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Boquiabierto, Harvey Krumas miró a su hijo. Dornick se puso en pie pero, por una vez, parecía haberse quedado mudo, mirando de Peter a Harvey y luego a Les Strangwell que, en vista de ello, decidió hablar el primero.
– Brian, hoy tenías todo el día ocupado con los donantes de L.A. ¿Por qué has cancelado el acto? Ahora tendremos que poner en marcha un serio control de daños.
– Por el amor de Dios, Les, el control de daños no es para mí y unas aspirantes a actriz de películas de serie B, sino para encontrar a Petra Warshawski. Tengo que quedarme aquí.
Brian llevaba la corbata aflojada y su pelo oscuro hacía tiempo que no veía un peine.
– Tenemos la situación controlada -dijo Les-. George va a designar a sus mejores agentes para que busquen a Petra.
– Les, papá, George -Brian nos miró a mi tío y a mí sin reconocernos-, y ustedes dos, quienesquiera que sean, ¿y si por una vez fingimos que ésta es mi campaña, mi vida, mis colaboradores y que no somos todos peones de vuestro gran juego de poder? Quiero saber qué ha dicho la policía sobre Petra y lo que sabemos de su desaparición. Y quiero saber por qué George está aquí, en la central de control de daños, en vez de reunirse con sus mejores hombres y poner en marcha el operativo de búsqueda?
– Queremos minimizar la atención de los medios sobre la desaparición de Petra -replicó Strangwell-. El hecho de que hayas regresado transmite el mensaje de que pensamos que el caso es más serio de lo que realmente es.
– ¿Dices que no es serio que una de mis jóvenes colaboradoras se esfume sin dejar rastro? -Brian palideció-. En internet se dice que el FBI sospecha que ha sido un secuestro. Y si pensáis que los medios no se han lanzado sobre el caso como moscas sobre una vaca muerta es que sois idiotas. Esta mañana, al llegar al aeropuerto de Los Ángeles, me pusieron una decena de micros debajo de la nariz porque querían saber dónde estaba yo cuando la chica había desaparecido, qué opinaba de ello, etcétera, etcétera. Decidme qué ha ocurrido, no lo que queréis que diga a los medios, sino lo que han dicho y hecho el FBI y la policía.
– Por supuesto -asintió Dornick-. Le diré a Derek Hatfield que le prepare a Brian un informe completo de lo que sabe el Buró. Y ahora iré a mi oficina y organizaré a mi equipo. Warshawski, ¿quieres venir conmigo?
Empecé a ponerme en pie, sorprendida por la invitación, y entonces advertí que Dornick hablaba con mi tío. No bien oyó el apellido Warshawski, Brian recordó quién era mi tío y cruzó la sala hacia él.
– Lo lamento, Peter. Con toda esta crisis, no te había reconocido. Siento muchísimo lo sucedido con Petra. No puedo creer que su trabajo para la campaña haya sido el desencadenante de su desaparición. Pero George la encontrará, estoy seguro de ello, sea lo que sea que estuviese haciendo la chica. ¿Está Rachel aquí? ¿Necesitáis algo? ¿Un sitio donde dormir, alguna otra cosa?
– Sí -intervino Harvey Krumas-. Ven a nuestra casa, Pete. Jolenta estará encantada de poder cuidar de ti. Todos nos sentimos impotentes y a ella le irá bien poder ocuparse en algo.
– ¿Impotentes? Tú no, Harvey. -Mi tío esbozó una amarga sonrisa-. Además, quiero estar donde pueda contactar deprisa con el FBI o con quien sea. En el Drake estoy bien.
– Entonces, en el apartamento de Roscoe Street -apuntó Brian-. Papá y yo podemos ir a Barrington Hills. ¿Por qué pagar un hotel?
– No, tú necesitas estar accesible, tienes que quedarte en la ciudad -le dijo Les a Brian-. Ahora que has vuelto, podemos programar algunos actos y una rueda de prensa. Ésta es una buena oportunidad para reafirmar nuestro apoyo a las mujeres, demostrando lo sensible que eres a sus necesidades… Violencia sexista y esas cosas. Art y Melanie tienen algunas ideas acerca de cómo pergeñamos…
– ¡Les, eres una máquina, joder! No quiero que prepares una declaración para hablar de una chica desaparecida. Quiero la información completa de lo que estamos haciendo para encontrarla. Y escucha, Pete, quiero asegurarme de que Rachel y tú recibís todo el apoyo que necesitéis. ¿Estás seguro de que no quieres el apartamento?
– Gracias, Brian, pero déjalo. Vic, tú puedes venir conmigo hasta el Drake.
Aquello era un anuncio, una orden que dejaba claro que la reunión había terminado. Harvey Krumas y George Dornick se quedaron hablando con Strangwell, pero Brian salió de la oficina con Peter y conmigo.
