171452.fb2 Asesina Oscura - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 8

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Capítulo 7

Ivory despertó sabiendo que habían pasado tres días y que el sol ya se había hundido en el cielo. Estaba acostumbrada al modo en que el tiempo pasaba tan profundamente bajo la tierra, y los ritmos le hablaban cuando se hubo acostumbrado a ellos. Estuvo desorientada al principio, momento en el que surgió su sistema de prismas para traer un pequeño pedacito de luz a su santuario. Lo que más le sorprendió fue que Razvan despertara con ella. Los lobos lo hacían, por supuesto, después de tantos años, pero había pensado ir a cazar sola y darse tiempo a prepararse para tener a otro en su guarida.

Lo miró fijamente a la cara, a las líneas grabadas allí, la forma en que sus ojos parecían tan compasivos y comprensivos. La vida de Razvan solo había sido lucha y dolor, pero él parecía ser, cuando le tocaba la mente, sinceramente amable. ¿Por qué entonces, hacía que sus manos temblaran? ¿Por qué se sentía como si unas mariposas hubieran alzado el vuelo y estuvieran aleteando por su cuerpo siempre que lo miraba? Ella tenía confianza absoluta en sus capacidades como guerrera, pero no tenía la menor idea de cómo interactuar fuera del campo de batalla.

La expresión de Razvan se suavizó cuando sus ojos se encontraron con los de ella y sonrió. El corazón de Ivory saltó en respuesta. La sonrisa era dulce y lo hacía parecer años más joven.

– Buenas noches. Ciertamente estás hermosa al despertar.

No lo estaba. Ella sabía que no lo estaba. Mostraba su verdadera forma fragmentada… su cuerpo juntado en pedazos y un poco mal emparejado aquí y allá. Se frotó una de las peores cicatrices ofensivas, la que diseccionaba su clavícula, y se sorprendió al encontrar la arista disminuida. El sanador había hecho más que curar sus heridas. Las cicatrices nunca desaparecerían completamente, pero él había ayudado a hacer las líneas más finas, más favorecedoras.

– No lo estoy, lo sabes. -Podía sentir cómo le subía el color bajo la piel.

La avergonzaba no conocer las cortesías. Una vez, hacía mucho tiempo, ella había llevado una casa cálida y feliz. De algún modo, ver esa sonrisa dulce en la cara de Razvan había traído de vuelta recuerdos agridulces. Había tanta risa y amor en su casa. ¿Cómo podían sus hermanos haberle dado la espalda a todo lo honorable y elegir entregar sus almas? Ellos no sufrieron del modo en que sufrió Razvan, y él había aguantado siglos de tormento, siendo marcado como un criminal, despreciado por todos los que lo rodeaban, su cuerpo utilizado para propósitos viles. Pero, aun así, había mantenido el honor.

Se había dicho que sus hermanos estaban desconsolados sobre su desaparición, pero no se lo creía. Todo el mundo experimentaba pérdidas. Los cinco se habían convertido juntos… algo insólito en la historia Cárpato. Ella los conocía mejor que nadie, y sabía que eso significaba que había sido una decisión consciente, no una tomada después de demasiados años de falta de emoción o de matar amigos que se habían convertido en vampiros. La decisión no había sido tomada porque estuvieran desolados por la pena o porque hubieran esperado demasiado tiempo a sus compañeras. Sabía que su decisión había sido razonada por todos ellos. Deseaban el poder. Creían ser más listos, más fuertes y más merecedores que cualquier otro. La desaparición de ella fue la excusa que necesitaban para completar algo que a menudo habían discutido en la intimidad de su casa.

– Pareces tan triste, Ivory.

Nunca pensó en ocultar sus expresiones en la guarida. No ocultaba su forma verdadera y ahora no sabía qué hacer ni cómo actuar. Se encogió de hombros.

– Esto es un poco difícil.

– Sólo si deseas hacerlo así. Yo no me impondré donde no me quieren.

Ivory sacudió la cabeza.

– No, no te sientas así, como si yo no te quisiera aquí. Yo te invité. Después de todos estos siglos, no acabo de estar segura de cómo actuar en compañía.

La sonrisa de Razvan se amplió, le alcanzó los ojos, caldeándolos hasta suave terciopelo.

– Pero yo soy tu compañero, no compañía. Actúa como siempre. Estoy aquí para aprender de ti.

Eso dolió, la golpeó en el vientre como un puño. Él no estaba en su guarida para ser su compañero de la manera en que un hombre reclamaría a una mujer. Ella lo sabía. No quería tener nada que ver con eso, pero aún así todavía se sentía ligera. Era la perversa reacción de una mujer, no una guerrera, y estaba decepcionada consigo misma. Ella había puesto los términos; él solamente los respetaba. Se recolocó el pesado cabello, más como una excusa para ocultarse que porque le molestara.

– Me tranquilizaré con el tiempo. -Fue todo lo que se le ocurrió decir.

