172565.fb2 Depredador Oscuro - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 17

Depredador Oscuro - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 17

CAPITULO DIECISEIS

El ruido sordo era persistente, unos molestos tambores se introdujeron en sus sueños. No importaba cuántas veces Margarita arrastró la almohada sobre su cabeza, presionando sus oídos, los golpes no sólo continuaban, sino que se hacían más fuertes y mucho más exigentes. Deseaba desesperadamente dormir. Estaba tan cansada que no podía encontrar la energía para moverse. Sus brazos y piernas parecían de plomo. Incluso sus párpados no quería cooperar.

Se quedó un largo rato, escuchando los latidos de su corazón. El sonido era muy fuerte, haciendo eco a través de su cabeza. Podía oír el torrente de la sangre en sus venas, y los sonidos de los insectos fuera de la casa en el campo. A pesar de todo el golpeteo era persistente. El que estaba en la puerta principal no iba a desaparecer pronto-a menos que ella estuviera teniendo una extraña pesadilla.

La idea de una pesadilla no la alarmaba, pero la idea de que los ruidos que escuchaba con tanta facilidad se encontraban fuera de las paredes de la casa lo hacía.

Zacarías le había explicado, pero si escuchaba, podía oír el murmullo del ganado y era a más de una milla de la casa. Procedentes del establo eran los caballos e incluso la conversación de dos de los hombres que trabajan allí. Uno estaba muy preocupado por Ricco.

Un grito extraño y más golpes en la puerta la convencieron de que debía levantarse. Experimentó, trató de levantar un brazo. Se las arregló para levantarlo solo unas pulgadas, con un suspiro, ella se dejó caer sobre el colchón. Tomó un poco de esfuerzo, pero se dio la vuelta para mirar a su ventilador de techo girando lentamente sobre su cabeza.

Más golpes en la puerta y su mente perezosa empezó a funcionar más rápido. ¿Y si algo le había sucedido a Ricco? Tal vez esa fuera la razón por la que los trabajadores lo estaban discutiendo. Tendría que haber espiado en lugar de retirarse como un niño asustado.

¿Qué has hecho conmigo?

Zacarías se encontraba en el suelo mucho más allá de la gestión diaria de un rancho, mientras ella estaba a la entera disposición de todos y de llamada. Era muy bueno para dar órdenes, para demandar que se quedara en casa, tratando de obligarla a dormir durante el día, pero había mucho trabajo por hacer y el rancho requería que tomara parte-una parte importante.

Determinada ahora, Margarita forzó a su reacio cuerpo a sentarse. La luz que se filtraba por la pequeña rendija entre las cortinas de la ventana la golpeó en el rostro como una bofetada. Sus ojos le ardieron, un punzante dolor instantáneo que le revolvió el estómago inquietantemente y trajo lágrimas que fluían por su rostro.

Alzando el brazo para proteger sus ojos, se levantó de la cama, las piernas y el cuerpo temblando con el esfuerzo por encontrar sus huesos. Ella quería deslizarse hasta el suelo. Le tomó un mayor esfuerzo echarse agua fría en la cara y cuello, y enjuagarse los ojos, pero se sintió mucho mejor después. Con su cerebro todavía lento, y su cuerpo en sintonía con otro mundo, pudo por lo menos arrastrarse en su ropa, sin caerse de cara.

Su pelo era un lío salvaje y ella hizo todo lo posible por domesticarlo mientras ella se apresuraba por la casa con los pies descalzos para llegar a la puerta principal. El problema con las instrucciones exactas de Zacarías en cuanto a los salvaguardas sobre la casa, era que como ella no tenía ninguna voz, no podía llamar para preguntar quien estaba afuera, por lo tanto tenía que abrir la puerta para ver quien estaba allí. Ella trató de echar una ojeada por la ventana, pero el sol casi la cegó.

Laquemadura de sol fue exactamente como antes, hombre mío, declaró vehementemente en su cabeza, una especie de diversión enferma entró sigilosamente. ¿Dónde estaba el hombre cuando ella se quedó hacer frente a los problemas que había creado? Ella iba a preguntarle apenas la bella durmiente se despertara.

Con cautela entreabrió la puerta. Lea estaba afuera, con el rostro hinchado, un ojo cerrado y el otro caído, los labios agrietados y sangrando.

Las lágrimas corrían por su rostro. Ella sacudió la cabeza cuando Margarita abrió la puerta y llegó hasta ella. Apretando las manos contra su boca – sollozó.

Margarita la agarró del brazo. La luz era tan deslumbrante, con los ojos sensibles se veían tan rojos como los de Lea, ardor y lagrimeo en el momento en que el sol la golpeó.

Incluso la piel le picaba, como si se encogiera lejos de la luz. Dio un paso atrás instintivamente, llevándose a Lea con ella. Lea hizo un sonido, a medio camino entre un gemido y un grito sollozante. Detrás de ella, un hombre apareció, su rostro con una mueca triunfal, y golpeó duro con su mano en la espalda de Lea, forzándola a entrar en la casa, empujándola sobre Margarita. Las dos mujeres cayeron al suelo, en una maraña de brazos y piernas, Lea fijando a Margarita al suelo.

