173937.fb2 La Cara del Enga?o - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 11

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CAPITULO 09

El cementerio.

Logan ya había atravesado el portón de hierro forjado cuando Eve logró alcanzarlo. Caminaba con paso decidido por entre la hilera de tumbas.

Eve no lo siguió.

– ¿Qué hace?

– Voy a recuperar el cráneo. -Se detuvo frente a la tumba de Randolph Barrett, levantó el trozo de tierra donde estaban plantados los claveles y lo hizo a un costado. Tomó la pala que había estado escondida debajo y comenzó a cavar. La tierra estaba blanda, recién removida y la tarea fue fácil. -Como dudas de mí, tengo que darte un cráneo para que me creas.

Eve lo miró, incrédula.

– ¿Está totalmente loco? ¿Va a desenterrar cualquier cadáver para…? -Ahogó una exclamación cuando una idea le cruzó por la cabeza. -¡Santo Cielo!

Logan la miró y respondió a la pregunta que no había hecho.

– Sí, saqué el cráneo de ese campo de maíz hace dos meses.

– Y lo volvió a enterrar aquí. Por eso plantó flores encima de todas estas tumbas. Quería borrar cualquier señal de que había estado cavando.

Logan asintió y siguió trabajando.

– Hay un viejo refrán que dice que el mejor lugar para esconder cosas es en plena vista de todos, pero debo admitir que no me atreví a dejarlo así. Hice que Mark instalara una alarma que suena si alguien toca la caja y ahora, cuando estuve en la casa, se la hice apagar.

– Entonces cambió el cráneo que estaba en ese ataúd en el campo de maíz. -Miró el nombre en la lápida. -¿Puso allí el de Randolph Barrett?

– No, Barrett está compartiendo su aposento temporariamente, nada más. Murió a los sesenta y cuatro años. Yo quería un cráneo más joven, así que se lo compré a una facultad de Medicina de Alemania.

A Eve le daba vueltas la cabeza.

– Espere un poco. ¿Por qué? ¿Por qué se tomó tantas molestias?

– Sabía que con el tiempo terminarían por adivinar lo que estaba haciendo y se me ocurrió que podría llegar a necesitar una distracción. Esperaba no tener que usarla. Intenté hasta último momento no mostrar las cartas, pero algo debe de haber salido mal. Tú todavía no habías empezado el proyecto. Las cosas se estaban moviendo demasiado rápido y tuve que sacármelos de encima.

– ¿Cómo que las cosas se estaban moviendo demasiado rápido? No entiendo de qué diablos habla.

– No te conviene saberlo y será más seguro para ti que no lo sepas. -Arrojó a un lado la pala, se inclinó y recogió la caja cuadrada de plomo que había desenterrado. -Lo único que tienes que hacer es el trabajo por el que te pagué.

– ¿Que no me conviene saberlo? -Eve sintió un impacto cuando todas las implicaciones del engaño de Logan la golpearon de lleno. -¡Maldito cretino!

– Puede ser. -Logan dejó el cajón a un lado y volvió a echar la tierra dentro de la tumba. -Pero eso no cambia nada.

– Cambia todo. -La voz de Eve temblaba de ira. -Me llevó hasta ese campo de maíz sabiendo que no tenía ningún sentido.

– Había motivos para hacerlo. Sabían que estabas contratada para el trabajo y necesitaba que vinieras conmigo, para que todo resultara más convincente.

– Y casi me matan de un tiro.

– Sí, lo siento, me arriesgué demasiado.

– ¿Lo siento? ¿Eso es todo lo que tiene para decir? ¿Y Gil Price? Le dispararon. ¡Trató de recuperar ese cráneo para usted y ni siquiera era el cráneo indicado!

– Odio tener que desilusionarte, me doy cuenta que quieres cargar todas las culpas sobre mis hombros, pero Gil sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Él hizo los arreglos para la compra del cráneo.

– ¿Entonces lo sabía? ¿Acaso soy la única a la que no se le contó la verdad?

