153302.fb2 El amor enamorado - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 3

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Jornada segunda

Salen Venus y CUPIDO.

VENUS ¡Oh, qué bien me obedeciste!

En obligación te estoy;

gracias, CUPIDO, te doy

del cuidado que tuviste:

alta venganza me diste

si, después que me partí,

Dafne se burla de mí,

y a su Diana siguiendo,

por las selvas anda huyendo

de los hombres y de ti.

Gustarás de que me afrente

con soberbia presunción,

y te haya dado ocasión

para ser inobediente.

¿En qué estrella, en qué accidente

consiste que, sin temor,

sea para mí rigor,

ira, desdén y aspereza,

el que por naturaleza

es para todos Amor?

Quien tantas almas enciende

de mi hijo no se alabe,

pues que vengarme no sabe

de una mujer que me ofende.

Por toda Arcadia se extiende,

de Febo la ilustre fama,

que lo que sabes te llama,

porque dio muerte a una fiera;

y tú, como si lo fuera,

tiemblas de ver una dama.

¡Vive Júpiter sagrado,

que estoy de pura tristeza

por quebrarte en la cabeza

el arco mal empleado!

Dime, cobarde y armado,

dime, desnudo y valiente,

¿cómo aquel valor consiente,

que con tu sangre te di,

que Febo te venza a ti,

y que a mí Dafne me afrente?

CUPIDO Infamas sin ocasión

mi cuidado, madre mía;

que no ha sido cobardía

sino aguardar ocasión:

yo daré satisfacción

a mi agravio y tus enojos,

y por esos bellos ojos,

dulce estrella del aurora,

que ha de ser antes de un hora

Dafne de tus pies despojos:

yo, que sin guardar decoro,

a Júpiter transformé,

por Leda, en cisne, y mudé,

por la bella Europa, en toro:

vete, que el plomo y el oro

hoy te dirán si me atrevo;

que por lo que a ti te debo,

y la parte que me alcanza,

tendrás de Dafne venganza

y yo la tendré de Febo.

VENUS ¿Dasme la palabra?

CUPIDO Doy

a tus ojos celestiales.

VENUS Pues por humildades tales

mis brazos te doy, y estoy

tan satisfecha, que voy,

como pudiera vengada,

contenta y desenojada.

Vase.

CUPIDO Tú, principio de mi vida,

como me mandas servida,

como mereces amada.

Selvas de Arcadia, montes y riberas,

yo soy Amor; mi madre me ha reñido;

de hoy más, todo mortal guarde el sentido;

que no he de perdonar aves ni fieras.

Tú, que las plantas, al correr ligeras,

por las sendas estampas del olvido,

presto verás, habiéndome ofendido,

lo que va de las burlas a las veras.

Hoy has de aborrecer, y ser querida;

y tú, vanaglorioso Febo, advierte

que no te importa ser fitonicida.

No pienses libre de mis flechas verte,

porque de cuantas cosas tienen vida,

sólo no supo qué es amor la muerte.

Dentro ruido de pastores, y sale Bato.

BATO Desgraciado en premios soy:

si el cielo premios lloviera,

ninguno a mí me cupiera;

por desesperarme estoy.

¡Oh, tiempo, no sé por quién

eres a mi premio ingrato!

Todos alaban a Bato,

pero nadie le hace bien.

¿De cuál peñasco arrojado

me dará fin este río,

que aun de morir desconfío,

según nací desdichado?

Este es bajo, éste eminente,

éste aún no me da lugar;

tal estoy, que no he de hallar

peñasco que me contente.

Un mancebo viene allí.

CUPIDO Dime, que el cielo te guarde,

pastor, ¿qué fiesta esta tarde

celebra el Arcadia aquí,

que tanta gente se junta?

BATO Deciros la causa quiero;

que parecéis forastero

en el traje y la pregunta:

dio Febo muerte a Fitón.

CUPIDO ¿Qué Febo?

BATO El nacido Delo,

el que lleva por el cielo

el dorado cherrión.

CUPIDOY Fitón, ¿quién fue?

BATO Una fiera

serpiente, que se comía

los ganados, y este día

celebran monte y ribera

con juegos, que él ordenó,

de cantar, saltar, bailar,

hacer versos y luchar,

y todos los pierdo yo.