Ivory observó a los lobos mientras se reunían alrededor de él. A pesar de su apariencia envejecida, era un hombre guapo. Ahora que la tierra lo había revitalizado y rejuvenecido, su figura era llena y musculosa. Su cabello caía en largas ondas casi hasta el centro de la espalda. Era espeso y oscuro, y sabía por las tres semanas que había pasado sosteniéndole y alimentándolo, pasando los dedos por esa caída suave y espesa, que se distinguían muchos colores en esa pesada melena, entre ellos el gris.

Razvan, en vez de cernirse sobre la manada y forzar su liderazgo, se agachó en medio de los seis lobos y les permitió tomarse su tiempo empujando las narices contra él y frotándose contra sus piernas y espalda.

Este es Razvan. Mi compañero.

Incluyó a Razvan en el círculo de comunicación, sabiendo que cuando entraran en batalla juntos ese liderazgo sería esencial. Raja tenía que aceptarlo como su compañero y por lo tanto colíder de la manada. Y sólo lo haría si ella lo declaraba su pareja.

Razvan la miró fijamente. Ivory deseó no ruborizarse. Intentó parecer tan despreocupada como fuera posible. Razvan parecía muy grande en los límites de la cámara. Su figura masculina llenaba el cuarto entero. Cada aliento que ella tomaba parecía atraer el olor de él a sus pulmones. Cada aliento que él tomaba la hacía extremadamente consciente de él, el modo en que los músculos pesados del pecho se movían bajo la fina y apretada camisa, el aspecto que su cuerpo tenía momentos antes de ponerse esa delgada y apretada camisa.

Raja giró la cabeza y la miró, dirigiéndole una mirada reservada, desnudando los dientes ante Razvan. El Buscador de Dragones se encogió de hombros.

– Sé lo que se siente al ser desplazado, viejo -apaciguó-. Nos acostumbraremos.

– Ofrécele tu sangre.

Razvan se puso de pie lentamente, sosteniendo la mirada de Ivory.

– ¿Los alimentas con sangre cárpata?

– No recuerdas mucho de nuestro primer encuentro.

– Algo.

Ella tomó aire, lo dejó escapar y luego confesó.

– Hace muchos años, tantos que ahora no puedo recordar cuando comenzó todo, una manada de lobos me ayudó. Encontraron pedazos de mí y los habrían consumido, pero pude tocar sus mentes, y en su lugar, enterraron mis pedazos juntos. Al regresar, encontré a sus descendientes y me aseguré de que prosperaran. No pasaba mucho tiempo en la superficie en aquella época. Mi cuerpo simplemente no podía soportarlo. Pero cuando lo hacía, los lobos eran todo lo que me mantenía cuerda. Eran mis únicos compañeros y todo aquello en lo que confiaba.

Hablaba con una voz suave y clara, como si estuviera contando un cuento que había oído de otra persona, como si el horror de esos años interminables no hubiera sido suyo para soportarlo. Él tenía su horror encerrado en la mente, pero de algún modo el de ella parecía mucho peor.

Algo aterrador en lo más profundo de Razvan levantó la cabeza y rugió de rabia. Había enterrado hacía mucho tiempo cualquier sentimiento agresivo. Demasiados años de cautiverio, de no poder hacer nada, habían empujado la rabia y la ira a un lado, y luego finalmente, sus emociones se habían desvanecido en el olvido, así que había olvidado la intensidad, la pura fuerza de los sentimientos.

– Fue una época terrible para mí. No podía estar fuera de la tierra mucho tiempo, pero fui a buscar a mis hermanos. Los necesitaba. Apenas podía funcionar. Mi mente o mi cuerpo. -Agachó la cabeza y el pelo le cayó alrededor de la cara, ocultando su expresión. Su voz permanecía tan tranquila como siempre-. Me llevó veintidós años situar al primero de mis hermanos. Tuve unos pocos altercados con vampiros por el camino e inadvertidamente empecé a forjarme una reputación de matar no muertos. Ellos empezaron a cazarme. Todavía tenía que pasar la mayor parte de mi tiempo en el suelo para mantener mi cuerpo unido.

– No tienes que contarme esto si te aflige -dijo Razvan.

Ivory se encogió de hombros y se echó el cabello a la espalda, con ojos tranquilos.

– Importa poco ahora. Fue hace mucho. En los siguientes cincuenta años, busqué a mi familia, sólo para descubrir que todos se habían convertido. Me sentía como si me hubieran traicionado.

Ivory sintió el bulto subiendo por la garganta, amenazando con estrangularla, amenazando con humillarla. Se encogió de hombros una segunda vez.

– Tenía a los lobos. ¿Comprendes? Ellos lo eran todo para mí. No tienen una larga vida en libertad y cada nueva camada de cachorros, cada renovación, era mi única familia. Les necesitaba.

Razvan quería abrazarla, ofrecerle consuelo, pero cuando dio un paso hacia ella, Ivory se alejó, de vuelta al otro cuarto como si no lo hubiera notado. Él la siguió, moviéndose a través de la manada de lobos, ignorando los dientes descubiertos de Raja como si el lobo no mereciera su atención. No podía evitar estar intrigado por la historia. No tenía la menor idea de que los lobos pudieran llevar sangre Cárpata, y dudaba que nadie lo hubiera sabido tampoco.

