173787.fb2 Juego De Conspiracion - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 13

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Capítulo 12

Briony deambuló por la gran casa, sorprendida por lo espaciosa que era. Los techos eran altos y los cuartos espaciosos, de hecho uno podía entrar corriendo al siguiente. La casa estaba construida en forma de U, la cocina, el comedor y un gran salón separando las dos alas. Le dio un vistazo a los cuartos en el ala de Jack y encontró que solo había un cuarto y un baño terminados. El segundo cuarto estaba todavía bajo construcción, con las paredes de yeso desnudas.

En el gran salón, el mobiliario era escaso pero bien hecho, ella lo examinó detenidamente recorriendo con su mano a lo largo y ancho del sofá, recordando cuando Jack admitió que él había hecho todos los muebles. Era hermoso al igual que las otras piezas todas hechas de madera dura, ella no sabia si estas fueron fabricadas de sus propios árboles, pero sospechaba que así era. Los cojines gruesos y hechos de cuero, obviamente mandados a hacer para encajar en cada mueble. Jack continuamente la sorprendía.

Siguió el rico aroma del café fresco hasta la espaciosa cocina y se detuvo abruptamente cuando vio a un extraño sentarse en la mesa. Incluso de espaldas, se parecía a Jack, pero con una sutil diferencia en su aroma. Se quedó parada en la puerta, reacia a entrar.

Él volteó su cabeza y le sonrió

– Tu debes de ser Briony. Entra y sírvete algo para desayunar.

Se parecía a Jack, no era tan fuerte, pero estaba mucho más acabado. Las cicatrices que marcaban su piel parecían dolorosas y profundas, pero de alguna manera se las arregló para parecer no solo confiable sino apuesto a la manera de un rudo pirata.

– ¿Café o jugo de naranja con tu desayuno? Yo en tu lugar escogería el café. Jack ya dio órdenes sobre lo que puedes o no puedes tener. Tal vez esta sea la ultima vez que estés cerca incluso de oler una taza de café en un tiempo -él se paró y cruzó hasta el fregadero.

– Entonces ambos -rió ella. Era difícil no mirarlo fijamente, y no sabía si era por su parecido a Jack o por las cicatrices. Aunque Ken estaba mucho más mutilado, reconoció que las formas y simetría de sus cicatrices, se parecían mucho a las del cuerpo de Jack-¿Dónde esta?

– Fue a la ciudad antes de la salida del sol. Creo que fue a comprar ropa, comestibles y a pedirte una cita con el doctor -le sonrió mientras le sostenía la silla-. Me encantaría ser una pequeña mosca en la pared cuando le traten de decir que tiene que esperar una semana o dos para que te atiendan.

– ¿Quieres apostar si iré o no hoy?

– Diablos no. Jack no tiene ninguna habilidad social. Si ellos le hacen pasar un mal rato, es probable que saque un cuchillo así de grande -midió un pie con sus manos- y empezara a limpiar sus uñas con él. Si él quiere que veas a un doctor hoy, lo hará.

– No me dijo nada sobre ningún doctor -Briony se hundió en la silla.

– Te acostumbrarás. No habla mucho, es más un hombre de acción. Murmuró algo sobre cuidados prenatales cuando se tomaba su café. No sabía que él supiera lo que significa prenatal -Ken puso un plato de comida enfrente de ella-. No soy el mejor cocinero, pero es comida.

– Él definitivamente está al mando -rió Briony- y la comida luce fantástica.

Ken levantó su taza de café, la risa desvaneciéndose de sus ojos.

– Jack siempre está a cargo, y eso no cambiara. Es un hombre fuerte, y sabe que puede o no puede tener para que su vida este equilibrada.

– Solo di lo que tengas que decir -lo animó Briony.

– No lo presiones demasiado y no lo lastimes.

– ¿Eso es todo? -Su ceja se levantó- ¿Es lo mejor que puedes hacer? Yo esperaba algo de sabiduría, algo que le diera sentido a todo esto, pero esto no me ayuda -pasó sus dedos a través de su rebelde pelo-. Dame algo más.

Ken dio un vistazo hacia a la derecha y hacia la izquierda, luego se inclinó sobre la mesa.

– Es mandón -añadió con un susurro conspirador.

– Es un dictador -corrigió Briony-. No trates de vendérmelo. Tú sabes que el hombre da órdenes a diestra y siniestra.

– Al menos ahora te mandara a ti, en lugar de a mi. Tengo una deuda contigo por eso -Ken sonrió con suficiencia.

– No cuentes con eso. Apuesto que tiene suficiente para ambos.

– No tienes ni idea.

Hubo un corto silencio, un poco incómodo a pesar del hecho de que ambos intentaban romperlo.

– ¿En que trabajaras hoy? ¿Puedo ayudarte? -Briony respiró profundamente y forzó una sonrisa.

– Estoy embaldosando uno de los baños. Como te habrás dado cuenta, solo unos pocos cuartos están realmente terminados. Nos hemos tomado nuestro tiempo tratando que cada cuarto sea exactamente como lo queremos. Jack quiere empezar el segundo cuarto en su ala para que cuando tengas el bebé, esté listo para él.

