123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 27

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“No” dijo Harry. “Definitivamente no estoy pensando en Gorgovitch.”

“Yo intento no hacerlo tampoco” dijo Ron. “Bueno, feliz cumplea˜nos, por cierto.”

“Guau... ¡Tienes razón, lo olvidé! ¡Tengo diecisiete!”

Harry agarró la varita posada en mesita junto a su cama plegable, apuntó al desordenado escritorio donde hab´ıa dejado sus gafas, y dijo ’¡Accio Gafas! ’. Aunque estaban a solo unos cuarenta cent´ımetros de distancia, hab´ıa algo inmensamente satisfactorio en verlas zumbar hacia él, al menos hasta que le pincharon el ojo.

“Muy astuto” bufó Ron.

Celebrando el levantamiento de su Rastro, Harry envió las posesiones de Ron a volar por la habitación, provocando que Pigwidgeon despertara y aleteara excitadamente en su jaula. Harry intentó también atarse los cordones de las zapatillas con magia (el resultado fue un nudo que llevó varios minutos desatar a mano) y, solo por el puro placer de hacerlo, cambió el naranja de las túnicas del poster de Ron de los Chudley Cannons por azul brillante.

“Yo que tu me subir´ıa la cremallera con la mano” aconsejó Ron a Harry, resoplando cuando Harry lo hizo inmediatamente. “Aqu´ı está tu regalo. Desenvuélvelo aqu´ı, no es apto para los ojos de mi madre.”

“¿Un libro?” dijo Harry mientras tomaba el paquete rectángulo. “Un poco alejado de la tradición, ¿verdad?”

“Este no es un libro común” dijo Ron. “Es oro puro. Doce Formas Infalibles de Encantar a las Brujas. Explica todo lo que necesitas saber sobre las chicas. Si lo hubiera tenido el a˜no pasado habr´ıa sabido exactamente como librarme de Lavender y tú habr´ıas sabido como acabar con... Bueno, Fred y George me dieron una copia, y he aprendido mucho. Te sorprender´ıa, no es aburrido en absoluto además.”

Cuando llegaron a la cocina encontraron una pila de regalos esperando sobre la mesa.

Bill y Monsieur Delacour estaban terminando su desayuno, mientras la Se˜nora Weasley estaba de pie canturreando sobre la sartén.

“Arthur me dijo que te deseara felices diecisiete, Harry,” dijo la Se˜nora Weasley, sonriéndole. “Tuvo que irse a trabajar temprano, pero volverá para la cena. Ese de encima es nuestro regalo.”

Harry se sentó, tomó el paquete cuadrado que ella hab´ıa indicado, y lo desenvolvió.

Dentro hab´ıa un reloj muy parecido al que el Se˜nor y la Se˜nora Weasley hab´ıan regalado a Ron por su decimoséptimo cumplea˜nos; era de oro, con estrellas en vez de manecillas.

CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE

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“Es tradicional regalarle a un mago un reloj cuando llega a la mayor´ıa de edad” dijo la Se˜nora Weasley, observándole ansiosamente desde detrás de la cocina. “Me temo que este no es nuevo como el de Ron, en realidad era de mi hermano Fabián y él no es que fuera terriblemente cuidadoso con sus posesiones, está ara˜nado por detrás, pero...”

El resto de su discurso se perdió. Harry se hab´ıa levantado y la abrazaba. Intentó poner un montón de cosas nunca dichas en el abrazo y quizás ella las entrendió, porque le palmeó la mejilla torpemente cuando la soltó, después ondeó su varita de forma ligeramente aleatoria, causando la ca´ıda de un trozo de beacon de la sartén al suelo.

“¡Feliz cumplea˜nos, Harry!” dijo Hermione, apresurándose a entrar en la cocina y a˜nadiendo su propio regalo a la pila. “No es mucho, pero espero que te guste. ¿Qué le has regalado tú?” a˜nadió para Ron, que pareció no o´ırla.

“¡Vamos, venga, abre el de Hermione!” dijo Ron.

Le hab´ıa comprado un nuevo Chivatoscopio. Los otros paquetes conten´ıan una hoja de afeitar encantada de Bill y Fleur (“Ah, si, esto te hagá el afeitado más suave que hayas disfgutado nunca”, le aseguró Monsieur Delacour, “pero debes decigle clagamente lo que deseas... de otgo modo podg´ıas encontgagte con menos pelo del que quisiegas...”), chocolates de los Delacour, y una enorme caja de lo último en art´ıculos de ’Sortilegios Weasley’de Fred y George.