– Así que estos lobos no son la manada original -la animó, observando como ella recogía un peine y empezaba a pasárselo por el cabello. Era una acción tranquilizadora, no una de necesidad.

Ivory se acercó inquietamente a la pared conmemorativa. Su pared familiar. Tocó la cara de Sergey, trazó las amadas líneas talladas allí.

– No, varias generaciones nacieron y murieron, pero ellos siempre estaban conmigo. Finalmente los vampiros empezaron a tratar de encontrar a mi manada para matarlos. Llegaron a pensar que los lobos me protegían de alguna manera. Créelo o no, el no muerto puede ser muy supersticioso, especialmente desde su alianza con Xavier. Él los alimenta con historias para hacerles creer que es más fuerte que ellos.

Razvan observó las puntas de los dedos moverse por la cara de su hermano, roce tras roce, un suave movimiento amoroso hipnotizador. Él sólo podía imaginar a alguien amándolo tanto, echándolo de menos y queriendo salvar su alma de la manera en que presentía que ella hacía con sus hermanos. Él estaba muerto para su propia hermana, de la misma manera que sabía que Ivory tenía que haberse separado de sus hermanos para mantener su cordura, para evitar sentirse abrumada por la pena.

Sintiendo la necesidad de sostenerla entre sus brazos y consolarla, hizo lo único que se le ocurrió que no lo llevaría a ganarse un golpe. Dio un paso detrás de ella y tendió la mano hacia el peine.

– Déjame.

Hubo un silencio. Ella estaba muy quieta, la cara girada hacia el muro conmemorativo, sin mover la mano, sin respirar. Razvan podía sentir el débil temblor de su cuerpo. Una criatura salvaje mantenida cautiva, sin saber si aceptar o no la bondad. Muy lentamente, ella le tendió el peine por encima del hombro, sin mirar, sin dejarle verle la cara.

Los dedos de Razvan fueron suaves mientras tomaba el instrumento y empezaba a deslizarlo lentamente por el cabello.

– ¿Cómo llegaste a tener tu manada actual?

Otra vez hubo un breve momento de silencio mientras ella intentaba acostumbrarse a Razvan peinándole el largo cabello. Carraspeó.

– Todavía podía pasar poco tiempo en la superficie. Cuándo lo hacía, estaba con los lobos o cazando. Mi camada había dado a luz a una nueva camada de cachorros. Seis. Tres machos, tres hembras. Toda la manada estaba emocionada, y yo más que ninguno de ellos. Los buenos tiempos de la manada eran míos. -Esta vez los dedos trazaron el antiguo texto cárpato. Sív pide köd. Pitäam mustaakad sielpesäambam. El amor sobrepasa al mal. Retengo tus recuerdos a salvo en mi alma.

Él se dio cuenta de la importancia de esa sencilla declaración. Ella no tenía ningún otro contacto, humano o de otra clase, que no fuera un enemigo. La manada había llegado a ser virtualmente su familia y sus amigos, su comunidad y sus únicos confidentes. Había visto la carcasa vacía de su hermano y necesitaba la tranquilidad de su pared, su casa, las palabras en las que había llegado a creer. Razvan sintió los primeros indicios de amor por ella, el principio, y reconoció que pisaba un sendero que no abandonaría, no podía.

– Con el paso de los años, al vivir con los lobos me di cuenta de que unos pocos tenían la capacidad de comunicarse conmigo telepáticamente. En el momento en que la camada nació, el macho y la hembra alfas eran ambos capaces de hablar conmigo y yo no era del todo una solitaria. Me sentía como si tuviera una familia otra vez.

Dejó caer la mano de la pared como endureciéndose.

– Una tarde me levanté y fui en busca de la manada. Los vampiros habían llegado antes que yo. Había sangre por todas partes, piel, huesos y cadáveres esparcidos por la pradera donde me habían hecho a mí lo mismo.

Se alejó de él violentamente, se paseó por la habitación. Él podía ver que las manos le temblaban pero ella se las puso a la espalda y se giró para encararlo. Había culpa y desafío mezclados en su cara.

– Encontré a los cachorros en la guarida. Todos se morían. Los vampiros les habían infligido heridas, pero no los habían matado, los habían dejado para que sufrieran horriblemente antes de morir, o para otros animales salvajes terminaran con ellos.

Alzó el mentón.

– Los salvé. Me arrastré al interior de la guarida y los alimenté con mi sangre. No pensé más allá de ese momento. No podía soportar perder a todos de nuevo. Había prometido a sus antepasados que estaría pendiente de ellos, pero por ayudarme, los vampiros destruyeron a toda la manada.

– No fue culpa tuya.