CUPIDO ¿Cantáis vos?

BATO Muy mal.

CUPIDO ¿Saltáis?

BATOMucho peor.

CUPIDO ¿Hacéis versos?

BATO Sí, señor; mas son perversos.

CUPIDO Pues ¿cómo queréis ganar?

BATO Porque como yo sabía

que lo peor se premiaba,

por lo mismo imaginaba que el premio merecería.

CUPIDO ¡Oh, qué cosa tan mal dicha!

BATOYo la he dicho muchas veces.

CUPIDO Donde son dioses jüeces,

culpad a vuestra desdicha;

que los dioses saben bien

quién merece premio o no.

Decid los versos, que yo

quiero ser jüez también.

BATO ¿Es dios su merced acaso?

CUPIDO Decid, que yo os lo diré

después.

BATO Ya van alahé,

pero quítese del paso:

en tomando su arco y flechas

Febo de un espetón

mató a la Sierpe Fitón,

y todos estos montes y riberas;

le hacen fiestas

saltando y bailando,

jugando y andando;

y dicen que el dios CUPIDO

nunca hizo tiro tan llocido,

porque es herrero su padre,

y su madre, por desastre,

le hubo en un sastre,

y nadie se asombre,

que era mujer, y no hombre,

y esto lo puedo jurar,

aunque nunca la vi nadar.

CUPIDO ¿Hay más?

BATO ¿Poco le parece?

CUPIDO Si vos escribís ansí,

¿qué premio esperáis?

BATO A mí

me han dicho que le merece.

CUPIDO Pues porque jamás culpéislos dioses, con este

anillo

os premio.

BATO Me maravillo,

si es fino, que me lo déis.

CUPIDO Mirad que tiene virtud

esa piedra para hacer

que os quiera cualquier mujer.

BATO Dios le dé vida y salud:

Silvia me burló mil veces,

hoy me tengo de vengar.

CUPIDO Ya no podréis murmurar

siendo los dioses jüeces.

Finalmente. ¿a quién premiaron

de las ninfas?

BATO Por mejores

en todas gracias de flores,

los cabellos coronaron

de Dafne y de Sirena,

que cantando las dos, creo

que pudieran, como Orfeo,

suspender la eterna pena.

CUPIDO ¿Dafne premiada?

BATO ¡Pues no!

Tanto, que con dulce guerra

la miró Febo en la tierra,

y en el cielo se paró.

CUPIDO ¿Febo la miró?

BATO Es mujer

que se la pide a Peneo

mueso príncipe Aristeo.

CUPIDO Desde aquí la pienso ver.

Todos los pastores de fiesta, con instrumentos, y Febo

detrás coronado de roble, y Dafne y Sirena, de flores.

ALCINO En grandes obligaciones

nos pone tu majestad,

con hallarte, ¡oh, gran deidad!,

en nuestros juegos fitones;

con esto serán más claros.

tú con más amor servido.

FEBO Mi propio interés ha sido,

pastores, venid a honraros.

Habla Bato con el Amor, y no le ve.

BATO Ahora, ilustre mancebo,

pues que no la conocéis,

la bella Dafne veréis,

veréis al valiente Febo;

mas ¿por adónde se fue?

que sin verle no es posible.

CUPIDO Aquí estoy, pero invisible,

donde ninguno me ve;

desde aquí la flecha de oro

a Febo quiero tirar;

Diana ha de perdonar,

pues no ofendo su decoro;

por enamorar a Febo,

la de plomo a Dafne tiro.

Tira dos flechas a Dafne y a Febo.

FEBO Parece que en Dafne miro

nuevo ser, semblante nuevo;

nunca tanto en su belleza,

como ahora reparé.

DAFNE ¡Qué diferente miré,

de Febo la gentileza

de lo que la miro ahora!

Gallardo me parecía,

como al tiempo que salía

de los brazos del Aurora:

¡qué pena de verle tomo!¡Qué mal talle! No merece

ser deidad.

CUPIDO Ya le aborrece,

ya va haciendo efecto el plomo, y el oro en Febo.

