123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 30

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se legaron a Hogwarts. ¿Por qué cree que fue usted distinguido?”

CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE

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“Yo... supongo” dijo Ron “Yo... cuando dije que no estábamos unidos... quiero decir, creo que yo le gustaba...”

“Para ser honestos, Ron” dijo Hermione, “Dumbledore estaba muy encari˜nado contigo.”

Esto era estirar la verdad hasta el punto de fractura; por lo que Harry sab´ıa, Ron y Dumbledore nunca hab´ıan estado juntos a solas, y el contacto directo entre ellos hab´ıa sido insignificante. Sin embargo, Scrimgeour no parec´ıa estar escuchando. Metió la mano dentro del abrigo y extrajo una bolsita cerrada con un cordel mucho mayor que la que Hagrid hab´ıa regalado a Harry. De ella, sacó un rollo de pergamino que desenrolló y leyó en voz alta.

“’ Última Voluntad y Testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore’... Si, aqu´ı esta.... Á Ronald Bilius Weasley, le dejo mi Desiluminador, con la esperanza de que me recordará cuando lo utilice.”’

Scrimgeour sacó de la bolsa un objeto que a Harry le pareció haber visto antes. Se parec´ıa ligeramente a un encendedor, pero ten´ıa, él lo sab´ıa, el poder de succionar toda luz de un lugar, y restaurarla, con un simple click. Scrimgeour se inclinó hacia adelante y le pasó el Desiluminador a Ron, que lo tomó y le dio vueltas entre los dedos con aspecto atontado.

“Es un objeto de gran valor” dijo Scrimgeour, observando a Ron “Puede incluso que único. Indudablemente es un dise˜no del mismo Dumbledore. ¿Por qué le dejar´ıa a usted algo y además un art´ıculo tan raro?”

Ron sacudió la cabeza, parec´ıa desconcertado.

“Dumbledore debe haber ense˜nado a miles de estudiantes” perseveró Scrimgeour. “Pe-ro a los únicos que recordó en su testamento fue a vosotros tres. ¿Por qué? ¿Qué uso pensó que dar´ıa usted al Desiluminador, Se˜nor Weasley?”

“Apagar las luces, supongo,” masculló Ron. “¿Qué más podr´ıa hacer con él?”

Evidentemente Scrimgeour no ten´ıa ninguna sugerencia. Después de mirar de reojo a Ron durante un momento o dos, volvió de nuevo al testamento de Dumbledore.

“A Hermione Jean Granger, le dejo mi copia de ’Los Cuentos de Beedle el Bardo’, con la esperanza de que la encontrará entretenida e instructiva.”

Scrimgeour sacó ahora de la bolsa un peque˜no libro que parec´ıa tan antiguo como la copia de Secretos de las Artes Más Oscuras que hab´ıa arriba. Sus tapas estaban manchadas y peladas en ciertos lugares. Hermonie lo aceptó de Scrimgeour sin una palabra. Sostuvo el libro en su regazo y lo miró fijamente. Harry vio que el t´ıtulo estaba en runas; él nunca hab´ıa aprendido a leerlas. Mientras miraba, una lágrima cayó sobre el s´ımbolo grabado en relieve.

“¿Por qué cree que Dumbledore le dejó ese libro, Se˜norita Granger?” preguntó Scrimgeour.

“Él... sab´ıa que me gustan los libros” dijo Hermione con voz llorosa, limpiándose los ojos con la manga.

“¿Pero por qué este libro en particular?”

“No sé. Debe haber pensado que me gustar´ıa.”

“¿Alguna vez discutió sobre códigos, o cualquier forma de pasar mensajes secretos, con Dumbledore?”

CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE

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“No, no lo hice,” dijo Hermione, todav´ıa limpiándose los ojos con la manga. “Y si el Ministerio no ha podido encontrar ningún código oculto en este libro en treinta y un d´ıas, dudo que yo pueda.”

Contuvo un sollozo. Estaban tan apretados en el sofá que Ron tuvo dificultades para extraer el brazo y ponerlo alrededor de los hombros de Hermione. Scrimgeour volvió al testamento.

