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“¿Dónde más podr´ıamos ir?” preguntó Hermione, encogiéndose cuando los hombres del otro lado de la calle empezaron a aullarle como lobos. “Dif´ıcilmente podemos reservar habitaciones en el Caldero Chorreante, ¿no? Y Grimmauld Place está descartado, ya que Snape puede ir all´ı... Supongo que podr´ıamos probar en casa de mis padres, pero creo que hay una posibilidad de que lo comprueben... Oh, ¡por qué no se callarán!”
“¿Y bien, querida?” el más borracho de los hombres del otro lado estaba gritando.
“¿Quieres un trago? ¡Abandona al pelirrojo y ven y tómate una pinta!”
“Vamos a sentarnos en algún sitio” dijo Hermione apresuradamente cuando Ron abrió la boca para responder gritando al otro lado de la calle. “Mirad, ¡esto servirá, entrad aqu´ı!”
Era un café nocturno peque˜no y gastado. Un ligera capa de grasa yac´ıa sobre todas las mesas acabadas en formica, pero por lo menos estaba vac´ıo. Harry entró a un reservado, y Ron se sentó junto a él, frente a Hermione, que quedó de espaldas a la entrada, lo que no pareció gustarle; echaba vistazos por encima del hombro tan frecuentemente parec´ıa tener un tic. A Harry no le gustaba que estuvieran quietos; caminar les hab´ıa dado la ilusión de que tener un objetivo. Debajo de la capa pod´ıa sentir los últimos vestigios de la Poción Multijugos abandonándole, sus manos regresaban a su forma y longitud acostumbrada.
Sacó las gafas del bolsillo y se las puso otra vez.
Después de uno o dos minutos, Ron dijo: “Sabéis, no estamos lejos del Caldero Chorreante, está en Charing Cross...”
“¡Ron, no podemos!” dijo Hermione inmediatamente.
“No digo quedarnos all´ı, pero s´ı averiguar qué está ocurriendo!”
“¡Sabemos qué esta ocurriendo! Voldemort ha tomado el Ministerio, ¿qué más necesitamos saber?”
“Vale, vale, ¡era sólo una idea!”
Cayeron en un silencio espinoso. La camarera, que masticaba chicle, les atendió, y Hermione pidió dos capuchinos: como Harry era invisible, podr´ıa haber parecido raro pedirle uno. Un par de obreros fornidos entró en el café y se metió en el reservado de al lado. Hermione redujo su voz a un susurro.
“Yo digo que encontremos un lugar tranquilo para Desaparecernos y dirigirnos hacia el campo. En cuanto estamos all´ı, podremos enviar un mensaje a la Orden.”
“¿Entonces puedes hacer un Patronus de esos que hablan?” preguntó Ron.
“He estado practicando, y creo que s´ı” dijo Hermione.
“Bueno, mientras eso no les cause problemas, aunque deben haber sido arrestados ya.
Dios, esto está asqueroso” a˜nadió Ron después de dar un sorbo al espumoso café grisáceo.
La camarera le hab´ıa o´ıdo; le echó a Ron una mirada rencorosa mientras se dirig´ıa a atender a los nuevos clientes. El más grande de los dos obreros, que era rubio e inmenso, ahora que Harry lo miraba, la apartó. Ella le miró fijamente, ofendida.
“Vámonos entonces, no quiero beberme esta mugre” dijo Ron. “Hermione, ¿tienes dinero Muggle para pagar esto?”
CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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“S´ı, saqué todos mis ahorros de la Sociedad Constructora antes de ir a la Madriguera.
Apuesto a que todo el dinero suelto está en la parte de abajo” se quejó Hermione, cogiendo su bolso bordado.
