123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 72

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“¡Mis padres están muertos!” rugió Harry.

“¡Y los m´ıos podr´ıan estar en el mismo camino!” gritó Ron.

“Entonces ¡VETE!” rugió Harry. “Regresa con ellos, pretende que te recuperaste del Spattergroit y tu madre podrá alimentarte bien y...”

Ron hizo un movimiento súbito. Harry reaccionó, pero antes de que cualquiera de las dos varitas estuviera fuera de los bolsillos de sus propietarios, Hermione hab´ıa levantado la suya.

“¡Protego! ” gritó, y un escudo invisible se extendió entre ella y Harry de un lado y Ron del otro; todos ellos se vieron forzados a retroceder unos pocos pasos por la fuerza del hechizo, y Harry y Ron se miraban insistentemente a cada lado de la transparente barrera como si se vieran claramente uno al otro por primera vez. Harry sintió un odio corrosivo contra Ron. Algo se hab´ıa roto entre ellos.

“Deja el Horcrux.” dijo Harry.

Ron se pasó la cadena por sobre la cabeza y tiró el relicario sobre una silla cercana.

Se giró hacia Hermione.

CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES

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“¿Que vas a hacer?”

“¿A que te refieres?”

“¿Te quedas, o qué?”

“Yo...” se ve´ıa angustiada. “Si...si, me quedo. Ron, dijimos que ir´ıamos con Harry.

Dijimos que lo ayudar´ıamos.”

“Lo entiendo. Lo eliges a él.”

“Ron, no... por favor... regresa, ¡Regresa!”

Se vio obstruida por su propio encantamiento escudo; para cuando lo hubo levantado él ya hab´ıa salido rabiando hacia la noche. Harry permaneció inmóvil y en silencio, escuchándola sollozar y gritar el nombre de Ron entre los árboles.

Después de unos pocos minutos regresó, el empapado cabello pegado contra la cara.

“¡Se ha i-i-ido! ¡Se ha Desaparecido!”

Se tiró sobre una silla, se encogió sobre s´ı misma, y empezó a llorar.

Harry se sent´ıa aturdido. Se detuvo, levantó el Horcrux, y lo colocó alrededor de su cuello. Sacó las mantas de la litera de Ron y las tiró sobre Hermione. Luego trepó a su propia cama y miró al oscuro techo de lona, escuchando el repiqueteo de la lluvia.

Cap´ıtulo 16

El Valle de Godric

Cuando Harry se despertó al d´ıa siguiente transcurrieron algunos segundos antes de que recordara lo que hab´ıa pasado. Luego esperó, infantilmente, que todo hubiera sido un sue˜no, que Ron aún estuviera ah´ı y nunca se hubiera ido. Pero al girar la cabeza sobre la almohada pudo ver la cama de Ron vac´ıa. Apartó los ojos sin expresión alguna.

Harry bajó de un salto de su propia cama, manteniendo la vista apartada de la de Ron.

Hermione, que ya estaba ocupada en la cocina, no le dio los buenos d´ıas, sino que desvió la mirada cuando él entró.

Se ha ido, se dijo Harry a s´ı mismo. Se ha ido. Se tuvo que repetir lo mismo mientras se ba˜naba y se vest´ıa, como si repitiéndolo pudiera insensibilizarse de la conmoción. Se ha ido y no va a regresar. Y era la pura verdad, Harry lo sab´ıa, porque los encantamientos protectores har´ıan imposible que Ron, una vez dejaran este sitio, los encontrara otra vez.

Él y Hermione tomaron el desayuno en silencio. Los ojos de Hermione estaban rojos e hinchados; parec´ıa que no hubiera dormido nada. Empacaron sus cosas, Hermione ha-ciéndolo demasiado despacio. Harry sab´ıa por qué quer´ıa alargar su estancia en la ladera del r´ıo; varias veces la vio con mirada vigilante, y estaba seguro de que se enga˜naba a s´ı misma pensando que hab´ıa escuchado pasos a través de la pesada lluvia, pero ninguna figura pelirroja apareció entre los árboles. Cada vez que Harry hac´ıa la imitaba, y miraba alrededor (no pod´ıa evitar tener un poco de esperanza, el también), no ve´ıa nada más que el bosque barrido por la lluvia, y una peque˜na porción de furia explotaba dentro de él. Pod´ıa escuchar a Ron diciendo, ’ ¡Pensábamos que sab´ıas lo que hac´ıas!’y terminó de empacar con un fuerte nudo en la boca del estómago.

