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CAPITULO 15

UNIVERSIDAD ESTATAL DE KENNESAW

01:05

– ¿Cómo te está yendo? -Logan se agachó junto a la silla de Eve. -¿Tienes un minuto?

– No, no tengo un minuto. Me llevó horas conseguir este equipo y armarlo. -Ajustó el monitor. -Acabo de empezar.

– Llamó Margaret desde Lanier. Tengo el número de teléfono. Pensé que querrías hablar con tu madre.

– ¿Por qué no me lo dijo? Claro que quiero hablar con ella.

Logan marcó el número y le pasó su teléfono a Eve.

– ¿Mamá, cómo estás?

– Cansada. Preocupada por ti -respondió Sandra-. Diablos, y preocupada por mí también. Aparte de eso, estoy fantásticamente bien. ¿Cuándo va a terminar todo esto, Eve?

– Me encantaría saberlo. -Cambió de tema. -¿Qué tal es la cabaña?

– Linda. Está sobre el lago y tiene muy buena vista.

Pero Sandra no parecía estar disfrutando de la cabaña ni de la vista. ¿Y quién podía culparla? Eve le había alterado la vida y la había arrancado del nicho cómodo y agradable que se había construido.

– Trata de disfrutar y relajarte. ¿Tienes libros para leer?

– Margaret trajo unas novelas de suspenso, pero yo no leo demasiado, sabes. Hay un televisor gigante. -Hizo una pausa. -¿Crees que podría llamar a Ron? Sin decirle dónde estoy, desde luego.

– No, no lo hagas. Te prometo que trataré de sacarte de allí en unos días.

– De acuerdo. -La voz de Sandra se oía desganada. -Creo que me siento sola, nada más. Estaré bien. Ten cuidado, Eve.

– Sí, mamá. Que duermas bien. Te llamaré todos los días. -Entregó el teléfono a Logan. -Gracias. Me siento un poco mejor ahora.

– Ésa era la intención. ¿Cómo está ella?

– Deprimida. Quiere volver a su vida habitual. -Eve contempló el monitor, sin verlo. -Se merece una buena vida. Tuvo muchos problemas y ahora, por fin, las cosas están mejorando para ella. Conoció a alguien que le gusta mucho. Mamá siempre tuvo necesidad de otras personas.

– ¿Y tú no?

Eve se encogió de hombros.

– Creo que nunca me puse a pensar en eso. Siempre tuve demasiado trabajo.

– ¿Siempre?

– No, siempre no. Cuando Bonnie… -Se volvió y lo miró. -Otra vez está hurgando en mi vida, Logan.

– Perdón. Solamente quería saber qué es realmente importante para ti. -Dirigió una mirada al cráneo sobre el pedestal. -Además de tu obsesión por nuestros amigos los difuntos. Es curioso, parece que después de la muerte de tu hija no tuviste muchos amigos.

– Estuve muy ocupada.

– Sí, y tal vez no quieres establecer vínculos con nadie para no correr el riesgo de sufrir otra vez.

– ¿Cree que me voy a caer de espaldas ante su percepción? Sé perfectamente bien que evito las relaciones nuevas y también por qué lo hago.

– Por supuesto que lo sabes. Eres una mujer brillante. ¿Entonces por qué no haces algo al respecto?

– Tal vez no quiera hacer nada al respecto.

– ¿Ni siquiera vivir una vida más plena, más rica?

– No sabe cuán rica y plena es mi vida comparada con lo que era antes. Estaba perdida y ahora encontré un camino. -Siguió hablando en tono vacilante. -Me ahogaba en el dolor y ahora he logrado trepar a tierra firme. Con eso alcanza, Logan.

– No, no alcanza en absoluto. Es tiempo de seguir adelante.

Eve sacudió la cabeza.

– Usted no entiende.

– Trato de hacerlo.

– ¿Por qué?

– Te aprecio -respondió él con sinceridad.

Eve se quedó mirándolo.

