124269.fb2 La Nebulosa de Andromeda - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 44

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Columnas de ocho cifras se alinearon en la pantalla, clasificándose ellas solas en las respectivas casillas de « condenación », « absolución », « dudas sobre el método científico » y « acusación de precipitación ». Pero, indudablemente, el balance era favorable a Mven Mas y Ren Boz. Los sombríos rostros de los congregados se iluminaron radiantes.

En el extremo opuesto de la sala encendióse una luz roja, y Grom Orm concedió la palabra a Pur Hiss, astrónomo de la 37a expedición astral. Éste empezó a hablar con fogosidad y en voz muy alta, agitando torpemente los largos brazos y sacando la abultada nuez.

— Un grupo de compañeros astrónomos y yo censuramos a Mven Mas. Su acción, el haber realizado la experiencia sin el permiso del Consejo, ¡despierta la sospecha de que no procedió con tanto desinterés como pretenden hacernos ver aquí los que han hablado!

Chara, llena de indignación, iba a levantarse del asiento, y sólo se contuvo bajo la mirada fría de Evda Nal.

Pur Hiss calló.

— Sus acusaciones son graves, pero infundadas — replicó Mven Mas, con la venia del presidente —. Puntualice qué entiende usted por interés.

— La esperanza de gloria imperecedera, si la experiencia alcanzaba pleno éxito. Ahí está el fondo egoísta de su acción. Y por cobardía, su temor a que no le permitiesen hacer la experiencia. Por eso, precisamente, actuó con premura y en secreto.

Mven Mas esbozó una ancha sonrisa, encogióse de hombros, abriendo los brazos con infantil ademán, y se sentó sin responder. Pur Hiss resplandeció triunfante.

Evda Nal volvió a pedir la palabra.

— Las manifestaciones de Pur Hiss son precipitadas y demasiado malévolas para contribuir a resolver una cuestión seria. Sus puntos de vista sobre los motivos de las acciones nos retrotraen a los tiempos de los Siglos Sombríos. Sólo gentes de un pasado lejano podían hablar así de una gloria imperecedera. Como no encontraban alegría ni plenitud en su vida presente ni se sentían parte integrante de toda la humanidad creadora, temblaban ante la inevitabilidad de la muerte y se aferraban a la menor esperanza de perpetuación.

« El sabio astrónomo Pur Hiss no comprende que únicamente perduran en la memoria de la humanidad los hombres cuyos pensamientos, anhelos y realizaciones continúan actuando, pero en cuanto su actuación cesa, se los olvida y desaparecen. Con frecuencia, resucitan del olvido, como muchos sabios o artistas de la antigüedad, cuando sus obras vuelven a hacerse imprescindibles y reanudan su acción en la sociedad… ¡Sobre todo, en una sociedad como la actual, integrada por muchos miles de millones de seres humanos!

Hace mucho tiempo que yo no había tropezado con una concepción tan primitiva de la inmortalidad y de la gloria y me asombra encontrarla en un cosmonauta.

Evda Nal, erguida en toda su talla, se volvió hacia Pur Hiss, que se encogió en su sillón, iluminado por multitud de luces rojas.

— Dejemos a un lado los absurdos — continuó Evda — y examinemos la conducta de Mven Mas y de Ren Boz tomando como criterio fundamental la dicha de la humanidad.

Antes, los hombres no sabían apreciar debidamente el verdadero valor de sus obras ni contraponerlo al lado contrario, negativo, que indefectiblemente tiene cada acción y cada empresa. Nosotros nos liberamos hace tiempo de ese defecto y podemos hablar solamente de la verdadera significación de los actos.

« Y lo mismo ahora que antes, algunas personas tantean nuevos caminos, porque sólo después de una singular disposición del cerebro adquirida tras muy larga preparación, es posible discernir la nueva dirección que se oculta en hechos contradictorios. Pero ahora, apenas se perfila un nuevo camino, decenas de miles de personas se ponen a estudiarlo, y el alud de los descubrimientos se precipita en el infinito aumentando como la bola de nieve. Mven Mas y Ren Boz han emprendido el camino más inexplorado. Aunque yo no poseo suficientes conocimientos de la materia, para mí es evidente lo prematuro de la experiencia. En esto consiste la culpa de ambos y su responsabilidad en cuanto a los enormes daños materiales y la pérdida de cuatro vidas humanas. Con arreglo a las leyes de la Tierra, estamos en presencia de un delito, pero este delito no ha sido cometido con fines personajes y, por consiguiente, no merece el más severo castigo.

