173349.fb2 Golpe de Reyes - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 16

Golpe de Reyes - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 16

Festividad de San Silvestre, papa y confesor

(31 diciembre)

Nochebuena y Navidad habían transcurrido sin el menor contratiempo y Bernal y su grupo aguardaban a que La Corneta publicase la orden final que pondría en marcha el plan Magos. Las fiestas entraban en su segunda etapa; la primera había sido Nochebuena, con las celebraciones de rigor precedidas por el sorteo de la Lotería Nacional, cuyo gordo había enriquecido aquel año a casi todos los habitantes del pueblo cacereño de Navalmoral de la Mata, y la reunión de las familias más tradicionales y devotas para asistir a la misa del gallo.

La segunda etapa, la de Nochevieja, la tenían ya encima; los madrileños más animosos se reunirían aquella noche en la Puerta del Sol, cada uno con las doce uvas en la mano, en espera de que el reloj del edificio de Gobernación diese las doce campanadas, momento en que formularían sus deseos para el Año Nuevo. Acto seguido, se apoderaría de todos un renovado espíritu de regocijo y se lanzarían por las calles con sombreritos de colores, narices y bigotes postizos, haciendo ruido con tambores y trompetas de juguete, tirando serpentinas y soplando matasuegras a los viandantes que menos se lo esperaran.

Bernal permanecía en el despacho con Navarro, Miranda y Lista, y entre todos repasaban los planes de protección previstos para la celebración de la Pascua Militar el seis de enero.

– Creo que también tendríamos que estar presentes el día cinco -dijo-. Esta mañana fui a echar un vistazo a los balcones de la Panadería, en la plaza Mayor, y sí, parece que el secretario del Rey tiene razón al decir que será muy difícil que se produzca un atentado contra la reina y sus hijos; pero yo me sentiría más tranquilo si estuviéramos allí colocados en puntos estratégicos que dominaran la plaza.

– ¿Iremos armados con algo más que la pistola reglamentaria, jefe?

– No creo que sea conveniente llevar fusiles, si es a eso a lo que te refieres. El servicio de seguridad del Rey podría dispararnos si nos confundiera con presuntos asesinos.

Sonó el teléfono. Al otro lado del hilo habló Elena:

– Jefe, he salido a un bar para llamarle. El director de La Corneta acaba de entregar a la sección de anuncios un texto para que se publique en el número de mañana. Dice: «MAGOS Blanco E.l. Oriente.»

– Es el que esperábamos, Elena. La señal de avance definitiva. Estupendo. Ya puedes desaparecer del periódico.

– Jefe, me gustaría hacerme con un juego de pruebas del número especial que se prepara para el seis de enero. El jefe de redacción dijo que será una edición extra que saldrá a mediodía.

– De acuerdo, pero ten cuidado.

Bernal se volvió a sus hombres.

– Ya está. En cuanto aparezca el anuncio, ya no podrán volverse atrás.

– A juzgar por lo que se ha dicho en el banquete de Hermann Malthius -dijo Navarro- no parece que tengan ninguna intención de retroceder. Aunque no dieron detalles.

– Es verdad, pero el teniente general Baltasar dijo claramente que espera ser presidente de un nuevo gobierno a partir del seis de enero -comentó Bernal.

– Jefe, ¿por qué dice este mensaje último «Blanco E.1.»? -preguntó Lista con los ojos puestos en la nota que había escrito Bernal.

– Tendrías que consultar tu misal de cabecera, Juan -dijo Bernal en son de broma-. E significa «Epifanía», es decir, el día de Reyes y primer día de ese tiempo litúrgico en que se utilizan ornamentos blancos en las iglesias.

– ¿Y «Oriente»? -preguntó Miranda-. ¿Alude al palacio en que se llevará a cabo la ceremonia?

– Ése es el aspecto más ingenioso de todo el asunto, Carlos -dijo Bernal-. No me ruboriza decir que les admiro por ello. En el código acrológico, Oriente significa «Operación», esto es, el día de actuar, pero también alude, naturalmente, al principal palacio del Rey, y, por una segunda coincidencia, recuerda a los tres Reyes de Oriente, cuya llegada a Belén se celebra ese día. Astuto, ¿verdad? Aunque no muy cauto, puesto que el código se entiende de manera muy fácil una vez que se ha captado la base litúrgica.

Aquella noche le llamó Consuelo para decirle que había conseguido dos entradas para el teatro.

– Las conseguí en el banco, Luchi, son para Caimán, de Buero Vallejo, que ponen en el Reina Victoria. El precio de la localidad comprende el cotillón de fin de año.

– Pero ¿no es esa obra sobre una niña que se cae por un agujero y a la que nunca más se encuentra? ¿No te parece que el tema es muy tristón, Chelo?

– Es que no había entradas para ninguna otra. Yo creo que será bastante interesante. Además, podremos tomar el champán y las uvas en el teatro, cuando se interrumpa la función a medianoche y los actores bajen del escenario para mezclarse con el público. A lo mejor sirven incluso chocolate con churros al final de la representación.

– Como quieras. ¿Te recojo a las nueve? Podemos cenar en Curro, en la calle Coslada. Es discreto y la comida buena. Procuraré quitarme de encima al guardaespaldas.

En verdad, la obra de Buero les resultó demasiado deprimente para ser una noche festiva, y después de oír por tercera vez la voz fantasmagórica de la niña muerta que obsesionaba a la desdichada madre, Consuelo no pudo aguantar más, máxime encontrándose en estado de buena esperanza.

– Coge las uvas y vámonos a la Puerta del Sol -dijo a Bernal con imperiosidad.

Salieron recatadamente del Reina Victoria, y dándose mucha prisa por la Carrera de San Jerónimo llegaron a Sol a tiempo de oír las campanadas de las doce, entre cuyos ecos engulleron las uvas con semillas y todo y formularon para sí un solo deseo unánime.

– Me pregunto cuántos casos de apendicitis tendrán en La Paz para Año Nuevo, Chelo -dijo Luis, conteniendo un eructo-. Tiene que haber más esta noche que en el resto del año.