– ¿Qué está tramando, Logan?

– Nada. No tengo todo planeado. Me hago de nuevos amigos… Aun si corro el riesgo de perderlos. Te aprecio y te admiro. Sentí deseos de decírtelo.

– Antes de empezar a usarme otra vez.

– Sí.

– Usted es increíble. -Eve volvió a fijar la vista en el monitor. -¿Espera que le diga que todo queda perdonado y que vayamos a jugar juntos al arenero?

– No, ya te dije, no tengo nada planeado. Todo eso quedó atrás. Por una vez quería ser sincero contigo. Lamento haberte desconcertado. -Se puso de pie. -Será mejor que te deje volver a trabajar.

– Sí, mucho mejor.

– Pensé que a esta altura habrías avanzado más.

Eve sintió alivio de que hubiera pasado ese extraño momento de revelación e intimidad y que Logan hubiera vuelto a su exigencia habitual. Tenía razón. La había desconcertado.

– Limpiar a Ben me llevó más tiempo de lo que creí. -Echó una mirada a Kessler, que estaba sentado ante una mesa en un extremo del laboratorio. -A Gary no le hizo gracia. No ve la hora de empezar a trabajar y yo todavía necesito el cráneo para la verificación.

– ¿Para qué tomaste esas fotografías en Barrett House?

– Como seguro.

– ¿Cuánto va a tardar la superimposición? Este lugar es demasiado público. Me quiero ir.

– Me estoy apurando todo lo posible. -Ajustó el enfoque de la cámara que apuntaba al cráneo sobre el pedestal y luego hizo lo mismo con la segunda cámara que apuntaba a las fotografías de Ben Chadbourne que Logan le había dado en Barrett House.

– ¿Cuánto te va a llevar esto? -insistió Logan.

– Depende. A veces lo que lleva más tiempo es preparar todo, nunca usé estos equipos antes. Creo que ya tengo todo listo.

– ¿Cómo funciona?

– ¿No tiene nada que hacer, me pregunto?

– Es que me interesa. ¿Te molesto?

– Bueno, digamos que no. -Hizo otros ajustes. -Como puede ver, una cámara apunta al cráneo, la otra enfoca la fotografía. El ángulo sobre el cráneo y la fotografía tiene que ser igual. Después las dos cámaras se conectan a una mezcladora, una máquina compaginadora que tengo conectada a una video reproductora. Esta video reproductora pasa las imágenes en el monitor. La mezcladora puede crear una pantalla dividida donde corre una línea vertical y horizontalmente entre las imágenes al mismo tiempo, o sobre la mitad de cada imagen. La línea puede moverse para mostrar menos de una imagen y más de otra. Eso se llama wipe. Pero lo que necesito hacer es un fade.

– ¿Qué es eso?

– Es como una secuencia de sueños en una película, cuando una imagen se borronea y luego se convierte en otra. Una imagen se superpone sobre otra y luego ecualizo el fade para que se pueda ver la fotografía y el cráneo, como si la piel de la persona fuera transparente.

– ¿Me lo puedes mostrar ahora?

– Ahí viene. -Eve puso las dos imágenes en el monitor y comenzó a trabajar.

– ¿Por qué elegiste…?

– Cállese, estoy ocupada.

– Perdón.

Apenas si notó la presencia de él a su lado durante el siguiente período de minuciosos ajustes.

Mover.

Demasiado.

Retroceder.

Ajustar.

Otra vez.

Otra vez.

Y otra vez.

– ¡Por Dios! -Logan se inclinó hacia delante, con la mirada fija sobre la espectral imagen superpuesta. -Es casi fantasmagórico.

– No hay nada de fantasmagórico. Es sólo una herramienta.

– ¿Puedo hablar ahora?

– Bueno, está hablando, si no me equivoco. -Eve hizo otro ajuste.

– ¿Por qué elegiste la fotografía en la que Chadbourne está sonriendo?