A su lado, el lodoso r´ıo estaba creciendo rápidamente y pronto se desbordar´ıa sobre su margen. Se hab´ıan retrasado una hora larga sobre el momento en que hubieran levantado el campamento en condiciones normales. Al final, después de rehacer tres veces completas el equipaje en el bolso bordado, Hermione parec´ıa incapaz de encontrar más razones para retrasarse: ella y Harry se cogieron de la mano y se Desaparecieron, reapareciendo sobre una ventosa ladera cubierta de brezos.

En el instante que llegaron, Hermione soltó la mano de Harry y se alejó de él, sentándose finalmente sobre una gran roca, su cara sobre las rodillas, sacudiéndose con lo que él sab´ıa eran sollozos. La observó, sabiendo que deber´ıa ir a consolarla, pero algo lo manten´ıa atado a donde estaba. Sent´ıa su interior fr´ıo y encogido: nuevamente vio la expresión desde˜nosa en la cara de Ron. Harry echó a andar a grandes zancadas a través de los brezos, caminando en un gran c´ırculo con centro en la desconsolada Hermione, conjurando los hechizos que sol´ıa hacer ella para garantizar su seguridad.

No hablaron de Ron en el transcurso de los siguientes d´ıas. Harry hab´ıa decidido no 178

CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC

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volver a mencionar su nombre, y Hermione parec´ıa saber que ser´ıa inútil forzar el tema, aunque a veces, por las noches, cuando ella pensaba que estaba dormido, pod´ıa escuchar-la llorar. Mientras tanto, Harry hab´ıa comenzado a sacar el Mapa del Merodeador y a examinarlo a la luz de su varita. Estaba esperando el momento en el que el punto etiquetado con el nombre de Ron pudiera aparecer en los corredores de Hogwarts, probando que hab´ıa regresado a la comodidad del castillo, protegido por su estatus de sangre pura.

Sin embargo, Ron no apareció en el mapa, y con el tiempo, Harry se encontró sacándolo solamente para observar el nombre de Ginny en el dormitorio de las ni˜nas, deseando que la intensidad con la que lo miraba pudiera entrar en su sue˜no, de manera que ella supiera de una u otra forma que él estaba pensando en ella, deseando que estuviera bien.

Por el d´ıa, se dedicaban a tratar de determinar los posibles lugares donde pudiera estar la espada de Gryffindor, pero cuanto más hablaban de los sitios en los que Dumbledore pudiera haberla escondido, su especulación se volv´ıa más desesperada y menos atractiva.

Aunque se devanó los sesos todo lo que pudo, Harry no pod´ıa recordar que Dumbledore hubiera mencionado alguna vez un lugar donde pudiera esconder algo. Hubo momentos en que no supo si estaba más enojado con Ron o con Dumbledore. Pensábamos que sab´ıas lo que hac´ıas... Pensábamos que Dumbledore te hab´ıa dicho qué hacer... ¡Pensábamos que ten´ıas un plan de verdad!

No pod´ıa enga˜narse: Ron estaba en lo cierto. Dumbledore no le hab´ıa dejado virtualmente nada. Hab´ıan descubierto un Horrocrux, pero no ten´ıan medios para destruirlo.

Los otros segu´ıan siendo tan inalcanzables como lo hab´ıan sido siempre. La desesperanza amenazaba con hundirlo. Ahora titubeaba pensando en su presunción al aceptar la oferta de sus amigos de acompa˜narlo en este viaje errante y sin sentido. No sab´ıa nada, no ten´ıa ideas, y estaba constante y dolorosamente alerta a cualquier signo de que Hermione también fuera a decirle que ya hab´ıa tenido suficiente, que se iba.