Harry, Ron y Hermione no se demoraron en la mesa, cuando la llegada de Madame Delacour, Fleur y Gabrielle dejó la cocina incómodamente atestada.

“Yo te guardo esto en el equipaje” dijo Hermione alegremente, quitándole los regalos de los brazos mientras los tres se dirig´ıan otra vez escaleras arriba. “Casi he acabado, solo estoy esperando a que el resto de vuestra ropa interior salga de la lavadora, Ron...”

La estampida de Ron fue interrumpida por una puerta que se abrió en el descansillo del primer piso.

“¿Harry, te importar´ıa venir un momento?”

Era Ginny. Ron se detuvo bruscamente, pero Hermione le cogió del codo y tiró de él escaleras arriba. Nervioso, Harry siguió a Ginny al interior de su habitación.

Nunca antes hab´ıa estado all´ı dentro. Era peque˜na, pero brillante. Hab´ıa un gran poster del grupo Las Brujas de Macbeth en una pared, y una foto de Gwenog Jones, Capitana del Equipo de Quiddith, solo de brujas, las Holyhead Harpies, en la otra. Un escritorio estaba colocado de cara a la ventana abierta, que daba al huerto donde una vez Ginny y él hab´ıan jugado un dos contra dos al Quidditch con Ron y Hermione, y que ahora estaba ocupado por una enorme y perlada carpa. La bandera dorada de lo alto estaba al nivel de la ventana de Ginny.

Ginny levantó la mirada hacia la cara de Harry, tomó un profundo aliento, y dijo.

“Felices diecisiete.”

“Si... gracias.”

Ella le miraba firmemente; él sin embargo, encontraba dif´ıcil devolverle la mirada, era como contemplar una luz brillante.

“Bonita vista” dijo débilmente, se˜nalando hacia la ventana.

Ella lo ignoró. No pod´ıa culparla.

“No se me ocurrió qué regalarte” dijo.

CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE

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“No ten´ıas que regalarme nada.”

Ella hizo caso omiso de eso también.

“No sab´ıa que ser´ıa útil. Nada demasiado grande, porque si no, no podr´ıas llevarlo contigo.”

Se arriesgó a mirarla. No estaba llorando; esa era una de las cosas más maravillosas de Ginny, raramente lloraba. En ocasiones hab´ıa pensado que tener seis hermanos deb´ıa haberla endurecido.

Dio un paso hacia él.

“As´ı que después pensé, que me gustar´ıa que tuvieras algo para recordarme, ya sabes, por si conoces a alguna veela cuando estés por ah´ı haciendo lo que sea que vayas a hacer.”

“No creo que las oportunidades de ligar vayan a estar a la orden del d´ıa, para serte sincero.”

“Ah´ı es adonde quer´ıa llegar” susurró ella, y entonces le besó como nunca le hab´ıa besado antes, y Harry le estaba devolviendo el beso, y ese extasiado olvido fue mejor que el whisky de fuego; ella era la única cosa real en el mundo, Ginny, su sensación, la mano que ten´ıa en su espalda y la otra en su largo y oloroso pelo...

La puerta se abrió de golpe tras ellos y se separaron de un salto.

“Oh” dijo Ron mordazmente. “Lo siento.”

“¡Ron!” Hermione estaba justo tras él, ligeramente sin aliento. Se hizo un silencio tenso, y luego Ginny digo con una vocecita seria,

“Bueno, feliz cumplea˜nos de cualquier modo, Harry.”

Las orejas de Ron estaban de color escarlata; Hermione parec´ıa nerviosa. Harry deseó es-tamparles la puerta en la cara, pero daba la sensación de que una corriente fr´ıa hab´ıa entrado en la habitación cuando la puerta se abrió, y su brillante momento hab´ıa estalla-do como una burbuja de jabón. Todas las razones para terminar su relación con Ginny, para dejarla al margen, parec´ıan haberse colado en la habitación con Ron, y toda su feliz amnesia hab´ıa desaparecido.

Miró a Ginny, deseando decir algo, aunque dif´ıcilmente sab´ıa qué, pero ella le hab´ıa vuelto la espalda. Pensó que podr´ıa haber sucumbido, por una vez, a las lágrimas. No pod´ıa hacer nada por consolarla delante de Ron.