– Por los dientes. Los dientes casi nunca son perfectos y cada dentadura tiene sus propias irregularidades. Si los dientes coinciden, sacamos el gran premio de la lotería. Por eso tuve que trabajar con el cráneo antes de que Gary comenzara a arrancar los dientes.

– ¿Y en este caso los dientes coinciden?

– Oh, sí -declaró ella en tono satisfecho-. Coinciden perfectamente. ¿No lo ve?

– Me parece que están bien, pero no soy ningún experto. Y me distrae ese efecto fantasmagórico.

– Todo coincide. -Eve señaló. -Mire cómo la línea de mordida del cráneo coincide con la línea de los labios en la fotografía. -Golpeó la abertura de la nariz. -Y esto es del mismo tamaño y forma que la nariz. Las cuencas de los ojos están centradas en las órbitas del cráneo. Hay varios otros puntos de control y todos coinciden.

– ¿Entonces, qué se hace?

– Imprimo varias copias de ésta imagen en la pantalla y paso a la fotografía siguiente.

– Pero si me dijiste que en esta había coincidencia perfecta.

– Para una persona común, sí. Para el Presidente de los Estados Unidos, no. Hay que verificar cada facción. Necesito una mejor toma lateral del canal auditivo y del músculo del costado de…

– Entiendo. -Logan levantó la mano para detener el río de palabras. -¿Te puedo ayudar?

– Puede ir a hablar con Gary y tranquilizarlo hasta que yo termine. En cualquier momento me va a atacar.

– Escucho y obedezco. -Se puso de pie. -Últimamente sirvo sólo para tranquilizar. Me fastidia no poder entrar en acción.

– Lo prefiero en estado pasivo -comentó ella con ironía-. Cada vez que entra en acción me hundo más en esta arena movediza.

– Sin comentarios. -Cruzó el laboratorio hacia donde estaba Kessler.

Eve volvió a contemplar la pantalla. Sabía que la superposición convalidaría el trabajo que había hecho sobre el cráneo, pero de todos modos sentía un cosquilleo de emoción. Era un ladrillo más en la pared de pruebas que tenía que construir. -Ya estamos cerca, Ben -susurró.

Oprimió el botón de impresión en la impresora de vídeo Sony.

03:35

Llovía.

No se había dado cuenta mientras había estado trabajando en el laboratorio. Se apoyó contra la puerta abierta de la entrada, y contempló los cuidados jardines de la universidad. Respiró hondo y sintió el aire fresco y húmedo en los pulmones.

Debería de estar cansada, pero seguía excitada por el trabajo de superimposición.

– No tendrías que estar aquí afuera. -Joe estaba apoyado contra la pared de ladrillos a unos metros de la puerta. -Vuelve adentro.

– Necesito aire.

– ¿Terminaste?

– Terminé la superimposición, sí. Gary acaba de empezar a extraer el ADN. -Le miró la ropa. -Estás todo mojado.

– No tanto. La cornisa me protege. Es una sensación agradable, te diría. -Hizo una mueca. -Estoy que echo chispas.

– Me di cuenta. Pero no tendrías que culpar a Logan. La decisión de hacer el trabajo fue mía. Sabía que había riesgos, pero los honorarios eran demasiado buenos.

– Seguro que no te dijo cuán peligroso era todo hasta que te tuvo bien enganchada.

– Igual, la decisión fue mía. -¿Por qué defendía a Logan? Joe tenía razón al criticar sus métodos y ella había estado igualmente furiosa al descubrir cómo la había utilizado. Cambió de tema. -Es tarde. No deberías estar aquí. Diane se va a preocupar.

– La llamé.

– Si le dijiste que estabas conmigo se preocupará todavía más. Debe de haber visto el canal CNN.

– No se lo dije.

– ¿Le mentiste?

– No, sólo le dije que tenía que trabajar hasta tarde.

– Eso es casi una mentira. Si no fueras franco conmigo, me enfurecería.

