153321.fb2
MAMAÉ
Yo no le pego nunca. ¿Acaso es mi nieto? Sólo soy una tía, la quinta rueda del coche… Al ver el frasco vacío me dio tanta cólera que me encerré en el baño, y ahí, frente al espejo, dije palabrotas, Padre.
BELISARIO
¿Qué palabrotas, hija?
MAMAÉ
Me da vergüenza, Padre Venancio.
BELISARIO
Aunque te dé. No seas orgullosa.
MAMAÉ
Trataré, Padre. (Haciendo un gran esfuerzo.) ¡Maldita sea mi estampa, carajo! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mocoso de mierda!
BELISARIO
¿Qué otros pecados, hija?
MAMAÉ
Me acuso de haber mentido tres veces, Padre.
BELISARIO ¿Mentiras graves?
MAMAÉ
Más o menos, Padre.
ABUELA (Desde la mesa) ¿Qué dices, Elvira?
MAMAÉ
Que se ha acabado el azúcar. (A Belisario.) Había un paquete entero, pero yo lo escondí. Para que Carmen me diera plata. Y entonces dije la segunda.
ABUELA
¿Y por qué vas a ir tú a comprar el azúcar? Deja que vaya Amelia.
MAMAÉ
Iré yo, nomás. Quiero hacer un poco de ejercicio. (A Belisario.) No era verdad, me cuesta muchísimo andar. Me duelen las rodillas y no guardo bien el equilibrio.
BELISARIO
¿Y para qué esas mentiras, hija?
MAMAÉ
Para comprarme un chocolate. Estaba antojada hacía días. Se me hacía agua la boca al oír en la radio la propaganda del Sublime.
BELISARIO
¿Y no era más fácil que le pidieras al Abuelo cinco soles?
MAMAÉ
Está en muy mala situación, Padre. Vive de sus hijos y ellos pasan apuros. El pobre hace durar semanas sus hojitas de afeitar, sacándoles filo no sé cuánto rato cada mañana. Siglos que nadie se compra ropa en la casa. Heredamos lo que ya no se ponen los sobrinos. ¿Cómo le voy a pedir plata para chocolates? Así que fui a la bodega, compré un Sublime y me lo comí en la calle. Al regresar, puse en el repostero el paquete de azúcar que tenía escondido. Ésa fue la tercera mentira, Padre.
BELISARIO
Eres una persona demasiado orgullosa, hija.
MAMAÉ
Eso no es malo. No es pecado ser orgullosa.
En el curso del diálogo han ido cambiando de posición, hasta adoptar la acostumbrada cuando la Mamaé cuenta los cuentos al niño.
BELISARIO
Yo creo que sí es, Mamaé. El Hermano Leoncio dijo el otro día en la clase de catecismo que el orgullo fue el primer pecado, el de Luzbel.
MAMAÉ
Bueno, quizá lo sea. Pero a la señorita de Tacna el orgullo le permitía vivir ¿ves? Soportar las decepciones, la soledad, la privación de tantas cosas. Sin orgullo, habría sufrido mucho. Además, era lo único que tenía.
BELISARIO
No entiendo por qué le alabas tanto el orgullo. Si ella quería a su novio, y él le pidió perdón por haberla engañado con la mujer mala, ¿no era mejor que lo perdonara y se casara con él? ¿De qué le sirvió tanto orgullo? Se quedó solterona ¿no es cierto?
MAMAÉ
Eres muy chico y no puedes entender. El orgullo es lo más importante que tiene una persona. La defiende contra todo. El hombre o la mujer que pierde eso, se convierte en un trapo que cualquiera pisotea.
BELISARIO
Pero eso ya no es un cuento sino un sermón,. Mamaé. En los cuentos deben pasar cosas. Siempre me dejas en ayunas sobre los detalles. Por ejemplo, ¿tenía malos tocamientos la señorita de Tacna?
MAMAÉ
(Asustada, poniéndose de pie)