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La se˜nora Cattermole sollozó todav´ıa con más fuerza.
“Están asustados, creen que tal vez no vuelva a casa...”
“Ahórremos eso” le espetó Yaxley. “Los mocosos de los sangre sucia no despiertan nuestra compasión.”
Los sollozos de la se˜nora Cattermole ocultaron los pasos de Harry cuando se fue acercando con cautela hacia los escalones que llevaban a la elevada plataforma. En el momento en que pasó junto al lugar donde el patronus de gato se mov´ıa, sintió el cambio de la temperatura: ah´ı todo era cálido y confortable. El patronus, estaba seguro, era de Umbridge, y brillaba con tanta intensidad por lo contenta que estaba ella de estar all´ı, en su elemento, aplicando las retorcidas leyes que hab´ıa ayudado a redactar. Despacio y con mucha cautela fue bordeando la plataforma por detrás de Umbridge, Yaxley, y Hermione, sentándose detrás de esta. Estaba preocupado por si hac´ıa saltar a Hermione. Pensó en lanzar el encantamiento Muffliato sobre Umbridge y Yaxley, pero hasta murmurar la palabra podr´ıa alarmar a Hermione. Entonces Umbridge elevó la voz para dirigirse a la se˜nora Cattermole, y Harry aprovechó su oportunidad.
“Estoy detrás de ti” le murmuró a Hermione al o´ıdo.
CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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Como hab´ıa esperado, ella saltó con tanta violencia que casi derramó el bote de tinta con el que se supon´ıa que ten´ıa que registrar la entrevista, pero Umbridge y Yaxley estaban concentrados en la se˜nora Cattermole, por lo que no lo advirtieron.
“Le fue confiscada una varita a su llegada al Ministerio hoy, se˜nora Cattermole” estaba diciendo Umbridge. “Veintidós cent´ımetros, madera de cerezo, núcleo de pelo de unicornio.
¿Reconoce esa descripción?”
La se˜nora Cattermole asintió, limpiándose los ojos con la manga.
“¿Podr´ıa decirnos por favor de qué mago o bruja tomó esa varita?”
“¿T-tomar?” sollozó la se˜nora Cattermole. “No se la q-quité a nadie. La c-compré cuando ten´ıa once a˜nos. Me... me... me... eligió.”
Lloró todav´ıa con más fuerza que antes.
Umbridge dejó escapar una risa suave e infantil que hizo que Harry deseara atacarla.
Se inclinó hacia delante sobre la barrera, para observar mejor a su v´ıctima, y algo dorado también se inclinó y se balanceó en el vac´ıo: el guardapelo.
Hermione lo hab´ıa visto; dejó escapar un peque˜no chillido, pero Umbridge y Yaxley, todav´ıa concentrados en su presa, estaban sordos a todo lo demás.
“No” dijo Umbridge, “no, creo que no, se˜nora Cattermole. Las varitas sólo escogen a magos o brujas. Usted no es una bruja. Aqu´ı tengo las respuestas al cuestionario que le fue enviado... Mafalda, pásamelas.”
Umbridge estiró una peque˜na mano: en ese momento se parec´ıa tanto a un sapo, que Harry se sorprendió bastante de no ver membranas entre los rechonchos dedos. Las manos de Hermione temblaban por la conmoción. Rebuscó en una pila de documentos colocados en la silla que ten´ıa a su lado, finalmente sacando un fajo de pergaminos con el nombre de la se˜nora Cattermole.
“Eso es... eso es bonito, Dolores” dijo, se˜nalando al colgante que brillaba sobre los fruncidos pliegues de la blusa de Umbridge.
“¿Qué?” replicó Umbridge, bajando la vista. “Oh, s´ı... una vieja reliquia familiar.”
dijo, dándole golpecitos al guardapelo que descansaba sobre su amplio pecho. “La S es de Selwyn... estoy emparentada con los Selwyn... De hecho, hay pocas familias de sangre pura con las que no estoy emparentada... una pena” continuó en voz más alta, pasando sobre el cuestionario de la se˜nora Cattermole, “que no se pueda decir lo mismo de usted.
Profesión de los padres: verduleros.”
Yaxley se rió con mofa. Abajo, el peludo gato plateado patrullaba de arriba abajo, y los dementores segu´ıan esperando en las esquinas.
Fue la mentira de Umbridge la que hizo que a Harry se le subiese la sangre al cerebro y olvidase su sentido de la precaución... que el guardapelo que hab´ıa tomado como soborno de un insignificante criminal fuera usado para reforzar sus credenciales de pura sangre. Levantó la varita, sin ni siquiera preocuparse de mantenerla oculta bajo la capa de Invisibilidad y dijo:
“¡Desmaius! ”
Hubo un destello de luz roja; Umbridge se derrumbó y su frente golpeó el borde de la balaustrada; los papeles de la se˜nora Cattermole se deslizaron de su regazo hasta el suelo, y por debajo, el gato plateado que merodeaba se desvaneció. Un aire helado los golpeó como un viento en dirección contraria. Yaxley, confuso, miró alrededor buscando la fuente del CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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problema y vio la mano sin cuerpo de Harry y la varita apuntándolo. Intentó sacar su propia varita, pero fue demasiado tarde.
“¡Desmaius! ”
Yaxley se deslizó hasta el suelo para yacer enroscado.
“¡Harry!”
“Hermione, si crees que me iba a quedar ah´ı sentado y dejar que ella fingiese...”
“¡Harry, la se˜nora Cattermole!”
Harry se dio la vuelta, quitándose la Capa de Invisibilidad. Abajo, los dementores se hab´ıan movido de las esquinas; se estaban deslizando hacia la mujer encadenada en la silla. Ya fuese porque el patronus se hab´ıa desvanecido o porque sent´ıan que sus amos ya no ten´ıan el control, parec´ıan haber abandonado la contención.
La se˜nora Cattermole dejó escapar un terrible grito de miedo cuando una mano viscosa y con costras le agarró el mentón y le inclinó la cabeza hacia atrás.
“¡EXPECTO PATRONUM! ”
El ciervo plateado salió disparado de la punta de la varita de Harry y saltó hacia los dementores, que retrocedieron y se fundieron de nuevo en las sombras. La luz del ciervo, más poderosa y cálida que la protección del gato, llenó la mazmorra por completo mientras cabalgaba a medio galope por la habitación.
“Coge el horrocrux” le dijo Harry a Hermione.
Bajó de nuevo por los escalones, guardando la Capa de Invisibilidad en su mochila, y se acercó a la se˜nora Cattermole.
“¿Tú?” susurró ella, mirando su cara. “¡Pero... pero Reg dijo que eras el que hab´ıa presentado mi nombre para los interrogatorios!”
“¿Lo hice?” farfulló Harry, tirando de las cadenas que le inmovilizaban los brazos.
“Bueno, he cambiado de idea. ¡Diffindo! ” no pasó nada. “Hermione, ¿cómo me deshago de estas cadenas?”
“Espera, estoy intentando algo aqu´ı arriba...”
“Hermione, ¡estamos rodeados de dementores!”
“Lo sé Harry, pero si se despierta y no tiene el medallón... necesito duplicarlo... ¡Ge-minio! As´ı... esto deber´ıa enga˜narla...”
Hermione bajó corriendo las escaleras.
“Veamos... ¡Relashio! ”
Las cadenas hicieron un ruido metálico y retrocedieron en los apoyabrazos de la silla.