“A Harry James Potter” leyó, y las entra˜nas de Harry se contrajeron con una súbita excitación. “le dejo la Snitch que cogió en su primer partido de Quidditch en Hogwarts, como recordatorio de las recompensas de la perseverancia y habilidad.”

Mientras Scrimgeour sacaba la diminuta bola dorada del tama˜no de una nuez, sus alas doradas revolotearon bastante febrilmente, y Harry no pudo evitar sentir una definitiva sensación de anticl´ımax.

“¿Por qué le dejó Dumbledore esta Snitch?” preguntó Scrimgeour.

“Ni idea” dijo Harry. “Por las razones que acaba de leer, supongo... para recordarme lo que puedes conseguir si... perseveras y todo eso.”

“¿Crees que es un mero recuerdo simbólico entonces?”

“Supongo” dijo Harry. “¿Qué más podr´ıa ser?”

“Yo hago las preguntas” dijo Scrimgeour, moviendo su asiento un poco hacia el sofá.

Fuera, el atardecer ya estaba cayendo, la carpa más allá de la ventana se ergu´ıa fantas-malmente blanca sobre los setos.

“He notado que su pastel de cumplea˜nos es una Snitch” dijo Scrimgeour a Harry.

“¿Por qué?”

Hermione rió despectivamente.

“Oh, puede ser una referencia al hecho de que Harry es un gran Buscador, eso es bastante obvio” dijo. “¡Debe haber un mensaje secreto de Dumbledore escondido en el glaseado!”

“No creo que haya nada oculto en el glaseado,” dijo Scrimgeour, “pero una Snitch ser´ıa un muy buen lugar para ocultar un objeto peque˜no. ¿Sabes por qué, verdad?”

Harry se encogió de hombros. Hermione, sin embargo, respondió. Harry cre´ıa que eso de responder preguntas era un hábito tan profundamente innato en ella que no pod´ıa contener la urgencia.

“Porque las Snitch tienen memoria” dijo ella.

“¿Qué?” dijeron Harry y Ron juntos; ambos consideraban que los conocimientos de Hermione sobre Quidditch eran insignificantes.

“Correcto” dijo Scrimgeour. “Una Snitch no es tocada con las manos desnudas antes de soltarla, ni siquiera el fabricante, que lleva guantes. Lleva un encantamiento mediante el cual puede identificar al primer humano que posa sus manos en ella, para casos de capturas disputadas. Esta Snitch” sostuvo en alto la diminuta bola dorada “recordará tu tacto, Potter.”

“Se me ocurre que Dumbledore, que ten´ıa prodigiosas habilidades mágicas, a pesar de otros defectos, podr´ıa haber encantado esta Snitch para que se abriera solo para ti.”

El corazón de Harry estaba latiendo bastante rápido. Estaba seguro de que Scrimgeour ten´ıa razón. ¿Cómo evitar coger la Snitch con las manos desnudas delante del Ministro?

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“No dices nada” dijo Scrimgeour. “¿Quizás ya sabes lo que contiene la Snitch?”

“No,” dijo Harry, todav´ıa preguntándose como pod´ıa fingir tocar la Snitch sin hacerlo realmente. Si al menos supiera Legilemencia, si la dominara realmente, y pudiera leer la mente de Hermione; prácticamente pod´ıa oir como zumbaba su cerebro tras él.

“Cógela” dijo Scrimgeour tranquilamente.

Harry encontró la mirada de los ojos amarillos de Ministro y supo que no ten´ıa más opción que obedecer. Extendió la mano, Y Scrimgeour se inclinó hacia adelante de nuevo y colocó la Snitch lenta y deliberadamente, en la palma de Harry.

No ocurrió nada. Cuando los dedos de Harry se cerraron alrededor de la Snitch, las cansadas alas revolotearon y se quedó quieta. Scrimgeour, Ron y Hermione continuaron mirando ávidamente a la ahora parcialmente oculta bola, como si todav´ıa esperaran que pudiera transformarse de algún modo.