– No eres Diane. Ella prefiere no enterarse de las cosas cuando se ponen desagradables. Nunca pudo acostumbrarse a estar casada con un policía. Preferiría que dejara esto y me dedicara a algo con un poco más de prestigio.

– Bueno, no puedo decir que la situación no sea de lo más desagradable, pero de todos modos, yo te haría decirme la verdad. El matrimonio debería ser una sociedad.

– Existen varias clases de matrimonios.

– No debería sorprenderme. A mí tampoco me cuentas todo. -Apartó la mirada; sus ojos se perdieron en la distancia. -Por ejemplo, nunca me dijiste que habías tenido que matar gente en cumplimiento del deber.

– Ya habías tenido suficiente violencia en tu vida, no te hacía falta más.

– ¿Esa decisión la tomaste tú? ¿Igual que la que tomaste para proteger a Diane? Claro, hay que alejar a las delicadas damiselas de cualquier cosa desagradable.

– ¿Si quería protegerte? -preguntó él con aspereza-. Diablos, sí. Pero también quería protegerme a mí mismo. Sabía que te pondrías así. No quería que me miraras y vieras a Fraser.

– Nunca haría eso. Te conozco. Estoy segura de que solamente hiciste lo que tenías que hacer.

– Entonces vuélvete y deja que te vea la cara.

Eve juntó fuerzas, se volvió y lo miró.

– Mierda -masculló Joe.

– Es sólo que tengo que acostumbrarme a la idea. Siento como si no te conociera realmente.

– Me conoces mejor que cualquier otra persona en esta Tierra, del mismo modo que yo te conozco a ti mejor que nadie.

– ¿Entonces por qué no me contaste…?

– Está bien, te lo voy a contar. -Apretó los puños contra los costados del cuerpo.-¿Quieres contar los cadáveres? Fueron tres. Dos traficantes de drogas. Al tercero solamente le gustaba matar y me hacía acordar a Fraser. Siempre me pregunté si ése fue realmente en defensa propia. Tal vez no quise correr el riesgo de que lo dejaran libre. -Bajó la voz. -Y en ningún momento perdí un minuto de sueño por ellos. ¿Sientes que me conoces mejor, ahora?

– Joe, no…

– ¿Quieres que te hable sobre el tiempo que estuve en el grupo SEAL? No, veo que no. Con tres te alcanza. No quieres la sombra de la parca cerca. Yo sabía eso y lo acepté.

– ¿Por qué no me enteré de esas muertes?

– Porque me di cuenta de que no querías enterarte de eso. Fue muy fácil. Después de lo de Bonnie, no mirabas las noticias ni las leías. Solamente tuve que asegurarme de que nadie del Departamento abriera la boca. -La miró a los ojos. -Y lo volvería a hacer. No estabas lista para hacerle frente a la idea de que yo no era un policía de pueblo deambulando por la calle principal sin nada que hacer. Tal vez nunca lo estés. -Su mirada se trasladó al corredor que llevaba al laboratorio. -Y no me gusta que nuestro amigo Logan haya removido todo este avispero.

– Entonces no tendrías que haberlo amenazado.

– ¿Crees que no lo sé? Fue una estupidez. Me enfurecí y dejé que me vieras. -Sonrió con aire bravucón. -O tal vez me estoy mintiendo a mí mismo. Tal vez sí quise hacerlo. Es posible que haya estado hasta la coronilla de que… ¿Pero cuánto tiempo crees que puedo soportar con todo adentro de mí sin…? -Respiró hondo. -No arruines lo que hay entre nosotros, Eve. Hace mucho tiempo que estamos juntos. Como bien dijiste, me conoces.

– ¿De veras? -susurró ella.

– De acuerdo, empezaremos de nuevo. Seré sincero contigo aunque eso te haga pedazos. ¿Estás más satisfecha, ahora? -Joe le dio la espalda. -Porque yo no lo estoy. Pero bueno, estoy acostumbrado. Se ha convertido en un modo de vida para mí.

