123282.fb2
“A todo esto, ¿qué estás haciendo con todos esos libros?” preguntó Ron, dirigiéndose cojeando hacia su cama.
“Sólo estoy intentando decidir cuales nos llevaremos” dijo Hermione. “Cuando vayamos a buscar los Horrocruxes.”
“Oh, claro” dijo Ron, llevándose una mano a la frente. “Me olvidé de que ibamos a perseguir a Voldemort en una biblioteca móvil.”
“Ja, ja” dijo Hermione, bajando la mirada al Silabario del Hechicero. “Me pregunto?
¿necesitaremos traducir runas? Es posible?creo que lo mejor será llevarlo, por si acaso.”
Dejó caer el silabario en la pila más grande y cogió Historia de Hogwarts.
“Escuchad” dijo Harry.
Se hab´ıa sentado derecho. Ron y Hermione lo miraron con una mezcla a partes iguales de resignación y desaf´ıo.
“Sé que después del funeral de Dumbledore dijisteis que quer´ıais venir conmigo” empezó Harry.
“Ya empezamos” le dijo Ron a Hermione, poniendo los ojos en blanco.
“Como sab´ıamos que har´ıa” suspiró ella, volviendo a los libros. “Sabes, creo que llevaré Historia de Hogwarts. Incluso si no volvemos all´ı, no creo que me sintiera bien si no lo llevase con?”
“¡Escuchad!” dijo Harry otra vez.
“No, Harry, escucha tú.” dijo Hermione. “Vamos a ir contigo. Eso se decidió hace meses? a˜nos en realidad.”
“Pero?”
“Cállate” le aconsejó Ron.
“...¿estáis seguros de haberlo pensado bien?” insistió Harry.
“Veamos” dijo Hermione, lanzando con fuerza Viaje con los trolls en la pila de desechados con una mirada bastante feroz. “Llevo varios d´ıas haciendo el equipaje para que podamos marcharnos en cualquier momento, lo que para tu información ha incluido hacer CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
56
magia bastante complicada, por no mencionar meter de contrabando todas las reservas de Poción Multijugos de Ojoloco bajo la nariz de la madre de Ron.”
“También modifiqué los recuerdos de mis padres, de modo que están convencidos de que en realidad se llaman Wendell y Monica Wilkins, y que la ambición de su vida es mudarse a Australia, lo que ya han hecho. Asi a Voldemort le sea más dif´ıcil localizarlos e interrogarlos sobre m´ı... o ti, porque desafortunadamente, les conté bastante sobre ti.”
“Asumiendo que sobrevivamos a la búsqueda de los Horrocruxes, buscaré a mamá y papá y levantaré el encantamiento. Si no... bueno, creo que les lancé un hechizo lo suficientemente bueno como para mantenerlos a salvo y felices. Es que Wendell y Monica Wilkins no saben que tienen una hija.”
Los ojos de Hermione estaban otra vez llenos de lágrimas. Ron saltó de la cama, la volvió a rodear con el brazo y miró a Harry con el ce˜no fruncido como si le reprochase su falta de tacto. A Harry no se le ocurr´ıa nada que decir, y no era por lo extremadamente inusual que era que Ron estuviese ense˜nando tacto a otro.
“Yo... Hermione, lo siento... yo no...”
“¿No te das cuenta que Ron y yo sabemos perfectamente bien lo que puede pasar si vamos contigo? Bueno, lo sabemos. Ron, ensé˜nale a Harry lo que has hecho.”
“No, acaba de comer” dijo Ron.
“¡Vamos, tiene que saberlo!”
“Oh, está bien. Harry, ven aqu´ı.”
Por segunda vez Ron retiró el brazo que rodeaba a Hermione y se dirigió hacia la puerta.
“Vamos.”
“¿Por qué?” preguntó Harry, siguiendo a Ron fuera de la habitación hasta el peque˜no rellano.
“Descendo” murmuró Ron, apuntando con su varita al techo bajo. Justo por encima de sus cabezas se abrió una trampilla y una escalera se deslizó hasta sus pies. Un sonido horrible, medio gemido medio succión, salió del agujero cuadrado, junto con un desagradable olor como de alcantarillas abiertas.
“Ese es vuestro esp´ıritu, ¿verdad?” preguntó Harry, que en realidad nunca hab´ıa conocido a la criatura que a veces perturbaba el silencio nocturno.
“S´ı, lo es” dijo Ron, subiendo por la escalera. “Ven y échale un vistazo.”
Harry siguió a Ron por los pocos escalones hasta el peque˜no espacio del ático. Su cabeza y hombros estaban en el cuarto antes de que vislumbrase a la criatura enroscada a pocos metros, profundamente dormida en la penumbra con su gran boca totalmente abierta.
“Pero... parece... ¿normalmente los esp´ıritus llevan pijamas?”
“No” dijo Ron. “Ni tampoco suelen tener cabello rojo o una buena cantidad de pústulas.”
Harry contempló a la cosa, ligeramente asqueado. Era humano en forma y tama˜no, y llevaba puesto lo que, ahora que los ojos de Harry se acostumbraban a la oscuridad, era claramente uno de los pijamas viejos de Ron. También estaba seguro de que los esp´ıritus estaban generalmente bastante delgados y calvos, en vez de tener un pelo tan caracter´ıstico CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
57
y estar cubiertos de ampollas violetas.
“Es yo, ¿ves?” dijo Ron.
“No” dijo Harry. “No lo veo.”
“Te lo explicaré cuando volvamos a la habitación, el olor me está matando” dijo Ron.
Descendieron por la escalera, luego Ron volvió a subir a la trampilla, y se unieron de nuevo a Hermione, que todav´ıa estaba clasificando libros.
“Cuando nos vayamos, el esp´ıritu va a bajar y vivir aqu´ı en mi habitación” dijo Ron.
“Creo que de verdad tiene muchas ganas... bueno, es dif´ıcil de saber porque todo lo que hace es gemir y babear, pero asiente un montón cuando se lo dices. De todas formas, va a ser yo con spattergroit. Bueno, ¿verdad?”
Harry simplemente lo miró confuso.
“¡Lo es!” dijo Ron, claramente frustrado porque Harry no hubiese entendido la brillantez del plan. “Mira, cuando los tres no aparezcamos de nuevo en Hogwarts, todos van a pensar que Hermione y yo estaremos contigo, ¿no? Lo que significa que los mort´ıfagos irán directos a por nuestras familias para saber si tienen información sobre donde estás.”
“Pero con suerte parecerá que yo me marché con mamá y papá; muchos nacidos muggles están hablando de ocultarse en estos tiempos” dijo Hermione.
“No podemos ocultar a toda mi familia, parecer´ıa demasiado sospechoso, y no todos pueden dejar sus trabajos” dijo Ron. “As´ı que vamos a hacer circular la historia de que estoy enfermo con spattergroit, por lo que no puedo volver a la escuela. Si alguien aparece para investigar, mamá o papá pueden ense˜narles al esp´ıritu en mi cama, cubierto de pústulas. La spattergroit es verdaderamente contagiosa, as´ı que no querrán acercarse a él.