– No te tomes muchas molestias y no gastes mucho. Seré capaz de proteger al bebé después que nazca. Es ahora cuando ellos vienen por mí, cuando me preocupa que lastimen al bebé, y cuando engorde más, probablemente me haga más lenta. No le pido a Jack que tome la responsabilidad por siempre.

– ¿Jack es el padre del bebé o no? -preguntó Ken, sus ojos grises se oscurecieron, recordándole a Briony a las nubes en una tormenta.

– Jack definitivamente es el padre, pero puedo entender porque lo preguntas. No estoy tratando de atraparlo, Ken -Briony sentía como un color oscuro subía lentamente por su piel.

– Lo pregunto por que parece que no entiendes a mi hermano. Nunca dejará que el bebé o tu se alejen de él. Estas en su vida ahora. No siempre es placentero o fácil, pero los protegerá a ambos con su vida. Sin ninguna duda te dará todo lo que quieras o necesites; porque esa es la clase de hombre que es.

– Sé que es honorable -concedió, pero simplemente no podía soltar que quería más que sexo de Jack.

Quería que la amara, quería que amara a su hijo, no que lo hiciera por sentirse responsable. Claro que Jack los cuidaría. Su código de honor le dictaba que les diera lo mejor, pero su código no era su corazón.

Ken empezó a golpear suavemente la mesa con su dedo, un pequeño ritmo que le dijo todo. Ella estudio su cara, la amabilidad estaba ahí, la preocupación y un parpadeo de inquietud.

– Jack es… diferente, extraordinario, pero diferente. Se necesita a una mujer muy especial para vivir con esas diferencias -dijo Ken.

– Lo admiras.

– Lo conozco -se apoyó hacia atrás en su silla, las piernas extendidas enfrente de él-. La mayoría de las personas no. Vivirás mucho tiempo aquí Briony. Mi consejo es que lo conozcas.

Le rompía el corazón mirar fijamente la cara devastada del hombre cuando se parecía tanto a Jack. Acabado no, duro no, solo aceptación. Como si hubiera tomado lo que le mandó el destino por el camino e hizo lo mejor que pudo. Así era Jack y aparentemente su hermano también. Briony agachó su mirada para evitar que sus penetrantes ojos pudieran leer su expresión. Se sintió en casa. No tenía sentido, pero estos hombres, esta casa. Todo se sentía tan correcto.

Inquieta se paró y camino hasta la ventana

– ¿El patio es en verdad una trampa? Me encantaría dar una vuelta alrededor. Es muy hermoso.

Oyó el chirrido de la silla. Ningún paso. Para ser hombres tan fornidos, los gemelos Norton caminaban silenciosamente, pero captó su olor cuando él se acercó a ella, casi el mismo que Jack, con esa extraña diferencia, sutil. Su mano se apoyó sobre su hombro con un pedazo de papel en ella.

– Mis órdenes -dijo él.

Ella tomó el papel y leyó las palabras garabateadas por una mano masculina a través de la hoja. Giró para afrontarle.

– ¿Te hizo deshacerte de todo esto? -por alguna razón la presión en su corazón comenzó a liberarse.

– La ultima vez, la cual, puedo señalar, él insistía. Arrastró mi trasero de la cama a las cuatro treinta de la mañana para continuar -le sonrió abiertamente-. Por lo general luzco mucho mejor, pero me privó de mí sueño de belleza.

– Yo dormí casi hasta el medio día -Briony se echó a reír.

– Pequeña floja. Tu solo querías que no te pusiera a trabajar -le hizo un guiño-. ¿Ahora que pienso en ello, sabes cocinar? Porque mi hermano deja un poco que desear en ese departamento.

Briony instintivamente giró su cabeza. Ken lo sabía desde el principio, pero ella no le sintió hasta que su olor la alcanzó. Jack. Respiró su nombre en su mente. Suave. Íntimo. Antes de que pudiera pensar, antes de que pudiera evitarlo.

Jack. El suave suspiro de su nombre fue demasiado para él. Caminó, escuchando las risas, las bromas fáciles entre Ken y Briony casi habían parado su corazón. Jack. El sonido de su nombre rozó a lo largo de las paredes de su mente, casi como si ella lo atesorara, le dio la paz, lo hizo parte de aquellas risas, lo llevó a un mundo secreto de intimidad verdadera entre un hombre y una mujer, uno que él nunca había experimentado.

Ella alzó la vista para encontrar su mirada fija y su cara iluminada, una sonrisa de bienvenida curvó su boca, encendiendo sus ojos.

– Oye tu -se le escapó antes de que pudiera evitarlo, y revelarle al instante sus crecientes sentimientos por él.

Él caminó a través del cuarto, los brazos llenos de paquetes, directamente hacia ella, inclinándose cerca para rozar un beso a lo largo de la esquina de su boca.

– ¿Ha estado Ken cuidando bien de ti?

– Sí. Ha sido maravilloso. ¿Que rayos es todo esto? Pensé que solo comprarías un poco de ropa -trató de cubrir las acometidas de entusiasmo por el placer de verlo; sintió vergüenza por su comportamiento la noche anterior.