– Quizás no, pero me sentía como si lo hubiera sido. Permanecí en la guarida para protegerlos, haciendo una madriguera bajo el suelo durante las horas de luz y permaneciendo con ellos durante las noches. Tuve que darles sangre y, a veces, tuve que tomar la de ellos cuando no podía cazar. Raja fue el primero en convertirse. Yo no tenía ni idea de que eso fuera posible, pero me di cuenta de las ramificaciones. Ninguna manada de lobos podía ser Cárpato y volver a quedar suelta entre humanos confiados. Ellos serían inmortales, o casi, como somos nosotros. El primero fue un accidente, pero los demás, aunque rompiera una ley moral, fue hecho a propósito.

Encontró su mirada, esperando condenación. Razvan sacudió la cabeza.

– Parece que todos nosotros hemos escogido un sendero que quizás no siempre haya sido el más sabio. Tú. Yo. El sanador. Pero nuestros senderos se han unido y se han convertido en el mismo.

Ivory sacudió la cabeza.

– Eres un tipo muy diferente de hombre.

– ¿Lo soy? Quizás he estado lejos tanto tiempo que nunca he aprendido a ser como se supone que debe ser un hombre.

Él le dedicó una media sonrisa ladeada que le robó el aliento. Nunca había sentido ese extraño revoloteo femenino que una sonrisa de él parecía engendrar, pero la sensación que rodeaba a Razvan era de paz y gentileza.

– No te estaba insultando. Me gusta que seas diferente. -Quizá un poco demasiado. Ella tenía un propósito… los dos lo tenían… y ese propósito requería esfuerzo y atención absoluta. No se atrevían a perder de vista su objetivo final, ni tampoco podía ella cambiar el curso de lo que se había propuesto.

Los ojos de Razvan se caldearon con la sonrisa y cambiaron de color a un cálido ámbar. Podría perderse en esos ojos si se lo permitía. Ivory cuadró los hombros.

– Tomé la decisión de convertir a la manada basándome en mi necesidad de sobrevivir. Ellos eran todo lo que tenía. He intentado mostrarme responsable de ello. Siempre permanecen conmigo, cazan conmigo y sólo beben mi sangre. No tienen camadas, aunque Raja ha indicado que si doy a luz a un bebé, ellos podrían proporcionar una manada para mi hijo. -Otra vez se encontró ruborizándose, apartando la mirada de él-. Como no pensaba que eso fuera a ser posible alguna vez, no presté a la idea mucha atención.

– Entonces los seis llevan contigo…

– Siglos. Viven aquí en la guarida, cazan conmigo y luchan conmigo.

Razvan asintió.

– Y yo he venido y he interrumpido la paz de la manada.

– Siempre es difícil integrar a un nuevo miembro, pero no imposible. Raja debe aceptarte. -Otra vez lo miró, su mirada era tranquila-. Eres mi compañero, tanto si nos reclamamos el uno al otro como si no.

Él no señaló que sólo el macho de su especie poseía las palabras rituales de unión impresas en él desde antes del nacimiento. Él había nacido Cárpato y humano, pero las palabras estaban allí, él debería escoger unirlos, con o sin el consentimiento de ella. Creía que las palabras de unión le eran dadas al macho porque su mitad del alma era la oscuridad sin su compañera. Una vez que sus tías lograron convertirlo completamente, había sabido que debía encontrar a su compañera para aliviar la oscuridad que se esparcía con los años que pasaban. Los instintos que guiaban a los machos Cárpatos estaban en él, instándolo a establecer su reclamo, pero el hombre que era se conducía para proteger a aquellos por los que se preocupaba, se negaba a correr el riesgo con la vida de Ivory.

– Dime qué crees que ayudará a Raja a aceptarme. -El alfa debía darle la bienvenida, así los otros lo harían también.

– He compartido mi sangre contigo repetidas veces y te he llamado mi compañero. Alimentaremos a la manada juntos. Ofrécele tu sangre a Raja primero. Si no la toma, nadie será alimentado este día.

– Quizás podría razonar con él antes que castigarle. -Él había sido torturado y privado de alimento hasta que estuvo muerto de hambre. No podría hacerle eso a otro ser vivo.

Ivory caminó descalza por medio de la manada, rascando orejas y frotando pelaje, los dejos masajeaban cuellos con cariñosa familiaridad.

– El líder de la manada respeta la fuerza.

– Luchar o castigar no son siempre fuerza -dijo Razvan-. Xavier era el hombre más cruel que he conocido. Iban y venían guerreros de todas las especies. Los derrotó a todos. A cada uno de ellos, pero yo nunca le respetaré, ni seré como él.

Había una callada determinación en su voz. Ivory suspiró. Razvan no había sobrevivido al encarcelamiento y a la tortura siendo débil de corazón. Era terco, inquebrantable e implacable. Ella había estado en su mente de Buscador de Dragones y sabía cuán firme podía ser.

– Raja sabe que yo le respeto. -Sujetó al alfa de la manada con una mirada dura-. Estoy segura de que te aceptará. -Porque si el lobo no lo hacía, tendría unas pocas palabras privadas con él.

Raja bufó y luego le dedicó una sonrisa lobuna, la lengua le colgaba fuera de la boca como si se estuviera riendo. Razvan sonrió. Se desgarró la muñeca despreocupadamente con los dientes y la ofreció al gran lobo macho sin vacilación.

