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Mientras tanto, Harry se fijó en otra fotograf´ıa: un equipo de Quiditch de Hogwarts que sonre´ıa y saludaba desde el marco. Se acercó y pudo apreciar las serpientes en los blasones de sus pechos: Slytherins. Reconoció inmediatamente a Regulus como el muchacho sentado en el centro de la primera fila: Ten´ıa el mismo cabello oscuro y se le ve´ıa ligeramente altanero como su hermano, aunque era más peque˜no, más delgado, y bastante menos apuesto de lo que Sirius hab´ıa sido.
“Jugaba de Buscador,” dijo Harry.
“¿Qué?” dijo Hermione vagamente; todav´ıa estaba inmersa en el montón de recortes acerca de Voldemort.
“Está sentado en el centro de la fila delantera, es el lugar reservado para el Buscador...
No importa,” dijo Harry, dándose cuenta que nadie le estaba escuchando. Ron estaba sobre manos y rodillas, buscando debajo del armario. Harry miró alrededor de la habitación buscando posibles lugares que pudieran servir de escondrijos y se aproximó al escritorio.
Una vez más, alguien hab´ıa registrado este lugar antes que ellos. El contenido de los cajones hab´ıa sido revuelto recientemente, el polvo hab´ıa sido removido, pero no hab´ıa nada de valor all´ı: viejas plumas, textos caducos que evidenciaban haber sido toscamente ma-noseados, un frasco de tinta recientemente roto, el pegajoso remanente cubr´ıa el contenido del cajón.
“Hay una forma más fácil,” dijo Hermione, mientras Harry se limpiaba los dedos sucios de tinta en los pantalones. Levantó la varita y dijo, “¡Accio, relicario! ”
Nada ocurrió. Ron, que hab´ıa estado examinando los pliegues de las desva´ıdas cortinas, pareció decepcionado.
“¿Entonces, eso es todo? ¿No está aqu´ı?”
“Oh, aún podr´ıa estar aqu´ı, pero bajo encantamientos protectores,” dijo Hermione.
“Encantamientos para prevenir que sea convocado mágicamente, tú sabes.”
“Como el que Voldemort puso sobre el pedestal de piedra en la cueva,” dijo Harry, recordando como hab´ıa sido incapaz de convocar el falso relicario.
“¿Entonces, cómo se supone que lo encontraremos?” preguntó Ron.
“Buscando manualmente,” dijo Hermione.
“Buena idea,” dijo Ron, poniendo los ojos en blanco, y reanudando su búsqueda en las cortinas.
Durante más de una hora, peinaron cada pulgada de la habitación, pero al final, se vieron forzados a concluir que el relicario no estaba all´ı.
El sol hab´ıa ascendido ya; su luz los deslumbraba aún a través de los sucios ventanales.
“Aunque podr´ıa estar en otra parte de la casa,” dijo Hermione con un tono animado CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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mientras bajaban las escaleras. Mientras a Harry y Ron se les ve´ıan más bien desalentados, parec´ıa que ella se hab´ıa vuelto mas resuelta. “Tanto si se las ingenió para destruirlo como si no, querr´ıa mantenerlo oculto de Voldemort, ¿no es as´ı? ¿Recuerdan todas esas cosas espantosas de las que tuvimos que librarnos cuando estuvimos aqu´ı la última vez? Ese reloj que lanzaba rayos a todo el mundo y esas viejas túnicas que trataron de estrangular a Ron; Regulus podr´ıa haberlos puesto all´ı para proteger el escondrijo del relicario, aunque no nos dimos cuenta en ese... ese...”
Harry y Ron la miraron. Estaba parada con un pie en el aire, con la mirada perdida de alguien a quien le hubieran hecho un Encantamiento Desmemorizador, hasta sus ojos estaban desenfocados.
“...en ese momento,” terminó la frase con un susurro.
“¿Te pasa algo?” preguntó Ron
“Hab´ıa un relicario.”
“¿Qué?” dijeron Harry y Ron juntos.
“En el armario del salón de dibujo. Nadie pudo abrirlo. Y nosotros... nosotros...”
Harry sintió como si se le hubiera deslizado un ladrillo a través del pecho hacia el estómago. Lo recordaba. Hasta hab´ıa manipulado la cosa mientras se la pasaban unos a otros, cada cual en su turno intentando espiar en su interior. Lo hab´ıan tirado a un saco de basura, junto con la caja de rapé de polvo Wartcap y la caja de música que hab´ıa hecho que todo el mundo se sintiera somnoliento...