– ¿Es usted la prima de Petra? ¿La persona con la que hablé anoche? ¿Es verdad que estuvo en su oficina y que ahí fue donde se la vio por última vez?
– Vic no sabe nada de Petra -gruñó Peter-. Cree que Petra estuvo en su oficina, pero no puede demostrarlo.
– Delante de la puerta trasera de la oficina encontré su pulsera -le expliqué al candidato.
– Esas pulseras las llevan millones de chicos -arguyó Peter.
– Y Rachel la identificó en las imágenes de la cámara de seguridad. Hoy he estado en el apartamento de Petra. Alguien forzó su puerta trasera. Petra tenía algún objeto que alguien quiere, o sabe algo. Desde que empezó a trabajar en el equipo personal de Strangwell, se ha comportado de una manera extraña. ¿Qué clase de trabajos hacía para él, señor Krumas?
– No necesitas saberlo -intervino mi tío rápidamente-. Eso no ayudará a encontrarla.
– Petra se ha metido en algo demasiado grande para ella. Su ordenador portátil ha desaparecido, así que no podemos mirar qué sitios visitó. O se ha liado con una banda peligrosa por voluntad propia, o se ha metido en el lío por algo que hacía para la campaña. ¿Está enganchada a alguna droga y me ha pasado por alto?
– ¡No, maldita sea! ¡Vete al demonio!
– ¿Juego?
– Saca tu mente de esa alcantarilla en la que vives. He educado a mis hijas para que lleven una vida honrada. No tolero la mierda que Tony te toleró a ti. ¡Si han secuestrado a Petra es porque tú le presentaste a esos Anacondas, joder!
Los gritos de mi tío sacaron a la gente de su cubículo para mirarnos. Cuando vieron que Brian también estaba presente, se pusieron a mover furiosamente el pulgar en el móvil que tenían en la mano. Pronto se formó una pequeña multitud y algunos colaboradores le pidieron autógrafos mientras otros se limitaban a vitorear al candidato.
– Será mejor que diga unas palabras -murmuró Brian.
Dedicó a su equipo una sonrisa a lo Bobby Kennedy y alzó la mano agradeciendo los aplausos como si fuera un modesto jugador después de anotado un jonrón. Dio las gracias al grupo por el duro trabajo que realizaban, mencionó la desaparición de Petra y lo preocupados que estaban todos y les aseguró que, si caía un gorrión, Brian Krumas lo rescataría.
– Esto es todo, gente. Estas dos personas van a colaborar en la búsqueda de Petra. -Nos hizo pasar a Peter y a mí a una sala de reuniones contigua. Una vez dentro, dijo-: Hablaré con el FBI, por supuesto, pero usted, Vic, ¿se llama Vic, verdad?, será mejor que me cuente todo lo que sabe.
– Creo que salió corriendo por la puerta trasera de mi oficina -dije-. Espero que pudiera escapar de los dos tipos que iban con ella, pero no tengo ni idea de adónde ha ido. Tendría que hablar con su compañera de habitación de la Universidad…
– ¡No, no lo harás! -bramó Peter-. ¡Lo que tienes que hacer es mantenerte alejada de todo esto, joder, y dejar que sea George quien se encargue de ello!
– Peter, todos estamos alterados, pero…
– ¡No sólo eres inútil sino también peligrosa! -gritó mi tío-. ¡George sabe más que cualquier otro detective que yo conozca, privado o público, incluidos los del FBI! Encontrará a Petra antes de que las cosas se compliquen. Si la buscas tú, hay muchas probabilidades de que arda hasta morir delante de tus narices.
Sentí mucho frío pero respondí con voz serena.
– Estas últimas semanas, Petra buscaba algo. Organizó una salida a tu antigua casa de Back of the Yards. Hace diez días, estuvo en Houston Street cuando alguien forzó una evacuación de la casa de mi infancia. Fue al Centro Libertad tres días después de la muerte de la hermana Frances. ¿Qué buscaba Petra? ¿Buscaba algo para usted, señor Krumas? ¿O era para ti, Peter? ¿Por eso afirmaba estar interesada en el pasado de los Warshawski?
Mi tío sacudió la cabeza como un toro acorralado.
– Mi hija quiere conocer las raíces de su familia y tú quieres que encuentre alguna historia sucia relacionada con los Anacondas o con cualquier otro lodo en el que te revuelcas.
Pensé en la fijación que tenía Petra con la pelota de Nellie Fox. Dejé la sudadera roja y el sombrero de Scarlett O'Hara en la mesa de la sala y saqué la pelota del portafolios.
– Peter, ¿por qué Petra querría esto con tanto ahínco?
Peter y Brian se inclinaron sobre mi mano y miraron la pelota, atónitos. Luego, mi tío se puso del color de la masilla. Su rostro se llenó tan rápido de sudor que parecía que se hubiese bañado en una piscina.
– ¿Qué es? -quiso saber Brian.