Ivory se tensó. Raja inclinó la cabeza hacia la sangre que manaba y la olió antes de dar una lamida tentativa. Sujetó la muñeca con la boca inesperadamente, hundiendo los dientes profundamente.

Ella murmuró las palabras de unión suavemente en el antiguo idioma.

Nó me elidaban, nó me kalmaban… Como somos en la vida somos en la muerte.

Elid elided…Vida a la vida.

Siel sieled…Alma al alma.

Me juttaak, me kureak…Vida a la vida.

Me juttaak, me kureak… Estamos unidos como uno.

El triunfo recorrió a Razvan. Formaba parte de algo. Éste era su lugar. La aceptación de Ivory era mucho más reacia que la del lobo alfa. El lobo respetaba a su compañero. Había luchado en la batalla con él, no había visto vacilación y sí que fue rápido en escudar y proteger a Ivory. Ivory quizás aceptaba a Razvan como guerrero… por lo menos como un guerrero al que entrenar… pero como compañero, eso era algo enteramente diferente.

Razvan ocultó la sonrisa cuando Ivory les dio la espalda, frunciendo el entrecejo un poco mientras alimentaba a las hembras. Siguió dando la espalda a Razvan, lo excluyó mientras hablaba con los lobos, y le permitió extenderse hacia la mente de los lobos por sí mismo. Razvan encontró a Raja muy inteligente, un estratega fuerte y un líder capaz. Su segundo al mando, Blaez, era un lobo muy serio. Le gustó mucho la personalidad de Blaez. Y luego Farkas, el macho al que el vampiro había atacado y había herido tan gravemente. El cuerpo de Farkas había sido reparado en la tierra curativa, pero anhelaba la rica sangre Cárpato para completar el proceso.

Razvan se tambaleó cuando Farkas lamió por fin a través de las heridas para sellarlas. Se hundió al lado del lobo.

– ¿Haces esto cada noche?

Ella sacudió la cabeza.

– Somos muy cuidadosos en no levantarnos cada noche. Probablemente sea innecesario después de todos estos años, pero sin tres noches consecutivas en la tierra, mi cuerpo se negaba a funcionar apropiadamente, así que todavía soy cautelosa. En realidad, no he tenido problemas en mucho tiempo, pero no quiero arriesgarme.

Las cejas de Razvan se juntaron.

– ¿Qué clase de problemas?

Ivory se hundió en el suelo a su lado mientras la hembra más pequeña cerraba la laceración de la muñeca.

– Nada grave. Andando. Corriendo. Coordinación principalmente. Los músculos fueron cortados en pedazos y necesitan ser reforzados.

– Deberías habérselo dicho al sanador.

Una mirada débil y altanera se arrastró por la expresión de Ivory.

– Nunca he necesitado al sanador ni a ningún otro para sobrevivir. Si necesito la tierra, está ahí para mí. -Se encogió de hombros-. Además, es preferible que no estemos mucho tiempo fuera. Cuanto menos salgamos, menos oportunidad de que un vampiro o un cazador tropiece con la guarida. Tengo mucho trabajo que hacer aquí. Salimos a cazar y a correr, y luego permanecemos dentro unos pocos días. Ha funcionado bien para nosotros. Necesitaré salir para alimentarnos a nosotros. Llevará unas pocas horas, tengo que viajar lejos de nuestra guarida.

– No sin mí.

– No hay necesidad de que ambos vayamos. Xavier te está cazando activamente, usando cada recurso a su disposición. No puedes dejar huellas para que te encuentre.

– No sin mí -repitió, con tono apacible.

Ella entrecerró los ojos.

– Eso es tan tonto.

– Como negarse a la ayuda del sanador, pero tenías tus razones. Yo tengo la mía.

– No te gusta que nadie te de sangre -adivinó, sagazmente-. Eres Cárpato. Necesitas sangre para sobrevivir.

– Estoy bien enterado de eso.

Su tono nunca cambiaba. Razonable. Agradable. Incluso suave. Ella rechinó los dientes. Nada parecía hacerlo reaccionar, y eso que deliberadamente lo había pinchado, queriendo sacudirlo por su terquedad.

– Es más inteligente por mi parte ir sola.

– Quizás. Pero vamos juntos.

Apretó los dientes con fuerza ante ese tono apacible.

– ¿Siempre eres así?

– No lo sé. No he estado alrededor de nadie excepto de Xavier. No alteraba a la mujer que dio a luz a Lara como te estoy alterando a ti. Pero, como yo, era una prisionera y ninguno de los dos podía tomar sus propias decisiones. Puedo tomar esta decisión, para bien o para mal. Voy contigo.

Ella levantó el mentón.

– Soy tu compañera. Es mi derecho así como mi deber proveer para ti.

– ¿Estás dispuesta a proporcionar consuelo con tu cuerpo también?

El corazón de Ivory saltó. Brincó. Salió volando junto con un millón de pájaros de su estómago. Incluso su útero reaccionó. Lo cuál era tonto, porque él nunca cambió de expresión, ni en su cara ni con el tono de voz. Podrían haber estado discutiendo sobre el tiempo.