– Sí. -Dejó la pala en el suelo y la cubrió con la tierra y las flores. -No hubiera dejado que Gil se metiera en una cosa así sin prevenirlo.

– ¡Pero a mí sí me metió sin decirme nada!

– Se suponía que no ibas a ser más que una observadora. Gil tenía que participar. No pensé que te verías obligada a…

– Una observadora. -Eve se enfurecía más con cada segundo que pasaba. -Me tendió una trampa. Estuve preguntándome por qué querría que yo estuviera allí, pero no se me ocurrió que sería para utilizarme como carnada.

– La carnada era el cráneo. Como te dije, tú ibas a estar allí para que todo pareciera creíble. Necesitaba que pensaran que nuestro viaje era lo suficientemente importante como para que nos siguieran.

– Usted quería que nos siguieran. ¡Quería que se acercaran lo suficiente como para que hubiera una excusa válida para arrojar ese ataúd fuera de la limusina!

Logan asintió.

– Tenían que creer que solamente por desesperación iba a renunciar a ese cráneo. Tenía pensado ser yo el que lo arrojara, pero después hirieron a Gil y tuve que conducir.

– Y Gil me dijo que lo hiciera. ¡Caray, usted hasta discutió conmigo por eso!

– Pensé que sería la mejor forma de que lo hicieras. Estabas tan enojada conmigo que hubieras hecho todo lo contrario de lo que te decía.

– Y usted hubiera permitido que Gil y yo muriéramos para engañarlos.

– Yo también estaba en el coche.

– Si se quiere suicidar, es asunto suyo. No tenía derecho de poner en peligro a nadie más.

– Me pareció que era la única solución.

– ¿Solución? ¡Por el amor de Dios, está tan obsesionado con esos asuntos políticos que no le importó nada armar una farsa que casi nos mata a todos!

– Tenía que conseguir que te dieran tiempo.

– Entonces lo que hizo fue en vano. -Lo fulminó con la mirada. -Si cree que voy a hacer este trabajo ahora, está loco. Tengo ganas de estrangularlo y sepultarlo aquí mismo junto a Randolph Barrett. -Dio media vuelta y se alejó. -No, me gustaría sepultarlo en algún lado donde nadie pudiera encontrarlo jamás. Se lo merece, por canalla y por insensible.

– Eve.

Ella no le prestó atención y echó a andar colina abajo.

– Tienes todo el derecho de estar furiosa conmigo, pero hay cosas que debes considerar. ¿Me permites aclarar la situación para que puedas…?

Eve apuró el paso. Ya empezaba a tratar de manejarla otra vez, el desgraciado. Loco del diablo, siempre tramando cosas.

Se encontró con Margaret en las escaleras, cuando se dirigía a su dormitorio.

– Gil está durmiendo. Creo que…

– Consígueme un coche y un vuelo -le dijo con aspereza-. Me voy.

– Caray, parece que John no estuvo demasiado persuasivo. -Margaret hizo una mueca. -No puedo decir que te culpo, pero ten confianza en John, él…

– Olvídalo. Consígueme un pasaje en el primer vuelo.

– Tendré que hablarlo con John.

– O me sacas de aquí o me voy caminando hasta Atlanta. -Cerró la puerta de un golpe, encendió la luz y se dirigió al placard. Sacó la maleta, la arrojó sobre la cama y fue hacia la cómoda.

– Tienes que escucharme -dijo Logan en voz baja desde la puerta-. Sé que es difícil ver las cosas con claridad cuando uno está alterado, pero no puedo dejarte ir hasta que sepas en qué estás metida.

– No me interesa nada de lo que tenga para decir. -Eve arrojó toda su ropa interior dentro de la valija. -¿Por qué voy a escucharlo? Seguramente son todas mentiras. Ha perdido toda su credibilidad. Me engañó y casi consigue que me maten.

– Pero no te mataron. Lo que menos quiero es que te maten.

Eve volvió a la cómoda y abrió otro cajón.

