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No podía ser cierto.
Chadbourne…
La mirada de Eve estaba fija sobre la pantalla del televisor. El último vídeo estaba por terminar. La cara era la misma, los ademanes también, hasta la voz y la entonación parecían idénticas.
Lisa Chadbourne estaba presente en casi todas las funciones públicas comenzadas en noviembre de hacía dos años. Eve había comenzado a fijarse en ella en el último vídeo.
Siempre encantadora, siempre con una sonrisa cariñosa y la mirada fija en Chadbourne. Con frecuencia, Chadbourne la miraba con afecto y respeto aun en medio de…
De pronto, Eve se irguió en la silla.
Observó el vídeo unos minutos más, luego se puso de pie de un salto y lo rebobinó para verlo de nuevo desde el principio.
– Ella le hace señas -declaró sin rodeos cuando volvió al laboratorio diez minutos después. -Un montón de señas. Cuando se alisa la parte delantera de la falda, él hace un chiste. Cuando cruza las manos sobre el regazo, él da una respuesta negativa. Cuando se acomoda el cuello del traje, él dice que sí. No sé qué significa el resto, pero ésas me resultaron evidentes. Cada vez que él duda, ella le da la respuesta.
– Sí.
– ¡Usted lo sabía! ¿Por qué no me dijo que me fijara en eso?
– Esperaba que te dieras cuenta sola.
– Ella lo maneja como si fuera un títere -masculló Eve, lentamente.
Logan la miró con los párpados entornados.
– ¿Y realmente crees que el Ben Chadbourne que fue elegido presidente dejaría que otra persona mueva los hilos?
Eve se mantuvo callada unos instantes.
– No -respondió por fin.
– ¿Entonces te parece razonable suponer que ese hombre no es Ben Chadbourne?
– No es razonable, es demencial. -Hizo una pausa. -Pero podría ser verdad.
– Gracias a Dios. -El suspiro de alivio de Logan brotó de lo más profundo de su pecho. -Avanzó hacia la puerta. -Empaca el cráneo. Hay un maletín de cuero en el armario. Tenemos que irnos de aquí.
– Primero hablaremos. ¿No me ha dicho todo, verdad?
– No, hablaremos más tarde. No sé cuánto tiempo tenemos. La única razón por la que me arriesgué a quedarme aquí es que necesitaba tu colaboración.
– Sí que tenemos tiempo. ¿Qué cree, que alguien va a entrar por la fuerza por el portón eléctrico?
– Puede ser. -Logan apretó los labios con gesto sombrío. -Podría suceder cualquier cosa. Piensa en el poder de la presidencia. No existen demasiadas cosas que no puedan taparse si tienes suficiente poder. Mientras crean que tienen el cráneo de Chadbourne, irán despacio, querrán eliminarnos uno por uno a su propio ritmo. Pero en cuanto se den cuenta de que no es el cráneo que quieren, se sacarán los guantes y harán cualquier cosa para recuperarlo y borrar del mapa a todos los testigos.
Eve sintió una punzada de pánico. Si estaba dispuesta a creer que el cráneo del pedestal era de Chadbourne, entonces también tenía que aceptar que la amenaza era tan letal como decía Logan.
Con todas las mentiras que le había dicho, no confiaba en absoluto en él, pero ella sola había creado la cara de Chadbourne, con las manos y con la mente. Si confiaba en su habilidad y en su integridad, entonces tenía que creer que el cráneo pertenecía a Ben Chadbourne.
Cruzó la habitación con paso rápido y fue directamente hacia el pedestal.
– Vamos. Guardaré el cráneo ahora mismo.
CHEVY CHASE
– Dentro de diez minutos Kenner llegará en helicóptero con seis de sus hombres -dijo Timwick a Fiske al salir del laboratorio. -Quiero que vayas a Barrett House.
Fiske se puso rígido.
– No voy a someterme a las órdenes de ese idiota de Kenner otra vez.
– No tendrás que someterte a las órdenes de nadie. Ahora el juego es tuyo. Las únicas instrucciones que tiene Kenner son de ayudarte y dejar todo limpio una vez que termines.
Ya era hora.
– ¿Logan y Duncan?
– Y todos los que estén allí. Margaret Wilson y el hombre a cargo de la electrónica ya se fueron hacia el aeropuerto. Tendremos que rastrearlos después. Deben de ser de poca importancia, de otro modo Logan no los hubiera dejado ir. Pero Price, Duncan y Logan siguen en la casa. Son tus objetivos. Manéjalo como quieras. No podemos dejar con vida a nadie que sepa lo que estuvieron haciendo allí.
