124269.fb2 La Nebulosa de Andromeda - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 45

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« Sabemos que para una vida exuberante, llena de pujanza, se requiere una correlación determinada, lo más conveniente posible, entre las aguas y las tierras y que nuestro planeta está cerca de ese coeficiente óptimo. Tales planetas no son muchos en el Cosmos, pero cada uno de ellos constituye un valiosísimo tesoro para nuestra humanidad, como nuevo terreno donde establecerse y proseguir su perfeccionamiento.

« Hace ya mucho que la humanidad dejó de temer la superpoblación, que asustara en un tiempo a nuestros antepasados. E incesantemente, tendemos afanosos hacia el Cosmos, ensanchando cada vez más la zona para la instalación de las gentes, pues ello es también avance, ley inevitable del progreso. Las dificultades para asimilar planetas muy distintos de la Tierra por sus condiciones físicas eran tan grandes, que hizo nacer en el pasado la idea de establecer a los hombres en el Cosmos mediante enormes ingenios, semejantes a sputniks, pero mucho mayores. Vosotros no ignoráis que uno de tales islotes artificiales fue construido en vísperas de la época del Circuito. Me refiero al Nadir, situado a dieciocho millones de kilómetros de la Tierra. Allí vive todavía una pequeña colonia… Pero la ineptitud de aquellos angostos receptáculos, demasiado pequeños para la vida humana, era tan evidente, que ahora sorprende la ingenuidad de nuestros antepasados, pese a la audacia de su proyecto en el aspecto técnico.

« Los planetas gemelos de la estrella verde circónica son muy semejantes al nuestro.

No son aptos o presentan grandes dificultades de adaptación para los febles habitantes del planeta ZR519 que los han descubierto. Por ello se han apresurado a transmitirnos estas informaciones, como hacemos nosotros con nuestros descubrimientos. La estrella verde se encuentra a una distancia de la Tierra que no ha salvado ninguna de nuestras astronaves. Alcanzando sus planetas, nos adentramos lejos en el Cosmos. Y nos adentraremos no encerrados en el reducido mundillo de un ingenio artificial, sino sobre la firme base de unos grandes planetas lo bastante espaciosos para organizar una vida cómoda y una potente técnica. Ésta es la causa de que me haya extendido en detalles acerca de los planetas de la estrella verde, recabando vuestra atención sobre ellos. Los considero de excepcional importancia a los efectos de las investigaciones. La distancia de setenta años-luz es accesible para una astronave del tipo del Cisne, ¡y tal vez proceda enviar la 38a expedición precisamente a Achernar!

Grorn Orm calló y, después de dar vuelta a una manija que había en el pupitre de la tribuna, volvió a su sitio.

En el lugar que ocupara hacía un momento el presidente del Consejo, alzóse ante los espectadores una pequeña pantalla, en la que apareció, de medio cuerpo, la maciza y atlética figura de Dar Veter, que muchos conocían bien. El ex director de las estaciones exteriores, acogido por las silenciosas aclamaciones de las luces verdes, sonrió al auditorio.

— Dar Veter se encuentra actualmente en el desierto radiactivo de Arizona — explicó Grom Orm —, desde donde se lanzan cohetes a una altura de cincuenta y siete kilómetros para reconstruir el sputnik. Quiere deciros su opinión como miembro del Consejo.

— Propongo la solución más sencilla — expandióse una voz alegre, a la que el aparato transmisor portátil daba sonoridad metálica —. Que no se envíe una expedición, ¡sino tres!

Los miembros del Consejo y el público quedaron pasmados de sorpresa. Dar Veter, que no era orador, no recurrió a una pausa efectista.

