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Algo cayó al piso y rodó, brillando debajo de una silla: hab´ıa tirado la snitch al sacar la carta. Se agachó a recogerla, y el recién hallado pozo de descubrimientos le dio otro regalo, y el shock y la maravilla surgieron dentro de él de tal manera que gritó.
“¡EST Á AQUÍ! Me dejó el anillo” ¡Está en la snitch!
“¿Tu... crees?”
No pod´ıa creer que Ron pareciera tan sorpendido. Era tan obvio, tan claro para Harry.
Todo cuadraba, todo... su capa era la tercera reliquia, y cuando consiguiera abrir la snitch tendr´ıa la segunda y todo lo que tendr´ıa que hacer es conseguir la primera reliquia, La Varita Antigua y entonces...
Pero fue como si la cortina cayera en el escenario iluminado: Toda su excitación, toda su esperanza y felicidad se extinguieron de un golpe, y se encontró en medio de la oscuridad y el hechizo gloriosó se rompió...
“Eso es lo que él busca.”
El cambio en su voz hizo que Ron y Hermione se mostraran aún más asustados.
“Tu-sabes-quien está buscando la Varita Antigua.”
Les dio la espalda a sus incrédulas caras. Sab´ıa que era la verdad. Todo ten´ıa sentido, Voldemort no estaba buscando una nueva varita, estaba buscando una varita antigua, muy antigua de hecho. Harry caminó a la entrada de la tienda, olvidándose de Ron y Hermione y miró hacia la noche, pensando...
Voldemort hab´ıa sido criado en un orfanato muggle. Nadie podr´ıa haberle contado Los cuentos de Beedle el bardo cuando era un ni˜no, más de lo que se lo hab´ıan contado al mismo Harry. Dif´ıcilmente ningún hechicero cre´ıa en las Reliquias de la Muerte. ¿ser´ıa posible que Voldemort supiera de ellas?
Harry miró hacia la oscuridad... si Voldemort conoc´ıa las Reliquias de la muerte seguro que las hab´ıa buscado, hubiera hecho cualquier cosa por poseerlas: ¿tres objetos que hac´ıan a su poseedor Amo de la Muerte? Si hubiera sabido de las Reliquias no hubiera necesitado a los horcruxes, en primer lugar. No demostraba acaso el simple hecho de que hubiera tomado una reliquia y la hubiera convertido en una horcrux que Voldemort no sab´ıa este gran último secreto de la hechicer´ıa?...
Eso significaba que Voldemort buscaba la Varita Antigua sin darse cuenta de potencial real, sin entender que era una de tres... porque la Varita era la reliquia que no se pod´ıa esconder, cuya existencia era bien conocida... el rastro sangriento de la Varita Antigua está regado por toda la historia de la hechicer´ıa..
Harry miró el cielo nublado, curvas de humo gris y plateado se deslizaban sobre la luna blanca. Se sintió mareado por sus asombrosos descubrimientos.
Volvió a la tienda y se impresionó al ver a Hermione y a Ron exactamente en el mismo sitio en que los hab´ıa dejado. Hermione con la carta de Lilly en las manos y Ron a su lado ligeramente ansioso. ¿No se daban cuenta de todo lo que hab´ıa avanzado en éstos últimos minutos?
“¿No lo véis?” dijo Harry intentando incluirlos en su brillante e incre´ıble certeza. “Esto lo explica todo. Las reliquias de la muerte son reales y tengo una... quizás dos...”
Levantó la snitch.
CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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“...y tu-sabes-quien está buscando la tercera, pero él no se da cuenta... él solo cree que es una varita poderosa...”
“Harry” dijo Hermione, acercándose a él y devolviendole la carta de Lily, “lo siento, pero creo que lo has entendido todo mal, muy mal.”
“¿Pero no lo ves?, todo cuadra...”
“No, no cuadra. Harry, te estás dejando llevar. Por favor” dijo mientras comenzaba a hablar, “si las Reliquias de la Muerte existieran realmente, y Dumbledore lo hubiera cre´ıdo, sabiendo que el poseedor de todas ellas ser´ıa el amo de la Muerte... Harry, ¿Por qué no te lo habr´ıa dicho? ¿Por qué?”
Ten´ıa su respuesta preparada.
“¡Pero tu misma lo dijiste, Hermione! ¿Tienes que darte cuenta por ti mismo! ¡Es una búsqueda¡‘
“¡Pero solo lo dije para persuadirte de ir a casa de los Lovegood!” gritó hermione exasperada. “¡No lo cre´ıa realmente!”
Harry no se inmutó.
“Dumbledore siempre dejaba que yo me diera cuenta de las cosas por mi cuenta. Me dejaba probar mi fuerza, tomar riesgos. Esto parece ser el tipo de cosas que él har´ıa.”