– No. -La palabra salió como un cuchicheo. Quizá como pregunta cuando quería que sonara rotunda y distante. Había algo en Razvan que la hacía moverse, que la llamaba, una necesidad sin nombre, un hambre en sus suaves ojos, una soledad absoluta que la atraía como una polilla a la llama.

– Entonces no hay necesidad de proveer nada. Trabajamos juntos hacia un objetivo común. Ambos deseamos aunar nuestra vasta riqueza de conocimiento para destruir a Xavier.

Él tenía razón. Sabía que tenía razón. Eso era exactamente lo que ella quería, pero oírselo decir en voz alta con ese tono tranquilo y práctico la hizo querer llorar.

– Me has traído aquí para averiguar lo que he aprendido de Xavier y para mostrarme las maneras de un guerrero. Acepto esos límites.

– Bien. -Ella se puso de pie-. Excelente. Tenemos que irnos. -Su cuerpo sufrió un cambio sutil y se quedó de pie delante de él en perfección absoluta, su ropa revelaba la piel lisa y suave como pétalos.

– ¿Por qué haces eso? Por qué no ser vista como realmente eres. Eres hermosa, lo sabes. Las cicatrices son las medallas al valor de tu cuerpo. El auténtico tributo de un guerrero. Nunca he visto a nadie tan hermoso.

Ella se dio la vuelta, sin querer que él viera cómo sus palabras la afectaban. Nadie le había dicho que era hermosa desde que era una joven mujer, hacía siglos. ¿Por qué la calidez de su voz traía calor a su cuerpo cuando él no parecía tan afectado por ella?

– No deseo que los vampiros sepan que me marcaron. Es un juego psicológico. Se me ocurrió la idea cuándo descubrí que eran supersticiosos y he continuado haciéndoles creer que nada de lo que me hagan puede dañarme.

La sonrisa de Razvan tardó en llegar, pero cuando lo hizo, ella experimentó un revoloteo curioso en la región del estómago. Dio un paso atrás y se giró.

– Si insistes en venir conmigo, confío en que al menos harás caso de mi advertencia de ser cauteloso y no dejar rastros que lleven a nuestra guarida. Xavier enviará a un ejército para recuperarte, todo lo que tenga en su arsenal.

– Que es considerable -estuvo de acuerdo Razvan-. Y tiene tu impresión ahora.

Ella se quedó inmóvil. Se giró lentamente. Clavó su mirada en la de él.

– ¿Qué quieres decir? -La boca se le secó.

– Lo expulsaste de mi mente, de mi corazón, mi cuerpo y mi alma. Para hacer eso, compartiste tu luz. No pudo dejar de reconocerte si estudiaste con él. Trabajará día y noche para tomarse venganza. Ese es su método, y no yo no permitiré que tenga éxito. Hasta que sea destruido, me tienes como tu guardaespaldas. -Su tono apacible era todavía bajo, suave terciopelo negro, pero implacable.

El corazón de Ivory revoloteó junto con su estómago, una reacción femenina que aborreció, lo que probablemente la hizo más cáustica de lo que habría sido normalmente.

– Soy una guerrera, y tú sabes muy poco sobre luchar. Apenas creo que vayas a ser de alguna ayuda en combate. Si acaso, probablemente serás es un auténtico estorbo.

Él le hizo una ligera reverencia.

– Quizás sea así. Pero seré una baza poderosa.

Ella palideció bajo su ya pálida piel y su aliento siseó en una exhalación larga y lenta.

– ¿Crees que intercambiaría mi vida por la tuya?

– No. -Él no parecía erizado en lo más mínimo-. Pero yo sí lo haría. -Gesticuló hacia la delgada grieta que corría hacia arriba por las gruesas paredes de piedra-. El hambre me está golpeando. Vamos a cazar.

Ella extendió los brazos para que los lobos se subieran en ella, cambiando a forma de tatuajes.

– ¿Por qué quieres que se alimenten primero cuando vamos a cazar? -preguntó Razvan curiosamente.

– Nunca lleves a un lobo hambriento contigo cuando estás intentando no dejar rastros. Les permito cazar sólo una vez cada pocos días para mantenerlos afinados y en forma, pero no me arriesgo con rastros de lobo ni los tiento con sangre humana. En esta forma, no dejamos rastros y pueden ayudarme si lo necesitara.

– No me importaría un tatuaje de lobo propio -dijo Razvan-. Es un hermoso trabajo artístico, así como tener ojos para vigilar la espalda.

La admiración en su voz la atrajo y se mordió con fuerza el labio para seguir concentrada. No quería que él le gustara como persona, sólo quería verlo como otro instrumento en su guerra contra Xavier, pero él la encantaba de maneras que no había esperado.

Dejó escapar otra vez el aliento en una pequeña ráfaga.

– Eres un hombre frustrante, Buscador de Dragones.

– Supongo que lo soy. -No había remordimiento, sólo diversión.