ALCINO Pastores,

Febo querrá descansar;

volvamos a coronar

su templo de almas y flores.

Éntrense todos cantando, y Febo detenga a Dafne.

FEBO Espera, Dafne, espera.

DAFNE ¿Qué quieres?

FEBO Hazme un favor.

DAFNE¿En qué te sirvo?

FEBO Una flor

desa guirnalda quisiera;

ni es mucho a la primavera

pedir flores por favores,

que es propio tiempo de amores.

DAFNE ¿Flores me pides a mí,

cuando al Aurora y a ti

deben los prados las flores?

FEBO Lo que se puede tomar

no puede favor llamarse,

porque es cosa que ha de darse

si favor se ha de llamar.

DAFNE El que a otro puede dar,

es forzoso conceder

que superior viene a ser,

y tu deidad perdería

si yo, de cosa que es mía,le puedo favorecer.

FEBO Dafne hermosa, la deidad

celestial naturaleza,

de cuanto es mortal riqueza

no tiene necesidad:lo que pide es voluntad;

las demás cosas son vanas

para prendas soberanas,

y ésta falta entre las dos;

que siempre está pobre Dios

de voluntades humanas.

El olor del sacrificio,

desde la ardiente ceniza

los aires aromatiza,

porque en su piadoso oficio

es del corazón indicio,

y por eso juzgas mal

en llamarte desigual;

que es tal la fuerza de amor,

que puede hacer inferior

lo inmortal a lo mortal.

La violencia más segura

para hacer desde la tierra

a los mismos dioses guerra,

es la perfecta hermosura.

El oro y la plata pura,

las piedras, los minerales

y las perlas orientales,

las crío y engendro yo;

pero nunca el sol crió

esos ojos celestiales.

Que si pudiera mi mano

dar a tu belleza ser,

¿qué le quedaba que hacer

a Júpiter soberano?

Y aún pienso, y tengo por llano,

que tan perfecta y tan pura

belleza y rara pintura

ella misma se hizo a sí,

porque de otra que de ti

no fuera tanta hermosura.

Yo puedo hacer en la mina

el diamante y el rubí,

no engastar en carmesí

clavel tu boca divina:

con esto, Dafne, imagina,

si te parece extrañezaque conquiste tu belleza,

que hasta un dios pudo rogar

por lo que le puede dar

la mortal naturaleza.

DAFNE Febo ilustre, yo nacídel claro río Peneo,

como sabes, semideo,

en cuya orilla crecí

hasta que las ninfas vi

de la triforme Diana,

a quien dediqué lozana

verde edad, que no hermosura,

y a su casta imagen pura

la parte que tengo humana.

Aristeo me pidió

por mujer, que de Tesalia

es Príncipe, y la acidalia

Venus tanto se enojó

de que le dejase yo

por seguir su casto coro,

que contra el justo decoro

a que me quieras te obliga,

porque, queriéndote, siga

las leyes de Amor, que ignoro.

Yo no quiero, ni he querido,

ni pienso querer jamás,

si todo el oro me das

de tus rayos producido:

muda el amor en olvido;

que aunque eres deidad, yo humana,

será tu esperanza vana

mientras más loca pretenda,

pues cuanto Venus me ofenda,

sabrá guardarme Diana.

Vase.

FEBO ¡Al autor de la luz tanto desvelo,

tanto desdén y desigual porfía!

Estoy por no salir, ni formar día,

aunque la Tierra se lamente al Cielo.

Caiga la noche de sí misma al suelo,

sin esperanza de la lumbre mía,

porque la caza que estas selvas cría

se envuelva en sombra de su eterno velo.

Suspende el arco al hombro, que profana

la ley de Amor, y si es buscar severa

fieras tu condición, dulce tirana, ¿qué fiera más

cruel hallar espera

que la que tiene con belleza humana,

de piedra el alma, el corazón de fiera?

CUPIDO se le pone delante.

CUPIDO ¿Adónde bueno, gallardoFebo, el del famoso

tiro?

Vienes de ver, por ventura,

las fiestas y regocijos

que a la muerte de Fitón

las riberas deste río

celebran con tanto aplauso

de juegos y sacrificios?