– Debería haber enviado a Ken -Jack frunció el ceño-. Las vendedoras siguieron añadiendo cosas a la lista. No sé que es la mitad de esto. Tienes una cita con el doctor esta tarde, y tengo unas vitaminas que se supone que tienes que tomar -dejó los paquetes en la mesa de cocina, frunciendo el ceño cuando ella rescató su taza de café-. Ken. ¿No te dije que no debería tomar cafeína? -extendió su mano para tomar la taza.

– Aléjate de mi café si quieres seguir viviendo -Briony le enseño los dientes.

– Escuché que no era bueno para ti.

– Escuchaste mal -puso ambas manos alrededor de la taza y le dio su mirada más feroz-. No me haga hacerte daño Jack. Si tocas esta taza de café, vas a perder algunos dedos.

– Ouch -Ken le sonrió abiertamente a su hermano-. La mujer no va a aguantar tu mierda ni un minuto.

– Ken -le advirtió Jack-. Vamos a tener a un bebé en la casa, mejora tu lenguaje -no podía dejar de mirarla.

Estaba vestida con su camisa y los pantalones atados a la cintura, con los pies descalzos, el pelo despeinado, parecía tan condenada atractiva que él quería comérsela por completo.

– Estoy tan fuera de lugar -gruñó Ken-. Cristo, ten un poco de piedad Jack.

– Lo siento, no me di cuenta que estaba pensando sin la barrera.

– Voy a ponerme caliente y malhumorado con esta clase de mierda. Voy a trabajar. Puedes encontrarme embaldosando el cuarto de baño, si alguna vez husmeas lejos de aquí -Ken se alejó con paso majestuoso, fulminando con la mirada a su hermano sobre su hombro.

– Bueno al menos ahora se como hacerte trabajar un poco -le gritó Jack.

– ¿Que piensas? -le preguntó Briony. Ella tomó un sorbo de su café.

– Que luces tan condenadamente sexy que podría comerte completa.

Briony casi escupe el café por todo el piso.

– Cielo Santo, Jack. Luzco terrible. Me tienes que ayudar. Mírame, no tengo ni un cepillo.

– Luces hermosa -abrió las bolsas y comenzó a sacar cosas-. Cepillo, cepillo de dientes, pasta de dientes, y todas las cosas que necesitas para lavar tu cara.

Sus ojos se ensancharon por la sorpresa. Obviamente había pedido ayuda, y las vendedoras habían estado más que felices para guiarlo a los productos más caros en las tiendas. Sacó suéteres suaves y hermosos, vaqueros de diseñador así como cara ropa interior muy sexy. Hasta había recordado comprar zapatos y calcetines, y un vestido tan elegante que ella nunca tendría ni un solo lugar para llevarlo puesto.

Briony se hundió en la silla, mirando fijamente con temor el guardarropa que le había mostrado. Cada artículo había sido escogido con gran cuidado. Él no solo había agarrado cosas de un estante, se había tomado su tiempo y se había asegurado que todo fuera suave y cómodo, y a la última moda. Las lágrimas rodaron. Estaba tan sentimental últimamente.

– Jack. No sé que decir. Esto es asombroso. Todo lo que necesito.

– No realmente, pero es un principio -sacó una pequeña caja de su bolsillo-. No son los de tu madre, como tienes el hábito de tocarte los pendientes para tranquilizarte. Pensé que funcionarían hasta que recuperemos los de tu madre -deslizó la caja sobre la mesa y se dio vuelta para caminar agitadamente a través de la cocina.

Él prefería afrontar un pelotón de fusilamiento a mirar su cara mientras ella abría la caja. No había estado seguro si darle los pendientes la apenaría, y ya las lágrimas relucían en sus ojos. Comenzó a sudar. ¿Cómo otros hombres encontraban tan fácil estar alrededor de la mujer que querían?

Ella abrió la caja lentamente y miró fijamente los pendientes.

– Son hermosos, Jack. Realmente hermosos -no había conseguido diamantes como los de su madre, pero eran unos rubíes exquisitos, que se abrasaban como el fuego. Parecían fuegos artificiales que explotaban en el cielo. Ella tragó el nudo en su garganta-. Jack. Son tan increíbles, pero ¿cómo puedo aceptarlos? -quería los pendientes eran tan hermosos, pero más que eso, venían de él.

Una sonrisa lenta iluminó su cara, y se le ocurrió que esta era la primera vez que ella había visto sus ojos realmente iluminarse.

– Llámalo una celebración por el bebé. Tómalos. Nadie más por aquí puede llevarlos puestos, bueno tal vez Ken podría, pero se ven mejor en ti.

Briony los sacó de la caja y los abrochó en sus oídos, sosteniendo su pelo atrás para que él los aprobara.

– ¿Qué piensas?

– Pienso que fueron hechos para ti -se inclinó otra vez y rozó con un beso la coronilla de su cabeza.

– ¿Te sentías mal esta mañana?

– Me siento mal cada mañana. Y a menudo durante el día. Esto viene y va. Pienso que es parte de la experiencia -ella tocó uno de los suéteres, frotando sus dedos sobre el suave material-. Sé que es estúpido -no es como si Whitney pudiera estar en todas partes- pero tengo miedo de ir al doctor. Nos quiere juntos, ¿no hay alguna posibilidad de traer a un doctor aquí?

