171327.fb2 Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 20

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NOTA DEL AUTOR

Los episodios ocurridos en el año 334 a.C. son tal como aparecen descritos en esta novela. Darío, Arsites y Memnón mantenían un profundo desacuerdo respecto a la estrategia y las tácticas que había que seguir para controlar y vencer a Alejandro de Macedonia. Las fuentes históricas -Arriano, Diodoro Sículo, Plutarco, Quinto Curcio Rufo y Justino- describen con mucho detalle lo que pasaba en el campo persa. Al final, prevaleció la opinión de Arsites y la consecuencia fue la gran victoria de Alejandro. Según Arriano, el sátrapa de Frigia escapó del campo de batalla y sin que se volviera a saber más de él; quizá se suicidara. No obstante, a la vista de que después Darío confirió el mando de las tropas al rodio, le he dado otra interpretación: que Arsites, tal como era la costumbre que se aplicaba a un sátrapa persa que era derrotado tan estrepitosamente, fue ejecutado por su fracaso.

La batalla del Gránico ha sido con frecuencia tema de debate entre los historiadores. Algunos afirman que Alejandro en realidad esperó hasta el día siguiente para lanzar el ataque, pero me he atenido a las fuentes originales que hablan de la rapidez, la ferocidad, y el elemento sorpresa en el ataque de Alejandro. La mejor prueba para esta interpretación es la suerte corrida por los mercenarios griegos, que literalmente fueron sorprendidos a contrapié y que, imposibilitados de cualquier retirada, tuvieron que plantar cara y luchar. Alejandro ordenó la masacre, un hecho que después lamentó. Aquellos que sobrevivieron fueron encadenados y enviados a trabajar en las minas de Macedonia. Los arqueólogos han encontrado recientemente sus esqueletos, todavía con los grilletes puestos.

Las tácticas de Alejandro en el Gránico fueron tal como se relatan en la novela. La repentina acometida a través del río, la distracción de los comandantes persas y la gran ambición personal de reclamar el honor de haber dado muerte al rey macedonio produjeron la ruptura de la cadena de mandos, el debilitamiento del centro y la consiguiente derrota total del ejército persa.

Las tropas y las tácticas de Alejandro también están fielmente registradas: la utilización de las falanges, protegidas por los escuderos, y también el ingenioso empleo de los rápidos ataques de la caballería para asestar golpes demoledores en los flancos del enemigo. Es cierto que las descripciones respecto a las tácticas de Alejandro son en ocasiones confusas. Disponemos de múltiples fuentes primarias, mencionadas antes, pero también sabemos que el rey llevaba un diario, mientras que el general Ptolomeo, quien más tarde se convertiría en faraón de Egipto, también publicó su propia versión de los acontecimientos. Los otros generales de Alejandro, al igual que sucede en la actualidad, quisieron destacar su propia grandeza mientras servían a las órdenes del macedonio; los fragmentos que quedan de estas biografías y de los tratados militares ofrecen una lectura muy interesante.

He reflejado fielmente el humor de los compañeros de Alejandro: Ptolomeo, Seleuco, Amintas y Parmenio. Aristandro el nigromante es un personaje histórico real: un servidor de Olimpia, pero por algún extraño motivo muy próximo al consejo de Alejandro. Ptolomeo fue quizás el más brillante de los generales de Alejandro. Tenía ideas de grandeza y se consideraba a sí mismo como hermanastro de Alejandro. En algunos momentos, la rivalidad entre ellos fue considerable.

El físico Telamón está basado en otra figura histórica: el médico de Filipo, que aparece mencionado en las obras de Arriano y otros autores.

La historia de las vírgenes tesalias enviadas a Troya se menciona en dos antiguas fuentes: en la obra de Eneas el Táctico y en Alejandra, el poema de Licrofón. Robin Lañe Fox, en su brillante biografía {Alexander the Great, Penguin Books, 1986), afirma que el rey, a su llegada a Troya, ordenó que cesara dicha práctica. Tanto Eneas como Licrofón mencionan un pasadizo secreto que pasaba por debajo de las antiguas ruinas de Troya.

Mi trama está basada en el estudio de los movimientos de Alejandro en Sestos, Troya y el Gránico. En los meses previos, el rey había actuado con gran velocidad, cuando sometió a las tribus norteñas y unificó toda Grecia bajo su mando; sin embargo, en Sestos, Alejandro se mostró repentinamente vacilante y supersticioso. Ofreció sacrificios aquí y en Elaeum para aplacar a los dioses, así como en el momento de cruzar el Helesponto. Mi descripción del desembarco en Troya está basada en viejas fuentes. Cuando llegó a las ruinas, Alejandro se comportó como si estuviese maravillado. Ofreció sacrificios en diferentes partes de la ciudad y manifestó su gran amor y admiración por Aquiles cuando organizó una carrera hasta el túmulo funerario de su héroe, donde él, Hefestión y los demás depositaron flores e hicieron libaciones.