Evda Nal volvió lentamente a su sitio. Grom. Orm no encontró a nadie más que quisiese hacer uso de la palabra. Los miembros del Consejo pidieron al presidente que formulara sus conclusiones. La figura nervuda y esbelta de Grom Orm se inclinó sobre la tribuna y su mirada aguda penetró hasta el fondo de la sala.

— Las circunstancias para formar un juicio definitivo no son complejas. En cuanto a Ren Boz, yo le excluyo de toda clase de responsabilidad. ¿Qué hombre de ciencia no habría aprovechado las posibilidades que se le ofrecían, especialmente estando seguro del éxito? El terrible fracaso de la experiencia servirá de lección. Sin embargo, es también indudable el beneficio que ha reportado. Éste compensa en parte los daños materiales, ya que el experimento contribuirá ahora a resolver multitud de cuestiones, acerca de las cuales sólo se empezaba a pensar en la Academia de los Límites del Saber.

« Nosotros resolvemos los problemas de la utilización de las fuerzas productivas en gran escala, dejando a un lado las tendencias acomodaticias, poco utilitarias, de la vieja economía. Sin embargo, incluso en nuestros días, hay gentes que no comprenden a menudo el momento apropiado para el éxito, y ello se debe a que olvidan la inmutabilidad de las leyes de la evolución. Se imaginan que la estructura debe elevarse indefinidamente. La sabiduría del dirigente consiste en advertir a su debido tiempo el escalón superior en el momento dado, para detenerse y esperar o cambiar de camino. Tal dirigente, para un puesto de tanta responsabilidad como el suyo, no podía ser Mven Mas.

La elección del Consejo ha resultado equivocada. El Consejo tiene en este aspecto tanta responsabilidad como el elegido. Y en primer término, yo soy culpable, ya que la iniciativa de designar a Mven Mas, perteneciente a dos miembros del Consejo, fue apoyada por mí.

« Propongo al Consejo que se absuelva a Mven Mas en cuanto a los motivos personales de su acción, pero que se le prohíba desempeñar cargos en organizaciones dirigentes de nuestro planeta. Yo también debo ser separado del cargo de presidente del Consejo y enviado a reconstruir el satélite, para reparar así las consecuencias de mi imprudente elección.

Grom Orm abarcó con la mirada a la sala, leyendo en muchos rostros una pena sincera. Pero las gentes de la época del Circuito no trataban de disuadir a nadie, respetando las decisiones de cada uno y confiando en su justeza.

Mir Om consultó a los miembros del Consejo, y la máquina de calcular anunció los resultados de la votación. Las conclusiones de Grom Orm habían sido aceptadas sin objeciones, pero a condición de que continuase presidiendo la sesión y no abandonara su puesto hasta el fin de la misma.

El acató el fallo, sin que se alterase un solo músculo de aquel rostro rebosante de tesonera voluntad.

— Debo explicar ahora mi ruego de que se demorase la discusión referente a la expedición astral — prosiguió, sereno, el presidente —. El feliz desenlace del asunto era evidente, y yo creo que el Control del Honor y del Derecho estará de acuerdo con nosotros. Pero ahora ya puedo pedirle a Mven Mas que ocupe su sitio en el Consejo. Sus conocimientos son imprescindibles para una solución acertada de la importantísima cuestión, sobre todo teniendo en cuenta que el miembro del Consejo Erg Noor no podrá asistir a la discusión de hoy.

Mven Mas se dirigió hacia los sillones del Consejo. Las luces verdes aprobatorias se encendían centelleantes a su paso, marcándole el camino.

Deslizáronse silenciosos los mapas de los planetas cediendo su sitio a unas sombrías tablas negras, en las que las multicolores lucecillas de las estrellas estaban unidas por el trazo azul de los itinerarios previstos para el siglo. El presidente del Consejo se transfiguró al instante. Desapareció su fría impasibilidad, las grisáceas mejillas se tiñeron de leve arrebol, los ojos de acero se ensombrecieron. Grom Orm apareció en la tribuna.

— Cada expedición astral es un sueño acariciado largo tiempo, una nueva esperanza alimentada muchos años, un nuevo peldaño en la escalera de la gran ascensión. Por otra parte, es también el trabajo de millones de personas, labor que ha de tener por fuerza repercusión y producir un gran efecto científico o económico; de lo contrario, se detendría nuestro avance y la conquista de la naturaleza. Por ello discutimos, reflexionamos y calculamos tan cuidadosamente, antes de lanzar una nueva astronave a los espacios intersiderales.

