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Jornada tercera

Sale CUPIDO.

CUPIDO ¿Qué venganza del cielo,

qué ira de sus dioses soberanos,

con envidioso celo

del imperio que tengo en los humanos,

pena me dio tan nuevamente fiera,

que siendo el mismo Amor, de amores muera?

Aves enamoradas,

que destas selvas en el Buen Retiro,

o solas, o casadas,

no cantáis versos sin final suspiro,

y con ecos dulcísimos sonoros

amor y celos alternáis a coros;

fieras que las montañas

vivís en soledad, tal vez quejosas

de serlo mis hazañas,

faunos lascivos y silvestres diosas,

humor vital, vegetativas almas

de tantos cedros, plátanos y palmas;

Pastores deste prado,

que tantas veces abrasé de amores:

si hubiera yo pensado

lo que era yo, mis penas y rigores,

con más piadoso afecto hubieran sido

en mataros de amor temiendo olvido.

Tiré sin experiencia

de mi mismo dolor, que no sabía

de celos ni de ausencia;

maté sin ver que se acercaba el día

de dar a todos tan cruel venganza,

que me abrasa de amor sin esperanza;

cual suele en blanda cera

arder la luz y consumirse luego,

en mi abrasada esfera

soy alimento de mi propio fuego,

siendo en la cera, que mi fin recela,

mi propio ardor el alma de la vela.

Aves, fieras, pastores,

una ninfa cruel, una pastora,

mata al Amor de amores;

ya no hay amor, ni mata, ni enamora:

Sirena es ya, Sirena prende y mata,

y siendo Amor con el amor ingrata.

Quebrar el arco quiero

en este tronco de mi mal testigo,

pues de mí propio muero:

yo me maté, yo fui traidor conmigo:

que en tanta confusión, en tanto abismo,

yo mismo soy veneno de mí mismo.

Sale Febo.

FEBO Quedo, señor Amor, blanda la mano;

que este laurel es mío,

que tiene vida y sentimiento humano;

¿no ve que maltratarle es desvarío?

Si quiere enamorarle,

desde lejos podrá mejor tirarle;

que darle con el arco es bajo modo

para el alma que cubre esa corteza,

que tuvo en vida celestial belleza,

si con las flechas mata el mundo todo,

no mate con el arco bajamente;

abrase, tire, prenda, mas no afrente.

Si no le supo herir cuando vivía,

¿por qué le hiere muerto?

o le castiga porque no quería

ser más necia que fue.

CUPIDO ¡Desdicha mía!

Vete, Febo, con Dios.

FEBO Esto le advierto:

respete mi laurel, que ya corona

césares, capitanes y poetas.

¿Cómo no habla? ¿Cómo no blasona?

CUPIDO Vete, Febo, por Dios, que mis saetas

te han vengado de mí; las que tiraba

se vuelven a mi pecho.

FEBO ¿Cómo ha sido?

O ¿quién te hurtó las flechas del aljaba?

Ya soy tu amigo: cuéntame, CUPIDO,

tan grande novedad, que te prometo

sentir tus penas y guardar secreto.

CUPIDO ¿Piensas, Febo, que el alma no te miro?

¿Ahora vienes a engañarme, Febo?

Febo

De verte amar me admiro:

¿no eres tú Amor? ¡Qué prodigioso y nuevo

portento, amar Amor quien no le quiere!

¡Llorad, pastores, que el Amor se muere!

CUPIDO ¡Basta, Febo, no más; ya estás vengado!

FEBO Cuantos males me has hecho, me has pagado.

Ahora, ingrato Amor, verás quién eres,

pues que, siendo el Amor, de amores mueres.

¡Con qué traición mirabas,

con qué crueldad herías!

¡Paga, villano Amor, el mal que has hecho!

Las saetas trocabas,

y a Dafne me rendías,

en cuya nieve se abrasó mi pecho;

ya quedo satisfecho

de todos mis agravios

con verte, Amor, rendido;

mira de hoy más, CUPIDO,

cómo hieres los dioses y los sabios,

que tantas maldiciones

alcanzaron castigo a tus traiciones.