– De acuerdo, exploremos la situación. No pensaste que lo que quería que hicieras era lo suficientemente peligroso como para que alguien tuviera problemas. Al parecer, te equivocaste. Esos tipos querían el cráneo y estaban dispuestos a matar por él. Por lo tanto, al igual que yo, creen que es de extrema importancia.

Eve arrojó el contenido del segundo cajón dentro de la maleta.

– No es Kennedy.

– Entonces demuéstraselo. Y demuéstramelo a mí también.

– Váyase al diablo. No tengo que demostrarle nada a nadie.

– Lamentablemente, creo que sí.

Eve se volvió hacia Logan y lo enfrentó.

– De ninguna manera.

– Tienes que hacerlo, si quieres seguir con vida. -Hizo una pausa. -Y si quieres que tu madre siga con vida.

Eve se puso rígida.

– ¿Me está amenazando?

– ¿Quién, yo? En absoluto. Solamente te digo cómo son las cosas. La situación ha llegado a un punto en que solamente tienes dos opciones: demostrar que tengo razón y dejar que me lance detrás de esos crápulas con pruebas, o demostrar que estoy equivocado y presentarte ante los medios para librarte de todos nosotros. -La miró directamente a los ojos. -Porque la alternativa es que te pongan en la mira y te maten. No les importa si la historia de Donnelli es verdad o no. No van a querer correr el riesgo, directamente.

– Puedo conseguir protección policial.

– Sí, tal vez eso ayude por un tiempo. Pero no es una solución permanente.

– Y puedo hacer que Joe lo haga comparecer a usted para declarar. No tengo más que contarles todo esto.

– Y yo me las arreglaré para zafar, fresco y perfumado como una rosa. Para eso están los abogados. No quiero pelear contigo, Eve -dijo en tono serio-. Quiero mantenerte con vida.

– Qué pavada. Quiere exactamente lo que quiso desde el principio.

– Sí, pero una cosa no excluye la otra. Lo que sucedió en el laboratorio fue una advertencia, pero lo que pasó hoy deja en claro que se han sacado los guantes.

– Puede ser.

– Escúchame y ponte a pensar seriamente. -La miró y luego sacudió la cabeza. -No puedo atravesar tu barrera de rechazo, ¿verdad? Bueno, entonces te diré algo que no tenía pensado decirte: ya están eliminando a otros testigos. Tres personas fueron asesinadas en los últimos días.

– ¿Testigos?

– El caso ha estado lleno de muertes inexplicables desde el asesinato de Kennedy. Debes de haber leído algo sobre eso. -Hizo una pausa. -Y ahora todo ha comenzado de nuevo. Es por eso que esta noche quise provocar una distracción. Tenía esperanzas de que los asesinatos cesaran si lograra crear otro foco de atención.

– ¿Por qué iba a creerle?

– Te puedo dar los nombres y direcciones de las víctimas para que los verifiques con la policía. Te juro por Dios que estoy diciendo la verdad.

Eve le creyó. Hubiera preferido no creerle, porque sus palabras la habían sacudido.

– No hay ninguna razón para que le hagan algo a mi madre.

– Sí, la razón de que atacándola a ella llegan a ti. Si no logran esto, podrían utilizarla a ella como amenaza o como advertencia, igual que hicieron con el gato en tu laboratorio.

Sangre. Recordó el terror y el horror que sintió al ver los destrozos. Sin duda Logan había querido que lo recordara, pero no era necesario. Tenía la imagen grabada a fuego en la mente y no podía eliminarla de allí.

– Todo el tiempo habla de "ellos" Ya estoy harta de andar a ciegas. ¿Quiénes eran esos hombres que nos siguieron esta noche? ¿Quién es el que está detrás de todo esto?

Logan tardó un instante en responder.

– El hombre que está digitando todo en este momento es James Timwick. ¿Te suena su nombre?

Eve negó con la cabeza.

– Es un pez gordo del Departamento del Tesoro.

– ¿Y estuvo aquí hoy?