– Ya pensé en eso -dijo Jack- Pregunté por ahí para encontrar el doctor más cerca en lugar del más lejano.

– Bien. Gracias, eso suena bien -asintió.

La ceja de Jack se alzó. Ella no guardaba sus pensamientos cuidadosamente, y podría haberle parecido bien, pero no se sentía bien en su mente. Todavía estaba preocupada de que Whitney pudiera esperar a que ella fuera a Jack. Y de que sobornara al doctor.

Jack agarró la barbilla de Briony e inclinó su cara.

– Primero, déjame explicarte esto. Iré contigo a las visitas con el doctor, y Ken estará justo afuera de la ventana con un rifle con mira telescópica, no va fallar. Segundo, Whitney nunca pensaría que yo te acogí. No me conoce; sólo piensa que lo hace. Y en tercer lugar, si no borras ese pequeño ceño fruncido de preocupación de tu cara, me veré obligado a besarlo hasta que desaparezca y luego ambos estaremos en problemas.

Durante un momento su corazón pareció dejar de latir. Sólo podía mirarlo fijamente, perdida en la intensidad de su mirada. No había nada absolutamente sencillo en Jack, aun cuando él hacía las cosas más dulces. Había demasiada posesión oscura, demasiada crudeza conduciendo su necesidad, y Dios la ayudara, algo en ella respondía como un adicto.

Él juró por lo bajo y la alcanzó para jalarla a sus brazos. Su boca bajó hasta la suya, su beso fue más brusco de lo que él hubiera querido cuando su olor fluyó alrededor de él y su sabor lo llevo directamente al borde de su control. Él la movió en sus brazos, acercándola más, acomodando su pequeño cuerpo a su larga figura, su boca moviéndose con urgentes demandas.

Ella vaciló brevemente, una leve resistencia, y luego sus brazos se deslizaron alrededor de su cuello, apoyó su cuerpo contra el de él, su lengua suave como el terciopelo, se deslizó sobre la suya en un tango abrasador. Él capturó su pequeño y suave suspiro, y probó las especias y la miel, su boca un misterio oscuro de calor y pasión. Él podría sentir el suave peso de la presión de sus senos sobre su pecho. La familiar urgencia de calor corrió por sus venas, dándole un dolor terrible en el centro de su ingle, de modo que estaba completo y confortable, pero anudado a la necesidad física, sintió como si hubiera llegado a casa, como si perteneciera aquí.

Tomándose su tiempo, Jack suavizo su beso, saboreando el momento y cada sensación por separado. El dolor llenó su cuerpo, el latido de su corazón, su piel suave y su olor embriagador, la combinación potente de sexo y algo más, mucho más profundo.

Briony deslizó sus manos a su pecho y sobre la delgada barrera de su camisa y trazó las letras esculpidas en su cuerpo.

– Soñé contigo anoche -pero no había sido un sueño. Ella había sido consciente de él cuando estando en la deriva, su cuerpo se abrigó estrechamente alrededor del suyo, tan protector. Él la había sostenido estrechamente, con una mano sobre su hijo como si pudiera mantener todos los monstruos a raya mientras ellos dormitaban. Briony raramente dormía, y nunca con alguien cerca, aún así ella había ido directamente a él, el olor de Jack la rodeaba, su cuerpo al lado del suyo, y se había sentido tan correcto, como si, por primera vez en su vida, ella perteneciera alguien.

– Yo también soñé contigo, pero no creo que nuestros sueños fueran completamente el mismo -dijo él con voz pesarosa.

Ella alcanzó a ver algo del desesperado alivio en la ducha, una mente llena de lujuria y necesidad, y emociones nacientes, todos mezclado juntos. Briony salió de sus memorias, sintiéndose como una mirona.

– No me preocupa si lo sabes, Briony -dijo Jack suavemente-. No voy a esconder el hecho que es difícil estar a tú alrededor y no quererte. Estamos en esto juntos. No quiero que estés bajo la influencia de lo que siento. Puedo tomarlo mientras tú puedas -él no sabía si era verdad, pero iba a hacer todo lo posible por respetar sus deseos y cortejarla a la vieja usanza, independientemente de lo que eso implicara. Su pulgar se deslizó sobre su lleno labio inferior en una pequeña caricia-. Puedo esperar mucho tiempo si tengo que hacerlo.

Su corazón brincó otra vez. Tal vez ella no quisiera que él esperara. Tal vez lo necesitaba para tomar la decisión por ellos. Avergonzada de sus cobardes pensamientos, Briony se ocupó mirando la ropa extendida en la mesa.

– ¿Cómo vamos a superarlo, Jack? -le echó un vistazo y fue atrapada por la extraña mirada en su cara cuando él la miró doblando un par de pantalones negros de suave algodón-. ¿Qué pasa?

– Tu. Verte hacer las cosas más pequeñas, más ordinarias me hace feliz -caminó hasta el fregadero y se sirvió una taza de café-. No tienes ni idea lo extraño que es eso.

– ¿Qué? ¿Sentirte feliz?