— El primitivo plan de envío de las dos astronaves de la 38ª expedición a la estrella triple EE7723…

Al instante, Mven Mas se imaginó aquella estrella triple, denominada de antiguo la Omicron 2 de Erídano. Situado a menos de cinco parsecs del Sol, aquel sistema — compuesto de una estrella amarilla, otra azul y otra roja — poseía dos planetas carentes de vida, pero no era tal circunstancia lo que hacía interesante la investigación. La estrella azul de aquel sistema era una enana blanca. Teniendo un volumen igual al de un gran planeta, su masa equivalía, sin embargo, a la mitad de la del Sol. El peso específico medio de la materia de aquella estrella era dos mil quinientas veces superior a la densidad del metal terrestre más pesado: el iridio. La atracción, los campos electromagnéticos, los procesos de formación de elementos químicos pesados en ella eran de enorme interés e importancia para su estudio directo desde la menor distancia posible. Máxime teniendo en cuenta que la décima expedición astral, enviada antaño a Sirio, había tenido tiempo de advertir de un peligro antes de su perecimiento. Sirio, estrella doble azul, vecina del Sol, comprendía también una enana blanca más grande y menos cálida que la Omicron 2 de Erídano B y 25.000 veces más densa que el agua. No había sido posible llegar a aquella cercana estrella, debido a los enormes torrentes de meteoritos que se entrecruzaban y la ceñían, estando demasiado dispersos para que pudiera determinarse con exactitud la extensión de los peligrosos fragmentos. Entonces, hacía trescientos quince años, se había proyectado una expedición a la Omicron 2 de Erídano.

— …tiene ahora, después de la experiencia de Mven Mas y Ren Boz — decía en aquel momento Dar Veter —, tan gran importancia, que no se debe renunciar a él.

« Sin embargo, el estudio de la lejana astronave procedente de un mundo ajeno, descubierta por la 37a expedición, puede proporcionarnos datos que superarán en mucho los resultados de las primeras indagaciones.

« Es permisible, en este caso, menospreciar las anteriores normas de seguridad, enviando las astronaves por separado: la Aella, a la Omicron de Erídano, y la Tintashel, a la estrella T. Ambas son navíos cósmicos de primera clase, como la Tantra, que ha sabido hacer frente ella sola a terribles dificultades.

— ¡Eso es romanticismo! — gritó despectivo Pur Hiss, pero al momento encogióse al notar la desaprobación de los espectadores.

— ¡Sí, romanticismo auténtico! — exclamó alegre Dar Veter —. El romanticismo es un lujo de la naturaleza, pero también ¡necesario en una sociedad bien organizada! El exceso de vigor físico y espiritual engendra más rápidamente en cada ser humano el ansia de lo nuevo, de los cambios frecuentes. Se empieza a considerar de otro modo los fenómenos, a procurar ver en la vida algo más que el monótono correr de los días y a reclamarle a ésta una mayor dosis de pruebas e impresiones.

« Veo en (la sala a Evda Nal — prosiguió Dar Veter —. Ella les confirmará que el romanticismo no es solamente psicología, ¡es también fisiología! Vuelvo a nuestro tema:

hay que enviar ahora la nueva astronave Cisne a Achernar, a la estrella verde, porque hasta dentro de ciento setenta años no conocerá nuestro planeta los resultados. Grom Orm tiene completa razón al decir que la exploración de planetas semejantes al nuestro y la creación de una base para el avance en el Cosmos es nuestro deber con respecto a las generaciones venideras.

— Pero sólo hay preparadas reservas de anamesón para dos naves — objetó el secretario, Mir Om —. Se necesitarán diez años para, sin detrimento de la economía, aprovisionar a la otra astronave que emprenda el vuelo. Y debo recordarles que la reconstrucción del sputnik ocupará muchas fuerzas productivas…

— Ya tengo previsto eso — repuso Dar Veter —, y propongo que si el Consejo de Economía lo considera posible, nos dirijamos a la población del planeta. Que cada uno demore por un año sus viajes y excursiones de recreo, que se desconecten los televisores de nuestros acuarios en el fondo del océano, que se deje de traer piedras preciosas y plantas raras de Venus y Marte, que se paren las fábricas de vestidos y adornos lujosos.

El Consejo de Economía sabrá determinar mejor que yo lo que hay que detener provisionalmente para dedicar a la producción de anamesón la energía ahorrada. ¿Quién de nosotros se negará a reducir sus necesidades, por un solo año, para ofrecer a nuestros hijos el gran presente de dos nuevos planetas caldeados por los vivificadores rayos de un Sol verde, grato a nuestros ojos terrestres?

