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Una de las bludgers, desviada por Derrick, el gigantesco golpe ador de Slytherin, se aproximó y le pasó a Harry rozando el oído derecho. Al momento siguiente...
¡ZUUUM!
La segunda bludger le había arañado el codo. El otro golpeador; Bole, se aproximaba.
Harry vio fugazmente a Bole y a Derrick, que se acercaban muy aprisa con los bates en alto.
En el último segundo viró con la Saeta, y Bole y Derrick se dieron un batacazo.
—¡Ja,ja,ja! —rió Lee Jordan mientras los dos golpeadores de Slytherin se separaban y alejaban, tambaleándose y agarrándose la cabeza—. Es una lástima, chicos.
¡Tendréis que espabilar mucho para vencer a una Saeta de Fuego! Y Gryffindor vuelve a tener el quaffle, porque Johnson lo ha recogido. Flint va a su lado. ¡Métele el dedo en el ojo, Angelina! ¡Era una broma, profesora, era una broma! ¡Oh, no! ¡Flint lleva el quaffle, va volando hacia la meta de Gryffindor! ¡Ahora, Wood, párala!
Pero Flint ya había marcado. Hubo un ovación en la parte de Slytherin y Lee lanzó una expresión tan malsonante que la profesora McGonagall quiso quitarle el megáfono mágico.
—¡Perdón, profesora, perdón! ¡No volverá a ocurrir! Veamos, Gryffindor va ganando por treinta a diez y ahora Gryffindor está en posesión del quaffle.
Se estaba convirtiendo en el partido más sucio que Harry había jugado. Indignados porque Gryffindor se hubiera adelantado tan pronto en el marcador; los de Slytherin estaban recurriendo a cualquier medio para apoderarse del quaffle. Bole golpeó a Alicia con el bate y arguyó que la había confundido con una bludger. George Weasley, para vengarse, dio a Bole un codazo en la cara. La señora Hooch castigó a los dos equipos con sendos penaltis, y Wood logró evitar otro tanto espectacular; consiguiendo que la puntuación quedara en 40 a 10 a favor de Gryffindor.
La snitch había vuelto a desaparecer. Malfoy seguía de cerca a Harry, mientras éste sobrevolaba el campo de juego buscándola. En cuanto Gryffindor le sacara a Slytherin cincuenta puntos...
Katie marcó: 50 a 10. Fred y George Weasley bajaron en picado para situarse a su lado, con los bates en alto por si a alguno de Slytherin se le ocurría tomar represalias.
Bole y Derrick aprovecharon la ausencia de Fred y George para lanzar a Wood las dos bludgers. Le dieron en el estómago, primero una y después la otra. Wood dio una vuelta en el aire, sujetándose a la escoba, sin resuello.
La señora Hooch estaba fuera de sí.
—¡Sólo se puede atacar al guardameta cuando el quaffle está dentro del área!
—gritó a Boyle y a Derrick—. ¡Penalti para Gryffindor!
Y Angelina marcó: 60 a 10. Momentos después, Fred Weasley lanzaba a Warrington una bludger, quitándole el quaffle de las manos. Alicia la cogió y volvió a marcar: 70 a 10.
La afición de Gryffindor estaba ronca de tanto gritar. Gryffindor sacaba sesenta puntos de ventaja. Y si Harry cogía la snitch, la copa era suya. Harry notaba que cientos de ojos seguían sus movimientos mientras sobrevolaba el campo por encima del nivel de juego, con Malfoy siguiéndolo a toda velocidad.
Y entonces la vio: la snitch brillaba a siete metros por encima de él.
Harry aceleró con el viento rugiendo en sus orejas. Estiró la mano, pero de repente la Saeta de Fuego redujo la velocidad.
Horrorizado, miró alrededor. Malfoy se había lanzado hacia delante, había cogido la cola de la Saeta y tiraba de ella.
—¡Serás...!