Ahora sí que le gustaba. Un trabajo prolijo y limpio. Era evidente que la persona a la que Timwick había llamado por teléfono era más inteligente que él.
– ¿Qué no queden testigos, entonces?
– Ninguno.
– ¿Qué diablos estás haciendo? -quiso saber Logan cuando entró de nuevo en el laboratorio llevando un bolso de lona-. Ese cráneo ya tendría que estar guardado.
Eve cambió la ubicación de las cámaras.
– Estoy haciendo más tomas de la cabeza. Tal vez las necesite más tarde.
– Tómalas en otro momento.
– ¿Me garantiza que estaremos en algún sitio donde haya equipo técnico?
Logan vaciló.
– No -dijo por fin.
– Entonces cállese. -Eve obtuvo dos tomas más. -Lo estoy haciendo lo más rápido que puedo.
– Tenemos que irnos de aquí, Eve.
Ella hizo tres tomas del perfil izquierdo.
– Con eso tendría que alcanzarme. ¿Dónde están esas fotografías de Ben Chadbourne que me dijo que tenía?
Logan buscó dentro del bolso y sacó un sobre marrón.
– ¿Son recientes?
– Ninguna tiene más de cuatro años. ¿Nos podemos ir, ahora?
Eve guardó ensobre en su cartera, colocó el cráneo en el maletín de cuero que estaba junto al pedestal y cerró las trabas. Señaló la pequeña caja metálica que estaba junto a las cámaras.
– Guárdela dentro del bolso. Puedo llegar a necesitarla.
– ¿Qué es?
– Es la mezcladora. Puedo llegar a conseguir cámaras, videograbadoras y monitores, pero la mezcladora es algo especializado y más difícil. No siempre…
– No importa, olvídate de mi pregunta. -Tomó la mezcladora y la guardó en el bolso. -¿Algo más?
Eve sacudió la cabeza.
– Lleve el maletín de Ben. Yo buscaré a Mandy.
– ¿Mandy?
– Usted tiene sus prioridades, yo tengo las mías. Mandy es tan importante para mí como Ben Chadbourne.
– Toma lo que quieras, pero salgamos de aquí de una vez.
Gil se encontró con ellos en la puerta de entrada.
– Discúlpame, Eve, pero traje una sola de tus valijas. Con este hombro, no puedo cargar nada más.
– No importa. -Eve se dirigió a la puerta. -Vamos.
– Espera. Hay otra en… ¡Mierda!
Eve también lo oyó. Un zumbido bajo, que se tornaba más fuerte con cada segundo que pasaba. Hélices de un helicóptero.
Logan fue a la ventana.
– Aterrizarán en unos minutos.
Corrió a la cocina. Eve lo siguió.
– ¿Dónde está Margaret? Tenemos que…
– Mark y ella se fueron hace una hora -respondió Gil-. Ya tendrían que estar en el aeropuerto. Dentro de tres horas estarán a salvo en un refugio en Sanibel, estado de Florida.
– ¿Y nosotros Adónde vamos? ¿No deberíamos intentar llegar a la limusina?
– No hay tiempo. Además, seguramente hay alguien vigilando el portón. -Logan estaba abriendo la puerta del cuartito que funcionaba como despensa. -Vamos. -Tanteó debajo de uno de los últimos estantes, levantó una puerta trampa y arrojó el bolso a la oscuridad. -No hagas preguntas, solamente baja por la escalera.
Eve bajó a toda prisa y se encontró en una especie de sótano con piso de tierra. Logan la siguió.
– Cierra la puerta de la despensa, Gil.
– Listo. Ya están en la casa, John. Los oí en la puerta principal.
– Entonces baja de una vez y cierra la puerta trampa -le ordenó Logan.
– Córranse, voy a arrojar la maleta. -Un instante después, quedaron en la oscuridad. Gil cerró la puerta y la trabó.
Pasos veloces sobre el piso de madera encima de ellos.
Gritos.
– ¿Dónde estamos? -susurró Eve-. ¿En un sótano?
– Sí, con un túnel. -La voz de Logan se tornó casi inaudible cuando echó a andar por el pasillo. -Me preguntaste por qué compré esta casa en particular. La utilizó el Ferrocarril Subterráneo para sacar a escondidas a los esclavos del sur antes de la Guerra Civil. Hice reforzar las vigas. El túnel abarca un kilómetro hacia el norte, pasa debajo de la cerca y sale al bosque. Mantente cerca. No puedo arriesgarme a usar una linterna hasta que tomemos la siguiente curva.
Caminaba tan rápido que ella y Gil casi tenían que correr para mantenerse a su altura.