– No, no sé quiénes eran esos hombres. Probablemente no tienen ninguna función gubernamental. Timwick no dejaría que pudieran relacionarlos con él. En una conspiración como ésta, cuantas menos personas sepan la verdad, más cubierto estará él. Sería mucho más fácil para él si pudiera utilizar todo el poder del gobierno, pero apuesto a que son matones contratados.

Matones contratados. Todo parecía sacado de una película del Oeste de cuarta categoría.

– ¿Y quién destruyó mi laboratorio?

– Gil dice que pudo haber sido Albert Fiske. Ya ha trabajado para Timwick antes.

Fiske. Ese espectáculo de sangre y horror ahora tenía nombre.

– Quiero que Joe se entere de esto. El podrá encontrar a ese canalla.

– ¿Realmente quieres involucrar a Quinn antes de tener pruebas? Timwick es un peso pesado, Con una llamada podría complicarle mucho la vida a tu amigo. -Su voz se tornó persuasiva. -Ponte a buscar esas pruebas, Eve, haz tu trabajo. Harás que todo sea más fácil para Quinn y tú quedarás a salvo.

– Y estaré haciendo lo que usted quiere.

– Todo tiene su lado negativo. Pero no dejes de hacerlo para contrariarme a mí. Crees que estoy equivocado. Si lo demuestras ¿no me estarías castigando por todos los problemas que te he traído?

– Un intento de asesinato no puede calificarse como problema.

– He sido franco contigo y te he prevenido. Ahora la decisión es tuya.

– Siempre lo fue.

– Entonces toma la que más te convenga. -Dio media vuelta y dio la conversación por terminada. -Hacer los arreglos de seguridad para que vuelvas a tu casa va a llevar un poco de tiempo. Le diré a Margaret que te reserve un pasaje en el vuelo de la tarde que sale del aeropuerto Reagan National.

– ¿Y si me quiero ir ahora?

Logan sacudió la cabeza.

– Te he convertido en un blanco y pienso protegerte de la mejor forma posible. También redoblaré la seguridad alrededor de tu madre y de tu casa de Atlanta. -Se volvió para mirarla. -¿Por qué no cambias de idea, Eve? Olvida lo disgustada que estás conmigo y haz lo mejor para ti y tu madre.

La puerta se cerró antes de que ella pudiera responderle.

Estocada y fuga. Qué manera de manejarla.

Mantén a tu madre con vida.

Trató de sofocar el pánico que la invadió. Logan había elegido con mucha astucia las palabras que más hondo calarían. Lo mejor que podía hacer era no prestar atención a nada de lo que él había dicho y desaparecer de allí cuanto antes. De haber sabido en lo que se estaba metiendo, jamás le hubiera dicho que haría el trabajo. Logan la había engañado deliberadamente y la había metido en una situación que…

Despacio, despacio. Tenía que olvidarse de que quería estrangularlo. La situación existía. ¿Qué podía hacer ella al respecto?

Demuestra que estoy equivocado.

Qué tentación. Si trabajara duro, en un par de días podría tener las pruebas.

¿Y dárselas a Logan después de todo lo que le había hecho pasar?

Ni loca. No pensaba hacerlo mientras tuviera otro camino que tomar.

Haz lo que sea mejor para ti y tu madre.

Caminó lentamente hacia la ventana. Comenzaba a amanecer. A la tarde ya podría estar volviendo a casa. Dios, cómo deseaba estar de vuelta donde todo era conocido y tranquilizador.

Pero quizá ya no pudiera sentirse segura allí. La sola decisión de aceptar el trabajo de Logan podía haber destruido la paz y seguridad que tanto había cultivado a través de los años, desde la ejecución de Fraser. La estaban arrastrando otra vez hacia un pantano de pesadilla en el que casi se había hundido después de la muerte de Bonnie.

Pues bien, no se iba a ahogar. Si había sobrevivido a la muerte de Bonnie, nada iba a hundirla ahora.