El extranjero salto a través de la puerta. “De prisa, apresúrate,” llamó a Esteban. Su cara estaba torcida en una máscara demoníaca, sus ojos miraban rápidamente alrededor de él adentro de una especie de terror móvil incluso cuando saltó sobre las dos mujeres en el piso y giró alrededor en un esfuerzo para ver el interior todo a la vez. Esteban pasó como un rayo después de él, cerró de golpe la puerta y la bloqueó. Un olor asqueroso impregnó el aire el momento que los dos hombres entraron. Una mezcla de ajo pesado, miedo y de drogas exudaba de sus poros, poniendo cerca de las nauseas a Margarita.

El desconocido se agachó y cogió Lea por su pelo rubio y tiró. Lea agarró sus muñecas en un esfuerzo por aliviar la presión sobre su cuero cabelludo, luchando por ponerse de pie, mirando a su hermano, la ira mezclada con miedo.

"Levántate, puta", le espetó el forastero.

Margarita suponía que era la puta, considerando que Lea ya estaba de pie. La calma se apoderó de ella. Sólo podía haber una razón para que estos hombres estuvieran aquí. Esteban llevaba una mochila, y era pesada. Charlie Díaz, en su estado de embriaguez, había traicionado a la familia De La Cruz, y el tonto collar de ajos colgado alrededor del cuello de Esteban y el olor a asqueroso a ajo que despedía el extranjero le decía que planeaban matar a Zacarías. Dependía de ella evitar que estos hombres llegaran a su lugar de descanso.

Se tomó su tiempo, fingiendo dolor mientras ella luchaba por ponerse de pie. Había un botón de pánico a unos pies de ella, colocado cerca de la puerta. Si ella lo golpeara, sus hombres vendría corriendo, armados hasta los dientes, pero ellos no podrían entrar si ella no les abriera la puerta. Tragó con fuerza – y no fue tan difícil mirarlos asustada – ella se puso de pie, balanceándose un poco, subió una mano hasta su garganta llena de cicatrices, otra busco la pared como si buscara sostenerse.

Zacarías. ¿Puede oírme? Estamos en problemas. Usted tiene que despertarse y oírme.

El botón de pánico estaba a varios pies de ella, pero al menos ella tenía su mano sobre la pared y todos ellos compraban su miedo. Ahora que estaban en la casa, estaban menos inquietos y un poco más arrogantes.

DS lanzó a Lea contra la pared al lado de Margarita y contoneándose para colocarse delante de ellas, tan cerca que su condenado aliento a ajo sopló sus caras en bocanadas calientes, cuando habló. Él invadió deliberadamente su espacio como táctica de terror. Margarita encontró, que después de hacerle frente a un vampiro y a Zacarías, DS no la asustaba tanto como ella pensó que podía hacerlo. La comprensión de que estos hombres no podrían sostenerle una vela a los seres peligrosos con ella había tratado hizo que bajara su temor una muesca más, lo que le permitió mantener su respiración uniforme e incluso estable. Su corazón paró la palpitación y su mente calmada se convirtió en una máquina lógica, trabajando en encontrar una solución y un plan de reserva para su actual lío.

Zacarías. Ella lo intentó otra vez, esta vez permitiendo a esa parte suya enviara a su espíritu a que se elevaba libremente para encontrarlo. Él entró en ella rápido, fusionando sus espíritus, fuerza y coraje y un total consuelo. No había ningún pánico en él, ningún pensamiento, sino la destrucción del peligro para ella. Ningún pensamiento para sí mismo – sólo ella.

Margarita abrazó aquel conocimiento y esto reforzó su coraje aún más. Ella no estaba tratando de controlar una situación imposible.

Te necesito para deshacerme de las salvaguardas en las puertas y en las ventanas para que Cesaro y los demás puedan entrar. ¿Es posible?

Ella trató de no reaccionar de forma exagerada cuando ella metió su mano en su bolsillo y sacó su cuaderno de notas y pluma. A toda prisa, y en lo que ella esperó fuera con una temblorosa mano, garabateó su pregunta.

¿Quién es usted? ¿Qué quiere?

"Usted sabe, " espetó DS. " Lo estas ocultando. Sabemos que él está aquí. "

Lea humedeció sus labios hinchados. “DS piensa que Zacarías es un vampiro. Él planea matarlo. "

Margarita frunció el ceño, sus cejas reunidas en perplejidad. Ella escribía más en el bloc de notas, tomándose su tiempo, dejando que Zacarías evaluara a sus enemigos a través de ella.

Se ha ido. Se fue ayer por la noche. Nunca permanece mucho tiempo.

DS le dio una bofetada dura, tan dura, que la parte posterior de su cabeza conectó con la pared. La velocidad fue tan aterrante y el golpe tan inesperado, que Margarita se encontró desorientada por un momento. Bajo sus pies, una ola levantó el piso. Las paredes temblaban.