Debían de haberse alejado de la casa, ya. No se oían más pasos, pensó Eve con alivio.
De pronto, la diminuta linterna de Logan iluminó la oscuridad frente a ellos.
– Corre. Comenzarán a revisar la casa y no tardarán en encontrar la puerta oculta.
Ya estaba corriendo, diablos. Y jadeando.
Oyó a Gil maldiciendo a sus espaldas.
Estaba herido. ¿Cuánto tiempo más podría correr?
Delante de ellos, Logan estaba abriendo una puerta. Gracias a Dios.
Subieron la escalera.
Luz de día.
Una espesa cortina de arbustos ocultaba la puerta, pero la luz se filtraba por entre las hojas.
Aire fresco.
Estaban afuera.
– Rápido -los alentó Logan-. Un poquito más.
Siguieron a Logan alrededor de los arbustos y se adentraron en el bosque. Detrás de otra cortina de arbustos había un coche, un Ford de modelo más antiguo, con la pintura levemente descascarada.
– Suban atrás. -Logan colocó el maletín de Chadbourne en el piso del asiento del pasajero y subió detrás del volante.
Eve se hundió en el asiento trasero junto a Gil y colocó la caja de Mandy junto a sus pies. No había terminado de cerrar la puerta cuando Logan arrancó y comenzó a avanzar por el terreno irregular. Santo Dios ¿y si pinchaban una goma?
– ¿Adónde vamos?
– Hay un camino secundario a cinco kilómetros. Una vez que lleguemos, daremos la vuelta al bosque y tomaremos hacia la autopista. -El coche se sacudió sobre un montículo. -Eso nos dará algo de tiempo. Probablemente utilicen el helicóptero para tratar de localizarnos, pero aun si lo hacen, no van a poder relacionarme con las patentes de este coche.
Si es que llegaban al camino, pensó Eve mientras pasaban por encima de otro arbusto.
– Está todo bien. -Gil la estaba mirando. -Le puse neumáticos de alta resistencia y un motor nuevo. La máquina no es tan decrépita como parece.
– ¿Cómo está tu hombro? -quiso saber ella.
– Bien. -Gil sonrió. -Pero me sentiría mucho mejor si no fuera John el que conduce.
– No hay nadie en el túnel. -Kenner subió por la escalera que daba a la despensa. -Lleva al bosque. -Envié dos hombres a investigar.
– Si Logan se organizó una ruta de escape, también tiene que haber pensado en transporte. -Fiske salió de la despensa. -Revisaré la zona desde arriba con el helicóptero. Quédate aquí y préndele fuego a todo. No hay nada más limpio que el fuego.
Kenner se encogió de hombros.
– Bien. Prepararé una explosión.
Qué idiota. Por suerte era él, Fiske, el que estaba a cargo ahora.
– No, una explosión no. Fuego. Y sin nafta. Que parezca un cortocircuito.
– Eso llevará tiempo.
– Vale la pena tomarse el tiempo necesario para hacer un trabajo limpio. -Se dirigió hacia el helicóptero. -Encárgate de eso.
Después de estar diez minutos en el aire Fiske abrió el teléfono celular y llamó a Timwick.
– No había nadie en la casa. Estamos revisando la zona, pero hasta ahora, nada.
– Qué hijo de puta.
– Todavía podemos encontrarlo. Si no es así, voy a necesitar una lista de los lugares Adónde puede ir Logan.
– Te la conseguiré.
– Y di órdenes de que prendan fuego a la casa para destruir todas las pruebas.
– Bien. Iba a decirte que lo hicieras. Era parte del plan de contingencia que me dieron. -Timwick hizo una pausa. -Una cosa más. Necesito un cadáver en las ruinas.
– ¿Cómo?
– Sí, un cadáver quemado hasta el punto de que sea imposible reconocerlo.
– ¿El cadáver de quién?
– De cualquiera hombre que tenga la misma estatura que Logan. Avísame cuando esté hecho.
Fiske cortó la comunicación y guardó el celular. Era la primera vez que Timwick daba a entender que en realidad, aceptaba órdenes en lugar de solamente consultar con sus secuaces. Era interesante que quisieran dar la impresión de que Logan había muerto. Se preguntó qué…
De pronto, sonrió y se volvió hacia el piloto.
– Vuelva a la casa de inmediato.
La adrenalina y el placer comenzaron a correrle por las venas mientras pensaba en las palabras de Timwick.
Cualquier hombre que tenga la misma estatura que Logan.
Kenner.
– Vamos hacia el sur -comentó Eve-. ¿Es demasiado esperar que me esté llevando de vuelta a Atlanta?
