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“Si,” dijo Hermione “de otro modo habr´ıa podido decirles como entrar aqu´ı, ¿verdad?
Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Sab´ıan que Harry es el due˜no de esta casa, después de todo.”
“¿Cómo lo...?” empezó Harry.
“Los testamentos de magos son examinados por el Ministerio, ¿recuerdas? Saben que Sirius te dejó este lugar.”
La presencia de los mortifagos fuera incrementó el humor amenazador dentro del núme-ro doce. No hab´ıan tenido noticias de nadie que estuviera más allá de Grimmauld Place desde el patronus del Se˜nor Weasley, y la tensión empezaba a pasar factura. Inquieto e irritable, Ron hab´ıa desarrollado el molesto hábito de jugar con el Desiluminador en sus bolsillos. Esto enfurec´ıa particularmente a Hermione, que hab´ıa abandonado la espera por Kreacher para estudiar Los Cuentos de Beedle el Bardo y no apreciaba la forma en que las luces segu´ıan encendiéndose y apagándose.
“¡Quieres parar!” gritó la tercera noche de ausencia de Kreacher, cuando todas las luces se apagaron de nuevo en el salón de dibujo.
“¡Lo siento, lo siento!” dijo Ron, accionando el Desiluminador y restaurando las luces.
“¡No sé qué estoy haciendo!”
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CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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“¿Bueno, puedo sugerirte que encuentres algo útil en que ocuparte?”
“¿Algo como leer cuentos para ni˜nos?”
“Dumbledore me dejó este libro, Ron...”
“... y a m´ı me dejó el Desiluminador, ¡quizás se supone que tenga que usarlo!”
Incapaz de soportar la pelea, Harry salió de la habitación sin que lo notara ninguno de los dos. Se dirigió escaleras abajo hacia la cocina, la cual segu´ıa visitando porque estaba seguro de que era all´ı donde era probablemente aparecer´ıa Kreacher. A medio camino, sin embargo, oyó un golpe en la puerta delantera, después chasquidos metálicos y el rechinar de la cadena.
Todos los nervios de su cuerpo parecieron tensarse. Sacó su varita, adentrándose en las sombras junto a las cabezas de elfos decapitados, y esperó. La puerta se abrió. Vio un destello de luz de las farolas de la plaza de abajo, y una figura encapuchada se adentró en el vest´ıbulo y cerró la puerta tras ella. El intruso dio un paso hacia adelante y la voz de Moody pregunto. ’ ¿Severus Snape?’. Entonces la figura de polvo alcanzó el final del vest´ıbulo y se lanzó sobre él, alzando su mano muerta.
“No fui yo quien te mató, Albus,” dijo una voz tranquila.
La maldición se rompió. La figura explotó de nuevo, y fue imposible divisar al recién llegado a través de la densa nube gris que esta dejó atrás.
Harry apuntó su varita en medio de ella.
“¡No te muevas!”
Hab´ıa olvidado el retrato de la Se˜nora Black. Al oir su grito, las cortinas que la ocultaban se abrieron y ella empezó a gritar ’Sangresucia y basura deshonrando mi casa...’.
Ron y Hermione se lanzaron escaleras abajo tras Harry, apuntando con las varitas, como él con la suya, al hombre desconocido que ahora estaba de pie con los brazos alzados en el vest´ıbulo de abajo.
“¡Alto el fuego, soy Remus!”
“Oh, gracias a Dios,” dijo Hermione débilmente, apuntando con su varita al retrato de la Se˜nora Black; con una detonación, las cortinas se cerraron de nuevo y se hizo el silencio. Ron también bajó su varita, pero Harry no.
“¡Muéstrate!” gritó.
Lupin se adelantó hasta la luz de la lampara, con las manos todav´ıa alzadras en un gesto de rendición.
“Soy Remus John Lupin, hombrelobo, algunas veces conocido como Lunático, uno de los cuatro creadores del Mapa del Merodeador, casado con Nymphadora, normalmente llamada Tonks, y te ense˜né como producir un Patronus, Harry, que tiene forma de ciervo.”
“Oh, está bien,” dijo Harry, bajando la varita, “pero ten´ıa que comprobarlo, ¿verdad?”
“Hablando como tu exprofesor de Defensa Contra las Artes Oscura, tengo que estar de acuerdo con que ten´ıas que comprobarlo. Ron, Hermione, no deber´ıais ser tan rápidos bajando vuestras defensas.”
Corrieron escaleras abajo hacia él. Envuelto en su gruesa capa negra de viaje, parec´ıa exhausto, pero se alegraron de verle.
“¿No hay rastro de Severus entonces?” preguntó.
CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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“No,” dijo Harry. “¿Qué está pasando? ¿Todo el mundo está bien?”
“Si” dijo Lupin, “pero todos estamos siendo vigilados. Hay un par de mortifagos fuera en la plaza.”
“Lo sabemos...”
“Tuve que Aparecerme exactamente en el escalón superior de la entrada para asegurar-me de que no me vieran. No deben saber que estás aqu´ı, o estoy seguro de que tendr´ıan más gente fuera, han estado escarbando por todas partes buscando cualquier conexión contigo, Harry. Vamos abajo, tengo mucho que contaros, y quiero saber qué ocurrió después de que abandonárais la Madriguera.”
Descendieron a la cocina, donde Hermione se˜naló con su varita a la chimenea. Un fuego surgió instantáneamente. Eso proporcionó una ilusión de comodidad sobre las sombr´ıas paredes de piedra y brillo a la larga mesa de madera. Lupin sacó unas pocas cervezas de mantequilla de debajo de su capa de viaje y se sentaron.
“Estuve aqu´ı hace tres d´ıas pero ten´ıa que librarme de los mortifagos que me iban a la zaga,” dijo Lupin “¿Entonces vin´ısteis directamente aqu´ı después de la boda?”
“No,” dijo Harry. “Solo depués de que toparamos con un par de mortifagos en un café de Tottenham Court Road.”
Lupin se derramó casi toda su cerveza en la pechera.
“¿Qué?”
Explicaron lo que hab´ıa ocurrido, cuando hubieron terminado Lupin parec´ıa consternado
“¿Pero como os encontraron tan rápidamente? Es imposible seguir a alguien que Desaparece, a menos que los agarres mientras desaparecen.”
“Y no parece muy problable que estén sencillamente patrullando Tottenham Court Road todo el tiempo, ¿verdad?” dijo Harry.
“No preguntábamos” dijo Hermione tentativamente, “si Harry no podr´ıa estar todav´ıa bajo el control del Rastro.”
“Imposible,” dijo Lupin. Ron se mostró arrogante y Harry se sintió enormemente aliviado. “Dejando cualquier otra cosa aparte, estar´ıan seguros de que Harry está aqu´ı si todav´ıa pudieran Rastrearle, ¿verdad? Pero no se me ocurre como pudieron seguiros a Tottenham Court Road, eso me preocupa, me preocupa realmente.”
Pareció perturbado, pero por mucho que a Harry le preocupara eso, la cuestión pod´ıa esperar.