BARRETT HOUSE MARTES POR LA TARDE

Logan estaba de pie en el vestíbulo cuando Eve bajó las escaleras después de la una de la tarde.

Una sonrisa lenta le iluminó la cara.

– No traes la valija en la mano.

– Sigue estando lista. Me iré en cuanto termine el trabajo. Pero decidí que hacerlo es la mejor forma de romper todo tipo de ataduras con este horror. -Avanzó por el corredor hacia el laboratorio. -¿Dónde está el cráneo?

– Vas directo hacia él. La caja está sobre tu escritorio. ¿Pero no te convendría dormir un poco, primero?

– Ya dormí. Me duché y dormí un rato después de que tomé la decisión de seguir.

– Podrías haberme mandado avisar para aliviar mi ansiedad.

– No tengo ningún deseo de aliviar su ansiedad.

– Comprendo tu punto de vista. Pero has tomado la decisión correcta.

– Si no estuviera segura de eso estaría caminando hacia la puerta en lugar de hacia el laboratorio. -Lo miró con frialdad. -Y pongamos las cosas en claro. En cuanto pueda demostrar que el cráneo no es el de Kennedy, llamaré a los periódicos y les diré que usted es un idiota.

– Me parece bien.

– Y no pienso mantenerme incomunicada. Llamaré a mi madre y a Joe todos los días.

– ¿Acaso traté de impedírtelo? No te tengo prisionera. Espero que podamos trabajar juntos.

– No es probable. -Abrió la puerta del laboratorio. La caja de plomo ocupaba el centro del escritorio. Eve avanzó directamente hacia ella. -Trabajo sola.

– ¿Puedo preguntarte cuánto te va a llevar?

– Depende de las condiciones en que se encuentre el cráneo. Si no es un rompecabezas, dos días, o tal vez tres.

– En mi opinión, se lo veía bastante intacto. -Logan hizo una pausa. -Trata de que sean dos, Eve.

– No me presione, Logan.

– Me veo obligado a presionarte. No sé cuánto tiempo los mantendremos distraídos. Timwick no dará por sentado que el cráneo que tiene es el correcto. Lo hará revisar por algún colega tuyo. Tarde o temprano descubrirá que no es el verdadero.

– Usted dijo que él no iba a querer correr el riesgo de hacer identificar el cráneo.

– Pero va a tener que hacerlo. No puede arriesgarse con el ADN o con los registros dentales, pero puede hacerlo de otra forma. Siempre hay formas de deshacerse luego de la gente que sabe demasiado. ¿Así que si el escultor es bueno… le llevará dos días?

– Depende de si trabaja sobre un molde del cráneo o sobre el cráneo mismo. Y de si tiene ganas de apurarse.

– No le quedará otra opción que apurarse, Timwick le aplicará una presión increíble. ¿Quién es lo suficientemente bueno como para hacer este trabajo?

– Hay solamente cuatro o cinco escultores forenses de primera categoría en el país.

– Es lo que descubrí cuando me puse a buscar uno. A mi abogado no le costó demasiado conseguir la lista.

Eve abrió la caja de plomo.

– ¡Ojalá hubiera conseguido a otro en lugar de a mí!

– Pero tú eres la mejor, y yo tenía que conseguir al mejor. ¿Quién es el segundo mejor?

– Simon Doprel. Tiene el toque.

– ¿El toque?

Eve se encogió de hombros.

– Se toman todas las medidas y se hacen las pericias técnicas, pero cuando se llega a las fases finales de la escultura, hay mucho de intuitivo. Uno siente lo que está bien o está mal. Algunos lo tenemos, otros no.

– Interesante. -Logan hizo una mueca. -Y un poco extraño, quizá.

– No sea estúpido -le espetó Eve con frialdad-. Es un talento, no una idiotez supernatural o algo así.

– ¿Y Doprel lo tiene, también?

– Sí

Eve sacó cuidadosamente el cráneo quemado de la caja. Caucásico. Masculino. Huesos faciales casi intactos. Faltaba una buena parte de la parte posterior.

