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“¿Hay alguien en el Ministerio preparado para enfrentarse a él?” preguntó Ron enco-lerizado.
“Por supuesto, Ron, pero la gente está aterrada” replicó el se˜nor Weasley, “temen ser los siguientes en desaparecer, ¡que sus hijos sean los siguientes en ser atacados! Corren rumores desagradables por ah´ı. No me creo por ejemplo que la profesora de Estudios Muggles de Hogwarts renunciara. No se la ha visto desde hace semanas. Entretanto Scrimgeour permanece encerrado en su oficina todo el d´ıa; solo espero que esté trabajando en un plan.”
Hubo una pausa en la cual la se˜nora Weasley encantó los platos sucios para que se colocaran sobre el mostrador y sirvió tarta de manzana.
“Debemos decidig como te disfgazagás, Haggy” dijo Fleur, una vez que todo el mundo tuvo pudding “Paga la boda” a˜nadió, cuando él la miró confuso. “Pog supuesto, ninguno de nuestgos invitados son mogtifagos, pego no podemos gagantizag que no se les escapagá nada después del champagne.”
De esto, Harry dedujo que ella todav´ıa no confiaba en Hagrid.
“Si, bien dicho” dijo la se˜nora Weasley desde la cabecera de la mesa donde estaba sentada, con las gafas colgando de la punta de su nariz, revisando una inmensa lista de trabajos que estaba transcribiendo a un muy largo trozo de pergamino. “A ver, Ron, ¿has limpiado ya tu habitación?”
“¿Por qué?” exclamó Ron, dejando caer de golpe su cuchara y mirando furiosamente a su madre “¿Por qué se tiene que limpiar mi habitación? ¡A Harry y a m´ı nos viene bien como está!”
“Celebramos la boda de tu hermano en unos d´ıas, jovencito...”
“¿Y van a casarse en mi dormitorio?” preguntó Ron enfadado. “¡No! As´ı que por las barbas de Merl´ın...”
“No hables as´ı a tu madre” dijo el se˜nor Weasley firmemente “Y haz lo que te dice.”
Ron frunció el ce˜no a sus padres, después recogió su cuchara y atacó los últimos bocados de su tarta de manzana.
“Puedo ayudar, parte de eso es mi desastre” le dijo Harry a Ron, pero la se˜nora Weasley lo interrumpió.
“No, Harry, cari˜no, prefer´ıa que ayudases a Arthur con los pollos, y Hermione, te estar´ıa eternamente agradecida si cambiases las sábanas para Monsieur y Madame Delacour; ya sabes que llegan ma˜nana a las once de la ma˜nana.”
Pero al final, hubo poco que hacer con los pollos.
“No hay necesidad de, eh, mencionárselo a Molly” le comentó el se˜nor Weasley a Harry, bloqueándole el acceso al gallinero, “pero, eh, Ted Tonks me mandó la mayor parte de los restos de la moto de Sirius, y, eh, la estoy escondiendo? quiero decir, guardándola? aqu´ı.
Un chisme fantástico: tiene un turbo de escape, creo que se llama, una bater´ıa de lo más magn´ıfica, y me dará la enorme oportunidad de descubrir cómo funcionan los frenos. Voy a intentar montarlo todo de nuevo cuando Molly no? quiero decir, cuando tenga tiempo.”
CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
54
Cuando regresaron a la casa, a la se˜nora Weasley no se la ve´ıa por ninguna parte, as´ı que Harry se deslizó escaleras arriba hacia la habitación de Ron en el ático.
“¡Lo estoy haciendo, lo estoy haciendo?! Oh, eres tú” dijo Ron con alivio, cuando Harry entró en la habitación. Ron se tumbó en la cama, que evidentemente acababa de abandonar. La habitación estaba igual de desastrosa que hab´ıa estado toda la semana; la única diferencia era que ahora Hermione estaba sentada en la esquina del otro lado, con su peludo gato color canela, Crookshanks, a sus pies, clasificando libros, algunos de los cuales Harry reconoció como suyos, en dos enormes pilas.
“Hola Harry” dijo mientras este se sentaba en su cama plegable.