Dar Veter tendió los brazos en un llamamiento a toda la Tierra, sabiendo que miles de millones de ojos le observaban en las pantallas de los televisores, hizo una inclinación de cabeza y desapareció dejando tras él un resplandor azulado, centelleante. Allí, en el desierto de Arizona, un fragor sordo hacía retemblar el terreno de vez en cuando, indicando que un cohete más partía con su carga para trasponer la bóveda celeste. Y en la sala del Consejo todos los congregados se pusieron en pie y alzaron la mano izquierda, lo que significaba su plena e incondicional conformidad con la intervención.

El presidente del Consejo se dirigió a Evda Nal.

— ¿Querría decirnos su opinión, en el aspecto de la felicidad humana, nuestro huésped y representante de la Academia de las Penas y de las Alegrías?

Evda Nal volvió a la tribuna.

— La psique humana, por su constitución, no se presta a las excitaciones prolongadas o muchas veces repetidas. Ello es una defensa contra el rápido desgaste del sistema nervioso. Nuestros lejanos antepasados estuvieron a punto de hacer perecer a la humanidad al no tener en cuenta que el ser humano, debido a su contextura fisiológica, exige un frecuente descanso. En cambio nosotros, asustados de ese peligro, cuidábamos antes con exceso de la psique, sin comprender que el medio fundamental de reponerse y descansar de las impresiones es el trabajo. Es necesario no sólo cambiar de género de ocupación, sino alternar regularmente el trabajo y el descanso. Cuanto más duro sea aquél, tanto más largo debe ser éste, y entonces, a mayores dificultades, mayores alegrías, que absorben al hombre plenamente, por entero.

« Se puede decir que la felicidad es la continua alternación del trabajo y del descanso, de las dificultades y de los placeres. La longevidad ha ensanchado el mundo del ser humano, y éste tiende afanoso hacia el Cosmos. ¡La verdadera felicidad está en la lucha por lo nuevo! De ello se infiere que el envío de una astronave a Achernar proporcionará a la humanidad más alegría inmediata que las otras dos expediciones, pues los planetas del sol verde donarán un mundo nuevo a nuestros sentimientos, mientras que el estudio de los fenómenos físicos del Cosmos, con toda su importancia, no es percibido de momento más que por la razón. La Academia de las Penas y de las Alegrías, con vistas a aumentar la dicha humana, optaría seguramente por la expedición Achernar, pero si las tres son factibles, ¡no se puede desear nada mejor!

El auditorio, entusiasmado, recompensó a la psicóloga con un alud de luces verdes.

Levantóse Grom Orm.

— La cuestión está clara, y la decisión del Consejo también. Por ello, mi intervención será sin duda la última. Pediremos a la humanidad que reduzca sus necesidades en el año 409 de la Era del Circuito. Dar Veter no ha hablado del hallazgo, por unos historiadores, de un gigantesco caballo de la Era del Mundo Desunido. Esos centenares de toneladas de oro puro se pueden dedicar a la producción de anamesón y acumular pronto las reservas para el tercer vuelo. ¡Por primera vez en la historia de la Tierra, enviaremos simultáneamente expediciones a tres sistemas estelares e intentaremos, también por vez primera, alcanzar mundos que se encuentran a una distancia de setenta años-luz!

El presidente levantó la sesión, después de rogar a los miembros del Consejo que se quedasen en la sala. Había que redactar con urgencia las solicitudes al Consejo de Economía y a la Academia de las Grandes Cifras y de la Predicción del Futuro a fin de conocer las posibles contingencias en el largo recorrido hasta Achernar.

Chara, cansada, arrastrando los pies, siguió a Evda y se asombró de que las pálidas mejillas de la famosa psicóloga conservasen su lozanía habitual. La muchacha ardía en deseos de quedarse sola para disfrutar en apacible calma su gozo por la rehabilitación de Mven Mas. ¡Magnífico día! Cierto que el africano no había sido coronado de laureles como ella esperaba en sus más íntimos sueños. Por mucho tiempo, tal vez para siempre, se le apartaba de una labor grande, trascendental… Pero ¿acaso no le habían dejado en el seno de la sociedad? ¿No estaba abierto ante ambos, para recorrerlo juntos, el ancho y no llano camino de las investigaciones, del trabajo y del amor?

Evda Nal obligó a la muchacha a ir con ella a la más cercana Casa de la Alimentación.