– Sentir algo en absoluto. Tú me haces sentir, Briony, y ese es un jodido milagro.

Su corazón casi dejó de latir, luego brincó en su pecho, acelerando hasta que su pulso palpitó.

– Jack -dijo su nombre suavemente, queriendo que fuera verdad, temiendo creer que ellos tuvieran una oportunidad. Este hombre podría hacerle daño donde ningún otro le había hecho daño. Él arrancaría su corazón y ella nunca se recuperaría.

– Es la simple verdad, Briony.

Las lágrimas llenaron sus ojos. Ella no sabía que decir, como reaccionar, con miedo de continuar con el siguiente pasó y confiar en él completamente. Para cubrir su reacción, sostuvo un par de vaqueros de diseñador.

– Toda esta ropa es tan hermosa, pero no puedo trabajar con ella.

– ¿Trabajo? ¿De qué estas hablando? -Jack no la presionó, decidiendo darle algún tiempo.

– Voy a ayudar a Ken a embaldosar el cuarto de baño.

– No, tú no lo harás -él apoyó perezosamente una cadera contra el fregadero-. No necesitas andar sobre tus rodillas y aspirar productos químicos.

– No suena mal y puede ser divertido. Yo siempre quise aprender a embaldosar -ella no le miró, manteniendo su voz ligera y alegre cuando con cuidado puso las compras en las bolsas. No iba a discutir con él, aunque usara su perforante voz de sargento. Ella lo pasaría por alto y permanecería de buen humor.

– Sin embargo, no vas a embaldosar el cuarto de baño. Si quieres aprender, te enseñaré después de que el bebé haya nacido.

Las manos de Briony se quedaron inmóviles y se dio la vuelta para afrontarlo, manteniendo su sonrisa.

– Jack. Esta no es una dictadura. Soy completamente capaz de decidir lo que puedo o no puedo hacer. Aprecio tu preocupación, pero no es necesario que tomes decisiones por mí.

Él asintió con la cabeza, sus rasgos como siempre inexpresivos. Encogió sus amplios hombros.

– Bueno, nena, hazme un favor y decide no embaldosar el cuarto de baño ahora mismo. De esa manera no será un problema, ¿puedes? ¿Me quieres ayudar a llevar estas cosas a nuestro cuarto?

Briony contuvo el aliento bruscamente, olía sangre, y giró alrededor para contemplar a Ken cuando se paró en la entrada acunando su brazo sangriento.

– Déjalo, Bri -la aconsejó Ken, caminando casualmente al fregadero sin mirar a su hermano. La sangre goteando por su brazo-. Jack es una mula, obstinada como el infierno, y tu no vas a embaldosar el cuarto de baño.

Jack se movió rápidamente al lado de Ken, tomando su brazo y volteándolo para inspeccionar el corte. La herida estaba sobre una cicatriz particularmente rígida.

– ¿No lo sentiste hasta que fue demasiado tarde, verdad? -le preguntó a su hermano.

Ken se encogió y le dio Briony una pequeña sonrisa, sin sentido del humor.

– Probablemente deberías esperar hasta que vayas al doctor. Podrás preguntarle lo que puedes y no puedes hacer, y lo que puedes beber o comer, así que si cabeza hueca comienza con las órdenes tendrás algunas municiones -sus ojos pedían que ella no notara la sangre que goteaba por su brazo, que siguiera la conversación como si Jack no estuviera lavando la herida y tratándolo con antiséptico.

Briony inclino su cabeza hacia atrás para encontrar la insondable mirada fija de Jack. Su expresión era ilegible. Ella le guiñó a Ken cuando Jack secó el corte y lo vendó.

– ¿Y si decido que voy a hacerlo de todos modos, qué tipo de rabieta lanzará?

Una pequeña sonrisa repentina ablandó la dura mandíbula de Jack y relajó su boca durante un breve momento. La aprobación en sus ojos la calentó y envió pequeñas ondas de excitación a su estómago.

– Lanzó una rabieta de cavernícola -contestó Jack y se abalanzó sobre ella, levantándola en sus brazos, atrapándola contra él-. Fuerza bruta, cariño. Es lo que funciona cuando todo lo demás falla.

Ken juntó los paquetes y los amontonó en el regazo de Briony.

– Nunca le he visto una rabieta como esta -confesó él-. Sólo haz lo que él diga; es mucho más fácil.

– Vamos ir a la ciudad -le recordó Jack a su hermano-. Te necesito para ir con nosotros. Otra hora y saldremos. Tendrás que estar listo para el combate, Ken.

– Siempre estoy listo -Ken se encogió de hombros.

Jack llevó a Briony por la casa hacia el dormitorio.

– Gracias -dijo él bruscamente- eso pasa a veces. Hacerse una cicatriz es difícil para él por que no siente nada hasta que es demasiado tarde. Las cicatrices están en él por todas partes.

Briony sintió su dolor como una puñalada de cuchillo en su corazón. Le tomó un momento para comprender lo que estaba en su mente.

– Él no quiere compasión.

– Diablos no, no la quiere. Primero me pegaría un tiro. Sin embargo, insiste en hacer el embaldosado.