¿O, codicioso de hacer

suerte igual entre estos riscos,

buscas otra sierpe fiera

que derribe excelsos pinos,

que devore los ganados,

y rompa los edificios?

¿Adónde la dejas muerta?

Que yo confieso que envidio

las honras que estos serranos

hacen a tu nombre invicto.

¿Qué dicha mayor que ver

cómo eres dellos tenido

por el mayor de los dioses

que tiene el sagrado Olimpo?

Adórante cuantas ninfas

habitan los extendidos

campos que riega Peneo

en círculo cristalino,

y más entre todas Dafne,

su hija, con quien he visto,

de la florida ribera

entre los verdes alisos,

tan tierna y enamorada,

que parece que yo mismo

la enseñaba los amores

que a tus requiebros ha dicho.

¿Cómo la dejaste ir?

FEBO Mal nacido basilisco,

dulce afrenta de las almas,

grave error de los sentidos,

engaño de la esperanza,

tirano del albedrío,

sinrazón de la razón

y de la memoria olvido;pasión del entendimiento,

de la voluntad hechizo,

suspensión de las acciones,

humano con lo divino,

y divino con lo humano;

el más traidor que ofendido,por envidia y por venganza

te burlas, rapaz, conmigo:

¿Parécete que es victoria

haberme Dafne rendido?

¿Lo que su hermosura ha hecho

atribuyes a tu oficio?

Sus ojos, y no tus flechas,

sus donaires, no tus tiros;

que la hermosura perfecta

no mata con artificio.

Plega al cielo que te veas,

siendo Amor, aborrecido,

y que te deje, a quien ames,

por hombre mortal e indigno,

y que por tus ojos veas,

abrasado en celos vivos,

sus dos almas, sus dos vidas,

en un cuerpo hermafrodito.

Oigan los dioses mis ruegos,

en cuya piedad confío

venganza de tus agravios,

y piedad de mis suspiros.

Vase.

CUPIDO No sé cómo, viendo a Febo

tan triste, el placer resisto;

pero sin comunicarse,

¿qué gusto jamás lo ha sido?

Voy a referir a Venus

sus trofeos y los míos.

Dafne huye, Febo adora,

yo triunfo. ¡CUPIDO, víctor!

Salen Dafne y Sirena.

SIRENA ¿De eso vienes victoriosa?

DAFNE ¿De qué quieres que lo esté

con más razón?

SIRENA Desdén fuede mujer loca y

hermosa;

¿dirás que de virtuosa

el desdén ha procedido?

DAFNE Valor y virtud ha sido.

SIRENA Yo no le doy ese nombre,

pues al que es dios y al que es hombre

tratas con un mismo olvido.

Que desechos a Aristeo

me parece necedad,

y de Febo la deidad,

vanaglorioso trofeo:

¡Que ningún amor ni empleo

tu condición te permita!

¡Qué nación el mundo habita,

que haya despreciado al sol,

desde el indio al español,

y del alemán al scita?

¡Ah, Dafne! Júpiter quiera

que no pague la locura

de emplear tanta hermosura

en ir siguiendo una fiera.

DAFNE Yo sé qué premio me espera,

y no es esperanza vana,

cuando lo sepa Diana,

de cuyo coro me precio,

y por cuyo honor desprecio

toda la riqueza humana.

Mas cuando su celestial

compañía no siguiera,

menos a Febo quisiera,

porque me parece mal;

tanto, que en odio mortal

el respeto he convertido.

SIRENA Si es gallardo y entendido

un hombre, ¿qué ha de tener

para quererte?

DAFNE Nacer

con dicha de ser querido;

tanto sol no me conviene,

ni hay tan rudo labrador

que me parezca peor de cuantos Arcadia tiene.

SIRENA Venus le ama y le entretiene,

y día y noche le sigue.

DAFNE Mal gusto.

SIRENA El cielo te obligue

a hacer presto un necio empleo

en el sátiro más feo,

que tus melindres castigue.

Todas las que sois así,

arrepentidas lloráis

después que a todos vengáis,

como lo espero de ti.

DAFNE Vete. Sirena, de aquí,

y no culpes mi desdén;

que como tú quieres bien,

hablas mal contra el decoro

de Diana.