– ¿No es demasiado bonito, no? -dijo Logan.

– Usted tampoco lo sería si hubiera pasado por lo que pasó él. Donnelli tuvo suerte. El cerebro podría haber estallado hacia adelante, en lugar de hacia atrás y no hubiera habido chantaje… Ni una reconstrucción posible.

– ¿El fuego hace que el cerebro estalle?

Eve asintió.

– Sucede casi siempre con las víctimas de incendios.

Logan retomó la conversación anterior.

– ¿Entonces Doprel sería una primera elección razonable?

– Si Timwick lo consigue. Trabaja casi exclusivamente para el Departamento de Policía de Nueva York.

– Timwick lo va a conseguir. -Logan bajó la vista hacia el cráneo. -Dos días, Eve. Por favor.

– Estará listo cuando tenga que estar listo. No se preocupe, no voy a perder tiempo. Quiero que esto termine. -Avanzó hacia el pedestal y colocó el cráneo en el centro. -Ahora, váyase. Tengo que tomar medidas y necesito concentrarme.

– Sí, señora. -Instantes después, la puerta se cerró.

Eve no había apartado la vista del cráneo. Tenía que alejar a Logan de su mente y no dejar que nada obstaculizara su trabajo. Las medidas tenían que ser exactas.

Pero todavía no. Primero tenía que establecer una conexión, como hacía siempre. Iba a ser más difícil, probablemente, porque se trataba de un adulto y no de un niño. Tenía que recordar que él también estaba perdido. Midió las diferentes partes del cráneo y anotó los números en su libreta.

– No eres el que Logan dice que eres, pero eso no importa. Eres importante por derecho propio, Jimmy.

¿Jimmy? ¿De dónde había salido eso?

Podría tratarse de Jimmy Hoffa o algún personaje de la Mafia.

Sonrió al recordar las razones por las que le había dicho a Logan que no quería tomar el trabajo.

Pero aquí estaba, haciéndolo.

Y Jimmy era un nombre como cualquier otro.

– Te voy a someter a todo tipo de cosas indignas, pero es por una buena causa, Jimmy -murmuró-. Aguanta y quédate conmigo ¿de acuerdo?

CHEVY CHASE, MARYLAND MARTES POR LA NOCHE

– No tengo tiempo para esto, Timwick -dijo Simón Doprel-. Me sacó de un caso importante que va a ir a juicio el mes que viene. Búsquese otra persona.

– Son solamente unos días. Usted dijo que lo haría.

– No dije que vendría desde Nueva York hasta aquí, al campo. Sus hombres prácticamente me secuestraron. ¿Por qué no me trajo el cráneo, directamente?

– Había que mantenerlo confidencial. No dé un paso atrás ahora. Averiguar si este es el terrorista que hemos estado buscando es más importante que un caso de asesinato.

– ¿Qué hace el Departamento del Tesoro persiguiendo terroristas? -preguntó Simón con aspereza.

– Siempre nos involucramos si la amenaza concierne a la Casa Blanca. Si necesita algo, pídaselo a Fiske. Lo tendrá más cerca que a su propia sombra hasta que termine el trabajo. -Timwick sonrió. -Queremos que esté los más cómodo posible mientras dure su estada con nosotros. -Salió de la habitación y cerró la puerta.

Casi era mejor que Doprel tuviera tan pocos deseos de hacer el trabajo, se dijo sombríamente. Trabajaría a toda velocidad y eso era justo lo que necesitaban.

Cuando Timwick se enteró de que el cráneo había sido arrojado de la limusina comenzó a sospechar de inmediato. La recuperación parecía haber sido un poco demasiado fácil. El temor por las vidas de los ocupantes del coche podía haber hecho que Logan sacrificara el cráneo, pero también era posible que hubiera tratado de distraerlos. ¿Por qué no sacó el cráneo antes de arrojar el ataúd? ¿Fue un momento de pánico?

Logan no era un hombre que sucumbía al pánico, pero había estado al volante de la limusina. Kenner dijo que la que había arrojado el cajón había sido la mujer. De todos modos, pronto lo sabrían.

