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Después de dos horas, muchas quejas y varios berrinches, uno implicando una Cometa 260 rota y varios dientes rotos, Harry había encontrado tres Cazadoras: Katie Bell, de vuelta al equipo después de una prueba excelente, un nuevo hallazgo llamada Demelza Robins, quien era particularmente buena esquivando Bludgers, y Ginny Weasley, quien había destacado toda la competición y marcado diecisiete tantos por añadidura. Aunque estaba complacido con su selección, Harry se quedó ronco de tanto gritar a los muchos que se quejaban y ahora estaba librando una batalla similar con los Bateadores rechazados.
‘Esa es mi decisión final y si no os quitáis del camino de los Guardianes os tendré que hechizar,’ bramó.
Ninguno de los Bateadores elegidos tenía el viejo resplandor de Fred y George, pero aún así estaba razonablemente satisfecho con ellos: Jimmy Peakes, un chico de tercer año bajito pero con el pecho ancho que se las había arreglado para hacerle un chichón del tamaño de un huevo en la parte de atrás de la cabeza de Harry con una Bludger golpeada ferozmente, y Ritchie Coote, que parecía debilucho pero dirigía bien. Se unieron a Katie, Demelza y Ginny en las tribunas para ver la selección del último miembro del equipo.
Harry había deliberadamente dejado la prueba de los Guardianes para el final, esperando tener un estadio más vacío y menos presión en aquellos a los que concernía.
Desgraciadamente, de cualquier forma, todos los jugadores rechazados y un número de personas que habían bajado a mirar después de un largo desayuno, se habían unido a la multitud, así que era mayor que nunca. Cada vez que un Guardián volaba a los cestos anotadores, la multitud rugía y abucheaba en igual medida. Harry echó un vistazo a Ron, quien siempre había tenido problemas con sus nervios; éste había esperado que haber ganado su partido final el curso pasado le hubiese curado, pero aparentemente no: Ron tenía una delicada sombra de verde.
Ninguno de los cinco primeros aspirantes paró más de dos goles cada uno. Para la decepción de Harry, Cormac McLaggen paró cuatro penaltis de cinco. En el último, sin embargo, se disparó en la dirección completamente opuesta; la multitud se rió y le abucheó y McLaggen volvió al suelo apretando sus dientes.
Ron parecía listo para desmayarse mientras se subía en su Barredora Once.
‘¡Buena suerte!’ gritó una voz desde las gradas. Harry miró alrededor, esperando ver a Hermione, pero fue Lavender Brown. Le hubiese gustado esconder su cara en sus manos, como ella hizo un momento después, pero pensó que como era el capitán se debía mostrar ligeramente más valeroso, así que se giró para ver la prueba de Ron.
No debía de haberse preocupado: Ron salvó uno, dos, tres, cuatro, cinco penaltis uno tras otro. Encantado, y resistiéndose a unirse a los vítores de la multitud con dificultad, Harry se volvió a McLaggen para decirle que, desafortunadamente, Ron le había batido, para encontrar la cara roja de McLaggen a pulgadas de la suya propia.
Retrocedió rápidamente.
‘Su hermana no lo intentó de verdad,’ dijo McLaggen amenazadoramente. Había una vena latiendo en su sien como la que Harry había admirado a menudo en Tío Vernon. ‘Ella le dio una parada fácil.’
‘Basura,’ dijo Harry fríamente. ‘Esa fue la que casi falla.’
McLaggen avanzó un paso más cerca de Harry, quien se mantuvo en su sitio esta vez.
‘Dame otra oportunidad.’
‘No,’ dijo Harry. ‘Ya has tenido tu oportunidad. Paraste cuatro. Ron paró cinco. Ron es Guardián, lo ganó con todas las de la ley. Apártate de mi camino.’
Pensó por un momento que McLaggen podría pegarle, pero se contentó con una fea mueca y se fue furioso, gruñendo lo que sonaron como amenazas al aire.
Harry se volvió para encontrar a su nuevo equipo sonriéndole radiantemente.
‘Bien hecho,’ susurró. ‘Volaste realmente bien -’
‘Lo hiciste fenomenalmente, ¡Ron!’