– Nada, una vieja pelota de béisbol -murmuró Peter, pero se apoyaba en el respaldo de una silla.
Empecé a preocuparme por su corazón, pero cuando dije que iba a buscar agua y a llamar a Rachel, apartó mi mano con un gesto violento.
– No metas a Rachel en esto.
– Dos noches antes de la desaparición de Petra, alguien revolvió mi apartamento. ¿Era esto lo que buscaba?
– ¿Cómo quieres que lo sepa? -La beligerancia había desaparecido de su voz-. Tú eres amiga de los negros de esta ciudad. Yo, no.
– Las personas que entraron en mi apartamento no eran negras. Alguien las vio. -Mi testigo había dicho que no había podido distinguir su raza, pero se me estaba agotando la paciencia-. ¿Le pediste que viniera a casa a buscarla?
– Nellie Fox… Petra sabía que yo era fan de Nellie Fox.
– ¿A quién proteges, Peter? Petra no había oído hablar nunca de Fox. Cuando mencioné el nombre, pensó que los Sox habían puesto a una mujer de segunda base. ¿Por qué no me cuentas lo que ocurre con esta pelota?
– Con esa pelota no ocurre nada. No hay nada que contar.
La hice rodar en la mano y mi tío la observó nervioso. La puerta se abrió y entraron Strangwell y Dornick, acompañados de Harvey Krumas, que se sorprendió de encontrarnos allí a Peter y a mí. Pero el que habló primero fue Strangwell.
– Brian, los chicos han divulgado que estás aquí. Tenemos a Global Entertainment en la sala de prensa. Gina te maquillará.
El candidato dejó que Strangwell se lo llevara, pero Harvey Krumas y Dornick quisieron saber por qué Peter no había regresado al Drake a descansar.
– Tienes un aspecto horrible, Peter. ¿Qué ocurre aquí?
– Brian quería hablar conmigo -respondí-. Y Peter quiso estar cerca. Hablamos de lo que podía estar buscando Petra en mi casa de la infancia. ¿Alguna corazonada?
– No conozco a Petra -respondió Dornick-, así que no sé de qué pudo haberse encaprichado. A veces, las chicas de su edad se hacen ideas románticas sobre la familia. Tal vez pensó que encontraría reliquias familiares.
– ¿Señor Krumas? Usted la conoce mejor que yo. A fin de cuentas, es su «tío Harvey». Peter dice que no buscaba una pelota de béisbol.
– ¡Esto es indignante! -exclamó Harvey, enojado-. Peter está enfermo de preocupación, todos lo estamos, y tú tratas el asunto como si fuera un videojuego.
Lancé la pelota al aire, la recogí y la metí en el portafolios.
– Tiene razón. Llevaré la pelota al laboratorio a ver qué pueden decirme de ella. Luego, me pondré a buscar a Petra.
– ¡No! -chilló Peter-. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? ¡No te metas en esto, joder!
– Por curiosidad, Vicki, Vic -dijo Dornick-. Si fueras a buscarla, ¿por dónde empezarías?
– He empezado por su apartamento, pero alguien estuvo allí antes que yo. Como Peter no quiere que la busque, no lo haré, pero, probablemente, hablaría con Larry Alito.
– ¿Alito? -preguntaron Krumas y Dornick al unísono. Luego, Dornick añadió-: Yo no confiaría demasiado en lo que un borrachín como Larry tenga que decir.
– Hace un par de días, se vio con Les Strangwell. Me gustaría saber lo que Strang…
– ¿Cómo sabe eso? -inquirió Krumas.
– Soy investigadora, señor Krumas. Mi trabajo consiste en averiguar cosas. No sé qué necesitaría para que Alito me hablase de esa conversación o de otras cosas que sabe, pero…
– Ese tipo vendería a su mujer por seis latas de cerveza y probablemente traicionaría a su hijo por un barril. No te acerques a él, Vic, te traerá problemas. -Dornick esbozaba una sonrisa indulgente como si yo fuera un bebé que necesitase más aprendizaje.
– Tiene mal genio y bebe, pero es un policía con una larga experiencia. Y Strangwell lo quería para hacerle un encargo urgente y confidencial el día antes de la desaparición de Petra.
– ¿Crees que Larry tiene algo que ver con la desaparición de Petra? -Dornick se echó a reír-. Me sorprende que te hayas ganado la vida tanto tiempo trabajando de investigadora. Una imaginación como la tuya sería ideal para escribir series de televisión. Por cierto, ¿qué imaginas que ocurrió con esa pelota de Nellie Fox?
– Y usted sabe que es una pelota de Nellie Fox porque…
Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Harvey parecía un oso disecado sobre la repisa de una chimenea. Y entonces, Dornick se rió y dijo:
– Porque en la familia de tu abuelo era un dios para todo el mundo, excepto para tu renegado padre. Pete, deja que te acompañe al Drake. Vic, haz caso a tu tío y mantente bien lejos de la búsqueda de Petra.