Ivory se dio la vuelta antes de que su sentido del humor la venciera. La cuestión con Razvan, decidió mientras comenzaba a ascender por la grieta de dos centímetros de ancho que zigzagueaba hacia arriba a través de cientos de metros de roca, era que había una paz interior que irradiaba de él. Nada parecía molestarlo. Pero bueno, ¿cómo podía?

Le había preguntado a Gregori que más podía hacerle no le hubieran hecho ya. No temía a la muerte. No había muchos modos de tortura, física, emocional o mental, a los que Xavier no lo hubiera sometido. Razvan había aprendido hacía mucho tiempo que no podía controlar a los demás ni los acontecimientos, sólo su propia reacción a lo que sucedía. Había una fuerza oculta en Razvan, un pozo de ella, profunda y pura, que ella veía y sentía cada vez que estaba cerca de él. Pero había también una gentileza que no había esperado de un hombre horneado en la violencia y la sangre.

Siempre había creído que para sentirse atraída físicamente por un macho necesitaría a un guerrero violento, pero encontraba que la fuerza interior la llamaba más que las habilidades de lucha. La fuerza y gentileza de Razvan la tentaban como ningún otro. Lo miraba demasiado a esos ojos, a esos ojos siempre cambiantes que parecían suaves y profundos, donde podría perderse si no tenía cuidado.

La noche era clara y fresca, la nieve brillaba en el suelo, volviéndolo todo excesivamente brillante. Cristales de hielo colgaban de los árboles y le deslumbraban los ojos cuando escaneaba el suelo.

Ten cuidado de no perturbar la nieve mientras atraviesas la grieta. El menor movimiento puede desplazar las escamas, y eso podría llevar a un enemigo a investigar más de cerca.

Ivory le tocó la mente para ver si estaba irritado por sus instrucciones. Él parecía justo lo contrario, absorbiendo su consejo y siguiéndolo con cuidado. No hizo ningún movimiento para tomar la delantera, siguiéndola a través del cielo hacia el valle, lejos de la región donde los Cárpatos habitaban, hacia una pequeña comunidad de agricultores en la base de las montañas de hielo.

Estás en su territorio. Razvan no tenía que nombrar al mago. No había desconfianza en su voz, sólo una pregunta tranquila.

Enviará a sus ejércitos lejos en tu busca, pensando que huirás lejos de él. Se enorgullece de su largo alcance y asumirá que le temes demasiado para permanecer cerca. Esto será más seguro por el momento.

Le has estudiado.

Fui a su escuela durante poco tiempo, le informó Ivory. Adoraba el trabajo y era buena en ello. Desafortunadamente, también le presté atención a él y me di cuenta de que no era como parecía ser. En aquella época, yo era bastante joven e ingenua y no sabía cómo ocultar mis pensamientos y sospechas.

El calor de Razvan inundó su mente, haciéndola consciente de que el frío de la noche la había atravesado, o quizás pensar en el pasado.

Has aprendido bien con el paso de los años. Lo he observado en el trabajo diariamente. Veía como su locura progresaba con el paso de los años hasta que su mente ya no funcionó apropiadamente. No hay razón. Se ha convertido en un megalómano, creyéndose un ser superior a todos los que caminan sobre la tierra. Está especialmente amargado con la inmortalidadde los Cárpatos y siempre experimenta para encontrar un modo de destruirlos.

Una cinta de agua helada cortaba el valle, vagando por varias praderas anchas utilizadas para pastos y dando vueltas dentro y fuera de las arboledas. Ivory siguió el mismo sendero, permaneciendo en lo alto, sin moverse rápidamente, sino dejándose llevar, tomando nota de todos los movimientos… los animales, el humo que salía de las chimeneas, cualquier humano… tomaba nota de todo y lo compartía con Razvan.

Siempre hay una pauta de movimientos, instruyó. Es importante vigilar a los animales, incluso a los más pequeños. Los ratones correrán a la maleza al primer signo de peligro. Ellos ven las sombras de arriba. Todos los animales de presa lo hacen, y sus instintos son buenos. No tienes que estar conectado con ellos para utilizarlos como un sistema de alarma.

Razvan dejó de beber en la completa belleza de los alrededores y comenzó a prestar atención a las cosas que ella indicaba. Ivory era una guerrera consumada. Cuando abandonaba la guarida, todo era trabajo. Total supervivencia. Él necesitaba aprender, y ella estaba dispuesta a instruirlo.

Escudriñó el terreno desigual, viéndolo con nuevos ojos.

La naturaleza es tu amiga, tu aliada. Los árboles cuentan historias. Mira el área al sur. Justo debajo de la montaña, cerca de la pequeña granja metida en las sombras.

El aspecto lúgubre de su voz le alertó de problemas, pero no pudo ver nada excepto la nieve brillante y el deslumbrante hielo; unas pocas ramas desnudas sobresalían de un árbol cargado de nieve. Unas pocas huellas en la nieve llevaban de una casita a un granero y luego alrededor de la parte de atrás a donde había algunos pequeños edificios que albergaban animales, pero no pudo ver nada pudiera haberla alarmado.

¿Qué estoy buscando?