"No me mientas, perra. Tú eres su guardián. Sé que está aquí y usted nos va a llevar a su lugar de descanso”.

Llama a Julio, Zacarías, y permite que sus hombres entren. Margarita hizo lo mejor para conseguir que su petición le llegara. La sacudió el salvajismo de la reacción y del fanatismo evidente de DS.

Esteban rió nerviosamente, un sonido agudo, casi histérico. Él no creía necesariamente en vampiros, era mucho más que evidente para ella, pero DS proporcionaba las drogas y una forma de vida inusual, llena de adrenalina. Él anhelaba el poder que DS tenía, y necesitaba la asociación, para sentirse como si estuviera en el círculo íntimo. Margarita no estaba del todo seguro de que la evaluación era la suya o la de Zacarías.

Estoy muy débil, sívamet. Voy a golpear cuando pueda para matarlos. Podría alertar a Julio y Cesaro, pero tendrá que descifrar las salvaguardas y es muy peligroso. Si les ayudo, puede que no tenga la fuerza para atacar cuando sea necesario. Estoy muy cerca de la oscuridad, más que la mayoría de mi clase y el sol cobra un peaje en mí que no es igual para los demás.

No podía oír ninguna nota de ansiedad en su voz, solo esa especie- de hecho -manera con que hablaba de todo, pero estaba unida fuertemente a él, sintiendo sus emociones cuando él ni siquiera podía, y su ansiedad era todo para ella.

Un Cárpato tan cerca a la oscuridad como Zacarías sufría el peso del sol como plomo mucho más que otros. El sol estaba en su punto más alto. El DS había elegido muy bien su tiempo. Debía haber estudiado-y creído-todo las leyendas de vampiro. Dejó que su aliento saliera lentamente. Zacarías temía que tuviera solamente una ocasión de golpear a través de ella. Mientras que ella sostenía la conexión entre ellos, no él. Él no gastaba su energía cuando ella era capaz y esto solamente le dijo cuan grave le resultaba realmente el sol de tarde para él.

Margarita hizo un espectáculo al presionar su pluma al papel otra vez, tomándose su tiempo, dejando que su mano se sacudiera, mientras su mente corría. No tenía oportunidad de parar a estos hombres hasta puesta del sol. Ellos eran tan conscientes como ella en qué posición el sol estaba. Ella iba a tener mantenerlos lejos de Zacarías. Charlie lo había traicionado, pero era evidente que no sabían la posición exacta de Zacarías. Solamente podrían imaginárselo. Sólo aquellos que servían dentro de la casa sabían donde las cámaras del sueño estaban localizadas.

Digo la verdad. El señor de La Cruz se marchó ayer en la noche para ir a una de sus otras residencias. Él no se queda en un lugar mucho tiempo.

Ella sabía que habría un toque de verdad. Charlie tenía que haberles dicho eso, por eso, no habían esperado. Era obvio que Lea habían sido brutalmente golpeada y sin embargo no había delatado a Margarita.

Recordando el anillo y las palabras en la lengua antigua grabada en el oro viejo, ella metió la mano izquierda en el bolsillo de su falda. Ella necesitaba quitarse el anillo, pero Zacarías, y sabiendo quien y que era, lo había hecho del tamaño exacto para que encajara perfectamente en su dedo. Tomaría unos pocos tirones para sacárselo.

¿Puedes hacer eso por mí?

Ella sintió su vacilación. No quería perder la energía.

Puedo pararlo por un tiempo para darle tiempo de recuperarse. Esto me dará una pequeña posibilidad de convencerlos de que no está aquí.

Ella ya sabía que no iba a tomar su palabra y, tarde o temprano, después de un espectáculo de golpes, tendría que darles algún lugar para que pudieran cavar. Si ellos tuvieran algo de cerebro, le verían el cuello y sabrían que nunca les daría su ubicación, no importaba lo que le hicieran.

Sí, usted lo hará. No voy a permitir que pongan otra mano encima. Díselos.

Como el infierno, que les diré.

Su corazón se sacudió. Ella lo sintió. Aquella rabia tranquila ardiente construyéndose como un volcán bajo la tierra. Usted me obedecerá en esto.

En realidad, no, no pienso hacerlo. Puedo manejarlos. Si conseguimos mantenerlos lejos, usted puede destruirlos, pero tengo armas en todas partes de la casa. Solamente necesito conseguir una posibilidad con ellos.

Prohíbo esto.

Prohibir fuera. ¿Realmente pensó que lo entregaría a estos locos fanáticos?

Le entregó la nota a DS. Él lo leyó, maldito, lo arrugó y se lo lanzó a su cara. Su puño golpeo la pared al lado de su cabeza.

Sintió que se aflojaba el anillo en su dedo y se deslizaba en su bolsillo. El alivio fue instantáneo. Zacarías podría estar enojado con ella, pero aún así extendió para protegerla lo mejor que pudo. Incluso ese pequeño empuje de energía lo drenó. Podía sentir su debilidad y su frustración. Él se mantuvo alerta, no discutiendo con ella, leía su determinación tan fácilmente como podía leer su ira y la silenciosa promesa de represalias.