Vase.

CUPIDO ¿Qué tal venganza he dado?

Aves, fieras, pastores,

venid a ver a Amor enamorado;

y dí los pasadores,

el arco y la cadena,

a la bella Sirena;

ella mata de amores,

ella sola es amor, ella enamora;

della os guardad, pastores, desde ahora;

que ya no soy CUPIDO,

sino el Amor, que fue de amor vencido.

Sale Venus.

VENUS Amor, ¿de qué te lamentas?

CUPIDODe mí mismo, aunque acertara

cuando de ti me quejara,

que verme sin honra intentas.

¿Vienes a ver mis afrentas,

por dicha?

VENUS Debes de estar

loco.

CUPIDO Pudiera el pesar

enloquecerme de triste,

porque tú sola pudiste

al Amor enamorar.

Venus

Pues ¿estáslo, Amor, de mí?

CUPIDO Yo siempre de ti lo estoy,

mas hoy que venganza doy

al mundo, no fue por ti.

VENUS ¿Quieres bien?

CUPIDO Señora, sí;

y tú lo sabes mejor.

VENUS Mientes, Amor, que en rigor,

por tus ardientes castigos

¿quién tiene más enemigos

en cielo y tierra que Amor?

¿Nunca has visto en una voz

la gente de algún lugar

juntarse para matar

un fiero animal feroz,

que contra su furia atroz,

de que a todos parte alcanza,

cuál con dardo, cuál con lanza,

cuál con alabarda sale,

porque entre todos iguale

al agravio la venganza?

Pues esto han hecho, contigo

los dioses, y yo pudiera,

pues no hay en Tesalia fiera

como tú fuiste conmigo;

Marte en el cielo testigo,

como Adonis en el suelo:

pero puesto que recelo

la causa, dime quién es,

para ayudarte después

a pedir piedad al cielo.

CUPIDO Dulce madre mía,

Lucero el mayor,

que del cielo esmalta

su azul pabellón;

divino planeta,

celeste esplendor,

prólogo del día,

preludio del sol,

a quien por benigna,

Júpiter le dio

del tercero cielo

la jurisdicción:

yo tuve con Febo,

cuando, cazador,

con valiente brazo

dio muerte a Fitón,

la cuestión que sabes,

de que procedió

el laurel de Dafne

con alma y sin voz,

quejóse a los dioses,

llamóme traidor;

no sé cuál de todos

a todos vengó.

Hay una serrana,

destos valles flor,

gloria de su aldea,

de su prado honor,

basilisco en vista,

humano y feroz,

ángel en belleza,

fiera en condición.

Nunca con tal risa

las hojas abrió

la rosa al rocío

del primero albor,

cuando Abril la esmalta

del rojo arrebol,

que ocultaba el Marzo

en verde botón:

parece que el cielo

jazmines tomó

para hacer al rostro

cándido color.

Si pintar quisiera

tanta perfección,

recibiera agravio

su eterno pintor.

Quien mira su brío,

dice con razón

que la primavera

por allí pasó.

Yo la vi una fiesta

que al valle salió;

no sé qué me dijo,

prestéla atención;

que el oír al ver

siempre fue veloz.

Miróme al descuido,

cuidado me dio;

que en viendo los ojos,

¡ay del corazón!

Reparando en ella,

un helado ardor

discurrió mis venas

y la alma llegó.

Pregunté la causa

del nuevo vigor,

respondióme el alma,

madre, que era yo;

de suerte, señora,

que yo mismo soy

el amor que tengo,

pues muero de amor.

Nunca su ponzoña

al áspid mató,

como a mí me mata

mi propio dolor;

del aljaba pienso

que se me cayó,

yendo a recostarme,

algún pasador,

y por este lado

de suerte me hirió,

que Amor, que era uno,

se ha partido en dos,

a cuanto le digo,

me responde: «No»,

porque todos dicen

que quiere un pastor;

como es igual suyo

presto se rindió,

que amores iguales

verdaderos son;

tales partes tiene,

que celoso estoy;

que hay gustos que dejan

por un hombre, un dios.

