143157.fb2
Clarice Cliff, Sussie Cooper
y la compañía Walking Ware Designers,
por diseñar objetos de cerámica que me asombran y me deleitan cada vez que los veo.
eBay
por poner en venta tarde o temprano todo lo que existe en el universo, y de esa manera hacer que la investigación sea mucho más divertida que lo que era antes.
Abigail Trafford
por haber escrito Crazy Time , su brillante y compasivo estudio sobre el divorcio y la recuperación.
Jennifer Greene, Cathie Linz, Lindsay Longford, Susan Elizabeth Phillips y Suzette Vann
por escucharme armar la trama de mis libros todas las primaveras sin quejarse y por ser la única razón para viajar hasta el aeropuerto O’Hare.
Patricia Gaffney y Judith Ivory
por perfeccionar el arte de la amistad y el oficio del aliento incondicional, y por soportar una escandalosa cantidad de sollozos por e-mail y cybergemidos.
Jen Enderlin
por ser una vez más una editora cuya inteligencia, intuición, empatía, entusiasmo y paciencia de santo, me hacen posible escribir sin beber ni tomar drogas, aunque no sin chocolate y papas fritas con vinagre.
Y Meg Riley
por protegerme de todo, incluso de mí misma y, mientras tanto, por negociar un contrato excelente.
Sin la ayuda de todas estas buenas personas, no podría haber escrito este libro, ni habría querido hacerlo.