172914.fb2
A la una de la tarde del mismo día, Peláez llamaba a Bernal.
– La he abierto, Luis, y hay síntomas claros de que murió asfixiada, lo más probable mientras estaba bajo los efectos de un alcaloide. No hay rastros de agresión sexual. No era virgen y tiene cierta alteración en la matriz, algunas cicatrices. Bien alimentada. Clase media alta, diría yo, a juzgar por las manos y el discreto uso de los cosméticos. Asesinada a primera hora de la mañana, digamos entre las 5 y las 7.
– Bueno, eso no dejó mucho tiempo al asesino para bajar el cadáver al Metro, si es eso lo que hizo. ¿Le inyectaron la droga? -preguntó Bernal.
– Casi seguro. Los pinchazos del brazo izquierdo, acuérdate. He enviado los órganos a Toxicología. Allí deducirán la dosis aproximada por la sangre, el hígado y el tejido cerebral. No había comido desde hacía más de seis horas. Nada en el estómago. Supongo que querrás que te envíe las huellas con el informe provisional.
– Gracias, Peláez. Espero que no haya un tercero.
– Ah, a mí me parece que sí va a haberlo, a menos que cojas al culpable ahora mismo.
Después de colgar, Bernal se quedó mirando el gran plano de la red metropolitana que en aquel momento ocupaba una de las paredes del despacho. La estación de Cuatro Caminos era la clave, de esto estaba seguro. Sólo las Líneas 1 y 2 se habían visto afectadas hasta el presente y aunque en el último caso no tenían la menor idea del tiempo que llevaba la joven en el vagón, el tren había pasado necesariamente por Cuatro Caminos. Llamó a Navarro.
– Quiero que haya vigilancia continua en Cuatro Caminos. Que lo organice Ángel con ayuda de Elena. Harán turnos con algunos hombres de paisano que lleven armas, y que podrían disfrazarse de empleados del Metro. Llamaré al director y le pediré que coopere. Al fin y al cabo, es muy frecuente ver a los empleados de la compañía de cháchara con el personal de las taquillas, y Ángel y Elena saben lo que han de buscar.
– Yo me cuidaré de todo, jefe.
– Se me ocurre otra idea -dijo Bernal-. ¿Y si se trata de un ex empleado de la compañía que está resentido?
– Creo que se estaría pasando de la raya en su venganza, jefe. ¿Y si es uno de los pequeños accionistas? No han cobrado dividendos este año.
– Eso me parece aún menos probable. Pero, por si acaso, pásate por la oficina central y habla con el jefe de personal. Que te dé una lista de los empleados despedidos hace poco por la causa que fuera. Cuando llame yo al director, me enteraré de si ha habido alguna amenaza de parte de algún accionista o de cualquier otro.