Ella viene, madre,

voyme de temor;

dile que me quiera

si tu hijo soy,

de mí no se queje

ningún amador,

yo renuncio el arco,

madre, desde hoy;

Sirena le tenga,

que al Amor venció;

madre, ya soy celos,

ya no soy Amor.

Vase.

Salen Sirena y Silvia.

VENUS Con justa razón se queja

Amor. ¡Qué gentil mujer!

Mas necia debe de ser

si un dios por un hombre deja,

que implica contradicción

ser amor y no le amar.

SILVIA De hoy más te puedes llamar

vengadora, y con razón,

de las mujeres que amaron

y que mal pagadas fueron

pues que tus ojos rindieron

a quien a tantos negaron:

notable dicha has tenido.

SIRENA Silvia, yo no estoy contenta,

porque, cuando el Amor sienta

que por Alcino le olvido,

querrá, con desconfianza,

vengarse en los dos celoso.

SILVIA No hará; que en un poderoso

es bajeza la venganza.

Si un hombre de gran fortuna

dos mil virtudes tuviese,

como vengativo fuese,

no tiene virtud ninguna;

que es ofensa del valor

el no saber perdonar.

SIRENA Dirá Amor que es castigar

mi amor porque es dios de amor.

Ve, Silvia, y llámame a Alcino,

hable con mi padre luego,

que Amor, de sí mismo ciego,

podrá hacer un desatino;

casémonos, que después

él me guardará mejor.

SILVIA Yo voy.

SIRENA ¿Qué me quiere Amor?

Si es amor, lo mismo es

querer a quien he querido.

VENUS A verte sola esperaba,

menos arrogante y brava,

más amor, menos olvido;

la madre del Amor soy,

Sirena, a quien tratas mal.

SIRENA Yo, planeta celestial,

en tu misma esfera estoy;

no soy ninfa de Diana,

ni sus ejercicios sigo

por estas selvas.

VENUS No digo

que no procedes humana

en querer a quien te quiere,

pero no de mejorarte,

pudiendo en más alta parte,

tu injusto desdén se infiere;

si mi CUPIDO te adora,

¿cómo ofendes su deidad

con ajena voluntad?

SIRENA Antes presumo, señora,

que le ofendiera en mudarme,

pues siendo amor verdadero,

en sabiendo que a otro quiero,

podrá su ley castigarme.

VENUS ¿Serás la primer mujer

que a dos en un tiempo quiera?

SIRENA Seré la mujer primera

que a entrambos pueda querer;

el amor ha de ser uno,

esto bien lo sabéis vos,

porque la que quiere a dos,

no quiere bien a ninguno.

VENUS Poco sabes del papel

del amoroso teatro,

porque a dos, a tres y a cuatro

puede entretenerse en él.

SIRENA Entretener no es amar.

VENUS Pues no ames y entretén.

SIRENA Quiero bien, y querer bien

nunca dio tanto lugar;

que a la mujer que es dichosa

en querer quien la ha querido,

no le ha de quedar sentido

para querer otra cosa.

VENUS Muchos galanes, señora,

acreditan la hermosura.

SIRENA La mujer que honor procura

sin buena fama, no es buena.

VENUS Nunca la verdad se infama;

la virtud ha de vencer.

SIRENA ¿Qué virtud puede tener

quien no tiene buena fama?

VENUS A la virtud que es segura,

no ofenden injustos nombres.

SIRENA En habiendo muchos hombres,

es oficio la hermosura.

VENUS ¡Qué bachillera cansada!

SIRENA Obrar bien no es hablar mal.

VENUS Métete monja vestal.

SIRENA ¿Para qué si estoy casada?

VENUS No has de gozar lo que quieres.

Vase.

SIRENA Será injusto tu rigor,

o enemigos del honor,

mujeres para mujeres:

¡Qué consejos de una diosa!

¡Cuántas se pierden ansí!

Voces de pastores, con silbos y estallidos de hondas.

