123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 25

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“S´ı” dijo Hermione con una sonrisa vac´ıa. “Pero ser´ıa extremadamente doloroso.”

“¿Por qué? ¿Cómo lo har´ıas?” preguntó Harry.

“Remordimiento” dijo Hermione. “Realmente tienes que sentir lo que has hecho. Hay una nota al pie. Aparentemente el dolor de ese acto te puede destruir. No puedo ver a Voldemort intentándolo de ninguna forma, ¿y vosotros?”

“No” dijo Ron, antes de que Harry pudiera contestar. “¿Entonces en ese libro dice como destruir Horrocruxes?”

“S´ı” dijo Hermione, pasando ahora las frágiles páginas como si examinase v´ısceras asquerosas, “porque avisa a los magos oscuros de lo fuertes que tienen que ser los encantamientos en ellos. Según todo lo que he le´ıdo, lo que Harry le hizo al diario de Ryddle fue una de las pocas maneras infalibles de destruir un Horrocrux.”

CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA

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“¿El qué, clavarle un colmillo de basilisco?” preguntó Harry.

“Oh bien, qué suerte que tengamos una gran reserva de colmillos de basilisco, entonces”

dijo Ron. “Me estaba preguntando qué har´ıamos con ellos.”

“No tiene que ser un colmillo de basilisco” dijo Hermione pacientemente. “Tiene que ser algo tan destructivo que el Horrocrux no se pueda reparar a s´ı mismo. El veneno de basilisco sólo tiene un ant´ıdoto, que es incre´ıblemente raro...”

“... Lágrimas de fénix” dijo Harry, asintiendo con la cabeza.

“Exacto” dijo Hermione. “El problema es que hay muy pocas sustancias que sean tan destructivas como el veneno de basilisco, y todas son muy peligrosas para llevarlas encima. Sin embargo es un problema que tendremos que resolver, porque rasgar, aplastar o destrozar un Horrocrux no servirá. Hay que dejarlo más allá de la reparación mágica.”

“Pero aunque destrocemos la cosa en la que viva” dijo Ron, “¿por qué el trozo de alma no se podr´ıa mover y vivir en otra cosa?”

“Porque un Horrocrux es lo completamente opuesto a un ser humano.”

Viendo que Harry y Ron parec´ıan totalmente confusos, Hermione se apresuró a explicar.

“Mirad, si ahora mismo cogiese una espada, Ron, y te atravesase con ella, no da˜nar´ıa para nada tu alma.”

“Lo cual ser´ıa un gran consuelo para m´ı, estoy seguro” dijo Ron. Harry rió.

“¡Pues en realidad deber´ıa serlo! Pero lo que quiero decir es que sin importar lo que suceda con tu cuerpo, tu alma sobrevivirá intacta” dijo Hermione. “Pero con un Horrocrux es al contrario. El fragmento de alma en su interior depende de lo que lo contenga, del cuerpo encantado, para sobrevivir. No puede existir sin él.”

“El diario murió en cierto modo cuando lo atravesé” dijo Harry, recordando la tinta que se hab´ıa vertido como sangre de las páginas perforadas, y los gritos del trozo de alma de Voldemort mientras se desvanec´ıa.

“Y una vez que el diario estuvo adecuadamente destruido, el trozo de alma atrapado en él no pudo seguir existiendo. Ginny intentó deshacerse del diario antes de que lo hicieses tú, tirándolo por el retrete, pero obviamente volvió como nuevo.”

“Espera un momento” dijo Ron, frunciendo el ce˜no. “El trozo de alma de ese diario estaba poseyendo a Ginny, ¿no? ¿Cómo funciona eso, entonces?”

“Mientras el contenedor mágico está todav´ıa intacto, el trozo de alma de su interior puede revolotear de dentro a fuera si alguien se acerca demasiado al objeto. No quiero decir sujetarlo cerca, no tiene nada que ver con tocarlo” a˜nadió antes de que Ron pudiera hablar, “quiero decir cerca emocionalmente. Ginny vertió su corazón en el diario, se hizo incre´ıblemente vulnerable. Te metes en problemas si te encari˜nas demasiado o si te vuelves dependiente del Horrocrux.”

“Me pregunto cómo destruir´ıa Dumbledore el anillo” dijo Harry. “¿Por qué no le pregunté? En realidad nunca?”

Su voz se apagó: estaba pensando en todas las cosas que le deber´ıa haber preguntado a Dumbledore, y como, desde de la muerte del director, a Harry le parec´ıa que hab´ıa desper-diciado demasiadas oportunidades cuando Dumbledore hab´ıa estado vivo, para descubrir más... para descubrirlo todo...

El silencio se rompió cuando la puerta de la habitación se abrió con un golpe que CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA

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hizo temblar las paredes. Hermione chilló y dejó caer Secretos de las Artes Más Oscuras; Crookshanks se metió como un rayo bajo la cama, siseando indignado; Ron saltó de la cama, resbaló con el envoltorio de una rana de chocolate y se golpeó la cabeza contra la pared de enfrente; y Harry instintivamente se lanzó hacia su varita antes de darse cuenta de que estaba mirando a la se˜nora Weasley, que ten´ıa el cabello descolocado y la cara retorcida de cólera.