Extrañamente, eso la hizo temblar, asustándola más que DS y Esteban. Pero no lo suficiente para dejarlos llegar a Zacarías. Ella tomaría las consecuencias, siempre y cuando salvara su vida.

¿Crees que estoy bromeando contigo? Yo te puedo hacer daño como nunca has sido herida".

Lea extendió la mano y tomó la mano de Margarita en silenciosa camaradería. "Lo siento. No había ninguna forma de advertirle".

"Cállate", espetó DS. Empujó Lea hacia la gran sala familia. "Entren ahí. Las dos. "

Esteban cogió la bolsa y lo siguió. Su rostro perlado de sudor, el olor que impregna la sala hacía que Margarita quisiera vomitar. Ambos hombres se asustaron, pero estaban tan drogados y exaltados ante la idea de conducir una estaca en el corazón de Zacarías que no podían estar quietos.

"Míralas", espetó DS.

Él merodeó por la casa, inspeccionando cada rincón y hendidura, prestando especial atención al suelo y los armarios, abriendo cada la puerta. Margarita mantenía la casa en perfecto orden. No había marcas en cualquiera de los pisos que indicara que los muebles habían sido movidos o trampas fueron instaladas. Los pisos parecía sin costuras, incluso cuando DS quitó las alfombras. Ella trató de no hacer una mueca de dolor cuando se enteró que las cerámicas se rompían en el suelo, o los platos eran lanzados cuando su frustración y cólera crecieron.

El corazón le dio un pequeño golpe en protesta cuando la acechó en la habitación, con furia en su rostro. Sus ojos se fijaron en ella mientras marchaba hacia ella con determinación. Lea dio un chillido de miedo y se acercó a Margarita como si pudiera protegerla. Margarita se retiró inmediatamente de Zacarías, no queriendo que fuera testigo o sintiera lo que se avecinaba. Oyó el eco agudo de su protesta, pero ella rompió el contacto de todos modos.

Él ya estaba molesto con ella por no revelar su ubicación, por lo que ¿qué importa si ella podía ahorrarle esto?

Su rostro era una máscara retorcida. "Usted me va a decir lo que quiero saber, pequeña perra del demonio". La saliva voló de su boca. Sus ojos eran maniáticos.

DS llovió golpes en Margarita sin misericordia, su cara, su estómago, cada parte desprotegida de su cuerpo hasta que ella cayó al piso y él la pateó en varias ocasiones. Margarita estaba agradecida de que no pudiera gritar. Ningún sonido emergió, no importa cuánto gritó de dolor. Ella hizo todo lo posible por cubrir su cara y su cuerpo mientras los golpes continuaban, se acurrucó en posición fetal. El ataque le pareció que duraba para siempre. Perdió la noción del tiempo, su mente en una nube de dolor.

"Usted la va a matar", gritó Esteban, corriendo hasta DS.

"Bueno. La perra se lo merece. "DS arrancó el brazo de Esteban y le dio otra patada en la cadera.

"Ella no lo sabe o se lo hubiera dicho."

"Ella lo sabe. Ellos protegen a sus amos. Son como perros, los cuidan, sin una mente propia. ", Continuó la lluvia de golpes y patadas, golpeaba en cualquier lugar que podía, las piernas, caderas, brazos y espalda, incluso la cabeza.

Esteban jaló a DS de nuevo, tirando lejos de ella. "No va a ser capaz de llevarnos al lugar de descanso y no conozco a nadie más. Para el momento en que rompamos el suelo, el sol se habrá puesto. "

El DS empujó a Esteban lejos de él con bastante fuerza para enviarlo dando tumbos. DS pasó su mano por su cara como si despejara su mente. La mirada salvaje en sus ojos retrocedió. Él escupió a Margarita y se paseo a través del piso. Había solamente el sonido de su respiración desigual pues él trabajaba para obtener mantenerse bajo control. Él finalmente sacó un frasco de plata y vertió el polvo blanco en la pequeña mesa en la esquina del cuarto. Los ojos de Esteban se iluminaron. Él se acercó a DS pero le hizo un gesto para que se alejara. “Vigílalas.” “Ellas no van a ningún lado,” Esteban gimoteó. Se lamió los labios.

Lea se deslizó por la pared, con movimientos muy cuidadosos y se colocó al lado de Margarita. Se inclinó hacia Margarita, coloca sus labios en su oído y le susurró tan suavemente como pudo, ¿Estás bien?

Margarita no podía respirar. Había tantos lugares en su cuerpo que le dolían y sus costillas y quemaban, robándole todo el aire. Las lágrimas inundaban sus ojos, ocultando su visión, o tal vez era sangre. Ella podía saborearla en su boca. Sus labios estaban hinchan y dolían. Ella se acurrucó un poco más fuerte en respuesta, rezando por que DS se mantuviera alejado de ella.