Chara estuvo tan largo rato mirando la tablilla del menú, que Evda decidió tomar la iniciativa. Comunicó por el micrófono del aparato automático las cifras de los platos elegidos y el número de la mesa. Apenas se sentaron al ovalado velador de dos plazas, abriose una escotilla en el centro del mismo por la que apareció un container con todo lo encargado. Evda Nal tendió a Chara una copa llena de una opalina bebida estimulante, denominada Lió, bebió con fruición un vaso de agua fresca y limitóse a tomar un pastel de castañas, nueces y plátanos con nata. Cuando Chara hubo comido un sabroso picadillo de rapís, aves que habían sustituido a las de corral y a la volatería, su amiga la dejó en libertad. Evda Nal siguió con la mirada a Chara, mientras la muchacha, con una gracia sorprendente incluso en la época del Circuito, bajaba presurosa por la escalinata entre estatuas de metal negro y bellos reverberos de caprichosos soportes.

Capítulo XIII. LOS ÁNGELES DEL CIELO

Con la respiración contenida, observaba Erg Noor las hábiles manipulaciones de los ayudantes del laboratorio. La abundancia de aparatos hacía recordar el puesto de comando de una astronave, pero la espaciosa sala, de anchos ventanales azulados, alejaba al instante toda idea de un navío cósmico.

En medio de la estancia, sobre una mesa metálica, se alzaba una cámara de gruesas planchas de rutolucita, materia penetrable tanto a los rayos infrarrojos como a los visibles.

Una red de tubos y cables envolvía el esmalte castaño del depósito de agua, traído de la Tantra, que contenía los dos acalefos negros capturados en el planeta de la estrella de hierro.

Eon Tal, erguido como un gimnasta, paralizado aún el brazo en cabestrillo, miraba desde lejos al cilindro del registrador automático que giraba lento. Sobre las pobladas cejas negras, el sudor perlaba la frente del biólogo.

Erg Noor se pasó la lengua por los resecos labios.

— Nada, como siempre. Después de cinco años de viaje, no quedará ahí dentro más que polvo — dijo el astronauta con ronca voz.

— Eso sería una gran desgracia… para Niza y para mí — repuso el biólogo —. Entonces, habría que buscar a tientas, quizá durante muchos años, para determinar el carácter de la lesión.

— ¿Sigue usted creyendo que los órganos que matan la presa son iguales en los acalefos y en la cruz?

— No sólo lo creo yo. Grim Shar y todos los demás han llegado al mismo convencimiento. Pero al principio se hicieron las más sorprendentes hipótesis. Yo llegué a imaginarme que la cruz negra no era originaria del planeta.

— Y yo también, ¿recuerda que se lo dije? Me figuré que ese ser pertenecía a la astronave discoidal y estaba puesto allí para guardarla. Mas, pensándolo bien, ¿a qué guardar del exterior una fortaleza tan inexpugnable? El intento de abrir el espiro-disco demostró todo el absurdo de tal suposición.

— Pues yo me imaginé que la cruz no era un ser vivo, sino…

— ¿Un centinela autómata para darle guardia?

— Sí. Pero ahora, claro está, he desechado ese pensamiento. La cruz negra es un ser vivo, engendrado por el mundo de las tinieblas. Seguramente, esos repugnantes monstruos viven abajo, en la llanura. Nuestro enemigo vino del lado del « portón » de las rocas. Los acalefos, más ligeros y móviles, moran en la meseta en que aterrizamos. La relación entre la cruz negra y el espiro-disco era fortuita; sencillamente, nuestros dispositivos de defensa no habían alcanzado aquel lejano sector de la llanura, que se encontraba siempre a la sombra del disco.

— ¿De modo que usted opina que los órganos mortíferos de la cruz y de los acalefos son semejantes?

— ¡Desde luego! Animales que viven en las mismas condiciones, deben de tener órganos semejantes. La estrella de hierro es un astro termoeléctrico. La gruesa capa de su atmósfera está saturada de electricidad. Grim Shar considera que esos seres recogen la energía de la atmósfera y la condensan de un modo análogo a nuestros rayos globulares. Recuerde el movimiento de las estrellitas castañas a lo largo de los tentáculos de los acalefos.

— La cruz también tenía tentáculos, pero en ellos no había…