Y hasta que lo supieran, seguirían vigilando Barrett House.

– Estás despierto. -Logan entró en el dormitorio y se sentó en el sillón junto a la cama de Gil. -¿Cómo te sientes?

– Me sentiría mucho mejor si ese médico no me hubiera dopado -se quejó Gil-. El hombro está bien, pero tengo un dolor de cabeza monstruoso.

– Necesitabas descansar.

– Sí, pero no doce horas. -Trató de incorporarse. -¿Qué hay de nuevo?

Logan se inclinó hacia delante y le acomodó las almohadas contra la cabecera de la cama.

– Eve está trabajando con el cráneo.

– Me sorprende. Pensé que estabas equivocado cuando decidiste llevarla. Se podría haber asustado hasta el punto de hacerla rechazar el trabajo.

– O ponerse tan furiosa como para decidir quedarse. Las dos cosas eran posibles. Pero no tenía opción. Tenía que hacerles creer que lo que estábamos haciendo era importante. No esperaba que se acercaran tanto.

– Lo que quieres decir es que esperabas que se acercaran, pero no tanto. -Esbozó una sonrisa burlona. -No me vengas con cuentos. Lo hubieras hecho de todas formas.

– Es probable. -Logan se puso serio. -Eso no quita que lamente de verdad que te hayan disparado.

– Para eso estaba allí. Nos pusimos de acuerdo en que yo intervendría y tú te encargarías del señuelo. -Gil hizo una mueca. -Pero estuve muy torpe. No estaría contando el cuento si no hubiera sido por nuestra dama de los huesos. Estuvo bien, más que bien.

– Sí, al parecer Quinn pensó que tenía que saber defenderse de los Fraser de este mundo.

– ¿De nuevo Quinn?

Logan asintió.

– ¿Siempre parece estar en el trasfondo, no? -Se puso de pie. -Voy abajo a llevarle un sándwich a Eve. Todavía no salió del laboratorio.

– Sin duda te agradecerá que le des permiso para comer.

– No seas sarcástico.

– No fue mi intención serlo. Lo dije en serio. Ahora que la tienes trabajando, imagino que andarás con el látigo hasta conseguir lo que quieres.

– Ella no me lo permitiría. ¿Quieres que te traiga algo?

– Mi reproductor de discos compactos y los discos. -Sonrió. -¿Las paredes, son gruesas? Pensaba torturarte con La hija del minero de Loretta Lynn.

– Si lo haces, le diré a Margaret que venga a hacerte de enfermera.

– No te atreverías, soy un hombre malherido. -Su sonrisa desapareció. -¿Cuánto tiempo crees que tenemos?

– Tres días como máximo. Una vez que descubran que tienen el cráneo equivocado, nos declararán la guerra en todos los frentes. Para cuando llegue ese momento, tendremos que haber desaparecido de aquí. -Se dirigió a la puerta. -Así que recupera las fuerzas, te necesito de pie.

– Mañana me levantaré y volveré a la casa de carruajes. Me tienta la idea de quedarme remoloneando en la cama con Loretta y Garth Brooks, pero no quiero correr el riesgo de que venga Margaret a cuidarme.

Logan cerró la puerta y bajó a la cocina. Quince minutos más tarde, estaba golpeando a la puerta del laboratorio, con un sándwich de jamón y un plato con sopa de verduras en una bandeja.

Nadie respondió.

– ¿Puedo entrar?

– Váyase. Estoy ocupada.

– Traje comida. Tienes que parar y alimentarte en algún momento.

– Déjela ahí, la buscaré más tarde.

Logan vaciló y luego dejó la bandeja sobre la mesa junto a la puerta.

– Date prisa, se te enfriará la sopa.

Por Dios, parecía una esposa rezongona, se dijo Logan. A lo que hemos llegado. Por suerte, Margaret no estaba allí para oír ese áspero rechazo. Se hubiera divertido como loca.