123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 157

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-Ese grandullón de Hagrid guardaba un enorme montón de cosas raras en su casa -dijo Dolohov, echando un vistazo sobre su hombro.

Yaxley bajó la mirada hasta su reloj.

-Ya casi es el momento. Se ha cumplido la hora de Potter. Y no viene.

-Será mejor que volvamos -dijo Yaxley-. Nos enteraremos de cuál es ahora el plan.

Dolohov y él se volvieron y se adentraron más en el bosque. Harry les siguió, sabiendo que le guiar´ıan exactamente a donde él quer´ıa ir. Miró a un lado y a otro, y su madre le sonrió, y su padre asintió, dándole ánimos.

Hab´ıan avanzado durante sólo unos minutos cuando Harry vio luz frente a él, y Yaxley y Dolohov llegaron a un claro, que Harry reconoció como el lugar donde el monstruoso Aragog hab´ıa vivido en otra época. Aún quedaban restos de su gigantesca red, pero su enjambre de descendientes hab´ıa sido expulsado de all´ı por los mort´ıfagos, para que luchara por su causa.

Hab´ıa un fuego ardiendo en el medio del claro, y su luz parpadeante iluminaba una multitud de mort´ıfagos completamente silenciosos y vigilantes. Algunos de ellos aún llevaban máscara y capucha; otros mostraban sus caras. Dos gigantes estaban sentados CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO

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alrededor del grupo, arrojando enormes sombras en la escena, de caras crueles y rugosas, como talladas bastamente en roca. Harry vio a Fenrir, merodeando, mordiéndose las largas u˜nas; el enorme y rubio Rowle estaba tocándose suavemente su labio, que sangraba.

Vio a Lucius Malfoy, que parec´ıa derrotado y aterrado, y a Narcissa, cuyos ojos estaban hundidos y llenos de aprensión.

Todos los ojos estaban fijos en Voldemort, que permanec´ıa de pie con su cabeza inclinada, y sus blancas manos dobladas sobre la Varita Más Antigua, frente a él. Podr´ıa haber estado rezando, o incluso contando silenciosamente, y a Harry, que aún estaba de pie al borde de la escena, le hizo pensar en un ni˜no que contaba mientras jugaba al escondite.

Detrás de su cabeza, aún agitándose en espirales, la gran serpiente Nagini flotaba en su brillante y encantada jaula, como un halo monstruoso.

Cuando Dolohov y Yaxley volvieron a unirse al c´ırculo, Voldemort alzó la vista.

-No hay rastro de él, mi Se˜nor -dijo Dolohov.

La expresión de Voldemort no cambió. Sus rojos ojos parecieron arder a la luz del fuego. Lentamente, movió la Varita Más Antigua entre sus largos dedos.

-Mi Se˜nor...

Era Bellatrix quien hab´ıa hablado: se sentó más cerca de Voldemort, despeinada, con algo de sangre en su cara pero sin ningún otro signo de haber sufrido da˜no alguno.

Voldemort levantó su mano para silenciarla, y ella no pronunció ninguna otra palabra, pero mantuvo la vista fija en él con fanática fascinación.

-Cre´ı que vendr´ıa -dijo Voldemort con su voz alta y clara, sus ojos ardiendo a la luz de las llamas saltarinas-. Esperaba que viniera.

Nadie habló. Parec´ıan estar tan asustados como Harry, cuyo corazón estaba en ese momento arrojándose contra sus costillas, decidido a escapar del cuerpo que estaba a punto de abandonar. Sus manos sudaban mientras echaba hacia atrás la Capa de Invisibilidad y la pon´ıa bajo su túnica, junto con su varita. No quer´ıa ser tentado a luchar.

-Parece ser que estaba... equivocado -dijo Voldemort.

-No lo estabas.

Harry lo dijo tan alto como pudo, con tanta fuerza como pudo reunir. No quer´ıa sonar asustado. La Piedra de la Resurrección se escapó de entre sus atontados dedos, y con el rabillo del ojo vio a sus padres, Sirius y Lupin desvanecerse mientras avanzaba hasta la luz del fuego. En ese momento sent´ıa que nadie importaba excepto Voldemort. Se trataba únicamente de ellos dos.

La ilusión se desvaneció tan rápido como hab´ıa venido. Los gigantes aullaron al mismo tiempo que los mort´ıfagos se pusieron de pie a la vez, y sonaron muchos gritos, jadeos e incluso carcajadas. Voldemort se hab´ıa quedado helado en su sitio, pero sus ojos rojos hab´ıan encontrado a Harry, y le miró fijamente mientras Harry se acercaba a él, con nada excepto el fuego entre ellos.

Entonces una voz gritó:

-¡HARRY! ¡NO!

Se giró: Hagrid estaba amarrado y maniatado, atado a un árbol cercano. Su enorme cuerpo agitó las ramas que hab´ıa encima de ál, mientras luchaba para liberarse, desesperado.

