123282.fb2 Harry Potter and The Deathly Hallows - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 84

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CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA

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¿Qué era, se preguntó Harry a s´ı mismo (paseando de nuevo), lo que le hab´ıa dicho Dumbledore la última vez que hab´ıa recuperado la espada? Solo un verdadero Gryffindor podr´ıa haber sacado eso del Sombrero. ¿Y cuales eran las cualidades que defin´ıan a un Gryffindor? Una vocecita en su cabeza le respondió: Su atrevimiento, nervio, y su valor diferencian a un Gryffindor.

Harry dejó de pasearse y dejó escapar un largo suspiro, su vaporoso aliento se dispersó rápidamente en el aire congelado. Sab´ıa lo que ten´ıa que hacer. Para ser honesto consigo mismo, hab´ıa pensado en ello desde el momento en que hab´ıa divisado la espada a través del hielo.

Miró de nuevo a los árboles circundantes, pero estaba convencido de que nadie iba a atacarle. Hab´ıan tenido su oportunidad cuando caminaba solo a través del bosque, hab´ıa habido muchas oportunidades mientras examinaba la charca. La única razón para retrasarlo era que la perspectiva de la acción inmediata era muy poco invitadora.

Con dedos torpes Harry empezó a quitarse las muchas capas de ropa. En cuanto a donde entraba el ’valorén esto, pensó resentido, no estaba muy seguro, a menos que contara como valor que no hubiera llamado a Hermione para hacerlo en su lugar.

Una lechuza ululó en alguna parte mientras se desnudaba, y pensó con una punzada de dolor en Hedwig. Ahora estaba temblando, sus dientes casta˜neteaban horriblemente, aunque continuó desnudándose hasta que al fin estuvo all´ı en ropa interior, descalzo en la nieve. Colocó la bolsita que conten´ıa su varita, la carta de su madre, el trozo del espejo de Sirius, y la vieja Snitch encima de su ropa, después se˜naló con la varita de Hermione al hielo.

“Diffindo.”

Se agrietó con un sonido parecido al de disparar una bala en el silencio. La superficie de la charca se rompió y trozos de hielo oscuro se mecieron sobre el agua se ondeaba. Por lo que Harry pod´ıa juzgar, no era profunda, pero para recuperar la espada tendr´ıa que sumergirse completamente.

Contemplar la tarea venidera no la har´ıa más fácil o calentar´ıa más el agua. Se acercó al borde de la charca y colocó la varita de Hermione en el suelo, todav´ıa encendida. Después, intentando no imaginar el fr´ıo que estaba a punto de experimentar o lo violentamente que temblar´ıa, saltó.

Cada poro de su cuerpo gritó en protesta. El mismo aire de sus pulmones pareció con-gelarse y volverse sólido cuando se sumergió hasta los hombros en agua congelada. A penas pod´ıa respirar; temblaba tan violentamente que el agua lam´ıa los bordes de la charca, tanteó la hoja con su pie entumecido. Quer´ıa sumergirse solo una vez.

Calculó el momento de la inmersión total segundo a segundo, jadeando y temblando, hasta que se dijo a s´ı mismo que deb´ıa hacerse, reunió todo su coraje, y se sumergió. El fr´ıo era una agon´ıa. Le atacaba como fuego. Su mismo cerebro parec´ıa haberse congelado mientras empujaba a través del agua oscura hacia el fondo y extend´ıa la mano, buscando la espada. Sus dedos se cerraron sobre la empu˜nadura, tiró hacia arriba.

Entonces algo se cerró firmemente alrededor de su cuello. Pensó que eran algas aunque nada le hab´ıa rozado cuando se sumergió, y alzó la mano vac´ıa para liberarse. No eran algas. La cadena del Horrocrux se hab´ıa apretado y estaba apretando lentamente su tráquea.

Harry pateó salvajemente, intentando impulsarse de vuelta a la superficie, pero solo consiguió impulsarse contra el lado rocoso de la charca. Agitándose, ahogándose, asió la CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA

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cadena estranguladora, sus dedos congelados fueron incapaces de soltarla, y ahora hab´ıa luces estallando en su cabeza, e iba a ahogarse, no hab´ıa nada, nada que pudiera hacer, y los brazos que se cerraban alrdedor de su pecho seguramente eran de motigafos...

Tosiendo y vomitando, empapado y más fr´ıo de lo que hab´ıa estado nunca en su vida, se derrumbó bocabajo en la nieve. En alguna parte, cerca, otra persona jadeaba, tos´ıa y se tambaleaba. Hermione hab´ıa venido de nuevo al rescate, como hab´ıa hecho cuando el ataque... Aunque no parec´ıa ella, no con esas toses profundas, ni a juzgar por el peso de las pisadas.