Lea le puso la mano en el brazo Margarita en un gesto de consuelo, las lágrimas corrían por su rostro. Ella miró suplicante a su hermano. Sus ojos estaban en el polvo blanco que DS cuidadosamente cortaba en línea recta sobre la mesa. Él se acercó más, lamiéndose los labios en varias ocasiones, le temblaban las manos por la excitación y la necesidad. Lea cerró los ojos con disgusto.

"DS, lo necesito, vamos", declaró Esteban, su voz temblaba.

DS se dio la vuelta y juró. "Te comportas como una perra en celo, lo quieres tan mal, arrástrate hasta mí, en tus manos y rodillas. Muéstrale a tu alta y poderosa hermana que tan perra eres. "

" No hagas, Esteban, " suplicó Lea en un susurro. " Mira lo que te hace. "

Esteban no giró. Él tenía ojos solo para el polvo blanco. Deliberadamente, DS tomó su paja de plata y sorbió una línea entera por su nariz.

Él volteó su cabeza y aulló, como si fuera un lobo, que aúlla a la luna. "Demonios, esto es una mierda buena. "

Esteban tropezó hacia adelante, e inmediatamente la expresión de DS cambió del éxtasis al desprecio puro. Él pegó con la mano a Esteban y lo empujó. "¡Aléjate de mí, perra. ¿Lo quieres? te lo tienes que ganar. Arrástrate a través de la sala de rodillas delante de tu puta hermana. "

Un sollozo escapó de Lea cuando Esteban bajó lentamente en sus manos y rodillas y se arrastró por delante de DS que lo vio triunfante, sus ojos brillando, su cara torcida impregnada de alegría. Riendo, le escupió a Esteban, la saliva golpeó su mejilla y poco a poco goteo hasta la barbilla.

DS le dio una patada cuando Esteban trató de limpiarse la cara. "Déjalo. Para que recuerdes quien está a cargo. Y no interfieras de nuevo. "Él se volvió atrás y aspiró otra línea del polvo.

Esteban estaba agachado en el suelo a sus pies, miraba con desesperación. Hizo un solo sonido de súplica en la parte posterior de la garganta y trató de deslizarse hasta DS.

"Vuelve. No has rogado correctamente todavía. Siéntate y ruega. Vamos, perrito. A sentarse y a mover la cola como una buena mascota. "

Margarita se desplazó, el más sutil de los movimientos. Cuando cayó, se aseguró a caer cerca de la mesa baja, donde un cuchillo se mantenía pegado bajo el pequeño cajón. Dejó que su mano fluyera muy lentamente por la madera, no queriendo llamar la atención de DS. Él se centró en atormentar a Esteban y parecía, por el momento, haberla olvidado.

Le dolía moverlas. Toda herida, solo el acto de levantar el brazo era doloroso, como si hubiera pequeñas grietas en el hueso. Estaba segura de que los daños eran todas contusiones graves, pero que el movimiento pequeño, sutil seguía enviando relámpagos de dolor a través de su cuerpo.

Las pestañas de Lea se agitaron. Ella le frunció a Margarita y sacudió lentamente la cabeza, por temor a repercusiones, pero, a pesar de que claramente no entendía lo que Margarita estaba haciendo deslizándose tan sigilosamente hasta la pata de la mesa baja, ella valientemente cambió su cuerpo lo suficiente como para bloquear la visión de DS si la buscaba. Sus ojos se agrandaron cuando el puño de Margarita salió de debajo de la mesa con el cuchillo. La hoja era de cuatro pulgadas larga y afilada con un fuerte filo, metido dentro de una funda de cuero suave. Margarita empujó el cuchillo tan profundamente en el bolsillo de su falda, como le fue posible.

Sus ojos se encontraron con los de Lea. Se suponía que se veía tan mal como su amiga. Se dio cuenta de que su ojo se hinchaba, y que tenía lastimada la boca. Ella se tocó con la lengua el labio partido e hizo una mueca de dolor. Había provocado deliberadamente a DS. Sería sospechoso que de repente entregara a Zacarías sin luchar. Ella necesitaba que le proporcionara una auténtica razón para tener miedo. Pensó que si Lea podía sobrevivir a la paliza, ella también podía. Había sido un poco más entusiasta de lo que había contado.

Sintió la agitación repentina en su mente, un vertido de hielo en su cuerpo. Ella se estremeció, pero rápidamente llegó al encuentro de Zacarías hasta la mitad, tratando de asumir la carga de energía a partir de él.

¿Qué estás haciendo? Su voz estaba muy calmada, demasiado calmada. Se sentía el borde, aunque ella no podía oírlo.

Dios. No esperaba que pudiera conectarse con ella tan pronto. No podía ocultarle el dolor de sus heridas. Tuvo que sentir cada golpe en su cuerpo. Viendo dentro de él y sentir sus emociones, ella sabía que era mucho peor para él yaciendo indefenso bajo el suelo mientras ella estaba en peligro. Era la peor situación posible para un macho dominante, protector, como Zacarías. Estaba atrapado. Sus enemigos habían elegido el momento perfecto para atacar cuando su cuerpo era de plomo y no podía hacer otra cosa que mantenerse en contacto con Margarita mientras DS y Esteban hizo lo que querían con ella.