SIRENA De su coro

me río, y de ti también.

Nace al aurora la flor

vanagloriosa de sí,

y si pasa por allí

el gallardo cazador,

parece que de temor

de que la toque su mano,

aunque fue melindre en vano,

a las hojas se retira,

y cuando ya el sol expira,

la pisa el rudo villano.

Tu aspereza no es virtud,

sino necia vanagloria;

en tanto intenta victoria

tu loca solicitud:

yo culpo tu ingratitud,

de vana arrogancia llena.

DAFNE Vete y déjame, Sirena;

que viciosa compañía

hará que juzguen la mía

por la libertad ajena.

SIRENA Si es porque de Alcino soy,

yo estoy tan bien empleada

como tú estás engañada.

DAFNE En mi daño si lo estoy:

vete con Dios.

SIRENA Yo me voy;

todo el tiempo lo sujeta:

tú verás si eres discreta,

y si yo la necia soy.

Vase.

DAFNE No hay cosa más importuna

que la persuasión de un necio,

cuando presume que sabe

y que enseña al que es discreto.

No de otra suerte combate

la roca en la mar al viento

las ondas de las aguas

una tras otra soberbio,

que como quien burla dél,

firme en su nativo asiento,

vuelve en espumas los golpes,

y en blanda risa los ecos:

así se cansa quien piensa

reducir mi entendimiento

a no seguir de Diana

limpia vida y trato honesto.

Por más imposible juzgo

que pueda querer a Febo,

que hacer solsticio sus rayos

un año en medio del cielo.

Sale un ciervo por una puerta del teatro.

¡Oh, qué valiente animal!

Tan alto y hermoso ciervo

no le ha criado el Arcadia:

seguirle y tirarle quiero.

¿Huyes? Yo sabré seguirte.

Yo mate este ciervo, y Febo

mate serpientes Fitones.

Va tras él, y vuelve a salir por la otra parte.

No pareces muy ligero,

ciervo gentil, por Diana,

a quien humilde prometo

de tu pardo morrión

las plumas para trofeo, más que penacho marcial,

cobarde muestra del pecho,

de honrar su templo contigo:

pero ¡ay, Júpiter! ¿Qué es esto?

Burla ha sido de los ojos,

cual suele pintar el sueñoen el interior sentido

formas de vanos efectos.

¡Ay Dios, ay triste, ay de mí!

Por donde el ciervo se desaparece, sale Febo.

FEBO Sosiega, Dafne.

DAFNE ¡Ay, cielos!

FEBO Febo soy.

DAFNE Pues ¿qué me quieres?

FEBO Que me escuches.

DAFNE ¡Muerta quedo!

FEBO Yo te truje con engaño

entre estos olmos y fresnos,

adonde apenas las aves

rompen el mudo silencio:

fingí el ciervo que seguiste;

hoy quedarán mis deseos

de tu desdén victoriosos,

pues aún apenas el cielo

nos puede ver, que las ramas

edifican verdes techos

para defender los troncos,

en que estriba su alimento,

contra las estrellas sirias,

que ladran por ofendellos.

Sosiégate, vuelve el rostro;

qué, ¿te turbas? ¿Tan grosero

villano me consideras?

DAFNE Mi desdicha consideroy tu traición. ¿Esto hacen

dioses? ¡Qué gentil ejemplo

para los hombres mortales!

FEBO Si lo fuera yo, sospecho

que me tuvieras amor;tú estás sin mayor remedio

que trocar en voluntad

la fuerza.

DAFNE ¿Fuerza? Primero

se harán pedazos los polos

en que estriba el firmamento,

y la rueda celestial

caerá desasida de ellos;

primero verán los hombres

trocados los elementos,

ligera el agua y la tierra,

pesados el aire y fuego;

primero aquellos diamantes

del cielo…

FEBO ¡Oh, tanto primero!

Dafne, yo te adoro; yo

soy el que tengo el gobierno

del mundo; ya no es posible

que puedan mis brazos menos

que tus desdenes.

DAFNE ¡Ay, triste!

¡Ay, infeliz!

FEBO Cuando huyendo

fueras a aquellas regiones

que eternamente me vieron,

tengo de alcanzarte: Dafne,

espera.