Pasaban muchas noches en casi total silencio, y Hermione empezó a sacar el retrato de Phineas Nigellus y a colocarlo en una silla, como si fuera a llenar parte del vac´ıo que Ron dejó con su partida. A pesar de su previa advertencia de que no los visitar´ıa más, Phineas Nigellus no parec´ıa capaz de resistir la oportunidad de saber más acerca de lo que Harry planeaba, y consent´ıa en reaparecer, con los ojos vendados, cada pocos d´ıas. Harry incluso se alegraba de verlo, porque era compa˜n´ıa, aunque fuera de un tipo despreciativo y se burlara de ellos. Saciaron su ansia de noticias acerca de lo que estaba pasando en Hogwarts, aunque Phineas Nigellus no era un informante ideal. Veneraba a Snape, el primer director de Slytherin desde que él hab´ıa dirigido la escuela, y ten´ıan que tener cuidado de no criticar o hacer preguntas impertinentes sobre Snape, o Phineas Nigellus abandonaba el retrato instantáneamente.

Sin embargo, dejó caer ciertos fragmentos. Snape parec´ıa estar enfrentando un constante aunque débil mot´ın de un amplio grupo de estudiantes. A Ginny se le hab´ıa prohibido ir a Hogsmeade. Snape hab´ıa retomado el viejo decreto de Umbridge prohibiendo reuniones de tres o más estudiantes o la creación de cualquier sociedad estudiantil no oficial.

De todas estas cosas, Harry dedujo que Ginny, y probablemente Neville y Luna con ella, estaban haciendo todo lo que pod´ıan para continuar con el Ejército de Dumbledore.

Estas escasas noticias hicieron que Harry deseara ver a Ginny tan desesperadamente como cuando deseas que se te cure pronto un dolor de estómago; pero también le hizo pensar en Ron otra vez, y en Dumbledore, y en el mismo Hogwarts, que hab´ıa extra˜nado casi tanto como a su ex-novia. De hecho, mientras que Phineas Nigellus hablaba acerca de las medidas de Snape, Harry experimentó un peque˜no segundo de locura al imaginarse simplemente regresando a la escuela para unirse a la desestabilización del régimen de Snape: estando bien alimentado, y con una cómoda cama, y otras personas haciéndose cargo de CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC

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todo; parec´ıa la más maravillosa propuesta del mundo en ese momento. Pero luego recordó que era el Indeseable Número Uno, que hab´ıa un precio de diez mil galeones sobre su cabeza, y que estar en Hogwarts en esos d´ıas era tan peligroso como estar en el Ministerio de Magia. Sin darse cuenta, Phineas Nigellus enfatizaba este hecho al dejar caer preguntas casuales acerca de dónde estaban Harry y Hermione. Cada vez que lo hac´ıa, Hermione lo envolv´ıa nuevamente en la bolsa de cuentas, y Phineas Nigellus invariablemente rehusaba reaparecer hasta varios d´ıas después de esas despedidas tan poco ceremoniosas.

El clima se volvió más y más fr´ıo. No se atrev´ıan a permanecer en un lugar demasiado tiempo, aunque permanec´ıan en el sur de Inglaterra, que era una dura región. El fr´ıo era la peor de sus preocupaciones, as´ı que continuaron errando arriba y debajo de la región, desafiando la falda de una monta˜na, donde el aguanieve aporreó la tienda; una amplia y plana ciénaga, donde la tienda se inundó con agua fr´ıa; y una peque˜na isla en medio de un lago, donde la nieve cubrió la tienda hasta la mitad durante la noche.

Hab´ıan comenzado a colocar árboles de Navidad con luces parpadeantes en algunas ventanas del salón antes de que llegara la noche, cuando Harry decidió sugerir, de nuevo, lo que le parec´ıa la única ruta sin explorar que les quedaba. Acababan de terminar una inusual merienda: Hermione hab´ıa ido al supermercado bajo la Capa de Invisibilidad (dejando escrupulosamente el dinero dentro de una caja registradora abierta antes irse), y Harry pensó que podr´ıa estar más persuadible de lo normal con el estómago lleno, gracias a los espagueti bolo˜nesa y a las peras enlatadas. También hab´ıa tenido la previsión de sugerir que tomaran algunas horas de descanso de llevar el Horrocrux, que estaba colgando sobre la cama a su lado.

“¿Hermione?”

“¿Mmm?” Estaba acurrucada en un de los sillones combados con Las Aventuras de Beedle el Bardo. No pod´ıa imaginar cuanto tiempo más iba a estar pegada al libro, que no fue, después de todo, demasiado; pero evidentemente aún estaba descifrando algo en él, porque El silabario del Hechicero permanec´ıa abierto en un brazo del sillón.