Pienso que puedo detenerlos más tiempo, mientras más cerca estemos de la caída de sol y esto le permitirá mucho más fuerza. Esto era un plan lógico, el mejor que ella tenía. Puesto y puesto otra vez. Fue en todo lo que pudo pensar. Girarlos el uno contra el otro. Independientemente de lo que esto tomara.

He declarado que prohíbo esto. No le dejaré hacerse más daño. Condúzcalos hasta mí inmediatamente.

Margarita suspiró. Usted sabe que no puedo hacer esto, ella dijo tan con cuidadosamente cómo fue posible.

Zacarías no respondió. Ella sintió su rabia que ardía, enterrada profundamente, amenazando con estallar, pero él no se molestó en discutir. Como ella, él estaba enrollado apretadamente con su mente, y él podría leer su determinación.

No tienes que entender. Margarita suspiró de nuevo y trató de no dejar que su desaprobación le hiciera daño. Esta fue su decisión para hacer-no la suya-su vida para arriesgar. No había duda en su mente que iba a arriesgar su vida por ella sin siquiera considerar cualquier otra alternativa.

Es diferente. Es mi derecho y mi deber protegerla.

Casi podía verlo romperse los dientes como un lobo hambriento, impaciente con lo que él consideraba su desafío. No pudo razonar con él. Estaba fijo en su camino, seguro de que tenía razón, y ella no podía, ni debía-ceder ante él. Se puso nerviosa con la silenciosa promesa de represalia sintió ese hierro absoluto que sabía que no podría moverse, pero él había puesto en contra de ese lado de ella que era tan determinado y tan segura de que estaba justificado.

Zacarías, pudiste obscurecer el cielo y emerger antes de la puesta del sol, para salvar a Ricco. Estaba cerca el ocaso, pero todavía faltaba para que hubieras sido capaz de hacerlo. Y cuando le encontré esa mañana. Ella odió traer a colación esa mañana. Él había elegido una muerte honorable y ella había interferido. Había estado tan enojado con ella. Usted debería haber muerto ya, incinerado totalmente, el sol ya había salido un poco mientras se exponía. Pienso que eres más resistente a él de lo que crees. Si los detengo y mi plan no funciona, y llegan a su lugar de descanso, usted será aquel mucho más fuerte.

Le he prohibido ponerse en peligro.

Ella suspiró. No había forma a través de una pared de ladrillo. Vamos a tener que acordar estar en desacuerdo.

Siempre y cuando usted entienda que todas las consecuencias son también de su elección.

Ella se estremeció, parpadeando para contener las lágrimas cuando cometió el error de morder el labio hinchado. Usted está haciendo esto peor para mí.

Ella necesitaba a retirarse, para que le permitiera concentrarse en engañar a DS y Esteban. Se armó de valor y Zacarías podría minar su valor más rápido que nadie. Margarita sintió al instante el rechazo instintivo de Zacarías por su evaluación.

Lea la agarró por la muñeca, distrayéndola. Su mirada saltó a Esteban como se puso de rodillas, sus brazos curveados en la clásica posición de pedir.

"Saca la lengua, fiel Fido"- se rió DS. Volvió por tercera vez, aspirando la mayor parte del polvo.

Esteban gritó y se lanzó hacia adelante, empujando su cara sobre la mesa con desesperación. Un solo sonido salió de Lea, un sordo lamento de protesta. Se cubrió el rostro con las manos, incapaz de ver a su hermano humillarse por la droga.

Margarita sacó su bloc de notas de su bolsillo y cuidadosamente garabateó un mensaje a Lea. Este no podía caer en manos de DS o de Esteban.

Hay un botón de pánico en la parte superior de la escalera debajo de la foto de mi padre. Si puedes abrir la puerta principal, aprieta el botón. Todos los hombres vendrán corriendo. Pero no pueden entrar en la casa si la puerta no está abierta.

Margarita coló un vistazo rápido a DS, que se estaba riendo histéricamente de Esteban. Ella continuó, escribiendo tan rápido como pudo, su cuerpo cubriendo los movimientos.

Usted no puede golpear el botón para llamar a los hombres si no logra abrir la puerta para ellos. Sería demasiado peligroso.

Ella deslizó el papel a través del piso boca arriba debajo de la mano de Lea, para que pudiera leerlo. Lea miró detenidamente entre sus dedos en la nota. Sus ojos se ampliaron y ella asintió. Antes de que Margarita pudiera recuperar el papel, ella lo desmenuzó en su puño y se lo llevó a su boca. Margarita le sonrió. Ellos guardarían para siempre ese momento de total camaradería y comprensión. Ella podía contar con Lea. Estaban juntos en esto. Vivas o muertas.

La risa maníaca de D se cortó bruscamente. Margarita sintió cada músculo tensarse cuando su mirada se posó en las dos mujeres.

