdo del arbusto detrás del cual Snape se escond´ıa. Petunia avanzó, evidentemente dividida entre la curiosidad y la desaprobación. Lily esperó a que Petunia estuviese lo suficientemente cerca como para ver bien, y luego abrió la palma de su mano. La flor se sentó ah´ı, abriendo y cerrando sus pétalos, como si fuera una ostra extra˜na y bizarra, con muchos labios.
- ¡Detenlo! ? chilló Petunia.
- No te hace da˜no ? replicó Lily, mas cerro su mano y arrojó la flor.
- No está bien ? dijo Petunia, pero sus ojos hab´ıan seguido el vuelo de la flor hacia el suelo, y los mantuvo fijos en ese lugar - ¿Cómo lo haces? ? a˜nadió, con una voz que indicaba cuanto quer´ıa saber.
- Es obvio, ¿no? ? Snape ya no pod´ıa contenerse, y saltó de detrás de los arbustos.
Petunia gritó y retrocedió corriendo hacia los columpios, pero Lily, aunque claramente asustada, permaneció donde estaba. Snape pareció lamentar haber aparecido. Una sobre de rubor se posó en sus pálidas mejillas mientras miraba a Lily.
- ¿Qué es obvio? ? preguntó Lily.
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Snape parec´ıa nervioso y exaltado. Mirando a Petunia, que se asomaba por detrás de los columpios, bajó la voz y dijo:
- Yo sé lo que eres.
- ¿Qué quieres decir?
- Eres? eres una bruja ? susurró Snape.
La ni˜na se mostró ofendida.
- ¡Eso no es algo muy agradable para decirle a alguien!
Se dio vuelta, con la nariz en el aire, y se alejó hacia su hermana.
- ¡No! ? dijo Snape. Ahora estaba completamente colorado, y Harry se preguntó porque no que quitaba su rid´ıculamente largo abrigo, a menos que fuera porque no quer´ıa mostrar el delantal que tra´ıa debajo. Aleteó detrás de las chicas, pareciéndose grotescamente a un murciélago, al igual que su yo mayor.
Las hermanas lo examinaron con una mirada desaprobatoria, y se colgaron de las poleas de uno de los columpios, como si ese fuera un lugar seguro.
- Lo eres - le dijo Snape a Lily ? Eres una bruja, te he estado observando desde hace tiempo. Pero no tiene nada de malo, mi mamá también lo es, y yo soy un mago. La risa de Petunia era como agua fr´ıa.
- ¡Un mago! ? exclamó, recuperando el coraje ahora que ya hab´ıa superado el susto la aparición repentina - ¡Yo sé quien eres! ¡Eres ese tal Snape! Viven al terminar El Fin del Hilandero, cerca del r´ıo ? le dijo a Lily, y era evidente por su tono de voz que consideraba la dirección muy poco recomendable - ¿Por qué nos has estado espiando?
- ¡No he estado espiando! ? dijo Snape, acalorado, incómodo y con el cabello sucio bajo la luz del sol ? No te espiar´ıa a ti, de todas formas ? a˜nadió con desprecio ? eres una muggle.
Aunque claramente Petunia no entend´ıa la palabra, intu´ıa lo que era por el tono.
- ¡Ven, Lily, nos vamos! ? dijo fr´ıamente. Lily obedeció a su hermana de inmediato, mirando a Snape mientras se iba. Él no dejó de mirarlas en su camino hacia el portón de la plaza, y Harry, el único que quedaba para observarlo, pudo reconocer en él una amarga decepción, y comprendió que Snape hab´ıa estado planeando este momento desde hace mucho, y que hab´ıa salido completamente mal?
La escena se disolvió, y antes de que Harry se diera cuenta, se re-armó a su alrededor.
Ahora estaba en un peque˜no bosque. Pod´ıa ver el agua de un r´ıo brillando a través de los troncos. Las sombras que daban los árboles dejaban un claro verde y fresco. Dos ni˜nos se encontraban sentados en suelo, cara a cara y con las piernas cruzadas. Snape se hab´ıa quitado el abrigo, y su delantal parec´ıa menos peculiar a media luz.
- ? y el Ministerio puede castigarte por hacer magia fuera de la escuela, te env´ıan cartas.
- ¡Pero yo s´ı he hecho magia fuera de la escuela!
- Estamos a salvo. Aún no tenemos nuestras varitas. Te dejan en paz cuando eres un ni˜no y no puedes evitarlo. Pero cuando cumples once ? y asintió, dándose importancia ?
y te comienzan a entrenar, debes ser más cuidadoso.
Hubo un peque˜no silencio. Lily hab´ıa recogido una ramita ca´ıda y la hac´ıa girar en el aire; Harry supo que la ni˜na imaginaba chispas saliendo de ella. Luego dejó caer la ramita CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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y se inclinó hacia el chico.
- Es verdad, ¿cierto? ¿No es una broma? Petunia dice que me estás mintiendo. Petunia dice que no existe Hogwarts. Es verdad, ¿cierto?