“¿Y cómo conseguiste escaparte?”
“Oh, la madre de Ron se olvidó de que ayer nos hab´ıa pedido a Ginny y a m´ı que cambiáramos las sábanas” dijo Hermione. Lanzó Numerolog´ıa y Gramática en una pila y Auge y ca´ıda de las Artes Oscuras en la otra.
“Estábamos hablando sobre Ojoloco” le dijo Ron a Harry. “Creo que tal vez podr´ıa haber sobrevivido.”
“Pero Bill vio como le alcanzaba la maldición asesina.” dijo Harry.
“S´ı, pero Bill también estaba siendo atacado” dijo Ron. “¿Cómo puede estar seguro de lo que vio?”
“Incluso si la maldición asesina falló, Ojoloco se cayó desde unos trescientos metros”
dijo Hermione, ahora sujetando Equipos de quidditch de Gran Breta˜na e Irlanda en la mano.
“Podr´ıa haber usado un Encantamiento Escudo?”
“Fleur dijo que la varita salió volando de su mano” dijo Harry.
“Bueno, de acuerdo, si queréis que esté muerto?” dijo Ron malhumoradamente, golpeando la almohada para darle una forma más cómoda.
“¡Por supuesto que no queremos que esté muerto!” dijo Hermione, mirándolo conmo-cionada. “¡Es terrible que esté muerto! ¡Pero estamos siendo realistas!”
Por primera vez, Harry se imaginó el cuerpo de Ojoloco, roto como hab´ıa estado el de Dumbledore, pero con ese ojo todav´ıa girando en su cuenca. Sintió una punzada de repulsión mezclada con un insólito deseo de re´ır.
“Probablemente los mort´ıfagos no dejan restos detrás, por eso nadie lo ha encontrado”
dijo Ron sabiadamente.
“S´ı” dijo Harry. “Como Barty Crouch, convertido en un hueso y enterrado en el jard´ın delantero de Hagrid. Probablemente transfiguraron a Moody y lo metieron?”
“¡No!” chilló Hermione. Sobresaltado, Harry la miró a tiempo para verla echarse a llorar sobre su copia del Silabario del Hechicero.
“Oh, no” dijo Harry, luchando por levantarse de la vieja cama plegable. “Hermione, no ten´ıa intención de disgustarte”
Pero con un gran crujido de los muelles oxidados de la cama, Ron saltó de ella y llegó all´ı primero. Con un brazo alrededor de los hombros de Hermione, rebuscó en los bolsillos de sus vaqueros y sacó un pa˜nuelo de aspecto repugnante que hab´ıa usado antes para limpiar el horno. Sacando la varita con rapidez, apuntó al trapo y dijo: “Fregotego”.
La varita absorbió la mayor parte de la grasa. Con aspecto de estar bastante satisfecho CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
55
consigo mismo, Ron le pasó el pa˜nuelo que humeaba ligeramente a Hermione.
“Oh? gracias, Ron? lo siento?” se sonó la nariz e hipó. “Es que es tan h-horrible,
¿verdad? J-justo después de que Dumbledore? es s-solo que n-nunca imaginé que Ojoloco morir´ıa, ¡en cierta forma, parec´ıa tan duro!”
“S´ı, lo sé” dijo Ron, dándole un apretón. “¿Pero sabes lo él que nos dir´ıa si estuviese aqu´ı?”
“A-Alerta permanente,” dijo Hermione, secándose los ojos.
“Eso es” dijo Ron, asintiendo. “Nos dir´ıa que aprendiésemos de lo que le ocurrió a él.
Y lo que yo he aprendido es a no confiar en ese cobarde asqueroso de Mundungus.”
Hermione dejó escapar una risa temblorosa y se inclinó para coger dos libros más. Un segundo después, Ron hab´ıa apartado el brazo que ten´ıa alrededor de sus hombros; ella hab´ıa dejado caer El Monstruoso Libro de los Monstruos sobre su pie. El libro se hab´ıa liberado del cinturón que lo conten´ıa y mord´ıa el tobillo de Ron con fiereza.