– ¿Qué estás diciendo?

– Esto no conduce a nada. Tengo que ir a vigilar el perímetro. -Comenzó a bajar los escalones. -Pero no te preocupes, si me encuentro con algunos rufianes, los trataré con guantes de seda. Al fin y al cabo, no queremos que me vuelva a manchar las manos con sangre, ¿no?

Estaba enojado con ella. Tal vez tenía el derecho de estarlo. Era su amigo, un hermano, y ella lo había apartado de sí y lo había dejado afuera. Joe la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de todo lo que estaba sintiendo.

Pero ella no lo conocía tan bien. Creyó conocerlo, pero nunca supo todo lo que él le había mantenido oculto.

En realidad, no había querido enterarse de eso. Los policías tenían que lidiar con la violencia todos los días y si se hubiera puesto a pensar en eso, se habría dado cuenta de que Joe no hubiera podido ser diferente.

No quería que cuando me miraras vieras a Fraser.

Ella lo había negado, pero ¿acaso no había pensado justamente eso cuando Logan le habló de las muertes en el pasado de Joe? No era racional ni era justo, pero el pensamiento le había cruzado por la cabeza.

Otra ola que Logan había puesto en movimiento para perturbar su vida. Sólo que esta vez era más bien un maremoto.

Tenía que quitarse eso de la cabeza. Ya bastantes cosas tenía para preocuparse. Qué fácil resultaba decirlo. No era sencillo quitarse de la cabeza la idea de que había hecho enojar a Joe.

¿Y si no se trataba solamente de haberlo hecho enojar? ¿Y si lo había herido? Joe era duro, pero no era imposible de herir. Y lo que menos deseaba ella era hacerlo sufrir.

No podía quitarse la idea de la mente, pero iba a tener que enviarla a un rincón y detenerse más tarde a considerar todas las ramificaciones. Joe era demasiado importante para ella. Si comenzaba a preocuparse por él, no iba a poder hacer ninguna otra cosa.

Así que lo mejor sería entrar y ver si podía ayudar a Gary. Tenía que terminar con todo esto para poder volver a una vida normal con problemas normales.

Dio media vuelta y tomó por el corredor en dirección al laboratorio.

Kessler levantó la vista cuando Eve se le acercó.

– ¿Estás bien?

– Sí. Solamente quería tomar aire. ¿Cómo te está yendo?

– Bastante mal. -Volvió a bajar la vista hacia el molar que estaba recortando. -Al pobre infeliz no le va a quedar ni un diente para cuando junte suficiente ADN para una muestra. Este es el tercero que corto.

– ¿Necesitas que te ayude?

– ¿Para compartir los laureles?

Eve sonrió.

– Te prometo que jamás lo contaré.

– Sí, claro, ya he oído eso antes. Vete.

– Como digas. -Pero Eve no se movió: se quedó observando cómo él atravesaba con cuidado el esmalte del diente. -Estuve pensando. Después de que obtengamos la muestra, lo mejor sería que te tomaras unas vacaciones, tal vez en tu casa en la playa.

– Ah, ¿estás tratando de salvarme el pellejo, Duncan? ¿Sientes un poco de remordimientos, quizá?

– Sí.

– Qué bien. Un poco de culpa hace bien al alma. -Tenía la mirada fija en el diente. -Pero no te engañes: no estoy haciendo esto por ti. Este trabajo me va a convertir en una estrella. Siempre quise ser el centro de atención.

– Sí, por supuesto, por eso trabajas como un demonio y vives como un ermitaño.

– Las almas gemelas se reconocen. Dentro de cincuenta años estarás viviendo en tu laboratorio y comiendo pizza fría.

– ¿Y mintiendo acerca de querer ser famosa? Vamos, admítelo, sólo sientes curiosidad.

– En parte. -Comenzó a abrir el diente con cuidado.

– ¿Y el resto qué es?

– ¿Sabías que pasé mi infancia en Munich, en los años treinta?