DAFNE ¡Valedme, cielos!

Salen Bato y Silvia.

SILVIA ¿Con ese talle querías, Bato, que yo te

quisiese?

BATO Sí querrás, aunque te pese.

SILVIA ¡Qué neciamente porfías!

BATO Con la boca bien podrás

decir sí; que dices no.

SILVIA En diciendo nones yo,

no diré pares jamás;

estos son nuestros azares,

estas nuestras condiciones.

BATO Como ésas han dicho nones,

que después paran en pares;

pues a fe que tengo aquí…

SILVIA ¿A ver, por tu vida, a ver?

BATO Dime si me has de querer.

SILVIA Sí, resí, tatarasí.

BATO Por ver, ¿qué no harán mujeres?

SILVIA Si también tú dices no,

¿cómo es posible que yo

pueda pensar que me quieres?

BATO Mira qué anillo.

SILVIA Soy corta

de vista, en mi mano quiero

verle.

BATO Pues jura primero.

SILVIAY mi palabra, ¿no importa?

BATO La mujer no está obligada;

que por esto viene a ser

quien no la cumple mujer,

y es rueca la que era espada.

SILVIA Plegue a Dios que, si lloviere,

ni pie ni mano me moje,

y que en la cama me arroje

cuando más sueño tuviere;

ni coma ni beba másde lo que tuviere gana,

y si fuere de mañana,

no me levante jamás.

¡Mira qué gran juramento!

BATO Alahé, que has de comprir

lo que dices, o morir

por ello.

SILVIA Muestra, jumento.

BATO Toma.

SILVIA Mi Bato querido,

dámele.

BATO ¿Quiéresme?

SILVIA Pues.

BATO¡Verá el diablo! Verdad es;

sacudióla el dios Copido;

pero el hombre fue discreto

que aquel anillo me dio,

si por el dar entendió

la virtud de este secreto.

Ahora bien, dame un abrazo.

SILVIA ¡Malos años para ti!

BATO ¿Y el juramento?

SILVIA ¿Yo?

BATO Sí;

tú verás, llegado el plazo,

cómo llueve y no te mojas,ni eres la mañana dueño

de tus pies, y que con sueño

sobre la cama te arrojas.

Ésta me ha engañado,

soy un tonto; engañarla quiero:

¿Silvia?

SILVIA ¿Qué quiere el grosero?

porque sepa que me voy.

BATO ¿No sabes como el Fitón

que mató Febo dorado

preñado estaba?

SILVIA ¿Preñado?

¿De quién?

BATO De otro serpentón

que salió de la barriga

aquella noche.

SILVIA ¡Mal año!

BATO Tanto, que, temiendo el daño,

a que consulten obliga

la diosa Temis, y dice

que ha de comer solamente

toda mujer que no siente

qué es amor.

SILVIA ¡Ay, infelice!

BATO Las que engañan, y después

lo que prometen defienden,

las que piden, las que vendenel amor por interés,

las ingrata, las crueles.

las tontas, las bachilleras,

las que engañan con chimeras

a los amantes noveles,

las que toman los anillos.

SILVIA ¡Ay, Bato, no digas más;

que esta noche me verás

al volver mis corderillos!

Pero porque no te vean

busca un pellejo de lobo,

y por uno y otro escobo

haz de suerte que lo crean,

porque me hables entretanto

que anda el prado temeroso.

BATO Ser lobo es dificultoso:

tomalle no lo era tanto;

pero yo lo haré por ti

e iré a buscar el pellejo,

que lobo, zorra y conejo

me quiero volver; mas di:

¿quiéresme ahora abrazar?

SILVIA Y ¡cómo si abrazaré!

BATO ¡Oh, qué bien que la engañé!

SILVIA ¡Oh, qué, palos le he de dar!

Vanse.

Sale Dafne huyendo.

DAFNE ¡Tened lástima de mí!

¡Favor, dioses inmortales,

no pueden desdichas mías

desacreditar deidades!

Si la virtud no os obliga,

¿cómo podrán los mortales,

temiendo vuestra justicia,

reprimir sus libertades?

¡Favor, piedad!