Algo se posó en ese árbol mirando a la casa. No fue un búho. Si miras de cerca de los rastros, alguien salió de la casa hacia el granero y luego hacia el refugio. Las zancadas aumentaron de longitud y profundidad, lo que significa que empezaron a correr. Lo que fuera, todavía está allí. Siento la energía.

Razvan inspeccionó las ramas desnudas del árbol y luego trató de abrir su mente a los campos de energía que le rodeaban. La información fluyó. Mientras se aproximaban a la pequeña granja, el aire perdió su seco y fresco olor y comenzó a sentir y oler a fétido. Vampiro. Siseó la palabra.

Dime qué sientes. Extiéndete muy levemente. Permite que tu mente se expanda para abarcarlo pero no entres en la suya.

Razvan sabía que si su toque era demasiado pesado el vampiro sentiría su presencia y lo pondría sobre aviso. Si su víctima estaba todavía viva, no habría esperanza. El no-muerto la mataría y consumiría tanta sangre como fuera posible para prepararse para un ataque.

Los vampiros quieren sangre reforzada con adrenalina, explicó Ivory. Aterrorizan a las víctimas a propósito y los mantienen vivos tanto tiempo como es posible. La sangre es como una droga para ellos y necesitan el subidón continuamente. ¿Puedes sentir el caos en su mente?

Podía. La mente del vampiro corría tan rápidamente que era como tratar de abordar un tren en marcha. Incluso el sonido era caótico, como si el volumen subiera y bajara, así en un momento los ruidos rugían y chillaban y luego retrocedían, sólo para comenzar otra vez.

No puede mantener el sonido del corazón de la víctima bajo control. Está demasiado excitado. Éste se ha convertido recientemente. Dudo que haya tenido tiempo de ser reclutado por la liga de vampiros o por Xavier. Generalmente en esta etapa los dejan en paz porque es demasiado peligroso acercárseles. No pueden manejar los subidotes que sienten.

Ivory rodeó la casa. Dos niños dentro. El vampiro lo sabe, aunque el hombre trata de ocultar la información. Su mujer está en el granero. Ella piensa en luchar por su hombre. Se ha armado con ajo, cruces y agua bendita, pero no tiene armas auténticas aparte de herramientas de granja.

Había admiración en la voz de Ivory. A Razvan le gustaba eso de ella. Su aceptación del mundo era muy simplista. Un hombre y una mujer luchando juntos por su familia, aún contra la peor clase de maldad. Ambos sabían que probablemente morirían, pero esperaban llevarse a su atacante con ellos y dar a sus hijos una oportunidad de sobrevivir.

Su primer pensamiento fue enviar a Ivory a poner a la mujer y los niños a salvo mientras él se encargaba del vampiro. No tenía duda de que podría matar a un vampiro. Tenía un conocimiento rudimentario de cómo matarlos, pero ella tendría mejor oportunidad de salvar al granjero también. Él necesitaba tiempo para perfeccionar sus habilidades de lucha, así que permaneció silencioso y dejó que Ivory le dijera lo que quería hacer.

Yo no haría lo que me dijeras de todos modos. Había una nota claramente burlona en la voz de Ivory, aunque los dos sabían que hablaba perfectamente en serio.

En el fondo, a pesar de la gravedad de la situación, Razvan se sentía feliz. Los pequeños momentos como este, compartiendo diversión, cosas que había olvidado que existían entre personas, le hacían alegrarse de vivir. Había olvidado eso, y apostaba a que Ivory también.

Eres una cosita mandona, pero me gusta. Debo ser un poco raro.

¿Un poco? Ella bufó y se deslizó al granero por una grieta en el marco de la ventana.

Una mujer buscaba frenéticamente entre varias herramientas de granja, sacando algo con una hoja aguda de la pila central. Le corrían lágrimas por la cara, pero trabajaba rápidamente, el aliento se le escapaba en suaves sollozos.

– Shh -advirtió Ivory mientras se materializaba a un lado de la mujer-. Soy una guerrera Cárpata que viene a ayudarte. Deja por favor tu arma y haz exactamente lo que te diga. Tendrás que confiar en mí.

Razvan permaneció instintivamente en forma de vapor, sabiendo que su presencia sólo serviría para asustar a la mujer aún más.

– Con tu ayuda, creo que tenemos una oportunidad de salvar a tu marido.

La voz de Ivory era tranquila y calmada. Parecía regia, una princesa de nieve salida del mundo de la naturaleza con su largo abrigo de piel de lobos plateados, tan grueso y lujoso, que le caía hasta los tobillos. El cabello le flotaba en una cascada negro azulada y su cara parecía serena e inocente. Su voz sonada como miel caliente y fundida. En contraste, llevaba una ballesta de aspecto letal y el cinturón en la cadera cubierto de armas. Pero fue la doble fila de cruces diminutas empotradas en sus hebillas lo que alivió las tensiones de la mujer.

La mujer del granjero trazó la señal de la cruz en el aire. Ivory le contestó con el mismo signo y la mujer se relajó y tiró su guadaña curva a la pila de herramientas.