-¡NO! ¡NO! ¡HARRY! ¿QUÉ EST ÁS...?

CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO

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-¡C ÁLLATE! -gritó Rowle, y con un toque de su varita, silenció a Hagrid.

Bellatrix, que se hab´ıa alzado de un salto, miraba ansiosamente a Voldemort y a Harry, con respiraciones cada vez más fuertes. Lo único que se mov´ıa eran las llamas y la serpiente, que se enroscaba y desenroscaba en la centelleante jaula tras la cabeza de Voldemort.

Harry pod´ıa sentir la varita contra su pecho, pero no hizo ningún intento de alcanzarla.

Sab´ıa que la serpiente estaba demasiado bien protegida, sab´ıa que si intentaba apuntar a Nagini con la varita cincuenta maldiciones le alcanzar´ıan primero. As´ı que Voldemort y Harry continuaron mirándose uno al otro, hasta que Voldemort movió ligeramente su cabeza hacia un lado, como considerando al chico que se alzaba frente a él, y una sonrisa singularmente ausente de felicidad curvó su boca sin labios.

-Harry Potter -dijo muy suavemente. Su voz podr´ıa haber sido parte del chisporro-teante fuego-. El Chico que Vivió.

Ninguno de los mort´ıfagos se movió. Estaban esperando: todo estaba esperando. Hagrid segu´ıa debatiéndose, y Bellatrix estaba jadeando, y Harry pensó, inexplicablemente en Ginny, y su resplandeciente aspecto, y la sensación de sus labios en sus...

Voldemort hab´ıa alzado su varita. Su cabeza estaba aún inclinada a un lado, como un ni˜no curioso, preguntándose qué suceder´ıa si continuaba. Harry devolvió la mirada a los ojos rojos, y deseó que sucediera de una vez, rápido, mientras aún pod´ıa permanecer de pie, antes de que perdiera el control, antes de que le traicionara el miedo...

Vió cómo se mov´ıa la boca y un centelleo de luz verde, y todo se desvaneció.

Cap´ıtulo 35

King’s Cross

Bajó su cara, mientras escuchaba en silencio. Estaba absolutamente solo. No ve´ıa a nadie. Nadie más estaba all´ı. Él no estaba absolutamente seguro de que estuviera all´ı.

Luego de un largo tiempo, o quizá ninguno en absoluto, le vino el pensamiento de que deber´ıa existir, deb´ıa ser más que un pensamiento incorpóreo, porque era una mentira, mentira definitivamente, en alguna superficie. Por consiguiente él ten´ıa un sentido del tacto, y la cosa contra la que estaba también exist´ıa.

Casi al momento de que hubiera alcanzado esta conclusión, Harry se dio cuenta que estaba desnudo. Convencido como él estaba de su soledad total, esto no lo afectó, pero lo intrigo levemente. Se preguntaba si pod´ıa ver como se sent´ıa, Al abrirlos, descubrió que ten´ıa ojos. Estaba en una llovizna brillante, aunque no era como la llovizna que él hab´ıa experimentado siempre. Los alrededores no estaban ocultos por el nublado vapor; la llovizna todav´ıa no estaba en los alrededores. El piso en el cual estaba parado parec´ıa ser blanco, ni caliente ni fr´ıo, simplemente era una superficie plana, ignorando lo que pod´ıa ser. Se incorporó. Su cuerpo parec´ıa indemne. Tocó su cara. Ya no ten´ıa los lentes.

Entonces escuchó un ruido a través de la nada uniforme que lo rodeaba: el golpeteo suave y peque˜no de algo que se agitó y se revolcó esforzadamente. Era un sonido lastimoso, ligeramente indecente. Estaba sintiéndose incómodo por lo que estaba escuchando detrás de las puertas furtivamente avergonzado,.

Por primera vez. Deseó estar vestido

Apenas se formó el deseo en su mente, las túnicas aparecieron a una corta distancia.

Él las tomó y se las puso adelante. Eran suaves, limpias, y cálidas. Era extraordinario cómo simplemente hab´ıan aparecido as´ı, en el momento que él lo hubiera deseado. . . .

Se puso de p´ıe, mientras echaba una mirada alrededor

¿Estaba en algún lugar de la sala multipropósito? Era más larga de lo que le parec´ıa, haber visto una vez. Un gran tejado de cristal abovedado relució en lo alto sobre él con la luz del sol. Quizás era un palacio. Todo estaba en silencio, salvo esos golpes dispares y los ruidos de llantos que estaban en alguna parte cercana de la llovizna. . . .

Harry empezó a caminar despacio, y la habitación parec´ıa surgir ante sus ojos. Un espacio ancho abierto, luminoso y limpio, un vest´ıbulo más grande por lo lejos que el Gran Vest´ıbulo, con ese techo de cristal abovedado claro. Estaba totalmente vac´ıo. Él era la única persona all´ı salvo?.