Eve sacudió la cabeza y lo miró con expresión sorprendida.

– Nunca me hablaste de eso.

– No, solamente hablamos de trabajo ¿no es así? Los huesos, los muertos… -Se acomodó los anteojos sobre la nariz. -Mi madre era judía, pero mi padre era de raza aria con buenas conexiones en el gobierno. Los nazis lo presionaron para que se divorciara, pero él no quiso. Era dueño de una pequeña panadería y durante dos meses tuvo que cambiar las ventanas que le rompían todos los días. Igual se negó a divorciarse. Luego, una noche, no volvió a casa desde la panadería y nos dijeron que lo había atropellado un camión. Perdió una pierna y pasó nueve meses en el hospital. Para cuando se recuperó y volvió a caminar, todo había terminado. El negocio había cerrado y los nazis habían comenzado a cercar a los judíos. Logramos escapar a Suiza y de allí, más tarde, vinimos a Estados Unidos.

– Ay, Dios, qué terrible, Gary, lo lamento.

– Yo lo que sentí fue ira. Observaba a esos hijos de puta recorrer el vecindario, arrojándose encima de cualquiera que se les cruzara. Matones. Se llevaban todo lo que hacía que la vida valiera la pena. Dios, cómo odio a los matones. -Hizo un ademán en dirección al cráneo. -Y los que hicieron esto son como esos malditos nazis, se creen los dueños del mundo. Me dan asco. Y esta vez no pienso dejar que se salgan con la suya.

Eve tragó saliva para aflojar el repentino nudo que sentía en la garganta.

– Gary, lo que estás diciendo es muy noble.

– Caray, sí. Además, éste puede ser mi último trabajo. El canto del cisne, diríamos. Y quiero cantar fuerte y bien claro.

– ¿El canto del cisne? ¿Tienes pensado retirarte?

– Puede ser. Ya tengo edad más que suficiente. Soy un anciano, Eve.

Eve negó con la cabeza

– No, Gary.

El rió por lo bajo.

– Tienes razón, no soy viejo. Cuando me miro en el espejo, veo al muchacho que era a los veinte. Tal vez con unas arrugas más, pero casi nunca reparo en ellas. Es como esa superimposición que haces. No importa lo que haya en la capa superior, debajo está ese joven atractivo, yo lo siento allí. ¿Crees que todos los viejos se engañan a sí mismos tanto como yo?

– No te engañas a ti mismo. Todos vemos lo que queremos ver. Todos tenemos una visión de nosotros mismos. -Trató de sonreír. -Caray, Gary, no eres viejo y no te vas a retirar. Te necesito.

– Es cierto. Hace falta un hombre benevolente y excepcional para lidiar con alguien tan obstinado y lleno de defectos como tú. Quizá tenga que quedarme por aquí nada más que para… ¡Ay, mierda! -Hizo a un lado el diente. -Otro más que no sirve. Vete, me traes mala suerte.

– Pero qué pensamiento tan científico. -Eve se apartó. -Bueno, llámame si me necesitas.

– No es probable. -Gary se inclinó sobre el cráneo mientras ella se alejaba.

– ¿Hay avances? -Logan se enderezó en el sillón del otro lado de la habitación.

– Todavía no.

– En el cuarto de atrás vi una cama. ¿Por qué no tratas de dormir un rato?

Eve sacudió la cabeza.

– Quiero estar aquí por si cambia de idea y quiere que lo ayude. -Se sentó junto a Logan y apoyó la cabeza contra la pared. -Es mi responsabilidad. Yo lo metí en esto.

– Parece estar divirtiéndose. De un modo cerebral, claro -comentó Logan, mirando a Kessler.

– ¿Cerebral? Qué diablos, él cree que es Schwarzkopf o Eliot Ness o Lancelot o algún otro… -Respiró hondo y dijo con vehemencia: -Más vale que se asegure de que no le pase nada, Logan. Debería haber ido a ver a su hombre en Duke. Yo no pensé más que en quién sería el mejor para el trabajo. No pensé en lo peligroso que podía ser para Gary.