Esta vez era realmente Hermione quien corría hacia ellos desde las gradas; Harry vio a Lavender saliendo del campo, brazo con brazo con Parvati, con una expresión bastante gruñona en su cara. Ron parecía extremadamente complacido consigo mismo y aún más alto de lo usual mientras sonreía de oreja a oreja al equipo y a Hermione.
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This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details Después de fijar la hora de su primera sesión de práctica para el siguiente Jueves, Harry, Ron y Hermione se despidieron del resto del equipo y se dirigieron hacia la casa de Hagrid.
Un Sol húmedo intentaba abrirse paso a través de las nubes, y por fin había dejado de lloviznar. Harry se sintió tremendamente hambriento; esperaba que hubiese algo para comer en la casa de Hagrid.
‘Pensé que iba a fallar el cuarto penalti,’ estaba diciendo Ron felizmente. ‘El disparo con truco de Démelas, lo viste, tenía un poco de efecto en él -’
‘Si, si, estuviste magnífico,’ dijo Hermione divertida.
‘Fui mejor que ese McLaggen, de cualquier modo,’ dijo Ron con un tono altamente satisfecho. ‘¿Lo visteis moviéndose pesadamente en la dirección equivocada en su quinto? Parecía como si hubiese sido Confundido …’
Para la sorpresa de Harry, a Hermione le apareció una profunda sombra rosa en la cara ante esas palabras. Ron no se dio cuenta de nada; estaba demasiado ocupado describiendo cada uno de sus otros penaltis con amoroso detalle.
El gran Hipogrifo gris, Buckbeak, estaba atado en la parte delantera de la cabaña de Hagrid. Chasqueó su afiladísimo pico mientras se acercaban y giró su enorme cabeza hacia ellos.
‘Qué pena,’ dijo Hermione nerviosamente. ‘Aún está un poco asustado, ¿verdad?’
‘Anda ya, tú lo has montado, ¿no es así?’ dijo Ron.
Harry dio un paso hacia delante y se inclinó al Hipogrifo sin perder el contacto visual ni parpadear. Después de unos pocos segundos, Buckbeak se hundió en una inclinación también.
‘¿Cómo estás?’ le preguntó Harry en voz baja, moviéndose hacia delante para acariciar su cabeza con plumas.
‘¿Echándole de menos? Pero tu estás bien aquí con Hagrid, ¿no es verdad?’
‘¡Hola!’ dijo una voz alta.
Hagrid había llegado dando zancadas por la esquina de su cabaña llevando un gran delantal floreado y portando un saco de patatas. Su enorme perro jabalinero, Fang, estaba a sus talones; Fang dio un estruendoso ladrido y saltó hacia delante.
‘¡Alejaos de él! Se quedará con vuestros dedos – oh. Sois vosotros.’
Fang estaba saltando a Hermione y Ron, intentando lamer sus orejas. Hagrid se quedó de pie y los miró a todos por una fracción de segundo, después se giró y dio grandes pasos hacia su cabaña, cerrando la puerta de golpe tras él.
‘¡Oh cielos!’ dijo Hermione afligida.
‘No te preocupes por eso,’ dijo Harry severamente. Se dirigió a la puerta y la golpeó sonoramente.
‘¡Hagrid! ¡Abre, queremos hablar contigo!’
No hubo sonido alguno desde adentro.
‘Si no abres la puerta, ¡la volaremos!’ dijo Harry sacando su varita.
‘¡Harry!’ dijo Hermione sonando trastornada. ‘No puedes -’
‘¡Si, claro que puedo!’ dijo Harry. ‘Quedaos atrás -’
Pero antes de que pudiese decir nada más, la puerta se abrió otra vez como Harry sabía que ocurriría, y allí estaba Hagrid, fundiéndole el ceño y, a pesar del delantal floreado, parecía verdaderamente alarmante.
‘¡Soy un profesor!’ bramó a Harry. ‘¡Un profesor, Potter! ¿Cómo te atreves a tratar de echar abajo mi puerta?’
‘Lo siento, señor,’ dijo Harry, enfatizando la última palabra mientras guardaba su varita en su túnica.
Hagrid parecía asombrado.
‘¿Desde cuándo me llamas ‘señor’?’