Dentro.

¡Aquí, pastores, aquí!

SIRENA De todo estoy temerosa.

Dentro.

¡Al lobo, al lobo, pastores!

Salga Bato con pellejo de lobo atado al pescuezo, que le

cubre las espaldas, y la cabeza metida por la suya.

BATO ¡Qué desdicha! ¡Muerto vengo!

¿Adónde podré esconderme?

SIRENA ¡Ay, triste! Una fiera veo:

¿Por adónde podré huir?

BATO Por Dios, Sirena, te ruego

que me defiendas.

SIRENA Él habla:

¡cielos, qué animal tan fiero!

Sátiro o fauno, ¿qué quieres?

¿Tan presto te vengas, Venus?

BATO Que no soy sastre ni macho.

SIRENA ¿Eres centauro?

BATO ¡Eso es bueno!

¿Yo cigarro?

SIRENA Pues ¿quién eres?

¡Ay, Dios!

BATO Un lobo moderno,

que aun no estoy examinado.

SIRENA ¿Lobo? ¡Socorredme, cielos!

Venus le envía a matarme.

BATO ¿Qué viernes o qué embeleco?

Mírame bien, que yo soy;

¿tengo, por dicha, otro gesto

del que tuve siendo Bato?

SIRENA ¡Ay, Bato! Perdona el miedo:

¿Podré tentarte la cara?

Él es, ¿qué dudo?

BATO ¿Tan presto

me desconoces, Sirena?

SIRENA El temor, Bato, es tan ciego,

que cree lo que imagina;

pero dime, ¿quién te ha puesto

desta suerte?

BATO Amor, Sirena.

SIRENA ¿Tú tienes amor?

BATO ¿No tengo

mis diez y nueve sentidos,

sin los demás movimientos?

¿No sabes que quiero a Silvia?

Díjome que por secreto

viniese en forma de lobo;

que hay vecino que del sueño

se quitan por acechar

si hay en la calle requiebro.

Yo, Sirena, que no estaba

ducho a ser lobo, el pellejo

que ves le quité a Diana,

porque me lo dijo Febo.

La Diosa, con el enojo,

cuando las cabañas entro,

solicitó los pastores

de valles, montes y cerros:

juntáronse contra mí;

yo, como era lobo nuevo

y no sabía el oficio,

en cuatro pies iba huyendo;

pero como no sabía,

apenas en pie me vieron,

huyeron, imaginando

que fuese algún dios mostrenco;

porque hay en Arcadia tantos

que ya nos damos con ellos,

pues solamente no es dios

el que no tiene dinero.

De pedradas, finalmente,

y mordeduras de perros,

que por poco me mataran,

tal he quedado, que creo

que soy lobo, y así voy

a llevarle su pellejo

y pedir que me perdone;

que Amor, autor de embelecos,

tuvo la culpa de todo.

SIRENA Él viene, y viene a buen tiempo:

pídele, Bato, justicia

de Silvia.

BATO Ya no me atrevo;

que como andan estos dioses

con tantos enojos, temo

que me convierta en gazapo,

o por ventura en vencejo;

y conozco un arcabuz

que está en tirallos tan diestro,

que ha despoblado los aires,

y no se halla uno dellos

por un ojo de la cara:

pues si en toro me convierto,

sin que lo sepa la muerte,

dará conmigo en el suelo.

Vase.

Sale CUPIDO.

CUPIDO ¡Oh, bellísima Sirena!

No sin causa tan amenos

hallé los prados de Arcadia,

que obedientes florecieron

a la estampa de tus pies.

Pienso que mi madre Venus

habló ya contigo.

SIRENA Aquí

me dijo tu pensamiento;

yo le respondí que amaba

y que, amando, fuera yerro

culpable amar otro amor.

Dilo tú como maestro

de amar, y como quien es

el legislador y dueño

desta universal razón;

di que sin culpa me siento,

pues tú fuiste quien de Alcino

me enamoró; mas yo quiero

quererte si tú me das

la libertad para hacerlo.