Los dos obreros hicieron idénticos movimientos, y Harry los imitó inconscientemente: los tres esgrimieron sus varitas. Ron, que tardó unos segundos en darse cuenta de lo qué estaba pasando, arremetió hacia al otro lado de la mesa, empujando a Hermione al otro lado de su banco. Los impactos de los hechizos de los mort´ıfagos hicieron a˜nicos el mosaico de la pared justo donde hab´ıa estado la cabeza de Ron, mientras Harry, todav´ıa invisible, gritó, “¡Desmanius! ”
El enorme mort´ıfago rubio fue golpeado en la cara por un rayo de la luz roja: se desplomó lateralmente, inconsciente. Su compa˜nero, incapaz de ver quién hab´ıa lanzado el hechizo, disparó otro a Ron: brillantes cuerdas negras volaron de su varita y ataron a Ron de pies a cabeza. La camarera gritó y corrió hacia la puerta. Harry envió otro Hechizo Aturdidor al mort´ıfago de la cara torcida que hab´ıa atado a Ron, pero el hechizo falló, rebotó en la ventana y golpeó a la camarera, que se desplomó delante de la puerta.
“¡Expulso! ” gritó el mort´ıfago, y la mesa detrás de la que estaba Harry explotó. La fuerza de la explosión le hizo golpearse contra la pared y sintió como la varita ca´ıa de su mano mientras se le soltaba la capa.
“¡Petrificus Totalus! ” gritó Hermione desde fuera de su campo de visión, y el mort´ıfago se desplomó como una estatua con un ruido sordo sobre los restos de loza, mesa, y café.
Hermione sal´ıo gateando de debajo del banco, sacudiéndose del pelo los restos de cristal de un cenicero y temblando entera.
“D-diffindo,” dijo, apuntando su varita hacia Ron, que bramó de dolor cuando le cortó la rodilla de los vaqueros, dejando una profundo corte.
“Oh, lo siento tanto, Ron, ¡me tiembla la mano! ¡Diffindo! ”
Las cuerdas cayeron, cortadas. Ron se puso en pie, agitando los brazos para recuperar la sensibilidad. Harry recogió su varita y trepó sobre los escombros hacia el lugar donde el enorme mort´ıfago rubio se hab´ıa desplomado al otro lado del banco.
“Deber´ıa haberlo reconocido, estaba all´ı la noche en que Dumbledore murió” dijo.
Giró al mort´ıfago moreno con el pie; los ojos del hombre se mov´ıan rápidamente de Harry y Ron a Hermione rápidamente.
“Éste es Dolohov” dijo Ron. “Lo reconozco de los antiguos carteles de Se busca. Creo que el grande es Thorfinn Rowle.”
“¡No importa cómo se llamen!” dijo Hermione un poco histéricamente. “¿Cómo nos encontraron? ¿Qué vamos a hacer?”
De algún modo su pánico pareció despejar la cabeza de Harry.
“Cierra con llave la puerta” le dijo “Y Ron, tú apaga las luces.”
Miró al paralizado Dolohov, pensando rápidamente mientras la cerradura hac´ıa clic y Ron usaba el Desiluminador para dejar el café sumido en la obscuridad. Harry pod´ıa escuchar a los hombres que hab´ıan piropeado a Hermione gritar a otra chica en la distancia.
“¿Qué vamos a hacer con ellos?” le susurró Ron a Harry en la oscuridad; luego, incluso en voz más baja, “¿Matarlos? Ellos nos habr´ıan matado. Este es el mejor momento.”
Hermione se estremeció y dio un paso atrás. Harry agitó la cabeza.
“Sólo tenemos que borrar sus memorias” dijo Harry. “Es mejor de ese modo, los CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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dejará fuera de escena. Si los matáramos, ser´ıa obvio que hemos estado aqu´ı.”
“Tú eres el jefe” dijo Ron, que parec´ıa enormemente aliviado. “Pero no he hecho nunca un Encantamiento Desmemorizador.”
“Yo tampoco” dijo Hermione. “Pero sé la teor´ıa.”
Inspiró hondo para tranquilizarse, luego apuntó su varita mágica a la frente de Dolohov y dijo: “Obliviate.”
Inmediatamente, los ojos de Dolohov se volvieron desenfocados y so˜nadores.
“¡Brillante!” dijo Harry, dándole una palmada en la espalda. “Ocúpate del otro y de la camarera mientras Ron y yo limpiamos esto.”
“¿Limpiar?” dijo Ron, mirando el café en parte destruido. “¿Por qué?”