Febo dentro, como que viene de lejos.

FEBO ¿Dónde huyes

y de quién, hermosa Dafne?

Para, de piedad de ti,

ya que no de mí, a escucharme:

mira que de ti la tengo;

pues para que no te canses,

voy rogando a mis deseos

que se detengan y paren.

DAFNE ¡Cielos, ya suena más cerca!

¡Árboles, cubridme, dadme

favor, pues falta a los dioses!

FEBO No soy yo rústico amante,

no soy villano grosero;

tú verás, como me aguardes,

que sólo me manda Amor

que te mire, que te hable

con aquel cortés respeto

que es tan justo que te guarde.

DAFNE Parecéis malos jüeces,

deidades inexorables,

que en los reos no castigan

los delitos que ellos hacen.

¡Oh, Júpiter! Si tú fuerzas

a Egina, a Leda y Danae,

¿cómo detendrás a Febo?

FEBO ¡Detente, Dafne, un instante!

¿Cómo sufres que tus pies

tantas espinas maltraten?

¿Quieres, por dicha, cruel,

que, como a la hermosa madre

de Amor, produzca la tierra

nuevas rosas de tu sangre?

DAFNE ¡Ya le veo, yo soy muerta!

Peneo, mi dulce padre,

¡favor!

Sale Febo.

FEBO No dirás que he sido

tan veloz para alcanzarte

como corriendo los cielos,

aunque eres más bella imagen,

que por mi eclíptica de oro

forman eternos diamantes.

Váyase Dafne arrimando a la transformación.

Ya no tienes dónde huir;

si quieres asegurarte,

en estos brazos te esconde.

DAFNE Tierra, tus entrañas abre,

y en tu centro me sepulta.

Transformándose en laurel.

FEBO Tente, espera; celestiales

dioses, ¿qué crueldad es ésta?

¿Un árbol queréis que abrace?

¿Qué lo dudo? Ramos son

que del duro tronco salen,

alma de aquella cruel:

venganzas son desiguales

de mis ofensas, Amor.

Dafne en el árbol.

DAFNE ¡Ay!

FEBO Con qué voz lamentable,

temblando el árbol se queja

piadosamente suave:

¿Qué haré, que pierdo el sentido?

¡Que todo el cielo vengase

a Venus! ¡Ah falsos, dioses!

Produce, tierra, gigantes,

que intrépidos otra vez

intenten aposentarse

en el alcázar eterno,

de donde arrojados bajen:

poned montes sobre montes,

¡oh terrígenas titanes!

Y matadme a mí el primero,

si hay hombres que dioses maten:

¡oh, cielos, quién ahora, en tantos males,

pudiera ser mortal para matarse!

Árbol, aunque ingrato fuiste,

quiero en la muerte mostrarte

que fue mi amor verdadero,

porque no hay prueba que iguale

como, después de la muerte,

firmezas de voluntades.

Tú serás el árbol mío,

laurel quiero que te llamen,

aunque en tu dura corteza

su condición se retrate,

cubriendo un alma de bronce

y unas entrañas de jaspe.

Arrojo el roble, y desde hoy

quiero de ti coronarme:

desta rama haré a mi frente…

DAFNE ¡Ay!

FEBO Perdona; para honrarte,

corona que también sea,

para ilustres capitanes,

triunfo de insignes victorias

y premio de hazañas grandes.

Tú serás la verde insignia

de Césares imperiales,

lauréola de ingenios

en las científicas artes,

tú de poetas honor,

que de siglo a siglo nacen.

Pero ¿qué puede haber, Dafne, que baste,

si no tengo de verte, a consolarme?

DAFNE Febo, el favor agradezco,

aunque arrepentida tarde;

que para ejemplo de ingratas

quiso el cielo transformarme

en el que llamas laurel.

Vengado estás; ya no aguardes

oír más mi voz.

FEBO Temblaron

las ramas: ya el alma parte

a los Elisios. Permite,

si no he de oírte, abrazarte,

aunque es tanta tu dureza

que, para que no te abrace,

volverás a ser mujer

y volverás a matarme,

para que en vida y muerte no me falte

desdén que huya, ni beldad que mate.

