123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 4

Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 4

Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que hab´ıa parecido surgir de debajo de sus pies.

“Colagusano,” dijo Voldemort, sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se remov´ıa arriba. “¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?”

“Si, m-mi Se˜nor,” jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que hab´ıa estado sentado tan abajo en su silla que a primera vista, parec´ıa estar desocupada. Se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.

“Como estaba diciendo,” continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores. “Ahora estoy mejor preparado, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.”

Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podr´ıa haber anunciado que quer´ıa coger prestado uno de sus brazos.

“¿Ningún voluntario?” dijo Voldemort. “Dejadme ver... Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.”

Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parec´ıa amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombr´ıos. Cuando habló, su voz era ronca.

“¿Mi Se˜nor?”

“Tu varita, Lucius. Exijo tu varita.”

“Yo...”

Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜

NOR TENEBROSO

7

tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la mu˜neca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.

“¿Qué es?”

“Olmo, mi Se˜nor,” susurró Malfoy.

“¿Y el centro?”

“Dragón... nervio de corazón de dragón.”

“Bien,” dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó inadvertido a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.

“¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?”

Algunos de los miembros de la multitud rieron.

“Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes... ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?”

“Nada... ¡nada, mi Se˜nor!”

“Mientes, Lucius...”

La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado pod´ıa o´ırse deslizándose por el suelo bajo la mesa.

La enorme serpiente emergió para arrastrarse lentamente por la silla de Voldemort.

Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemort; su cuello era más rollizo que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas, no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos dedos finos, todav´ıa mirando a Lucius Malfoy.

“¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es mi retorno, mi ascenso al poder, lo que deseaban durante tantos a˜nos?”

“Por supuesto, mi Se˜nor,” dijo Lucius Malfoy. Su mano temblaba cuando se limpió el sudor del labio superior. “Lo deseabamos... lo deseamos.”

A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extra˜no y r´ıgido asentimiento, sus ojos evi-taban a Voldemort y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que hab´ıa estado mirando fijamente hacia arriba al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.

“Mi Se˜nor,” dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constre˜nida por la emoción, “es un honor tenerte aqu´ı, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.”

Sentada junto a su hermana, de diferente aspecto a ella, con su pelo oscuro y ojos pesadamente perfilados, como lo era en aguante y comportamiento; donde Narcissa se sentaba r´ıgida e impasible, Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, como si las solas palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.

“No hay mayor placer,” repitió Voldemor, su cabeza se inclinó un poco a un lado CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜

NOR TENEBROSO

8

mientras evaluaba a Bellatrix. “Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.”

La cada de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.

“¡Mi Se˜nor, sabe que no digo mas que la verdad!”

“No hay mayor placer... ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he o´ıdo, ha tenido lugar esta semana en tu familia!”

Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa.

“No sé lo que quieres decir, mi Se˜nor.”

“Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la vuestra, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombre lobo, Remus Lupin. Debéis estar orgullosos.”

Hubo una explosión de risas burlonas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los pu˜nos. La gran serpiente, disgustada por el tumulto, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mort´ıfagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, recientemente ruborizada de felicidad, se hab´ıa vuelto de un espantoso color rojo.

“No es sobrina nuestra, mi Se˜nor,” gritó sobre el regocijo. “Nosotros... Narcissa y yo...

nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangresucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se haya casado.”

”¿Qué dices tú, Draco? ”preguntó Voldemort, y aunque su voz era queda, fue llevada claramente a través de silbidos y risotadas. “¿Harás de canguro a los engendros?”

El regocijo creció; Draco Malfoy miraba aterrorizado a su padre, que bajaba la mirada a su propio regazo, entonces captó la mirada de su madre. Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente, después reasumió su propia mirada impasible hacia la pared opuesta.

“Ya basta,” dijo Voldemort, acariciando a la furiosa serpiente. “Ya basta.”

Y la risa murió al instante.

“Muchos de nuestros más antiguos árboles familiares se han vuelto un poco descuidados con el paso del tiempo,” dijo cuando Bellatrix le miró fijamente, sin aliento e implorante. “¿Qué debes podar y qué no para mantenerlo saludable? Cortas aquellas partes que amenazan la salud del resto.”