Harry no ten´ıa fuerzas para alzar la cabeza y averiguar la identidad de su salvador.

Todo lo que pudo alzar fue una mano temblorosa hasta su garganta y palpar el lugar donde el guardapelo hab´ıa cortado firmemente su carne. Hab´ıa desaparecido. Alguien se lo hab´ıa cortado. Entonces una voz jadeande habló sobre su cabeza.

“¿Estas... loco?”

Nada excepto la sorpresa de oir esa voz podr´ıa haber dado a Harry las fuerzas necesarias para levantarse. Temblando violentamente, se puso en pie tambaleante. All´ı ante él estaba Ron, completamente vestido pero empapado del todo, con el pelo aplastado sobre la cara, la espada de Gryffindor en una mano y el Horrocrux colgando de su cadera rota en la otra.

“¿Por qué demonios” jadeó Ron, sujetando en alto el Horrocrux, que se balanceaba adelante y atrás en la corta cadena en una especie de parodia de hipnosis “no te quitaste esta cosa antes de sumergirte”

Harry no pod´ıa responder. La cierva plateada no hab´ıa sido nada, nada, comparado con la aparición de Ron, no pod´ıa creérselo. Temblando de fr´ıo, cogió la pila de ropa que todav´ıa yac´ıa al borde del agua y empezó a ponérsela. Mientras se pasaba jersey tras jersey sobre la cabeza, Harry miraba a Ron, medio esperando que hubiera desaparecido cada vez que le perd´ıa de vista, aunque ten´ıa que ser real. Acababa de tirarse a la charca, hab´ıa salvado la vida de Harry.

“¿Eras t-tú?” dijo Harry al fin, sus dientes casta˜neteaban, su voz era más débil de lo habitual dada su casi-estrangulación.

“Bueno, si” dijo Ron, ligeramente confuso.

“¿Tú lanzaste esa cierva?”

“¿Qué? ¡No, por supuesto que no! ¡Yo cre´ıa que hab´ıas sido tú!”

“Mi patronus es un ciervo.”

“Oh, si. Pensé que parec´ıa diferente. Sin cornamenta.”

Harry se puso la bolsita de Hagrid alrededor del cuello, poniéndose un último jersey, acercándose a recoger la varita de Hermione, y enfrentándose de nuevo a Ron.

“¿Cómo es que estás aqu´ı?”

Aparentemente Ron hab´ıa esperado que ese punto se tocara más adelante, si es que se tocaba.

“Bueno, yo... ya sabes... he vuelto. Si...” Se aclaró la garganta. “Ya sabes. Si todav´ıa me queréis aqu´ı.”

Hubo una pausa, en la cual el tema de la partida de Ron pareció alzarse como una pared entre ellos. Aunque estaba aqu´ı. Hab´ıa vuelto. Acababa de salvar la vida de Harry.

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Ron bajó la mirada a sus manos. Pareció momentáneamente sorprendido al ver las cosas que sujetada.

“Oh, si, saqué esto,” dijo, bastante innecesariamente, alzando la espada para que Harry la inspeccionara. “¿Saltaste por esto... verdad?”

“Si” dijo Harry. “Pero no lo entiendo. ¿Cómo llegaste aqu´ı? ¿Cómo nos encontraste?”

“Es una larga historia” dijo Ron. “Os he estado buscando durante horas, es un bosque grande, ¿verdad? Y justo estaba pensando en que iba a tener que dormir bajo un árbol y esperar a la ma˜nana cuando vi a la cierva y la segu´ı.”

“¿No viste a nadie más?”

“No” dijo Ron “Yo...”

Pero vaciló, mirando a dos árboles que crec´ıan cerca el uno del otro a algunas yardas de distancia.

“Creo que vi algo moverse all´ı, pero estaba corriendo hacia la charca en ese momento, porque hab´ıas entrado pero no sal´ıas, as´ı que no iba a hacer un desv´ıo para... ¡ey!”

Harry ya estaba corriendo hacia el lugar que Ron hab´ıa se˜nalado. Los dos robles crec´ıan bastante juntos, hab´ıa un hueco de solo unos cent´ımetros entre los troncos al nivel de los ojos, un lugar ideal para ver sin ser visto. La tierra alrededor de las ra´ıces, sin embargo,estaba libre de nieve, y Harry pudo ver que no hab´ıa ninguna se˜nal de pisadas.

Volvió adonde estaba Ron esperando, todav´ıa sujetando la espada y el Horrocrux.

“¿Hay algo?” preguntó Ron.

“No” dijo Harry.

“¿Entonces, que hac´ıa la espada en esa charca?”

“Quien quiera que lanzara el Patronus debe haberla puesto ah´ı.”