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MAMAÉ
Así que el oficial chileno le había mentido a la mujer mala. Que la señorita iba a heredar una hacienda. Para que lo de casarse por interés, no por amor, resultara más convincente. O sea que no sólo engañaba a la señorita sino también a la señora Carlota.
BELISARIO
¿La mujer mala se llamaba Carlota?
MAMAÉ
Sí. Tenía un apodo feísimo. Le decían: «La soldadera».
BELISARIO
¿Qué quiere decir soldadera, Mamaé?
MAMAÉ
Aj, es una mala palabra. (Distrayéndose, hablándose a sí misma.) Pero no era tonta, decía verdades. Como: «Una mujer sólo puede ser orgullosa si renuncia al amor».
BELISARIO
Ya te fuiste otra vez por tu lado y me dejaste en la luna, Mamaé.
Se pone de pie y regresa a su mesa de trabajo, hablando entre dientes, mientras la Mamaé mueve los labios un momento, como si siguiera contando el cuento. Luego, se adormece.
BELISARIO
La mujer mala… Nunca faltaba en los cuentos. Y muy bien hecho, en las historias románticas debe haber mujeres malas. No tengas miedo, Belisario, aprende de la Mamaé. Por lo demás ¿el papel no aguanta todo? Que la historia se llene de mujeres malas, son siempre más interesantes. ¿Había dos, no, Mamaé? A veces se llamaba Carlota y era una señora traviesa, en Tacna, a principios de siglo. A veces, era una india de Camaná, que, en los años veinte, por una razón muy enigmática, había sido azotada por un caballero. (Se ha puesto a escribir.) A menudo se confundían, entreveraban, y había también ese abanico de nácar que, de repente, irrumpía en los cuentos con un verso garabateado en él por un poeta romántico.
ABUELA
(Entrando)
¡Elvira! ¡Elvira! ¡Pero qué has hecho! ¿Te has vuelto loca? ¡Pero cómo es posible! ¡Tu vestido de novia! ¡Tan lindo, todo bordado de encaje, con su velo que parecía espuma!
MAMAÉ
Me costó media caja de fósforos y quemarme las yemas de los dedos. Por fin se me ocurrió echarle un poco de parafina. Así ardió.
ABUELA
(Desolada)
Pero si la boda es mañana. Si la gente está viniendo para el matrimonio desde Moquegua, desde Iquique, desde Arica. ¿Te has peleado con Joaquín? ¿La víspera de tu boda, Elvirita? O sea que la casa ha sido arreglada con todos esos ramos de cartuchos y de rosas, para nada. O sea que hace un mes que preparamos dulces y pastas por gusto. Hasta acaban de traer la torta.
MAMAÉ
¿De tres pisos? ¿Como en la novelita de Gustavo Flaubert? ¿Con columnas de mazapán y amorcillos de almendra? Ah, aunque no haya boda nos la comeremos. Estoy segura que el italiano Máspoli se ha esmerado, él siempre me hace tanto cariño…
ABUELA
¿No vas a contarme qué pasa? Nunca hemos tenido secretos. ¿Por qué has quemado tu vestido de novia?
MAMAÉ
Porque ya no quiero casarme.
ABUELA
¿Pero por qué? Hasta anoche estabas tan enamorada. ¿Qué te ha hecho Joaquín?
MAMAÉ
Nada. He descubierto que no me gusta el matrimonio. Prefiero vivir soltera.
ABUELA
¿No te gusta el matrimonio? A mí no puedes engañarme, Elvirita. Es la ambición de todas las muchachas y también la tuya. Hemos crecido soñando con el día que formaríamos nuestros propios hogares, adivinando las caras que tendrían nuestros maridos, escogiendo nombres para nuestros hijos. ¿Ya te has olvidado?
MAMAÉ
Sí, ñatita. Ya me he olvidado de todo eso.
ABUELA
No te has olvidado, no es verdad.
La Abuela y la Mamaé continúan su diálogo en silencio. Belisario, que ha levantado el lápiz del papel y está pensativo, concentrado en sus pensamientos, habla como si las estuviera viendo, oyendo:
BELISARIO
Las casas de las dos iban a ser tan ordenadas y tan limpias como la del cónsul inglés. Las sirvientas de las dos iban a estar siempre impecables, con sus mandiles y tocas con mucho almidón, y la abuelita y la Mamaé las iban a mandar al catecismo y las iban a hacer rezar el rosario con la familia. Y ambas se iban a conservar siempre bellas, para que sus maridos siguieran enamorados de las dos y no las engañaran. E iban a educar bien machitos a sus hijos y bien mujercitas a sus hijas. La abuela tendría cuatro, la Mamaé seis, ocho…
Se pone a escribir otra vez
MAMAÉ
Ni siquiera sabe que no me voy a casar con él. Hoy iba donde el sastre Isaías, a recoger su uniforme de gala para la boda. Se va a llevar una sorpresa cuando los criados le digan que no puede poner los pies en esta casa nunca más.
ABUELA
(Avergonzándose)
¿Es por miedo, Elvirita? Quiero decir, ¿por miedo a… a la noche de bodas? (La Mamaé niega con la cabeza.) ¿Pero entonces por qué? Tiene que haber sucedido algo terrible para que plantes a tu novio la víspera del matrimonio…
MAMAÉ