– Sí. Vamos a Carolina del Norte, a una casa sobre la costa. -Logan miró por encima de su hombro. -Si te pones a pensar, comprenderás que al ir a tu casa estarías trayéndole problemas a tu madre.
Sí, era cierto, y no quería hacer eso, pensó Eve con cansancio. Estaba atrapada en un remolino de engaños y muerte y no quería involucrar a su madre.
– ¿Y qué vamos a hacer en Carolina del Norte?
– Tenemos que establecer una base -respondió Gil-. La casa está sobre la playa, en una exclusiva zona turística. Nuestros vecinos serán personas que están de vacaciones y no repararán en la presencia de desconocidos.
– Lo tiene todo planeado. -Eve esbozó una sonrisa torcida. -¿Tan seguro estaba de que se trataría de Chadbourne?
– Estaba casi seguro, sí. Como ves, tuve que hacer planes basándome en esa suposición.
– En este momento no veo nada, salvo que me ha usado de la peor manera posible y sin ningún remordimiento. Me metió directamente en una trampa para que no pudiera hacer otra cosa que tratar de desenmascarar la muerte de Chadbourne.
– Sí. -Logan la miró por el espejito retrovisor. -Lo hice deliberadamente.
Eve miró el tránsito que desfilaba junto a la ventanilla.
– Canalla.
– Tienes razón.
– ¿Me buscarías una estación de música country en el dial, John? -pidió Gil en tono plañidero-. Necesito algo que me tranquilice. Soy un hombre herido y tanta tensión me está haciendo mal.
– Sigue soñando -replicó Logan.
Eve se volvió hacia Gil.
– ¿Tú no eres un buen muchachito de campo convertido en chofer, verdad?
– Sí, lo soy. -Gil se encogió de hombros. -Pero también trabajé en el Servicio Secreto durante el gobierno anterior y otros seis meses con el gobierno de Chadbourne. Estaba harto de lidiar con el régimen de Timwick y quería alejarme lo más posible de Washington. Me pareció que un trabajo agradable y pacífico en el Camino de las Diecisiete Millas era justo lo que buscaba. -Hizo una mueca. -Las cosas no salieron según mis planes, pero se podría decir que mis pocos contactos en lugares convenientes han aumentado el valor que tengo para John.
– ¿Y Margaret?
Gil hizo una mueca.
– Es lo que aparenta ser. Un sargento primero del mundo de los negocios.
– ¿No está al tanto de lo de Chadbourne?
Logan sacudió la cabeza.
– Traté de mantenerla lo más lejos posible del asunto. Ni siquiera sabe que vamos a esta casa en la playa. Yo mismo hice los arreglos.
– Qué considerado.
– No soy el peor de los canallas -se defendió Logan con aspereza-. No quiero que nadie corra riesgos innecesarios.
– Pero yo sí era un riesgo necesario. ¿Quién le dio poderes para creerse Dios, Logan?
– Hice lo que tenía que hacer.
– Para sus malditos intereses políticos.
– No, más que eso. El hombre que está en la Casa Blanca puede estar comportándose como Ben Chadbourne, pero no tiene su estatura ética ni su sabiduría. No quiero que ese hombre esté en condiciones de poder oprimir un botón que comenzaría la Tercera Guerra Mundial.
– ¿Así que ahora en lugar de ser un oportunista político es un patriota?
– Qué patriota ni patriota. Solamente quiero protegerme a mí mismo.
– Bueno, eso sí que me resulta fácil de creer.
– No es necesario que me creas. Es necesario que sepas que estamos del mismo lado.
– Ah, sí, claro, estamos del mismo lado. Usted se encargó de eso. De ponerme bien en el medio de todo este desastre. -Se apoyó contra el respaldo y cerró los ojos. -¿Y sabe quién es ese hombre en la Casa Blanca?
– Creemos que es Kevin Detwil. Es uno de los tres dobles que se utilizaron durante el primer año del gobierno de Chadbourne -explicó Gil-. Detwil apareció solamente dos veces en público, muy brevemente y luego renunció. Dijo que tenía que volver a su lugar de origen, en Indiana, por asuntos personales, pero en realidad fue a América del Sur a hacerse más cirugías plásticas.
– ¿Más cirugías plásticas?
– Se hizo algunas operaciones en Washington antes de obtener el empleo. Cuando lo metieron en toda esta trama, el requisito era que fuera idéntico a Chadbourne, hasta tenía que tener las mismas cicatrices en la parte baja de la espalda. Además, tenían que hacer un entrenamiento intenso sobre gestos, entonaciones de voz y todo eso. Y ni hablar de aprender sobre política, asuntos de gobierno y la vida diaria en la Casa Blanca. Lisa Chadbourne podía ayudarlo, sí, pero tampoco podían simplemente arrojarlo dentro de su nuevo papel.
