123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 56

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Salieron del callejón juntos. Cincuenta yardas a lo largo de la acera atestada hab´ıa barandillas negras que bordeaban dos juegos de escalones, uno etiquetado como CABALLEROS y otro DAMAS.

CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA

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“Os veo en un momento entonces” dijo Hermione nerviosamente, y bajó tambaleante los escalones de DAMAS. Harry y Ron se unieron a un buen número de hombres extra˜namente vestido que descend´ıan a lo que parec´ıa ser un ba˜no público subterráneo ordinario, azulejado de mugriento blanco y negro.

“¡Buenos d´ıas, Reg!” llamó otro mago de túnica azul marina y se metió en un cub´ıculo insertando su ficha dorada en una ranura de la puerta. “Menudo grano en el culo, este,

¿eh? ¡Obligarnos a todos a ir al trabajo de esta forma! ¿Quién creen que va a colarse dentro, Harry Potter?”

El mago rugió de risa ante su propia ocurrencia. Ron soltó una risita forzada.

“Si,” dijo “estúpido, ¿verdad?”

Y él y Harry se metieron un cub´ıculos adyacentes.

De derecha e izquierda a Harry le llegaba el ruido de tirar de la cadena. Se agachó y espió a través de la abertura del fondo del cub´ıculo, justo a tiempo para ver un par de pies calzados con botas entrár en el ba˜no de la puerta de al lado.

Miró a la izquierda y vio a Ron parpadeando hacia él.

“¿Tenemos que tirarnos por el retrete?” susurró.

“Busca como,” le respondió Harry en susurros; su voz salió profunda y grave.

Se pusieron ambos de pie. Sintiéndose excepcionalmente tonto, Harry trepó al retrete Supo al instante que hab´ıa hecho lo correcto; a pesar de que parec´ıa estar de pie en el agua, sus zapatos, pies y ropa permanec´ıan secos. Extendió la mano hacia arriba, tiró de la cadena, y al momento siguiente bajaba zumbando por un corto tobogán, emergiendo de una chimenea en el Ministerio de Magia.

Se puso en pie torpemente. Hab´ıa en él un montón más cuerpo del que estaba acostumbrado a manejar. El grandioso atrio parec´ıa más oscuro de lo que Harry recordaba.

Anteriormente una fuente doraba hab´ıa llenado el centro del vest´ıbulo, lanzando chorros dorados de luz sobre la madera pulida del suelo y las paredes. Ahora una estatua gigante de piedra negra dominaba la escena. Era bastante aterradora, una vasta escultura de una bruja y un mago sentados en tronos muy ornamentados, bajando la mirada hacia los trabajadores del Ministerio que sal´ıan despedidos de las chimeneas bajo ellos. Grabadas en letras de treinta cent´ımetros de altura en la base de la estatura estaban las palabras LA MAGIA ES PODER.

Harry recibió un fuerte golpe en la parte de atrás de las piernas; otro mago acababa de salir de la chimenea tras él.

“¡Fuera de mi camino, no puedes... oh, lo siento, Runcorn!”

Claramente asustado, el mago parcialmente calvo se apresuró a alejarse. Aparentemente el hombre al que Harry estaba representando, Runcorn, era intimidante.

“¡Psst!” dijo una voz, y miró alrededor para ver a una bruja de cabello corto y al mago de aspecto perruno de Mantenimiento Mágico gesticulando hacia él junto a la estatua.

Harry se apresuró a unirse a ellos.

“¿Todo bien entonces?” susurró Hermione a Harry.

“No, todav´ıa está embutido dentro de ese cerdo” dijo Ron.

“Oh, muy divertido... es horrible, ¿verdad?” dijo a Harry, que estaba mirando la estatua. “¿Ves en qué están sentados?”