– Él necesita hacerlo, Jack -dijo Briony, recordando la desesperación en los ojos de Ken.

– Lo sé. No digo nada, pero es condenadamente difícil algunos días -Jack la dejó en la cama, terminando el tema porque si continuaban hablando sobre ello, podría gritar como un bebé-. Antes de que me marchara esta mañana limpié un par de los cajones superiores y hay mucho espacio en el armario. Asegurate de darle una buena mirada al cuarto libre, para que me digas como quieres arreglarlo para el bebé.

– Lo haré.

– Y permanece fuera del maldito cuarto de baño. No quiero verte cerca del embaldosado.

– Jack -Briony trazó el dibujo en la tapa, mirando a su alrededor todos los brillantes paquetes. Sus dedos subieron lentamente hasta el lóbulo de la oreja, acariciaron los encendidos rubíes, y se deslizaron a su garganta.

– No puedes andar a mi alrededor ordenándome, no importa lo encantador que seas.

El dolor se arremolinó en las profundidades de sus ojos sólo durante un momento. Ella captó la oleada de pena en su mente. Se dio la vuelta lejos de ella para abrir la puerta del armario.

– Te dije que no soy un hombre fácil para vivir.

– ¿Qué significa eso? -preguntó Briony, frunció el ceño, tratando de entender lo que él no le decía. Ella se hundió en el borde de la cama-. Soy una mujer grande, Jack.

Él le echó un vistazo sobre su hombro, frotó su ceja con la yema de su pulgar, y suspiró.

– Soy un maniático del control, Bri. Ese es uno de los grandes motivos por el que vivimos aquí, lejos de todos. Es por lo qué principalmente trabajo solo. Salgo solo y controlo la situación. Si trabajo en equipo, yo dirijo el equipo. Así soy yo.

– Esas no son nuevas noticias, Jack -indicó Briony. Ella sacó la ropa de los paquetes y comenzó a quitar las etiquetas-. Esa no es una excusa para quitarme mis derechos como adulto para tomar mis propias decisiones. El control es una ilusión de todos modos. Nadie puede controlar a otra persona.

– Controlo lo que puedo, y esto ayuda a mantener a todos seguros.

– No confías en ti mismo.

– No. Hace tiempo comprendí que no pienso o reacciono como las demás personas. En las circunstancias correctas, las cosas pueden salir mal.

Briony se entretuvo acomodando la ropa en los cajones, todo el rato tratando de entender lo que decía. Jebediah, Ken, y ahora incluso Jack la advertían todo sobre algo en Jack que hasta él temía. Ella dio vuelta para mirar su cara. Independientemente de lo que fuera, él tenía más miedo de ello, que de una bala de un francotirador.

– No creo que alguna vez me puedas hacer daño Jack. Ni una vez. No esta en ti. ¿Entonces de qué tienes miedo?

Él la miró, algo moviéndose en sus ojos. ¿Dolor? ¿Pena? ¿Un miedo atormentador? Ella no podía leer su emoción.

– No lo sé -contestó él francamente avergonzado.

– Yo si -fue a él y enmarcó su cara con sus manos-. ¿Recuerdas a Luther? Él me golpeó sin problemas. Lo hice enojar y me golpeo. No me dio palmadas. No trató de contenerme, me golpeo con su puño. Tal vez si yo fuera tu enemigo…

Él agarró sus muñecas y tiro de ellas hacia abajo, sosteniéndolas con fuerza contra su pecho.

– Eso es todo, nena. Eso es todo -dejó caer sus manos y salió del cuarto. Ella escuchó el golpe de puerta cuando él dejó la casa.

Briony soltó su aliento y se hundió en la cama, más confusa que nunca.

El suave golpe en la puerta no la asustó; ella ya sabía que la figura fornida de Ken llenaba la entrada.

– ¿Estas bien?

Ella asintió con la cabeza.

– ¿Adónde fue?

– Probablemente se dirigió a la tienda. Cuelga una bolsa allí y trabaja fuera cuando se pone de los mil diablos -se encogió de hombros-. Eso o se calmará con la carpintería.

– ¿Por qué pensaría que yo podría convertirme alguna vez en su enemigo, Ken? Le dije que yo sabía que él nunca me haría daño, tal vez si yo fuera su enemigo, pero nunca de otra manera. ¿Él tiene miedo de lastimarme, verdad?

Un músculo brincó en la mandíbula de Ken. Él frotó su pulgar a lo largo de una cicatriz abajo del lado izquierdo de su cara.

– Tiene miedo de lastimar a todos. Tiene que decírtelo él mismo, Briony. Tiene que venir de él, y luego tienes que decidir si eres lo bastante fuerte para vivir con él.

– Esto es temporal.

– Te engañas y lo sabes -él sacudió la cabeza.

– Él se fue. Dijo que yo era un incordio. Me dijo que no era de la clase de hombre que alguna vez tendría una mujer o un niño.

– Estoy seguro que dijo eso. Cree que él no debe tener una familia. Eso no significa que no quiera una familia. No va a alejarse de ti nunca más.

– No lo quiero así. Atrapado porque fuimos forzados a estar juntos por una causa exterior y ahora él está estancado porque necesito ayuda.

