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IBA vestida de amarillo.
Una diadema de margaritas en sus cabellos dorados y un ramillete de margaritas en la mano Era el resplandor del sol, del verano y de todas las cosas cálidas que existían en el mundo.
Su padre la llevó hasta él. La esperaba junto a su hermano Chris.
Mientras la contemplaba acercarse; se le vino la memoria un poema aprendido y recitado largo tiempo atrás, cuando sólo era un muchachito que asistía a la escuela del valle.
Que éste sea el verso que grabes para mí:
El reposa aquí, donde anhelaba estar;
Ya está en casa el cazador, en casa desde el monte
Ya está en casa el marinero, en casa desde el mar.
Ella se colocó a su lado y le tendió la mano. En unos cuantos minutos iban a intercambiar las alianzas de oro, como un símbolo del vínculo formal que estaban a punto de contraer. Pero con la mano de ella bastaba.
El había vuelto a casa.