“Siento interrumpir esta peque˜na reunión acogedora” dijo con voz temblorosa. “Estoy segura de que todos necesitáis descansar... pero hay regalos de boda amontonados en mi cuarto que necesitan ser clasificados y ten´ıa la impresión de que todos hab´ıais aceptado ayudar.”

“Oh, s´ı” dijo Hermione con expresión aterrorizada al ponerse de pie, haciendo volar libros en todas direcciones, “iremos... sentimos...”

Con una angustiosa mirada a Harry y Ron, Hermione salió rápidamente de la habitación tras la se˜nora Weasley.

“Es como ser un elfo doméstico” se quejó Ron en voz baja, todav´ıa frotándose la cabeza mientras Harry y él las segu´ıan, “excepto por lo de la satisfacción del trabajo.

Cuando antes termine esta boda, más feliz seré.”

“S´ı” dijo Harry, “entonces no tendremos otra cosa que hacer excepto buscar Horrocruxes... será como unas vacaciones, ¿eh?”

Ron empezó a re´ır, pero al ver el enorme montón de regalos de boda que los esperaban en la habitación de la se˜nora Weasley, se detuvo bastante abruptamente.

Los Delacour llegaron la ma˜nana siguiente a las once en punto. En ese momento Harry, Ron, Hermione y Ginny se sent´ıan bastante resentidos con la familia de Fleur; y fue de mala gana que Ron subió otra vez escaleras arriba para ponerse calcetines iguales, y Harry intentó aplastarse el pelo. Una vez que todos fueron declarados suficientemente elegantes, entraron en tropel en el soleado patio trasero para esperar a los invitados.

Harry nunca hab´ıa visto el lugar tan arreglado. Los calderos oxidados y las viejas botas de goma que normalmente cubr´ıan los escalones de la puerta trasera hab´ıan desaparecido, reemplazados por dos nuevos arbustos temblones situados a cada lado de la puerta en grandes macetas; aunque no hab´ıa brisa, el patio hab´ıa sido barrido, y el cercano jard´ın hab´ıa sido podado, recortado y en general arreglado, aunque a Harry, al que le gustaba lleno de maleza, le pareció que parec´ıa ve´ıa bastante abandonado sin su contingente habitual de gnomos traviesos.

Harry hab´ıa perdido la cuenta de cuantos encantamientos de seguridad hab´ıan sido colocados alrededor de la Madriguera por la Orden y el Ministerio; todo lo que sab´ıa era que ya no era posible viajar directamente hasta all´ı usando magia. Por eso el se˜nor Weasley hab´ıa ido a recibir a los Delacour a la cima de una colina cercana, donde ten´ıan que llegar con un ...Traslador. El primer sonido que indicó que se acercaban fue una extra˜na risa estridente, que resultó provenir del se˜nor Weasley, que apareció en la verja momentos después, cargado de equipaje y con una hermosa rubia con una túnica larga y de color verde hoja, que solo pod´ıa ser la madre de Fleur.

“¡Mamá!” gritó Fleur, saliendo disparada para abrazarla. “¡Papá!”

Monsieur Delacour no era ni de lejos tan atractivo como su mujer; era una cabeza más bajo y extremadamente regordete, con una peque˜na barba puntiaguda. Sin embargo, parec´ıa afable. Saltando hacia la se˜nora Weasley con botas de tacón alto, la besó dos veces en cada mejilla, dejándola aturullada.

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“Se han tomado tantas molestias” dijo con voz profunda. “Fleur nos ha dicho que han estado trabajando muy duro.”

“¡Oh, no ha sido nada, nada!” trinó la se˜nora Weasley. “¡Ninguna molestia!”

Ron descargó sus sentimientos lanzándole una patada a un gnomo que estaba echando un vistazo desde detrás de uno de los nuevos arbustos.

“¡Querida dama!” dijo Monsieur Delacour, todav´ıa agarrando la mano de la se˜nora Weasley entre las suyas regordetas y mirándola con una sonrisa radiante. “¡Nos sentimos muy honrados por la inminente unión de nuestras dos familias! Perm´ıtame presentarle a mi mujer, Apolline.”

Madame Delacour se deslizó hacia delante y se detuvo para besar también a la se˜nora Weasley.

“Enchantée” dijo ella “¡Su magido nos ha estado contando unas histogias tan diveg-tidas!”

El se˜nor Weasley dejó escapar una risa man´ıaca; la se˜nora Weasley le lanzó una mirada, tras la que inmediatamente él se quedó en silencio y asumió una expresión apropiada para el lecho de enfermo de un amigo ´ıntimo.

“¡Y por supuesto, ya conoce a mi hija peque˜na, Gabrielle!” dijo Monsieur Delacour.