Ken apoyó la cadera contra el quicio de la puerta, un gesto muy semejante Jack.

– ¿Qué piensas que habría hecho si hubieras sido secuestrada, cumpliría su promesa? ¿Incluso si pensara que el niño no era suyo, qué piensas que habría hecho?

Briony arrancó el edredón.

– No tengo ni idea. Apenas conozco a Jack, y cuando pienso que realmente lo conozco, todos me advierten que me aleje, todos, incluso Jack.

– Él habría ido tras de ti y nunca, nunca habría parado hasta encontrarte y sacarte a menos que ellos lo mataran. Jack nunca abandonaría a alguien que hizo lo que tú hiciste por él.

– Mi hermano le ayudó a salir de Kinshasa. Yo solo dormí con él.

Los ojos de Ken se oscurecieron a un gris turbulento.

– No hagas eso, Briony. No menosprecies lo que hiciste y no te rebajes. Tú salvaste su vida. Él me contó lo que pasó.

– No me debe nada. Si él hace esto es por…

– Estas aquí porque llevas a su niño y en primer lugar él nunca quiso alejarse de ti. Lo hizo por ti. Se fue de tu vida entonces para que pudieras tener una vida normal. Y esta vez, si quieres, serás tú la que tendrá que alejarse, porque él no va a hacerlo.

Briony se echó a reír, pero sonó demasiado cerca a la histeria, entonces ella deprisa cruzó hacia los cajones y comenzó a mirarlos buscando algo para ponerse para ir al consultorio del doctor.

– No tengo una vida normal, Ken. No puedo tener una vida normal porque algún megamaniaco me arrastró de un orfanato y experimentó conmigo -su voz se hacía más fuerte, balanceándose fuera de control, pero ella no podía retirarse-. Y cuando me adoptó, lo hizo para asegurarse que todavía podría experimentar conmigo. Y como adulto… bueno -lanzó un suéter en el cajón y giró alrededor, extendiendo sus brazos amplios para señalar el cuarto-. Aquí estoy. No como cualquier otra futura mamá. No, tengo a un hombre que no se opone a tener sexo conmigo debido a los experimentos, pero por más que quiera no puedo acercarme a él, entonces no, Ken; mis posibilidades de una vida normal francamente apestan.

– ¿Estas alterando a mi mujer, Ken? -la voz grave fue muy suave, que por un momento Briony no estuvo segura de haber realmente escuchado bien, porque aquellas palabras dulces sonaron como una amenaza, pero su cuerpo y su corazón se aceleraron a gran velocidad.

Jack entró al cuarto. Su camisa estaba desabrochada, y un fino brillo de sudor cubría su cuerpo como si hubiera estado trabajando duro. Los músculos se ondularon bajo la piel con cicatrices. Cruzó a su lado, tomo una camiseta de la cima de la cómoda y limpio su cara con ella. Miró a su hermano sobre la camisa, sus ojos de un peculiar plateado.

– Pensé que tú ya lo habías hecho -dijo simplemente Ken.

Briony frunció el ceño. Ken parecía bastante tranquilo, pero su cuerpo había cambiado ligeramente a una posición de defensa. Miró de un hermano al otro.

– ¡Hola! ¿Son ambos idiotas? Estoy embarazada. Eso significa emocional. No se supone que yo sea la única con la cabeza fría aquí. Se supone que yo me deshaga por la caída de un sombrero; es mi derecho. Se supone que usted dos sonrían y asientan con la cabeza y estén de acuerdo con todo que digo.

La ceja de Ken se alzó, y la sombra de una sonrisa jugó durante un momento en su boca, y luego desapareció.

– ¿Te alteraba, Briony?

– Estoy en un estado perpetuo de alteración -reiteró ella-. Nunca he estado embarazada antes. Nunca pensé en tener niños -se hundió en la cama otra vez, alzando la vista hacia Jack-. Nunca. Lo paso tan mal estando alrededor de la gente, nunca he tenido la oportunidad de hacerlo.

Jack se paró delante de ella, haciendo subir su barbilla con su pulgar entonces ella tuvo que encontrar su mirada fija.

– Tu quieres a este bebé.

Ella asintió con la cabeza, tragando con fuerza.

– Solo estoy asustada. Todo es tan aterrador ahora. Quisiera no ser tan cobarde.

La yema del pulgar de Jack rozó sobre su labio inferior.

– Está bien tener miedo, Briony; el miedo no te hace cobarde. ¿Por qué no deberías tener miedo? -se puso en cuclillas delante de ella, enmarcando su cara- Te quiero más de lo que he querido algo alguna vez en mi vida. Y tengo todas las intenciones de retenerte. Viniste aquí porque confiaste en tus propios instintos. Estoy seguro que tus hermanos se opusieron.

– Se opusieron enérgicamente -una débil sonrisa embromó su boca.

– Pero tú sabías que debías venir a verme de todos modos. Puedo ser muchas cosas, Briony, y puede ser un infierno vivir conmigo, pero viniste por protección y eso está garantizado. Sólo sigue confiando en mí.

Ken llegó al otro lado de ella, pareciendo tan angustiado como Jack. Puso una mano en el hombro de su gemelo y otro en el suyo hombro.

