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A la mañana siguiente la luz rojiza de Marte iluminaba el interior de la Belos. La temperatura era algo más alta. No obstante Jenny y Fidel aún se protegían con el saco térmico mientras sorbían bolsas de café con leche concentrado y miraban uno de los monitores.
Luca silbaba tranquilamente mientras plegaba el baño.
Afuera Marte brillaba intensamente en colores tostados. La tormenta parecía haber pasado y el aire era tan limpio que veían con nitidez la cadena montañosa que antes sólo era un línea en el horizonte.
Luca se acercó a dónde estaban Fidel y Jenny.
– ¿Qué pasa? ¿se ha largado ya nuestro inútil vecino de ahí arriba?
Herbert, que se desperezaba realizando movimientos de yoga en un rincón, le respondió:
– Imagino que para él era una frustración estar tan cerca y no poder hacer nada.
– Claro… me parte el corazón -dijo Luca.
Fidel tomó la palabra señalando al panel de ingeniería de Luca.
– Lowell nos ha mandado un paquete de datos. Echales un vistazo a ver que sacas en claro.
– ¿Siguen con esa idea de que el fallo fue debido a una anomalía magnética?
– Sí, pero no sólo eso.
– A ver. Parece que nos está mandando una imagen SAR tomada desde la Ares.
Jenny salió al fin del saco y se acercó, tiritando un poco, al panel de Luca.
– ¿SAR? -Jenny frunció el ceño e imitó la voz de McCoy, el médico de la serie Star Trek-. Soy médico Jim, no ingeniero.
– SAR, de Synthetic Aperture Radar -le explicó Luca-; funcionan con una frecuencia central de 1225 MHz, ondas de radar milimétricas de mucha resolución. Se tienen que emitir desde un vehículo en movimiento. Se va barriendo el terreno a franjas estrechas y recogiendo los ecos según avanza. De este modo se simula trabajar con una antena enorme y los resultados son de muy alta calidad. Se diseñó inicialmente para cartografiar Venus.
La imagen se formaba en la pantalla. Era una especie de plano en niveles de gris. Herbert y Susana se acercaron abriendo mucho los ojos.
– ¿Eso está en el fondo del Valle Marineris? Parece algo artificial…
– Espera Susana, no nos precipitemos en sacar conclusiones.
En la imagen se veía una retícula de celdillas cuadradas. Fidel también se acercó. Todos miraron el monitor de Luca.
– Yo he visto eso antes…
Herbert le respondió.
– Sí, yo también.
Luca usando el lápiz óptico amplió la zona de la retícula. Jenny abrió mucho los ojos.
– La verdad es que no parece algo natural… Es demasiado geométrico ¿no?
– Quizá es un efecto de la poca resolución. -dijo Susana.
– No -dijo Luca-, La resolución es más que suficiente.
Herbert apartó suavemente a Luca del panel y operó sobre él mientras murmuraba.
– Creo recordar… ¡Ajá, aquí esta!
La imagen se dividió en dos. A la izquierda quedó la ampliación que estaban observando. A la derecha una imagen de archivo fechada y con referencia.
– Es la foto 4212-15 tomada por la Mariner 9 cerca del Polo Sur de Marte.
Susana observó detenidamente las dos imágenes y luego a Herbert.
– Lo recuerdo. Se dijo que era una formación basáltica.
– Y eso debe ser… pero…
– ¿Sí?
Herbert tomó el lápiz óptico, pinchó en la imagen de la derecha hasta que las escalas coincidieron en las dos. Luego tomó esa imagen, la hizo semitransparente y la arrastró encima de la otra.
Tuvo que cambiar un poco la perspectiva, pero al final se hizo evidente que las dos imágenes encajaban a la perfección.
– Fijaos, son exactamente iguales… la verdad es que es un muy extraño…
Todos miraron la superposición. Fidel se mesó ruidosamente la barba. Nadie rompió el silencio hasta que Susana le preguntó a Herbert.
– ¿Cómo explicas esa coincidencia? La naturaleza no hace cosas así… ¿verdad?
– Desde luego que no.
Luca habló con voz muy clara y alta.
– Lo extraordinario necesita de pruebas igual de extraordinarias para ser admitido.
– Lo sé, Luca, pero… mira, dos formaciones exactamente iguales, geométricas, separadas por miles de kilómetros… como algo construido a partir de un mismo plano.
– Sin duda será algo interesante para investigar en la próxima misión a Marte -dijo Luca con tranquilidad-. Pero a nosotros el tiempo se nos acaba.
Susana volvió a tensar la mandíbula. Sus ojos, se transformaron en dos pozos de hielo.
– ¿Eso es sólo un comentario más o son tus conclusiones como ingeniero de la nave?
Luca aguantó la mirada. Sus ojos, muy negros, relampagueaban.
– Creo que sería conveniente que tuviésemos una reunión.