Sale Bato.

BATO Cosas mandan las mujeres

a los hombres, que es un necio

el que por tan caro precio

quiere, comprar sus placeres.

¿Adónde hallaré, en efeto,

este pellejo de lobo?

Silvia me tiene por bobo;

pues a fe que soy discreto.

Lo que para no envidiado

dicen algunos que basta,

y más no habiendo en mi casta

ni dichoso ni letrado.

Si ésta me cumple el concierto,

todos somos vengativos;

muchos lobos topo vivos,

y ninguno topo muerto.

Allí está Febo, a la fe;

él del pellejo dirá,

pues por esos mundos va

y cuanto hay en ellos ve.

¡Ah, señor FEBO!

FEBO ¿Quién llama?

BATO Bato soy, aquel zagal

que le enseñó el animal

que le ha dado tanta fama.

FEBO ¿Qué me quieres? Que recelo

que para tu daño sea.

BATO Hanme dicho que voltea

por la maroma del cielo,

y véngole a pescudar

si en el mundo, nuevo o viejo

ha topado algún pellejo

de lobo que me enseñar;

que esta noche Silvia y yo…

FEBO Villano, ¿burlas a mí?

BATO Pues ¿con eso le ofendí?

¿De un pellejo se enojó?

FEBO Mataréte.

BATO ¡Cielo santo,

favor! Al monte me subo.

FEBO Aguarda.

BATO ¡En qué poco estuvo

que me diese con un canto!

Vase subiendo por el monte.

FEBO La Luna, mi blanca hermana,

está de creciente ahora,

ya de salir es la hora;

escucha, hermosa Diana.

BATO ¿Si acaso me llama a mí?

¡Ah, señor! ¿Topó el pellejo?

FEBO Si tú no, me das consejo,

Luna, ¿qué ha de ser de mí?

Ven, Diana, ven hermana.

BATO Ya no me puede faltar:

¿Qué dice? ¿Que le he de hallar

en el templo de Diana?

Dios se lo pague, señor;

que ya voy por el pellejo.

Vase.

FEBO Luna, de la tierra espejo,

y del cielo resplandor,

en quien la noche se toca,

y se miran las estrellas,

si la luz que en ti y en ellas

infundo sol te provoca,

óyeme en la tierra Febo.

Por lo alto un carro de plata; Diana sentada en él con

una media luna en el tocado.

DIANA Ya te escucho, hermano mío;

¿qué tienes? ¿De quién te quejas?

FEBO De dos monstruos, madre e hijo,

incendios de tierra y cielo,

que a tu frígido epiciclo

solamente han perdonado.

DIANA ¿Qué te han hecho?

FEBO Ese CUPIDO,

ese hermano de la muerte,

ese decrépito niño,

envidioso de que hiciese

aquel celebrado tiro

con que di muerte a Fitón,

de Tesalia basilisco,

me hirió de amor de la hija

de Peneo, ilustre río,

que huyendo de mí, transforman,

airados siempre conmigo,

los dioses en árbol; mira

si me quejo, si suspiro,

si lloro con justa causa;

como a mi hermana, te pido,

si no remedio, venganza.

DIANA Por esta luz que recibo,

Febo, de tus claros rayos,

y que doy por tantos siglos

doce veces a los años,

que ha de hacer que el mal nacido

rapaz, por quien le aborrezca,

de amor se abrase a sí mismo.

Tú verás enamorado

al Amor, nuevo prodigio

al mundo; que esta venganza

será por los mismos filos.

No hay dios que esté bien con él,

todos le han aborrecido;

tú verás como le doy

con mi castidad castigo.

¿No sabe Venus, no sabe

que sus lascivos delitos

descubren mis castos rayos?

Conmigo, Venus, conmigo.

FEBO Pues prosigue tu carrera,

luna de los ojos míos;

pisen tus ruedas de plata

los celestiales zafiros;

que ya se mira el Aurora

coronada de jacintos,

y las flores en los prados,

y las aves en los nidos,

hacen salva a su lucero

con las hojas y los picos,

para que mi carro de oro

trueque por el griego el indio.

Pasa el carro lo demás del teatro por lo alto, y acabe

la jornada segunda.