123282.fb2
Harry se sintió enfermo y furioso. Es este momento, excitados chicos y chicas de once a˜nos estar´ıan enfrascados en la lectura de un montón de libros de hechizos recién comprados, ignorando que nunca ver´ıan Hogwarts, que quizás nunca volver´ıan a ver a sus familias tampoco.
“Es... es...” murmuró, luchando por encontrar las palabras que hicieran justicia al horror de sus pensamientos, pero Lupin dijo quedamente.
“Lo sé.”
Lupin dudó.
“Entenderé que no puedas confirmar esto, Harry, pero la Orden tiene la impresión de que Dumbledore te encargó una misión.”
“Lo hizo” replicó Harry, “y Ron y Hermione están al tanto y vienen conmigo.”
“¿Puedes confiarme en qué consiste esa misión?”
Harry miró a la cara prematuramente envejecida, enmarcada por espeso pero canoso pelo, y deseó darle una respuesta diferente.
“No puedo Remus. Lo siento. Si Dumbledore no te lo contó no creo que yo pueda.”
“Sab´ıa que dir´ıas eso,” dijo Lupin, parec´ıa decepcionado. “Pero aún as´ı podr´ıa serte de alguna utilidad. Ya saber lo que soy y lo que puedo hacer. Podr´ıa ir con vosotros y proporcionaros protección. No habr´ıa necesidad de que me contaras exactamente lo que estás tramando.”
Harry dudó. Era una oferta muy tentadora, aunque como podr´ıan mantener su misión en secreto para él si estaba con ellos todo el tiempo era algo que no alcanzaba a imaginar.
Hermione, sin embargo, se quedó perpleja.
“¿Pero y qué hay de Tonks?” preguntó.
“¿Qué pasa con ella?” dijo Lupin.
“Bueno,” dijo Hermione, frunciendo el ce˜no. “¡Estás casado! ¿Cómo va a sentirse ella CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
121
si te largas con nosotros?”
“Tonks estará perfectamente a salvo” dijo Lupin. “Estará en casa de sus padres.”
Hab´ıa algo extra˜no en el tono de Lupin; era casi fr´ıo. Hab´ıa algo raro en la idea de Tonks ocultándose en casa de sus padres; ella era, después de todo, un miembro de la Orden y, por lo que Harry sab´ıa de ella, probablemente querr´ıa estar en medio de la acción.
“¿Remus” dijo Hermione tentativamente, “todo va bien... ya sabes... entre vosotros...”
“Todo va bien, gracias,” dijo Lupin bruscamente.
Hermione se puso colorada. Hubo una pausa, una torpe y embarazosa, y después Lupin dijo, con aire de estar obligándose a s´ı mismo a admitir algo desagradable.
“Tonks está embarazada.”
“¡Oh, maravilloso!” chilló Hermione.
“¡Excelente!” dijo Ron entusiamado.
“Felicidades,” dijo Harry.
Lupin les dedicó una sonrisa tan artificial que fue más bien una mueca, después dijo:
“¿Entonces... aceptas mi oferta? ¿Los tres se convertirán en cuatro? No puedo creer que Dumbledore lo hubiera desaprovado, me designó como vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, después de todo. Y debo deciros que creo que nos enfrentamos a una magia que muchos de nosotros nunca podimos preveer o imaginar.”
Ron y Hermione miraron ambos a Harry.
“Solo... solo para dejarlo claro” dijo él. “¿Quieres dejar a Tonks en casa de sus padres y venir con nosotros?”
“Estará perfectamente a salvo all´ı, ellos se ocuparán de ella,” dijo Lupin. Hablaba con una determinación que rayaba en la indiferencia. “Harry, estoy seguro de que James habr´ıa deseado que me quedara contigo.”
“Bueno” dijo Harry lentamente. “Yo no. Estoy bastante seguro de que mi padre habr´ıa querido saber por qué no te quedabas con tu propio hijo, en realidad.”
La cara de Lupin perdió todo color. La temperatura de la cocina podr´ıa haber ca´ıdo diez grados. Ron recorr´ıa la habitación con la mirada como si estuviera aprendiéndosela de memoria mientras los ojos de Hermione saltaban de Harry a Lupin.
“No lo entiendes” dijo Lupin al fin.
“Expl´ıcamelo entonces” dijo Harry.
Lupin tragó.
“Yo... comet´ı un grave error casándome con Tonks. Lo hice contra mi buen juicio y me he arrepentido mucho desde entonces.”
“Ya veo” dijo Harry, “¿as´ı que te deshaces de ella y del ni˜no y sales corriendo con nosotros?”
Lupin saltó sobre sus pies. Su silla cayó hacia atrás, y les miró tan ferozmente que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo bajo la cara humana.
“¿No entiendes lo que he hecho a mi mujer y a mi hijo nonato? ¡Nunca deb´ı casarme con ella, la he convertido en una paria!”
CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
122
Lupin pateó a un lado la silla que hab´ıa volcado.
“¡Tú solo me has visto entre los de la Orden, o bajo la protección de Dumbledore en Howargts! ¡No sabes como ve la mayor´ıa del mundo mágico a las criaturas como yo!
Cuando conozcen mi afección, a penas pueden hablarme. ¿No ves lo que he hecho? Incluso su propio familia está disgustada con nuestro matrimonio, ¿qué padres querr´ıan que su única hija se casara con un hombrelobo? Y el ni˜no... el ni˜no...”
Lupin realmente se estaba arrancando manojos de pelo; parec´ıa bastante trastornado.
“¡Mi raza normalmente no procrea! Será como yo, estoy convencido de ello... ¿como puedo perdonarme a m´ı mismo, cuando sab´ıa que me arriesgaba a pasar mi propia condición a un ni˜no inocente? ¡Y si, por algún milagro no es como yo, será mejor, un millón de veces mejor, no tener un padre del que siempre tuviera que sentirse avergonzado!”
“¡Remus!” susurró Hermione, con lágrimas en los ojos. “No digas eso... ¿cómo podr´ıa ningún ni˜no avergonzarte de ti?”
“Oh, no sé, Hermione,” dijo Harry. “Yo estoy bastante avergonzado de él.”