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Harry miró más atentamente y comprendió que lo que hab´ıa pensado que eran tronos con tallas decorativas eran en realidad montones de seres humanos esculpidos; cientos y cientos de cuerpos desnudos, hombres, mujeres y ni˜nos, todos con caras bastante estúpidas y feas, retorcidos y presionados todas juntas para soportar el peso del los magos bien vestidos.

“Muggles” susurró Hermione. “En el lugar que les corresponde. Vamos, entremos.”

Se unieron a la marea de brujas y magos que avanzaban hacia las verjas doradas al final del vest´ıbulo, mirando alrededor e intentando parecer tan poco sospechosos como fuera posible, pero no hab´ıa se˜nales de la inconfundible figura de Dolores Umbridge. Pasaron a través de las verjas a un vest´ıbulo más peque˜no donde se formaban colas delante de veinte rejas doradas que albergaban otros tantos ascensores.

“¡Cattermole!”

Miraron alrededor; el estómago de Harry dio un vuelco. Uno de los mortifagos que hab´ıan presenciado la muerte de Dumbledore se acercaba a zancadas a ellos. Los trabajadores del Ministerio que estaban junto a ellos se quedaron en silencio, el hombre frunc´ıa el ce˜no, su cara ligeramente animal contrastaba extra˜namente con su magn´ıfica y abrumadora túnica, bordada con mucho hilo dorado. Algunos de entre la multitud que se reun´ıa alrededor de los ascensores gritaron aduladoramente: ¡Buenos d´ıas Yaxleay!. Yaxley los ignoró.

“Solicité a alguien de Mantenimiento Mágico para ocuparse de mi oficina, Cattermole.

Todav´ıa está lloviendo all´ı.

Ron miró alrededor como si esperara que algún otro interviniera, pero nadie habló.

“¿Lloviendo... en su oficina? Eso... Eso no es bueno, ¿verdad?”

Ron soltó una risa nerviosa. Los ojos de Yaxley se abrieron de par en par.

“Crees que es divertido, Cattermole, ¿verdad?”

Un par de brujas se separaron de la cola del ascensor y se alejaron apresuradamente.

“No” dijo Ron. “No, por supuesto...”

“¿Comprendes que voy de camino abajo para interrogar a tu esposa, Cattermole? De hecho, me sorprende bastante que no estés all´ı abajo cogiéndola de la mano mientras espera. Ya la has dado por perdida, ¿verdad? Probablemente sabio. Asegúrate de casarte con una sangrepura la próxima vez.”

Hermione emitió un peque˜no grito de horror. Yaxley la miró. Ella tosió débilmente y se giró.

“Yo... yo...” tartamudeó Ron.

“Pero si mi esposa fuera acusada de ser una nacida muggle” dijo Yaxley “... no es que ninguna mujer con la que yo me casara pudiera ser confundida con esa basura... y el Jefe del Departamento de Refuerzo de la Ley Mágica necesitara que se hiciera un trabajo, convertir´ıa en mi prioridad hacer ese trabajo, Cattermole. ¿Me comprendes?”

“Si” murmuró Ron.

“Entonces atiéndelo, Cattermole, y si mi oficina no está completamente seca dentro de una hora, el Estatus de Sangre de tu mujer será más grave incluso de lo que ya es ahora.”

La reja dorada ante ellos se abrió traqueteando. Con un asentimiento y una sonrisa complacida a Harry, de quien evidentemente se esperaba que apreciara este tratamiento CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA

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a Cattermole, Yaxley se alejó hacia el otro ascensor. Harry, Ron y Hermione entraron en el suyo, pero nadie les siguió. Era como si fueran contagiosos. Las rejas se cerraron con un sonido metálico y el ascensor empezó a subir.

“¿Qué voy a hacer?” preguntó Ron a los otros dos, parec´ıa afligido. “Si no aparezco, mi esposa... quiero decir la esposa de Cattermole...”

“Iremos contigo, deber´ıamos permanecer juntos...” empezó Harry pero Ron sacudió la cabeza fervorosamente.