– Estamos en esto juntos, en todo, Briony. Aquí, donde vivimos, tenemos una política que es “que debe estar bien ser quien realmente somos”. Jack a veces es un poco impredecible y yo tengo mis propios demonios. Si tienes miedo o estas enferma, o quieres salir afuera y gritar, está bien.

Briony asintió con la cabeza, tratando de no llorar. No sabía lo que era la aceptación. Nunca la había tenido. Siempre se había tenido que acomodar al mundo del circo porque su familia la necesitaba -no porque fuera su elección. Había luchado todos los días de su vida por parecer normal. Aquí, con Jack y Ken, no sentía ningún dolor por estar cerca de ellos. Ambos la protegían, no sólo de sus pensamientos, Jack había sido capaz de impedirle sentir los efectos de la violencia cercana.

¿Era realmente tan simple? Ella tocó sus mentes y encontró sinceridad. Ambos tenían preocupaciones y estaban un poco recelosos de la nueva situación, una mujer, casi una extraña; en su cómodo y seguro mundo, pero ambos estaban más que dispuestos a aceptarla y aprender a vivir con ella.

Como vivir con ella. Querían adaptarse ella. ¿Estaba ella dispuesta a adaptarse a ellos? Alzó la vista hacia Jack, a sus ojos coloreados peculiarmente, que parecían ir del gris carbón a la plata brillante, según su humor. ¿Podía ella ponerse totalmente en sus manos? Ya le agradaba y respetaba a Ken. ¿Podría aspirar a querer a Jack, pero podría dar su corazón a Jack, cuándo sabía que la atracción era debido a la manipulación genética? Tenía que ir lento, tomando un día a la vez y ver a donde la conducía esto. Respiró hondo y lo soltó.

– Gracias a ambos.

Jack sintió el alivio extenderse por él. Briony tenía miedo, pero aceptaba su oferta. Él no sabía lo que habría hecho si ella hubiera tratado de huir.

– Deberías prepararte para salir, nena -dijo él- Es un largo camino hasta bajar la montaña y no queremos perder la cita con el doctor.

– Podemos comer en la ciudad -añadió Ken, dándole a su hermano una rápida mirada de advertencia

– Yo cocinaré esta noche -ofreció Jack cuando se paró, alborotando el pelo de Briony.

– Podemos comer en la ciudad. Desperté a las cuatro de la mañana, quité las trampas y puse alarmas. Y todavía no acabo el embaldosado. No me hagas enfermar.

– Ve como gimotea -apeló Jack a Briony.

– Soy razonable, Bri -protestó Ken-. Tu nunca has probado su comida -añadió él, siguiendo el ejemplo de Jack alborotó su pelo.

Se sentó muy silenciosa, sólo absorbiendo los efectos de ese simple movimiento. Debería haberla hecho parecer un niño, pero hasta las persistentes órdenes de Jack no tenían nada que ver con el pensamiento de que ella era una niña.

– Me gustaría comer fuera -se arriesgó ella.

Jack gimió.

– No lo ayudes, Briony. No será sólo una comida. Querrá ir a escuchar música. Todas las veces. Todas las veces que soy lo bastante tonto para estar de acuerdo con comer fuera, terminamos en el Last Saloon escuchando su música country. Coquetea toda la noche y me siento allí cuidando su espalda.

– Trato de que trabaje en sus habilidades sociales -explicó Ken-. Y la música es fantástica. ¿Te gusta la música country, no, Briony?

– Sí.

– Y estás de acuerdo en que Jack necesita trabajar en sus habilidades sociales -apuntó Ken.

– Coquetea bien -dijo Briony.

– ¿Jack? ¿Coquetea? -Ken parecía impresionado-. Si lo hace, solo coquetea contigo. Las damas se pavonean hasta él, les da una mirada inexpresiva, y ellas se apresuran a irse lejos. Es embarazoso.

– ¿En verdad? -ella le echó un vistazo a Jack.

– Tu no vas tomar en la barra, Briony -decretó Jack-. Algún idiota vaquero borracho va a darle una mirada y decidir que va a bailar con ella, y tendré que sepultar su cuerpo en el bosque.

– O sólo podrías bailar conmigo y no tener matar a nadie -sugirió Briony-. Podría ser más fácil.

– ¿Bailar?

– ¿Sabes bailar, verdad?

– Tu me distraerías -dijo Jack.

– ¿De qué?

– Le cuido las espaldas a Ken. Ahora tengo a dos que cuidar.

– Que tal esto -sugirió Briony- Ken puede bailar y ambos cuidaremos de él. Y no te preocupes Ken, si una de las señoras comienza a meterte mano en la pista de baile, estaré sobre ello en un latido del corazón. Y entonces, Ken puede cuidarnos mientras nosotros bailamos. ¿Podrías hacerlo, verdad Ken?

– Es un trato, mientras dejes a las damas meterme mano.

Jack lanzó sus manos en el aire.

– Entonces así es como va a ser. ¿Se van a aliar contra mi, verdad?

Ken y Briony cambiaron una sonrisa y asintieron con la cabeza, impenitentes.