123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 155

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¡Ojalá hubiera muerto en aquella noche de verano en que dejó el número cuatro de Privet Drive por última vez, cuando la varita hecha con la pluma del noble fénix le hab´ıa salvado! ¡Ojalá hubiera muerto como Hedwig, tan rápido que no se habr´ıa enterado de qué hab´ıa ocurrido! Ojalá se hubiera lanzado delante de una varita para salvar a alguien a quien amaba... En ese momento envidiaba incluso la muerte de sus padres. Este paseo, a sangre fr´ıa, hasta su propia destrucción, requirir´ıa un tipo distinto de valor. Sintió cómo sus dedos temblaban ligeramente, e hizo un esfuerzo para controlarlos, aunque nadie pod´ıa verle; los retratos de las paredes estaban vac´ıos.

Despacio, muy despacio, se sentó, y cuando lo hizo se sintió más vivo y más consciente de su propio cuerpo viviente que nunca antes. ¿Por qué no hab´ıa jamás apreciado el milagro que era, cerebro y nervios y corazón latiendo? Todo desaparecer´ıa... o al menos, él no estar´ıa en ellos. Comenzó a respirar lenta y profundamente, con la boca y garganta completamente secas... igual que sus ojos.

La traición de Dumbledore no significaba casi nada. Por supuesto que hab´ıa existido un plan mayor: simplemente Harry hab´ıa sido demasiado tonto como para verlo, como comprend´ıa ahora. Nunca hab´ıa cuestionado su propia asunción de que Dumbledore le 387

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quer´ıa vivo. Ahora simplemente ve´ıa que la duración de su vida depend´ıa de cuánto se tardara en eliminar todos los Horrorcruxes. Dumbledore le hab´ıa pasado la tarea de destruirlos, y obedientemente hab´ıa continuado cortando los lazos que ataban a Voldemort a la vida, ¡pero también a él! Qué acertado, qué elegante, no desperdiciar más vidas, sino asignar esa peligrosa misión al chico que ya hab´ıa sido destinado al matadero, y cuya muerte no ser´ıa una calamidad, sino otro revés para Voldemort.

Y Dumbledore hab´ıa sabido que Harry no se echar´ıa atrás, que continuar´ıa hasta el final, incluso aunque eso supusiera su fin, pues se hab´ıa molestado en conocerle bien, ¿no?

Dumbledore sab´ıa, igual que Voldemort, que Harry no dejar´ıa que nadie más muriera en su lugar ahora que hab´ıa descubierto que estaba en sus manos detenerle. Las imágenes de Fred, Lupin y Tonks tendidos, muertos en el Gran Salón, se abrieron paso en su mente, y durante un momento apenas pudo respirar. La Muerte se sent´ıa impaciente...

Pero Dumbledore le hab´ıa sobreestimado. Hab´ıa fallado: la serpiente sobrevivió. Un horrorcrux continuar´ıa atando a Voldemort a la tierra, incluso después de de que mataran a Harry. Aunque ciertamente facilitar´ıa la tarea a otra persona. Se preguntaba quién lo har´ıa... Ron y Hermione sabr´ıan lo que deb´ıa hacerse, por supuesto... Esa fue seguramente la razón de que Dumbledore quisiera que confiara en alguien más... para que si alcanzaba su destino demasiado pronto, alguien pudiera continuar...

Como la lluvia en una fr´ıa ventana, estos pensamientos repiqueteaban contra la dura superficie de la irrefutable verdad: que él deb´ıa morir. Debo morir. Debe terminar.

Ron y Hermione parec´ıan estar muy lejos, en un pa´ıs muy lejano; sent´ıa como si se hubiera separado de ellos mucho tiempo atrás. No habr´ıa adioses ni explicaciones, eso s´ı lo ten´ıa claro. Este era un viaje que no podr´ıan hacer juntos, y los intentos que har´ıan de detenerle desperdiciar´ıan un tiempo valioso. Miró al reloj chapado en oro que hab´ıa recibido en su decimoséptimo cumplea˜nos. Hab´ıa pasado casi la mitad de la hora que le hab´ıa concedido Voldemort para rendirse.

Se puso de pie. Su corazón lat´ıa contra sus costillas como un pájaro frenético. Quizá sab´ıa que le quedaba poco, quizá estaba decidido a latir el equivalente a una vida antes del final.

No miró atrás mientras cerraba la puerta de la oficina.

El castillo estaba vac´ıo. Se sintió fantasmal mientras daba zancadas por su interior, solo, como si ya hubiera muerto. La gente de los retratos todav´ıa segu´ıa fuera de sus marcos; todo el lugar estaba incre´ıblemente silencioso, como si toda la sangre vital que le quedaba se concentrara en el Gran Salón, donde los muertos y los dolientes se agrupaban.

