172956.fb2 El ?rbol de los Jen?zaros - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 107

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Capítulo 105

Las joyas de la Valide brillaban bajo la luz amarillenta. En aquella mugrienta habitación eran los únicos objetos que podían llamar la atención.

Había algo mágico en ellas. La magia que confería el poder. Nadie podía apartar la vista de esas joyas, del mismo modo que un conejo no puede apartar sus ojos de una serpiente.

Los suaves dedos avanzaron sigilosamente y las acariciaron.

Magia ferenghi, quizás. ¿Qué diferencia supondría eso? Los dedos se pusieron rígidos. Tal vez había palabras que necesitaran decirse. Invocaciones. Encantamientos. Era una posibilidad no prevista. Esta figura en zigzag que aparecía en cada una de las joyas podría ser una palabra, quizás, o un sonido.

No. La posesión era lo que más importaba. Quien poseía las joyas gozaba del poder que éstas conferían. Napoleón, para dispersar incluso a los ejércitos de los fieles… Todo el mundo sabía que había tenido una suerte superior a la que le correspondía. ¡Estúpido! Se había deshecho de esas joyas y su suerte había cambiado. Y la de la Valide, también. Le había ido bien desde que las joyas llegaron. Le ayudaron a alcanzar la cumbre, a través de un campo de batalla mucho más peligroso que cualquiera con el que el Emperador francés se hubiera enfrentado, donde los rumores eran lanzas, el conocimiento batallones y la belleza marchaba en filas.

Todos estábamos al corriente de eso, ¿no? Sabíamos lo duro que era salir en pie de aquella refriega, no recibir culatazos, ni ser derribado, ni consumirse en la oscuridad. Y luego llegar a un objetivo, permanecer en la cima, ¡tener completo poder sobre unas criaturas que se humillaban y encogían ante una sola palabra!

No podía destruir eso. Nadie podía quitárselo.

Al menos estando en posesión de ellas.

Y un par de labios se fruncieron y se adelantaron para besar las joyas.