Desenamórame, Amor.

CUPIDO Si soy Amor, cómo puedo

ser desamor? Ese oficio

hace la ausencia, los celos

o la ingratitud.

SIRENA Pues todo

te ofrece el mismo remedio;

cánsate de verme ingrata,

y pues celoso te veo

de Alcino, auséntate, Amor;

mas ¿cómo ignoras, con serlo,

que amor con amor se cura?

Quiere bien otro sujeto:

podrá desenamorarte.

CUPIDO Toma tú el mismo consejo,

y enamórate de mí:

verás cómo olvidas luego

a Alcino.

SIRENA No puede ser,

si no me quitas primero

el amor que tú me diste.

Salen Silvia y Alcino.

ALCINO Mucho, Silvia, le agradezco

que quiera que hable a su padre;

que temo algún mal suceso

como el de Dafne, que hoy lloran

con turbias aguas Peneo

y el Príncipe de Tesalia,

que emprendió su casamiento.

SILVIA Ella, que te adora, Alcino,

quiere poner tierra en medio

con casarse; que este Amor

anda en perseguirla necio,

cuanto ella en aborrecerle

discreta.

ALCINO Detente. ¡Ay, cielo!

¿No es CUPIDO aquel? ¡Ay, Silvia,

qué buen aborrecimiento!

Amor y Sirena juntos.

SILVIA Sí, pero yo diferencio

el hablar por accidente

de haber sido por conciertos.

ALCINO No, Silvia, en la selva solos;

si del mismo Amor no tengo

celos, ¿de quién quieres, Silvia,

que tenga en el mundo celos?

SIRENA Amor, Alcino está allí;

que no le demos, te ruego,

celos; que te doy palabra

de amarte en llegando el tiempo

de llevar a la montaña

el ganado, pues con esto

y su ausencia habrá lugar.

CUPIDO El capítulo primero

de amar, es obedecer;

yo me voy, y te obedezco.

Vase.

ALCINO No sé cómo acierte a hablarla.

SIRENA Nunca tuve más deseo

de verte, mi Alcino.

ALCINO Aparta

los brazos, detén el pecho;

que si en él ha entrado amor,

¿cómo podrán estar dentro

dos amores? Muchos años

le goce; que yo no emprendo

competencia con los dioses:

ni soy Tifón ni Japeto.

SIRENA ¿Qué dices? ¿Estás en ti?

ALCINO En ti no estoy, que es lo cierto;

ni en mí, que, si en mí estuviera,

nunca viera lo que veo,

con los ojos no hay engaño;

adiós, que al monte me vuelvo:

si bajare al prado, plega…

SIRENA Bueno está sin juramento;

vete, pues gustas, Alcino,

de tratar con tal desprecio

a quien deja un dios por ti.

ALCINO ¿Tú le dejas?

SIRENA Yo le dejo.

ALCINO¿Cómo, si le tienes?

SIRENA ¿Yo?

SILVIA Buenos andáis de conceptos;

ea, Alcino, habla a Sirena.

ALCINO ¿Que la hable yo primero?

SILVIA Quédate ahí como él plega;

que se está el cielo riendo

de los amantes perjuros:

Sirena, no des con esto

venganza a Amor, da los brazos

a Alcino.

SIRENA ¿Quién, yo primero?

SILVIA ¡Que venganzas tiene Amor

tan tiernas!

SIRENA Yo no me vengo.

ALCINO Pues si yo también me enojo.

SIRENA Pues confiese, como es cierto,

que yo no he tenido culpa.

ALCINO Que soy tu esclavo confieso,

y que mis brazos te doy.

SIRENA ¡Ay, Alcino! ¡Ay, Dios! ¡Ay, muero!

Estará de pies Sirena en la trampa del teatro, y al

abrazarse los dos, se hundirá Sirena.

ALCINO ¡Oh, Júpiter soberano!

Sirena, Sirena, ¿quién

te lleva?

Dentro Sirena.

SIRENA ¡Alcino!

ALCINO ¡Mi bien!