« Nuestro deber nos obligó a dedicar la 37a expedición al Gran Circuito. Por ello, estudiamos con mayor minuciosidad aún el proyecto de la 38a expedición. Pero en el último año han ocurrido algunos acontecimientos que han cambiado la situación y nos obligan a revisar el itinerario y loe fines de dicha expedición, aprobados por las sesiones anteriores del Consejo y ratificados por la opinión pública del planeta. La invención de métodos de tratamiento de las aleaciones, bajo una alta presión y a la temperatura de cero absoluto, ha mejorado la solidez de los cascos de las astronaves. El perfeccionamiento de los motores de anamesón, que los ha hecho más económicos, permite ahora efectuar vuelos a más larga distancia con una sola nave cósmica. Las astronaves Aella y Tintazhél, destinadas a la 38ª expedición, resultan ya anticuadas en comparación con el Cisne, ingenio esférico, de tipo vertical, dotado de cuatro quillas de estabilidad, que acaba de ser construido. Por consiguiente, somos ya capaces de emprender vuelos más lejanos.

« Erg Noor, que ha regresado en la Tantra, de la 37ª expedición, nos ha comunicado el descubrimiento de una estrella negra de la clase T, en uno de cuyos planetas fue hallada una astronave de estructura desconocida. Los intentos de penetrar en su interior estuvieron a punto de costar la vida a todos los expedicionarios; no obstante, se consiguió obtener un trozo de metal del casco. Se trata de una sustancia desconocida para nosotros, aunque semejante al decimocuarto isótopo de la plata, descubierto en los planetas de una estrella, extraordinariamente cálida, de la clase O8 y que se conoce de antiguo con el nombre de Zeta de la Carena. La forma de la astronave — un disco biconvexo de superficie espiral — ha sido estudiada por la Academia de los Límites del Saber.

« Yuni Ant ha revisado todas las grabaciones mnemotécnicas de las informaciones transmitidas por el Circuito durante los cuatrocientos años que estamos enlazados con el mismo. La construcción de este tipo de astronaves es irrealizable en la Tierra, dada la dirección actual de nuestra ciencia y el nivel de nuestros conocimientos. También es desconocida en los mundos de la Galaxia con los que intercambiamos informaciones.

« Una astronave discoidal de tan colosales dimensiones tiene que ser sin duda un huésped llegado de planetas infinitamente lejanos, tal vez de mundos ultragalácticos. Ha podido vagar millones de años antes de tomar tierra en ese planeta de la estrella de hierro, en la periferia desierta de nuestra Vía Láctea. Huelga aclarar la importancia que tendrá su estudio por una expedición especial enviada a la estrella T.

Grom Orm conectó la pantalla hemisférica, y la sala desapareció. Ante los espectadores empezaron a desfilar lentamente las grabaciones de las máquinas mnemotécnicas.

— Ésta es una información recibida recientemente del planeta ZR519, no menciono las coordenadas para no ser prolijo, sobre su expedición al sistema de la estrella Achernar.

La disposición de las estrellas parecía extraña, y el ojo más experto no habría podido reconocer en ellas astros estudiados hacía mucho tiempo. Veíanse extensiones de gas luminiscente, nubes oscuras y, por último, grandes planetas enfriados que reflejaban la luz de un astro de asombroso fulgor.

Achernar, de un diámetro sólo tres veces y media mayor que el del Sol, alumbraba como doscientos ochenta soles y era una estrella azul, de indescriptible brillo, perteneciente a la clase espectral B 5. Después de hacer la grabación, la nave cósmica se había alejado. Debieron de transcurrir decenas de años en viaje… Otro astro, un lucero verde de la clase S, surgió en la pantalla. Se agrandaba y su luz se hacía más intensa a medida que aquella astronave de un mundo ajeno se iba acercando a ella. Mven Mas pensó que su verde fulgor sería mucho más bello a través de una atmósfera. Y como en respuesta a su pensamiento, apareció en la pantalla la superficie de un nuevo planeta.

Las fotografías habían sido tomadas con intervalos, y por ellas no se advertía la aproximación al planeta. Ante los espectadores alzóse de pronto un país de altas montañas envueltas en todos los matices imaginables de luz verde: las sombras verdinegras de profundas quebradas y escarpadas vertientes, el verde azulado y el verde liláceo de las rocas y de los iluminados valles, el aguamarina de la nieve en las cumbres y en las mesetas, el amarillo verdoso de los sectores calcinados por el ardiente astro…

Riachuelos de malaquita corrían abajo hacia los invisibles lagos y mares que se ocultaban tras las cordilleras.