“Kreacher nos robó muchas cosas,” dijo Harry. Era su única oportunidad, la única peque˜na esperanza que les quedaba, e iba a aferrarse a ella hasta que se viera obligado a desecharla. “Ten´ıa un escondite lleno de cosas en la alacena de la cocina. Vamos.”
Bajó las escaleras corriendo saltando los pelda˜nos de dos en dos, los otros dos yendo como relámpagos a su estela. Hicieron tanto ruido que cuando pasaron por el vest´ıbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius.
“¡Asquerosos! ¡Sangresucia! ¡Canallas! ” gritó tras ellos mientras se lanzaban hacia el sótano de la cocina y cerraban la puerta de golpe a sus espaldas. Harry corrió toda la longitud de la habitación, patinó hasta detenerse frente a la puerta de la alacena de Kreacher, y la abrió de un tirón. Encontró el nido de sucias mantas viejas en las que el elfo domestico hab´ıa dormido una vez, pero ya no brillaban con las baratijas que Kreacher hab´ıa recobrado. Lo único que hab´ıa all´ı era una vieja copia de La Naturaleza de la Nobleza: Genealog´ıa Mágica. Negándose a creer lo que ve´ıan sus ojos, Harry tomó bruscamente las mantas y las sacudió. Un ratón muerto cayó y rodó lúgubremente por el suelo. Ron gimió y se subió sobre una silla de cocina; Hermione cerró los ojos.
“Esto todav´ıa no ha acabado,” dijo Harry, levantó la voz y llamó, “¡Kreacher!”
Se oyó un audible crack y el elfo doméstico que Harry tan reluctantemente hab´ıa heredado de Sirius apareció de la nada delante del fr´ıo y vac´ıo hogar. Diminuto, de la mitad del tama˜no de un humano, con la pálida piel colgando de él en pliegues, el cabello blanco brotando copiosamente de sus orejas parecidas a las de un murciélago. Todav´ıa llevaba puesto el inmundo harapo con el que lo hab´ıan conocido la primera vez, y la mirada despectiva que le dedicó a Harry demostraba que su actitud ante el cambio de due˜no no se hab´ıa alterado más que su vestimenta.
“Amo,” graznó Kreacher con su voz de sapo, e hizo una profunda reverencia; murmurando contra sus rodillas, “Otra vez en la antigua casa de mi ama con el traidor a la CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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sangre Weasley y la sangresucia...”
“Te proh´ıbo que llames a nadie ’traidor a la sangreó ’Sangresucia’,” gru˜nó Harry.
Habr´ıa encontrado a Kreacher, con su nariz en forma de hocico y sus ojos inyectados en sangre, un objeto particularmente indeseable aunque el elfo no hubiera traicionado a Sirius ante Voldemort.
“Tengo una pregunta para ti,” dijo Harry, con el corazón latiéndole considerablemente rápido mientras miraba al elfo, “y te ordeno que la respondas con veracidad. ¿Entendido?”
“Si, Amo,” dijo Kreacher haciendo otra reverencia. Harry vio que sus labios se mov´ıan silenciosamente, indudablemente articulando los insultos que ahora ten´ıa prohibido pronunciar.
“Hace dos a˜nos,” dijo Harry, su corazón ahora golpeaba contra sus costillas, “en el salón de dibujo del piso de arriba hab´ıa un gran relicario de oro. Lo tiramos. ¿Tú lo recuperaste?”
Hubo un momento de silencio, durante el cual Kreacher se enderezó para mirar a Harry directo a la cara. Luego dijo, “Si.”
“¿Dónde se encuentra en este momento?” preguntó Harry alborozado mientras Ron y Hermione se mostraban alegres.
Kreacher cerró los ojos como si no soportara ver su reacción ante sus siguientes palabras.
“Ido.”
“¿Ido?” Hizo eco Harry, el júbilo lo abandonó flotando lejos de él, “¿Que quieres decir con ido?”
El elfo se estremeció. Flaqueó.
“Kreacher,” dijo Harry ferozmente, “Te ordeno...”
“Mundungus Fletcher,” graznó el elfo, con los ojos aún fuertemente cerrados. “Mundungus Fletcher lo robó todo; los retratos de la Se˜norita Bella y la Se˜norita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merl´ın de Primera Clase, las copas con el escudo familiar, y... y...”
Kreacher estaba tragando para conseguir un poco de aire: su hundido pecho sub´ıa y bajaba rápidamente, luego sus ojos se abrieron de golpe y profirió un horripilante grito.