Pero ¿qué te llamo en vano?

SILVIA ¡Qué desdicha! Por aquí

se entró.

ALCINO Seguiréla yo.

Salga una fuente de agua hacia arriba.

SILVIA En agua se convirtió.

ALCINO Lo mismo será de mí,

Sirena del alma mía;

agua son ya tus despojos,

pues hechos fuentes mis ojos,

te harán, de hoy más, compañía;

heroica hazaña de amor

convertir en agua el fuego,

por ver si en ella me anego;

más fue industria que valor:

vuélveme en agua, y tendremos

un mismo fin; vengarás

tu pecho; mas no, querrás

para que no nos juntemos.

¡Triste padre cuando oyere

el suceso, y triste yo:

selvas, Sirena murió;

selvas, Alcino se muere!

Vase.

SILVIA Airados están los dioses,

Arcadio, contra tus selvas.

Sale Bato.

BATO Aquí está Silvia, alahé;

que, aunque nunca Amor se venga,

me lo ha de pagar ahora.

Pues Silvia, ¿es buena conciencia

que me pongas por quererte

en hábitos que me muerdan

cuantos perros tiene el monte,

que los hay de mil maneras,

invisibles y visibles?

SILVIA ¡Ay, Bato, que desas quejas

no es tiempo ahora! CUPIDO,

viendo inútiles sus flechas,

convirtió a Sirena en agua.

BATO ¿Tenemos otra lobera?

SILVIA Pluguiera a Dios: por aquí,

Bato, asoma la cabeza;

verás qué fuente tan linda.

BATO Mas qué, ¿me arrojas en ella?

SILVIA ¿Estas lágrimas son burla?

Sale una llama de fuego.

BATO Voy a verla. ¡Que me queman,

que me abrasan!

SILVIA ¿No era fuente?

BATO Chamuscóme las guedejas.

Cae un lienzo de lo alto en forma de palacio, que

dejándolos en el teatro a los dos, cubre todo el monte.

SILVIA ¡Ay, Bato! ¿Quién por el aire,

sin que los cuerpos lo sientan,

nos ha traído a esta casa?

BATO Silvia, tú eres hechicera;

que desde aquello del lobo,

no es posible que no seas

o la hija del Sil, Circe,

o la de Colchos, Medea.

SILVIA ¿Yo? ¿Cómo si estoy sin mí?

Ni ¿qué encantadora hubiera

que formara este palacio?

BATO Las columnas que sustentan

la machina son de jaspe

y de mil preciosas piedras.

SILVIA Locos debemos de estar,

porque por aquella puerta,

si no es engaño o es sueño,

salen CUPIDO y Sirena.

BATO ¡Sirena está viva! Júpiter

con bien me vuelva a mi tierra,

que desde lo del pellejo

ande, como ánima en pena.

Salen CUPIDO y Sirena, y criados que les ponen sillas.

CUPIDO Sirena, yo soy Amor;

no temas, yo vivo aquí,

todo lo que ves, fingí

de celos de tu pastor.

SIRENA Justo ha sido mi temor,

dulce CUPIDO, hasta verte;

que fuera venganza fuerte

e indigna de tu poder,

por querer y no querer

darme tan injusta muerte.

CUPIDO Siéntate.

SIRENA Dime quién son

los que te sirven aquí.

CUPIDO Los celos, que van tras mí,

linces en toda traición,

la fineza, la ocasión,

la esperanza y la mudanza.

SIRENA Buen criado la esperanza.

CUPIDOY entre éstos, con plaza igual,

los que siempre sirven mal.

SIRENA ¿Quién?

CUPIDO La ausencia y la venganza;

mas por que segura estés,

llega, Silvia; llega, Bato.

SIRENA Serán los dos en retrato.

CUPIDO Serán los mismos que ves.

BATO Danos, señora, los pies.

SILVIAY en albricias de tu vida,

que yo los brazos te pida.

BATO Estoy de contento loco.

CUPIDO ¡Hola! ¡Mientras duermo un poco,

aperciban la comida.

