172956.fb2 El ?rbol de los Jen?zaros - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 134

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Agradecimientos

Tengo una deuda con todos los historiadores que han ampliado nuestros conocimientos del Imperio otomano. También me he inspirado en las observaciones de los viajeros contemporáneos. Los errores y las manipulaciones son enteramente míos.

Daisy Goodwin me animó a hacer una aproximación detectivesca al Imperio otomano. Yashim tuvo que esperar a vivir sobre el papel hasta que escogí un período histórico, el Estambul de la década de 1830. Christine Edgard, que adaptó La pequeña Dorrit al cine, compartió conmigo su pasión por la moda y las costumbres del siglo XIX. Richard Goodwin leyó el libro por entregas, a lo Dickens, a medida que avanzaba. Como ha filmado varias películas basadas en novelas de Agatha Christie, estaba en la mejor posición para aconsejarme tanto en los giros de la trama como en los diálogos. Jocasta Innes, una inveterada lectora de thrillers, me ayudó a no caer en potenciales incoherencias. Les estoy agradecido a todos ellos, y a Sarah Wain, Clare Michell y Mary Miers por sus lecturas y comentarios.

Sarah Chalfant, mi agente, de la Wylie Agency, me llevó a Nueva York a conocer a Sarah Crichton y, más tarde, a editores de todo el mundo. Sarah Crichton no tiene igual dando ánimos. Y ¿quién dijo que los editores de hoy no editan? Julián Loose, de Faber, me hizo conocer todos los secretos. Mil gracias a él.

Y hablando de Estambul, me gustaría darles las gracias particularmente al profesor Norman Stone, de la Universidad Koç, y a John Scott, el editor de Cornucopia, la hermosa e inteligente revista dedicada a todo lo turco.

Mis hijos mayores se pelearon conmigo por hacerse con el control del ordenador con una astucia implacable, demostrando una pericia de pirata informático para saltarse todas las barreras que puse, pero nunca me borraron el disco duro y les estoy agradecido por ello. Los dos más pequeños demostraron un interés distante por el trabajo duro, pero me animaron en todo momento yendo y viniendo por más papel y con ratos de conversación. Todos mis libros han sido para ellos.

Este libro no se hubiera escrito, sin embargo, sin el entusiasmo y el ánimo de Kate. No han pasado muchos años desde que fuimos andando desde Polonia hasta Turquía, vimos las cigüeñas volando sobre el norte por el mar de Mármara, y nuestros pasos nos llevaron, finalmente, a las cúpulas de Estambul, la ciudad que alimentó nuestros sueños durante seis meses, y al Bósforo que se extiende a sus pies. No quedamos decepcionados.

Este libro está dedicado a ella