“Harry, ¡esto no es un juego, no es una práctica! Esto es verdadero y Dumbledore te dejó órdenes claras: ¡encuentra y destruye las horcruxes! ¡ese s´ımbolo no significa nada!, olvidate de la reliquias de la muerte, no podemos permitirnos el lujo de desviarnos...”
Harry apenas la escuchaba, se encontraba dándole vueltas a la snitch entre sus manos, medio esperando que se abriera para revelar la Piedra de Resurreción, para probarle a Hermione que estaba en lo cierto, que las Reliquias de la Muerte eran reales.
Ella apeló a Ron.
“Tu no crees en esto, ¿verdad?”
Harry lo miró y Ron dudo.
“No se... quiero decir... hay pedazos de la historia que cuadran entre s´ı” Dijo Ron torpemente. “Pero cuando ves el cuadro completo...” Respiró profundamente. “Creo que se supone que tenemos que deshacernos de los horcruxes, Harry. Eso fue lo que Dumbledore nos dijo que hiciéramos. Quizás... quizás debamos olvidarnos de este asunto de las reliquias.”
“Gracias Ron” Dijo Hermione. “Yo haré la primera guardia.”
Y pasó al lado de Harry hacia la entrada de la tienda poniéndole un violento final a la discusión.
Pero Harry apenas pudo dormir esa noche. La idea de las Reliquias Sagradas lo hab´ıa pose´ıdo, y no pod´ıa descansar mientras sus agitados pensamientos giraban a toda velocidad en su mente: La Varita, la Piedra y la Capa, si pudiera poseerlas todas...
Me abro en el cierre... Pero, ¿qué era el cierre? ¿Por qué no pod´ıa sacar la piedra? Si tuviera la piedra, podr´ıa preguntarle a Dumbledore en persona... Y Harry le murmuró palabras a la snitch en la oscuridad, intentando de todo, hasta en Parsel, pero la bola dorada no se abrió...
Y la Varita, la Antigua Varita, ¿Dónde estaba escondida? ¿Dónde buscaba Voldemort en este momento? Harry deseó que su cicatriz ardiera y le ense˜nara en qué estaba pensan-CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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do Voldemort, porque por primera vez él y Voldemort se encontraban unidos, deseando el mismo objeto... a Hermione no le gustar´ıa la idea, por supuesto... Pero ella no cre´ıa...
Xenophilius hab´ıa estado en lo correcto, de alguna manera... limitado, estrecho, mente cerrada. La verdad es que ella estaba asustada de la idea de las reliquias sagradas, especialmente de la Piedra de Resurreción... Y Harry presionó su boca contra la Snitch, besándola, casi tragándosela, pero el fr´ıo metal no cedió...
Estaba casi amaneciendo cuando recordó a Luna, sola en una celda de Azkaban, ro-deada de dementores, y de repente se sintió avergonzado de si mismo. Se hab´ıa olvidado totalmente de ella en su febril contemplación de las Reliquias. Si pudieran rescatarla. Si pudiera rescatarla, pero los dementotes, en esas cantidades, ser´ıan virtualmente invencibles. Ahora que lo pensaba no hab´ıa intentado conjurar un Patronus con la varita de espino... Tendr´ıa que intentarlo en la ma˜nana...
Si hubiera una forma de obtener una varita mejor...
Y el deseo por la Varita Antigua, el Palo de la Muerte, invencible, se lo tragó una vez más...
Guardaron la tienda a la ma˜nana siguiente, y se movieron a través de una terrible lluvia. El diluvio los persiguió hasta la costa, donde levantaron la tienda esa noche.
Continuaron toda la semana a través de duros terrenos que Harry encontró tristes y depri-mentes. Solo pod´ıa pensar en las Reliquias de la Muerte. Era como si se hubiera encendido dentro de él una llama que nada, ni la incredulidad de Hermione, ni las dudas persistentes de Ron, pod´ıan extinguir: su determinada indiferencia era tan mala como el diluvio que ca´ıa empapando sus esp´ıritus. Pero ninguno pod´ıa erosionar su certeza, que era absoluta.
La creencia de Harry y el deseo por las Reliquias le consum´ıan de tal manera que se sent´ıa aislado de los otros dos y su obsesión con las horcuxes.
“¿Obsesión?” dijo Hermione con un feroz tono bajo, cuando, una tarde, Harry fue lo suficientemente descuidado para usar esta palabra cuando Hermione lo despidió por su falta de interés en localizar más horcruxes. “¡No somos nosotros los que estamos obsesionados, Harry! ¡Somos los que intentamos hacer lo que Dumbledore quer´ıa que hiciéramos!”