Harry se puso la Capa de Invisibilidad y bajó varias plantas, finalmente por la escalera de mármol hasta el hall de entrada. Quizá una peque˜na parte de él esperaba que le sintieran, que le vieran, que le detuvieran, pero la capa era, como siempre, impenetrable, perfecta, y alcanzó las puertas fácilmente.

Entonces Neville casi caminó a su través. Era uno de los dos que estaban transportando un cuerpo desde los campos. Harry echó un vistazo y sintió otra punzada en el estómago: Colin Creevey, aunque menor de edad, deb´ıa haber vuelto a curiosear, igual que Malfoy, Crabbe y Goyle. Muerto parec´ıa peque˜no.

-¿Sabes qué? Puedo manejarle solo, Neville -dijo Oliver Wood, y alzó a Colin sobre su hombro igual que un bombero y le llevó hasta el Gran Salón.

Neville se reclinó contra el marco de la puerta durante un momento y apoyó la parte trasera de la cabeza contra el dorso de su mano. Parec´ıa un anciano. Entonces volvió sobre sus pasos, hacia la oscuridad, para recobrar más cuerpos.

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Harry echó una última mirada atrás, a la entrada del Gran Salón. La gente se mov´ıa, intentando confortarse unos a otros, bebiendo, arrodillados junto a los muertos, pero no pod´ıa ver a nadie de los que quer´ıa; ni rastro de Hermione, Ron, Ginny o algún otro Weasley, ni Luna. Sintió que habr´ıa dado todo el tiempo que le quedaba por verles una vez más; pero, en ese caso, ¿habr´ıa tenido jamás la fuerza necesaria para parar de mirar?

Era mejor as´ı.

Bajó las escaleras y salió a la oscuridad. Eran casi las cuatro de la ma˜nana, y parec´ıa que los campos mortalmente tranquilos estaban reteniendo el aliento, esperando a ver si era capaz de hacer lo que deb´ıa hacerse.

Harry se movió hacia Neville, quien se estaba inclinando sobre otro cuerpo.

- Neville.

- ¡Caramba, Harry, casi me provocas un ataque al corazón!

Harry se quitó la Capa. La idea le hab´ıa venido de ninguna parte, nacida de un deseo de estar absolutamente seguro.

-¿A dónde vas tú solo? -preguntó Neville, suspicaz.

-Todo es parte del plan -dijo Harry-. Hay algo que debo hacer. Escucha... Neville...

-¡Harry! -Neville pareció súbitamente asustado.- Harry, ¿no estarás pensando en arreglártelas tú solo?

-No -mintió Harry fácilmente.- Por supuesto que no... No es eso. Pero podr´ıa no estar localizable durante un tiempo. ¿Has o´ıdo hablar de la serpiente de Voldemort, Neville?

Es una serpiente enorme. Se llama Nagini.

-S´ı, algo he o´ıdo. ¿Y qué pasa con ella?

-Es necesario que muera. Ron y Hermione ya lo saben, pero en caso de que ellos...

El horror de esa posibilidad le aturdió durante un momento, le hizo imposible seguir hablando. Pero volvió a recomponerse: era algo crucial, deb´ıa ser como Dumbledore, mantener la cabeza fr´ıa, asegurarse de que habr´ıa reemplazos, otros que continuar´ıan.

Dumbledore hab´ıa muerto sabiendo que quedaban tres personas que sab´ıan acerca de las Horrorcruxes; ahora Neville ocupar´ıa el lugar de Harry: qudar´ıan tres que conocer´ıan el secreto.

-En caso de que ellos estén... ocupados... Y si tienes la oportunidad...

-¿Hay que matar a la serpiente?

-Hay que matar a la serpiente -repitió Harry.

-Vale, Harry. Estás bien, ¿no?

-Estoy bien. Gracias, Neville.

Pero Neville le agarró de la mu˜neca cuando Harry hizo intención de moverse.

-Todos vamos a seguir luchando, Harry. Lo sabes, ¿verdad?

-S´ı, yo...

-Un sentimiento sofocante extinguó el final de la frase; no pod´ıa continuar. Neville no pareció encontrarlo extra˜no. Le dio una palmada en el hombro, le soltó y se alejó en busca de más cuerpos.

Harry volvió a ponerse la Capa y echó a andar. Alguien se mov´ıa no muy lejos, deteniéndose sobre otra figura tendida en los campos. Estaba a sólo unos metros de ella CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO

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cuando se dio cuenta de que era Ginny.

Se detuvo. Ella se estaba inclinando sobre una chica que susurraba llamando a su madre.

-Tranquila -dec´ıa Ginny-. Todo va bien. Vamos a llevarte dentro.