Más allá, cubierta de redondas colinas, extendíase una llanura hasta el mismo mar, que parecía de lejos una reluciente plancha de hierro verde. Árboles azules erguían su revuelto y espeso follaje, engalanábanse los calveros con franjas purpúreas y brillantes manchones de desconocidos arbustos y hierbas. Y de la hondura del cielo amatista brotaban, en poderoso torrente, haces de rayos de oro verdoso. Los habitantes de la Tierra permanecían inmóviles, pasmados. Mven Mas buceaba en su insondable memoria para determinar exactamente la situación del astro verde.

« Achernar, la Alfa de Erídano, a gran altura en el cielo austral, cerca del Tucán.

Distancia: 21 parsecs… El regreso de la astronave con esa misma tripulación es imposible », se sucedían rápidos los agudos pensamientos.

La pantalla se apagó, y pareció raro el aspecto de aquella sala recoleta, acondicionada para las meditaciones y asambleas de los moradores de la Tierra.

— Esa estrella verde — resonaron de nuevo las palabras del presidente —, cuyas rayas espectrales denotan abundancia de circonio, es un poco mayor que nuestro Sol — y Grom Orm enumeró las coordenadas del astro rico en circonio.

« Su sistema — continuó — comprende dos planetas gemelos que giran el uno frente al otro, a una distancia de la estrella correspondiente a la energía que recibe del Sol la Tierra.

« El espesor de la atmósfera, su composición y la cantidad de agua coinciden con las condiciones terrestres. Tales son los datos preliminares de la expedición del planeta ZR519. Estas informaciones atestiguan la ausencia de vida superior en los planetas gemelos. La vida superior, pensante, transforma la naturaleza hasta tal punto, que su existencia se advierte incluso con una observación superficial efectuada desde una astronave en vuelo a gran altura. Es de suponer que esa vida no haya podido desarrollarse allí o que todavía no haya empezado a hacerlo. Y ello es una excepcional suerte. Pues si hubiera allí vida superior, el mundo de la estrella verde estaría cerrado para nosotros. Hace más de tres siglos, el año 72 de la época del Circuito, nuestros antepasados iniciaron ya el estudio de la cuestión de poblar los planetas donde existiera vida superior pensante, aunque no hubiese alcanzado el nivel de nuestra civilización.

Entonces se decidió que toda irrupción en semejantes planetas conduciría inevitablemente a actos de violencia, a causa de la profunda incomprensión.

« Nosotros sabemos ahora cuan grande es la diversidad de los mundos de nuestra Galaxia: estrellas azules, verdes, amarillas, blancas, rojas, anaranjadas; todas ellas contienen hidrógeno y helio, mas, por la diferente composición de sus núcleos y envolturas, se denominan carbónicas, ciánicas, de titanio, de circonio; se diferencian por el carácter de sus radiaciones y por sus temperaturas, elevadas o bajas, así como por los elementos que integran su atmósfera y sus núcleos. Encontramos los planetas más diversos, que difieren unos de otros tanto por sus volúmenes, la densidad, la composición y el espesor de sus respectivas atmósferas e hidrosferas, como por su distancia al astro y condiciones de rotación. Sabemos además otra cosa: que nuestro planeta, con su superficie cubierta de agua en el 70 % y su proximidad al Sol, que vierte sobre ella un poderoso torrente de energía, constituye una base excepcional de una pujante vida, rica en biomasa y abundante en transformaciones continuas.

« Por ello la vida se ha desarrollado en nuestra Tierra más de prisa que en otros mundos donde estaba encadenada por la falta de agua y de energía solar o por una litosfera reducida. Y más rápidamente que en planetas demasiado ricos en agua. Hemos visto, en transmisiones por el Circuito, la evolución de la vida en planetas muy inundados, de una vida que trepaba desesperadamente por los tallos de las plantas que emergían de las eternas aguas.

— En nuestro planeta, rico en agua, la superficie continental es también relativamente pequeña para la acumulación de energía solar por las plantas alimenticias, por la madera o, simplemente, por instalaciones termoeléctricas.

« En períodos antiquísimos de la historia del globo terráqueo, la vida se desarrollaba con más lentitud en los pantanos de las tierras bajas del período paleozoico que en los altos continentes del neozoico, cuando se luchaba no sólo por el alimento, sino por el agua.