Harry estaba lo bastante enfadado para golpear a Malfoy, pero no lo podía alcanzar.
Malfoy jadeaba por el esfuerzo de sujetar la Saeta de Fuego, pero tenía un brillo de malicia en los ojos. Había logrado lo que quería: la snitch había vuelto a desaparecer.
—¡Penalti! ¡Penalti a favor de Gryffindor! ¡Nunca he visto tácticas semejantes!
—chilló la señora Hooch, saliendo disparada hacia el punto donde Malfoy volvía montar en su Nimbus 2.001.
~¡SO CERDO, SO TRAMPOSO! —gritaba Lee Jordan por el megáfono, alejándose de la profesora McGonagall—. ¡ASQUEROSO HIJ. ..!
La profesora McGonagall ni siquiera se molestó en decirle que se callara. La verdad es que levantaba el puño en dirección a Malfoy. Se le había caído el sombrero y también ella gritaba furiosa.
Alicia lanzó el penalti de Gryffindor; pero estaba tan enfadada que lo envió fuera.
El equipo de Gryffindor perdía concentración, y los de Slytherin, entusiasmados por la falta de Malfoy contra Harry, cada vez se atrevían a más.
—Slytherin en posesión del quaffle, Slytherin se dirige a la meta... Montague marca —gruñó Lee—: 70 a 20 a favor de Gryffindor...
Harry marcaba en ese momento a Malfoy desde tan cerca que sus rodillas chocaban. Harry no iba a dejar que Malfoy se acercara a la snitch...
—¡Quítate de en medio, Potter! —gritó Malfoy con enojo, e intentó dar la vuelta, pero encontró a Harry bloqueándole el paso.
—Angelina Johnson coge el quaffle. ¡Vamos, Angelina! ¡VAMOS!
Harry miró a su alrededor. Excepto Malfoy, todos los jugadores de Slytherin, incluido el guardameta, habían salido disparados contra Angelina. Iban a bloquearla.
Harry dio la vuelta a la Saeta de Fuego, se agachó hasta quedar paralelo al palo de la escoba y se lanzó hacia delante. Como una bala, se dirigió en dirección a los de Slytherin.
—¡VOOOOOY!
Se dispersaron cuando la Saeta de Fuego se lanzó contra ellos como un torpedo. El camino de Angelina quedó despejado.
—¡HA MARCADO!, ¡HA MARCADO! ¡Gryffindor en cabeza por 80 a 20!
Harry, que casi salió despedido hacia las gradas, frenó en el aire bruscamente, dio la vuelta y regresó veloz al centro del campo.
Y entonces vio algo como para pararle el corazón. Malfoy bajaba a toda velocidad con una expresión de triunfo en la cara. Allí, a unos metros del suelo, había un resplandor dorado.
Harry orientó hacia abajo el rumbo de su saeta, pero Malfoy le llevaba muchísima ventaja.
—¡Vamos!, ¡vamos!, ¡vamos! —dijo para espolear a la escoba. Ya reducía la distancia...
Harry se pegó al palo de la escoba cuando Bole le lanzó una bludger... estaba ya ante los tobillos de Malfoy... a su misma altura...
Harry se echó hacia delante, soltando las dos manos de la escoba. Desvió de un golpe el brazo de Malfoy y..
—¡SÍ!
Recuperó la horizontal, con la mano en el aire, y el estadio se vino abajo. Harry sobrevoló a la multitud con un extraño zumbido en los oídos. La pequeña pelota dorada estaba fuertemente sujeta en su puño, batiendo las alas desesperadamente contra sus dedos.
Wood se acercó a él a toda velocidad, casi cegado por las lágrimas; cogió por el cuello a Harry y sollozó en su hombro irrefrenablemente. Harry sintió dos golpes en la espalda cuando Fred y George se acercaron. Luego oyó las voces de Angelina, Alicia y Katie:
—¡Hemos ganado la copa! ¡Hemos ganado la copa!