BATO Esta sí que es buena casa;

que sin comer no hay placer,

porque hay dios que sin comer

toda la vida se pasa.

SILVIA Nunca del Amor fue escasa

la mano; aquí comerás

ambrosía.

BATO Por jamás

supe yo que era ambrosía:

di que me den ollería,

que de eso conozco más.

SIRENA Quedóse dormido Amor.

SILVIA Debe de andar desvelado:

cuando tiene el bien hallado,

duerme un amante mejor.

BATO Por allí suena rumor.

Baja Diana por el aire.

DIANA De esta suerte, mi venganza

a Venus y a Amor alcanza.

SIRENA ¡Ay, Dios! ¿Quién me lleva?

DIANA Yo.

Asiendo Diana a Sirena, vuelan juntas.

BATO Silvia, todo se mudó.

SILVIA Todo es venganza y mudanza.

El palacio se sube arriba, y queda descubierto el monte.

CUPIDO ¿Qué es eso, Sirena mía?

BATO ¿Cuál Sirena? Aquí bajó

quien volando la llevó

por adonde nace el día.

SILVIA En la cabeza traía

una luna plateada.

CUPIDO ¿Qué es esto, Diana airada?

¿En fe de tu castidad

te atreves a mi deidad?

¿Ya no estabas bien vengada?

¡Vive el cielo, que has de arder

de amores de Endimión,

si tanta contemplación

poderosa puede ser!

Estos deben de tener

la culpa por no avisarme.

¡Matarlos quiero y matarme!

BATO ¡Huye, Silvia, que está loco!

SILVIA ¡Muerta soy!

Huyen los dos.

CUPIDO ¡No lo estoy poco

de amor y de no vengarme!

Bien se conoce que ha sido

venganza de cielo y tierra

este rigor, esta guerra,

este desdén, este olvido:

¿Yo rendido, yo vencido,

yo celoso y despreciado?

¿Quién hubiera imaginado?

O ¿cómo pudiera ser

que el mundo llegara a ver

el Amor enamorado?

Conjurados contra mí

los dioses, dieron lugar

que se pudiese vengar

Diana y Febo de mí:

poder y nombre perdí;

veneno tan abrasado;

mas fuerte fue quien me ha dado

que Amor de mi propio amor,

soy, para pena mayor,

el Amor enamorado.

Montes, la locura mía

crece en venganza de Febo

y aunque en el amor no es nuevo,

no era yo quien le tenía:

yo le daba y repartía,

quedándome descuidado,

y hoy tengo, sin ser amado,

el amor que a todos di,

para que se viese en mí

el Amor enamorado.

Si de la muerte el rigor

mata, la muerte no muere,

lo mismo de amor se infiere

¿cómo muere Amor de amor?

Mas ¿de qué sirve el furor,

si no voy desesperado

a vengarme del cuidado

que mi propio amor me da?

guardaos, mortales, que va

el Amor enamorado.

Vase.

Salen Febo y Diana.

FEBO Estoy agradecido,

bellísima Diana,

del castigo que has dado justamente

al bárbaro CUPIDO,

no sólo yo, mas cuanto de la humana

historia el mundo reconoce y siente.

DIANA Febo, la novedad del accidente

de amor le vuelve loco.

FEBO Para lo que merece, todo es poco.

DIANA Lo que importa es casar los dos amantes,

que puede ser que intente un desvarío

en los que menos pueden.

Salen Liseno, viejo, padre de Sirena, y Alcino.

LISENO Mis lágrimas, Alcino, son bastantes

a vencer la corriente deste río

cuando las suyas por su Dafne exceden

las ondas desa mar.

ALCINO Si de Sirena,

Liseno, hubieras visto la desdicha,

más fuera tu dolor, mayor tu pena.

LISENO ¿Soy fiera yo, por dicha,

de los montes rifeos?

¿Serán más eficaces tus deseos

que la naturaleza?

Yo lamento, mi ser, tú su belleza:

¿qué amor, que sentimiento

puede igualar a un padre?