¿Qué hacen tiradas en el suelo? Levanten sus culos. Si usted quiere que esta perra sobreviva los siguientes cinco minutos, debes decirme donde está él. "Acechó a través del espacio y arrastró a Lea a sus pies, empujando su arma contra su ojo izquierdo.

Margarita luchó para ponerse de pie, haciendo un espectáculo tratando de escalar la pared, jadeando y apretando sus costillas. Miró a su alrededor en busca de ayuda, y luego se derrumbó cuando presionó la boca del arma contra el ojo de Lea.

Margarita indicó la cocina con su barbilla, su mirada deslizando lejos de forma intimidada. DS se acercó a ella, cogiéndola del brazo, jalándola cerca de él. El olor de la droga brotaba de sus poros lo que le daban ganas de vomitar. Ella se encogió para alejarse de él, levantando el otro brazo como escudo, como para protege su cara maltratada.

La agarró con más fuerza, sus dedos se clavaban en su piel, con ganas de dejar contusiones, queriendo que sintiera su fuerza. Comprendiendo con qué delicadeza Zacarías la tocaba e inundaba su mente, trayéndole un calor que ella abrazaba. La fuerza de Zacarías era diez veces mayor que la de este hombre, sin embargo, una vez que él aprendió que los seres humanos eran de hecho muy diferentes a los Cárpatos, el cuidado siempre había sido superior en su mente. Aun cuando él era un poco brusco durante las relaciones sexuales, marcando su cuerpo, se tomaba el tiempo para aliviar cualquier dolor después que descubrió las respuestas de su cuerpo.

DS era un hombre que disfrutaba infligiendo dolor y humillación a los demás. DS era el monstruo que Zacarías creía ser. Zacarías jamás prolongaría el sufrimiento solo para verlo. Impartían justicia. Erradicaba el mal, pero no le gustaba su trabajo. Él simplemente lo hizo a lo mejor capacidad.

"Esteban, consiga mover su culo del piso."

Por primera vez, Margarita vio al hermano de Lea. DS había lanzado el polvo restante de la mesa al piso.

Esteban estaba muy ocupado tratando de conseguir cada mota. Su rostro, cuando levantó la vista, estaba salpicado de blanco. Su corazón estaba con Lea, que hizo un suave sonido del dolor.

DS la oyó y se echó a reír, divirtiéndose aún más. "Sí, Lea, míralo. Su hermano mayor, todo lo que importa es él. No usted. Que le sigue por todo el mundo. ¿Sabes lo que hace? El contrabandea armas para mí. Trafica con mujeres. Con niños. Hace lo que pido. Vendería su alma por esta droga. Y ésta… "Sacudió a Margarita como una muñeca de trapo. "Ella le sirve al diablo. Realmente necesitas tener un mejor juicio".

Escuchó su voz. Él está muy enojado con ella. Obviamente, pertenecía a la sociedad que creía en vampiros y había marcado a mi familia para morir, pero había mucho más que esto.

El corazón de Margarita dio un vuelco. No sabía que Zacarías se encontraba todavía en su mente, tranquilo y atento, observando esa presencia, pero ella debería saberlo. Una vez que estuvo en peligro, estuviera ella sosteniendo el puente entre ellos o no, él no la dejaría sola. Él era ese tipo de hombre. Su mente trabajaba rápidamente para captar lo que estaba diciendo.

Lea estaba en graves problemas, tal vez más que Margarita. DS era un fanático de los vampiros, pero esto no era todo acerca de Zacarías. DS había buscado a Esteban por una razón, lo había controlado por ira. Se trataba de Lea.

Él debe haber tratado de hacer un movimiento sobre ella primero, antes de todo esto. Ella tiene una capacidad natural de reconocer el mal. Probablemente no es consciente de ello, pero definitivamente se opondría a cualquier avance, ya que su subconsciente la protegería. Él se siente atraído por la luz y la inocencia y por su necesidad de corromperla y destruirla. Él la quiere. Usted puede usar esto. No va a querer matarla. Lastimarla, sí, pero no matarla.

Margarita se horrorizó. Yo no voy a ponerla en peligro.

Hubo un breve momento de calor deslizándose por el hielo en su mente. Tonta. Usted quiere que corra hasta la puerta y la abra para Cesaro y sus hombres. Le estoy diciendo que no la van a matar. Eso debería aliviar su mente, no hacerla sentir culpable. Realmente eres una lunática un poco ilógica.

Ella sabía que él estaba tratando de distraer su atención de miedo. El miedo paralizaba a alguien, y con DS arrastrándola hasta la cocina, su corazón latía con fuerza, acelerado fuera de control. Podía degustar el sabor cobrizo de su propia sangre en la boca. Este plan tenía que funcionar. Zacarías la había hecho sentir un poco mejor. Por lo menos no estaba enojado con ella, empeorando la situación.

Tropezó varias veces, cada pequeño retraso era un segundo que contaba a favor de Zacarías. Señaló a regañadientes la puerta de sótano con una mano temblorosa. En el momento en DS le soltó el brazo, se apresuró a sacar su bloc de notas.