– En cuanto consigamos la muestra de ADN y una declaración jurada, lo haremos desaparecer de la escena.

– ¿Sí, como hizo desaparecer a mi madre?

– Ya te dije que estaba a salvo, Eve. Hablaste con ella.

– No está a salvo, ni lo estará hasta que todo esto haya terminado.

Ninguno de ellos estaría a salvo. Joe, Gary y su madre habían caído en la red, también, por culpa de Eve.

– Está bien, lo acepto, no está en un lugar tan seguro como me gustaría -admitió Logan-, pero es lo mejor que puedo hacer por ahora. -Hizo una pausa. -Kessler parece haberte perturbado. ¿Qué dijo?

Cosas de nazis, cantos de cisnes y un joven en un espejo.

– Nada importante.

Mentira. La vida de Gary era importante. El hecho de que nunca había escarbado más allá de la superficie del pasado de Gary Kessler era importante. Era una noche de revelaciones, pensó, sintiendo un repentino cansancio. Logan, Joe y ahora Gary. Cerró los ojos.

– Asegúrese de que no le pase nada ¿de acuerdo?

LA CASA BLANCA

07:20

– Kessler -dijo Lisa en cuanto Timwick tomó el teléfono-. Averigua sobre Kessler en Emory.

– Sé cómo hacer mi trabajo, Lisa. Voy a hacer averiguaciones sobre Kessler. Está en mi lista.

– Entonces ponlo más arriba en la lista. Duncan ha trabajado con él varias veces. Estaba en ese disco que me enviaste ayer.

– Ella también trabajó con otra gente. -Lisa lo oyó revolver papeles. -Y hace más de dos años que no trabaja con él.

– Pero fue el primer antropólogo con el que trabajó. Tienen un historial de trabajo juntos. Eso sería importante para ella.

– ¿Entonces por qué no ha trabajado con él últimamente? Logan hizo averiguaciones sobre Crawford en…

– ¿Fueron a Duke?

– No, pero es muy pronto todavía.

– ¿Pronto? Ya deberías haberlos atrapado. Nos estamos quedando sin tiempo. Pon a Kessler arriba de todo en la lista. -Cortó la comunicación.

No debió mostrarse tan tajante, no había sido una jugada inteligente. Cuanto más ansioso se ponía Timwick, más crecía su rencor y más trataba de dominarla. ¿Pero cómo podía un hombre inteligente tener tan poca imaginación? ¿No se daba cuenta de que la clave era Duncan y no Logan?

Respiró hondo y trató de recuperar la compostura. No debía dejarse dominar por el pánico. Ni perder el control. Sí, de acuerdo, el problema era doble: había que recuperar el cráneo de Ben, cualquier prueba carecería de valor sin el cráneo. Dos: había que eliminar a Logan y a Duncan y destruir cualquier otra prueba que pudiera existir. Diablos, Timwick no estaba haciendo ninguna de las dos cosas. Ella se había dado cuenta de que era un eslabón débil desde aquel error con Donnelli y había hecho planes alternativos para actuar cada vez que fuera necesario.

Y ahora era necesario. Cuanto más tiempo pasaba, más peligroso se tornaba todo. Era ella la que tenía que tomar las riendas.

¿Cómo había llegado a este punto? Ella no hubiera querido nada de esto. No era justo.

Bueno, muchas cosas en el mundo no eran justas e igual había que hacer las cosas. No tenía forma de deshacer lo que había hecho aquel día, así que sólo le quedaba la opción de protegerse a sí misma y todo lo que había ganado.

Abrió la libreta de teléfonos y buscó el número que le había pedido a Timwick tres semanas antes.

Marcó rápidamente. Sonó tres veces antes de que respondieran.

– ¿Señor Fiske? Nunca hablamos antes, pero pienso que es hora de que lo hagamos.