ALCINO El de su

esposo,

pues concertado ya mi casamiento,

la pierdo con un fin tan lastimoso.

LISENO Piadoso el cielo fuera,

si el cuerpo de Sirena me dejara,

que a un mármol consagrara,

donde sus honras fúnebres hiciera

con llanto del Arcadia; mas el cielo

aun no me quiso dar este consuelo.

DIANA El viejo padre me enternece, Febo.

FEBO Diana, pues con él viene su esposo,

antes que algún engaño intente nuevo

el ofendido Amor, será forzoso

que llegue el desengaño.

DIANA Lo que es razón intentas.

FEBO Liseno.

LISENO Febo ilustre.

FEBO ¿Qué lamentas?

LISENO A Sirena, mi hija, que me ha muerto

con un traidor engaño,

por tu venganza, Amor.

FEBO Sirena vive.

ALCINO ¿Cómo, si yo la vi morir?

FEBO Sí es cierto

los brazos le apercibe,

y tú de esposo la dichosa mano,

que fue de Amor el pensamiento vano.

Abriéndose el templo de Diana, se ve a Sirena en él.

LISENO Pastores destas riberas

que visteis mi tierno llanto,

venid a ver mi alegría:

¡Sirena vive!

SILVIA Lisardo,

Jacinta, ¡corred, llegad!

Los pastores y pastoras salen con instrumentos, y Silvia

y Bato.

BATO ¿De quién ha sido el milagro?

LISENO De Febo y Diana.

BATO Quisiera

echarme a los pies de entrambos,

ya que ayer se me perdió

una borrica en el prado:

por ventura sabrán della,

y yo les daré su hallazgo.

Cantan los músicos.

MÚSICOS Vivan Febo y Diana,

gocen sus rayos,

y Sirena y Alcino

se den las manos.

En este baile y relinchos entren Venus y CUPIDO, y los

aparten.

CUPIDO Eso no, mientras yo tengo

imperio de los humanos

corazones: Amor soy,

que vengo a vengar mi agravio.

VENUSY yo soy Venus, Diana;

que si los dos sois hermanos,

CUPIDO es mi hijo.

DIANA Venus,

los dos quedarán casados

porque es justo; vete a Chipre,

que son intentos bastardos

de la autoridad de dioses.

VENUS ¿Tú conmigo?

FEBO ¡Venus, paso!

¡Mi hermana es Luna en el cielo!

VENUS ¿Qué importa, si es el más bajo?

FEBO En el centro Proserpina,

Diana en selvas y campos.

BATO Temo que se han de matar,

que ya aperciben los arcos.

SILVIA ¡Ay, Bato! ¡El cielo se rompe!

¡Todo es trueno, todo es rayos!

En este ruido baje en un águila Júpiter.

JÚPITER Dioses, ¿queréis, por ventura,

con tan recios desagravios,

desconcertar la armonía

de los cielos soberanos?

Tú, Venus, ¿desde el tercero

quieres oponerte al cuarto

Príncipe y Rey de la luz

del estrellado teatro?

VENUS Yo, señor, desde aquí digo

que mi hijo y yo dejamos

a tu arbitrio la sentencia.

JÚPITER Si Febo por tus engaños,

Amor, a Dafne perdió,

la razón, a quien han dado

nombre de alma de la ley,

dice que es derecho llano

que Amor no goce a Sirena.

ALCINO Como de Júpiter santo

es la sentencia.

CUPIDO No importa;

de él y de todos aguardo

vengarme presto.

ALCINO Yo sea,

Sirena mía, entretanto

tu esposo, y vénguese Amor.

BATO Señor Jopiter sagrado,

antes que se vuelva al cielo

en ese buitre volando,

mande a Silvia que me quiera.

JÚPITER ¡Silvia!

SILVIA ¡Señor!

JÚPITER ¡Quiere a Bato!

SILVIA Yo te obedezco.

FEBO Y aquí,

divino planeta cuarto,

Luna, madre de otro sol,

que gocéis por muchos años,

dé fin en vuestro servicio

El Amor enamorado.