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La misma pareja de seguridad miraba con asombro el segundo maniquí descubierto en el curso de una semana.
– Se parece mucho al otro -dijo el más joven-. Sólo que éste se parece más a un hombre. ¿Quién diablos lo habrá hecho?
– Apostaría a que son estudiantes de medicina que quieren gastarnos una broma -dijo el mayor.
– ¿Llamamos a la policía?
– Se lo propondremos al jefe. Si no, esa histérica de la estación de Iglesia removerá cielo y tierra y avisará a los periódicos. La compañía no querrá publicidad, aunque se trate de una tontería. El que lo haya hecho ha conseguido que la sangre parezca de verdad…