– Todo esto son suposiciones, me imagino.
Gil se encogió de hombros.
– Los otros dos dobles están vivitos y coleando y aparecen de tanto en tanto. A Detwil nunca se lo vio en Indiana. Sin embargo, logré seguirle el rastro hasta una clínica privada cerca de Brasilia, donde trabaja un tal doctor Hernández, que tiene fama de suministrar caras nuevas a embaucadores, asesinos y terroristas. Detwil se internó bajo el nombre de Herbert Schwartz. Poco tiempo después de que el señor Schwartz fuera dado de alta, el desafortunado doctor Hernández cayó de la terraza de su departamento en un último piso.
– Kevin Detwil -repitió Eve lentamente-. Tiene que estar desequilibrado para hacer una cosa así. Pero el gobierno tiene que haber tenido un perfil sobre él. ¿No le hicieron una verificación de seguridad?
– Por supuesto, pero no hay muchos hombres en el mundo que podrían hacerse pasar por el Presidente, de manera que la elección era limitada. La verificación de seguridad en estos casos es, por lo general, para determinar si el sujeto es lo suficientemente discreto como para mantener silencio y lo suficientemente cuerdo como para no dispararle a nadie y poner en aprietos al gobierno. Y los antecedentes de Detwil -añadió Gil-, muestran a un chico estable y común de inteligencia moderada, que se convirtió en un hombre común y algo aburrido. Es soltero, lo crió su madre, con quien vivió hasta que ella murió, cinco años atrás.
– ¿Y su padre?
– Se separaron cuando Detwil era chico. Evidentemente, su madre lo tenía dominado.
– Cosa que lo preparó perfectamente para Lisa Chadbourne -concordó Logan-. Un hombre con esos antecedentes no tendría inconveniente en dejarse moldear por otra mujer dominante.
– ¿Pero se atrevería a meterse en una cosa así? Dijeron que era común y aburrido.
– Pero viste las filmaciones. Le encanta. Brilla en su papel -dijo Logan-. Imagina que tuviste una vida aburrida donde nadie te prestó atención. De pronto te conviertes en el hombre más poderoso del mundo. Todo el mundo te respeta, todos te escuchan. Es la versión masculina de Cenicienta y Lisa Chadbourne le dio el zapatito de cristal.
– Con cadenas -señaló Eve.
– Sí, pero él no debe de querer que sea de otro modo. Está acostumbrado a las cadenas. Hay hombres que así se sienten seguros.
– Entonces ella no lo considera un eslabón débil.
– Puede mostrarse nervioso en ocasiones, pero no cuando ella está cerca. Y no creo que Lisa Chadbourne vaya a perderlo de vista. Es probable que se haya convertido en lo más importante en su vida.
– ¿Lo suficientemente importante como para que él mate a Chadbourne por ella?
Logan se encogió de hombros.
– No creo que vaya a correr riesgos involucrándolo directamente a él en el asesinato. Detwil no tendría las agallas suficientes.
– Si es que ella lo hizo matar. No tiene pruebas de que Chadbourne haya sido asesinado.
– Tenía esperanzas de que pudieras ayudarnos con eso.
Eve sabía que ésas eran sus intenciones, pero no pensaba comprometerse más por el momento. Necesitaba tiempo para digerir todo lo que acababa de oír y decidir si podía ser cierto.
– Ya me lo imaginaba.
– No tienes demasiadas opciones.
– No me venga con pavadas.
– Bueno, opciones decentes, quiero decir.
– Ni me nombre la palabra decencia.
– Creo que es hora de encender la radio -murmuró Logan-. ¿Por qué no tratas de dormir un rato? Te despertaré cuando lleguemos a Carolina del Norte.
Encendió la radio y acordes de la Peer Gynt Suite de Grieg, inundaron el automóvil.
– Ay, por Dios -se quejó Gil, mientras se acurrucaba en un rincón-. Eve, dile que la apague y sálvame. Creo que estoy teniendo una recaída.
– Sálvate por tu cuenta. -La música le tranquilizaba los nervios. -No noté que te mostraras especialmente solícito conmigo, menos si mis necesidades son obstáculos para Logan.
– ¡Ay! -Gil hizo una mueca. -Olvida lo que te pedí. Creo que puedo acostumbrarme a la música clásica. Es más, para cuando lleguemos a la casa en la playa, me gustará más el viejo Grieg que Reba McIntyre.