Él me va a matar por la traición.

DS arrebató el bolso de las manos de Esteban. "Él va a estar muerto cuando yo le clave una estaca en su corazón, le corte la cabeza y llene su boca con ajo. "

"No puedo creer que Zacarías de la Cruz está durmiendo en el suelo", estalló Lea a cabo. "Estás loco para pensar eso".

Margarita le tocó la muñeca y con urgencia negó con la cabeza, pero Lea continuó, su voz llena de desprecio.

"Es un hombre de carne y hueso, como nosotros. Lo he visto. Él es demasiado elegante para haber dormido alguna vez en la tierra. No tienen colmillos y me senté en una mesa con él, bebiendo té y comiendo torta".

DS reaccionó de inmediato, salvajemente, balanceándose la mochila pesada golpeó en el estómago de Lea, doblándose encima de ella. Lea cayó contra la pared, golpeando duro la parte posterior de la cabeza. Deslizándose hasta el suelo. DS le pateó la cadera y la escupió. Agarró a Margarita por su largo pelo y la arrastró hasta la puerta de la bodega.

"Tú primero, perra, por si acaso esto es una trampa."

¿Ha muerto? ¿Podría decirme? Frenéticamente, mientras abría la puerta de la bodega, le preguntó a Zacarías. Tendría que haberse esforzado más para detener Lea de burlarse de DS. Lea no parecía darse cuenta de que ella era el detonante.

Gira tu cabeza.

Ella sintió que Zacarías se movía en ella y durante un momento su visión fue extraña. Ella sostuvo su aliento cuando DS de un tirón la hizo girar y casi la empujó por las escaleras. Ella palpó la pared, encendiendo la luz. La escalera era estrecha y escarpada. Sólo una persona a la vez podría bajar por ellas.

Está viva. Yo vi su pecho moverse.

El alivio barrió en ella. Soltó su aliento y comenzó el descenso hasta el sótano. Ella tomó cada tramo de la escalera cautelosamente, tratando de contar diez segundos entre cada paso, consciente de la posición del sol como nunca lo había estado antes. Todavía faltaba demasiado tiempo antes de que se ocultara permitiendo a Zacarías su libertad.

"Esteban, trae a tu hermana aquí. Si ella se niega a caminar, arrástrala hacia abajo por sus pies. "

Esteban se echó a reír. "Usted es un maldito hijo de puta, Dan"

"Ya le dije que nunca me llames así", espetó DS.

Furioso, empujó Margarita entre los omóplatos, la envío volando por la escalera. Cayó duro boca abajo, en la tierra, el viento golpeándola. DS se acercó a ella y miró a su alrededor con satisfacción. El suelo estaba todo lleno de tierra. El lugar era fresco y oscuro, un ambiente perfecto para los vampiros. Miró su reloj antes de tocar con la punta del pie a Margarita.

"Quédate allí, contra la pared, lejos de las escaleras."

Ella se apresuró a salir de su alcance, haciendo una mueca cuando Lea gritó. Ella estaba orgullosa de su amiga por no suplicarle a Esteban. Era evidente que estaba perdido para ellos, en las garras de la droga y profundamente bajo la influencia de DS. Lea se sentó a su lado y se tomaron de las manos, los pliegues de la falda de Margarita escondiendo el pequeño acto de camaradería.

¿Qué sucederá cuando no encuentran nada?, susurró Lea con miedo.

Margarita se encogió de hombros sin poder hacer nada. Ella sentía el miedo en la boca. Tendría que actuar para salvar a Zacarías. Nunca se daría por vencido.

Ella no lo había traicionado con el vampiro y menos lo haría con una criatura tan mala como DS.

Ambos hombres comenzaron a palear la tierra tan rápido como pudieron. El suelo era bastante flojo en la parte superior y fácil al principio, pero a medida que iba más allá que se volvió más difícil, lleno, apretado, duro, casi como el cemento.

¿Ves, Esteban? Este es su lugar de descanso o no sería así. La emoción impregnada la voz de DS.

Es condenadamente difícil, se quejó Esteban.

"Simplemente sigue cavando."

Margarita nunca había sabido que ninguno de sus suelos pudiera ser tan difícil y lo que sólo la hacía suponer que Zacarías había utilizado su energía para cambiar su composición.

No lo hagas. Tienes que mantener tu fuerza sólo en caso de que falle, lo reprendió.

Yo soy de la tierra y la Madre Tierra protege a sus suyos lo mejor que puede.

La respuesta críptica no le ayudó mucho con la ansiedad. Una hora y media se arrastró. Ambos hombres hacía mucho se habían despojado de sus camisas, sudando y maldiciendo.

La tierra se abría como un monstruo haciendo señas, el agujero tenía unos buenos seis pies de profundidad.

DS se limpió el sudor de la cara y miró a Margarita, su rostro una vez más, una máscara de furia. "Usted me mintió."

Esteban gritaba, el sonido con un tono alto y asustado. Señaló hacia el agujero, retrocediendo.