La historia de las armas de Aquiles también es verídica. De acuerdo con Diodoro Sículo: «Alejandro… ofreció un espléndido sacrificio a Atenea y dedicó sus propias armas a la diosa. Luego cogió las más finas armas depositadas en el templo, se las puso y las empleó en su primera batalla [la del río Gránico]» (Biblioteca histórica, libro 17, capítulo 17, verso 18). Arriano dice que «llevaban las armas delante de él en la batalla» (Las campañas de Alejandro, libro 1, capítulo 11). No hay ninguna duda de que las armas de Alejandro lo hicieron claramente visible a las miradas del alto mando persa. Tanto Arriano como Diodoro Sículo, al igual que otras fuentes, describen cómo los comandantes de Darío abandonaron sus puestos para ir a enfrentarse en feroces combates cuerpo a cuerpo con Alejandro y sus compañeros.

Las teorías médicas mencionadas en la novela también están basadas en pruebas reales, en particular la utilización del vino de mucha graduación mezclado con miel y sal. Los físicos griegos quizá no comprendían del todo la gran complejidad del cuerpo humano, pero eran agudos observadores. Los físicos recorrían el mundo conocido para adquirir conocimientos, como hace Telamón. Una buena descripción de la medicina en la Antigüedad está disponible en el espléndido libro A History of Military Medicines de Richard A. Gabriel y Karen Metz (The Greenwood Press, Nueva York, 1992). Tenemos la tendencia a pensar en la medicina como un largo y constante avance, pero no fue así. Por ejemplo, algunas autoridades en la materia afirman que un soldado romano en la Britania del año 90 d. C. tenía más probabilidades de recuperarse de una herida de lanza que un soldado británico que sirviera en África durante el siglo XIX. La práctica de apretar los vendajes al máximo en las heridas de guerra se mantuvo en los hospitales hasta después de la Primera Guerra Mundial.

Alejandro es una figura camaleónica, una de las grandes figuras de la historia que menciona Hegel, una «estrella fugaz» cuya vida y hazañas todavía nos fascinan miles de años después de su muerte. Estaba fuertemente influido por sus padres: su relación filial se puede describir brevemente como de amor y odio. Adoraba a Filipo y a Olimpia, y sus constantes peleas tuvieron un gran impacto psicológico en su personalidad.

Alejandro era un griego que quería ser persa. Un hombre que creía en la democracia y, al mismo tiempo, era tan autocrático como cualquier emperador. Podía ser generoso hasta la exageración, magnánimo y compasivo, pero, cuando cambiaba de humor, atacaba de una manera absolutamente salvaje y despiadada. El destino de Tebas y el de los mercenarios después de la batalla del Gránico ilustran el lado oscuro de Alejandro. En ocasiones, podía comportarse de una manera infantil, como ocurrió en su visita a Troya. Confiado e inocente, interpretaba la vida como una gran aventura y luego cambiaba para ser tan astuto como Filipo o tan vengativo como Olimpia.

Era un fiel amigo y compañero. Cuando daba su palabra, la mantenía contra viento y marea. Sentía una gran pasión por la poesía, sobre todo por la Ilíada de Hornero, y, gracias a su tutor Aristóteles, un profundo interés por el mundo natural. Era un neurótico en lo que a la superstición se refiere, pero, como en el Gránico, siempre mostró una valentía y un arrojo impresionantes. Su genio como militar y líder quizás aún no ha sido superado por nadie y, sin embargo, era capaz de reírse de sí mismo y de demostrar incluso humildad.

Su afición a la bebida también ha sido un tema de acaloradas discusiones. Algunas autoridades, como Quinto Curcio Rufo, afirman que era un borracho dado a arranques homicidas. Aristóbulo, su amigo íntimo, citado por Arriano, sostiene que la participación de Alejandro en aquellas juergas no se debía tanto a su afición al vino, sino al deseo de compartir todo con sus amigos. En cualquier caso, Alejandro tenía sus fallos y defectos, como todos, y el vino los sacaba a flote. Quizás esto explique la fascinación que Alejandro ejerce sobre nosotros: no sólo por sus grandes victorias y hazañas, sino también por su personalidad, que, a veces, resume lo mejor y lo peor de los seres humanos.

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