173937.fb2 La Cara del Enga?o - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 20

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CAPITULO 18

El aroma de la orilla húmeda y mohosa del río golpeó a Logan no bien descendió del coche. El olor a tierra le recordó el campo de maíz de Maryland.

Lo que no era un recuerdo particularmente agradable, se dijo. Una distracción que terminó bien, pero todavía recordaba la cara de Eve cuando descubrió que él la había usado como carnada.

– ¿Lindo olor, no? -Gil respiró hondo y echó a andar hacia el río. -Me hace acordar a mi casa.

La zona parecía desierta, Gil, por fortuna, había elegido un sitio de encuentro sin árboles ni escondites.

– ¿Al golfo? ¿Eres de Mobile, no?

– De un pueblito en las afueras de Mobile.

– El profundo sur.

– ¿Dónde crees que aprendí a idolatrar a Garth Brooks?

La mirada de Logan rastrillaba la orilla del río. Tendría que ser allí… Cómo deseaba que hubiera luz de luna.

– Pero si me dijiste que la música country es universal.

– Sí, pero cada universo tiene un planeta central. -Miró a Logan. -Tranquilízate, todo va a salir bien. Nadie puede acercársenos sin que lo veamos. Si aparece alguien que no sea Maren, nos vamos de inmediato.

– ¿Y si nos impiden llegar al auto?

– Siempre nos queda la opción de nadar.

– Tengo una idea mejor. -Respiró aliviado cuando salió la Luna desde detrás de unas nubes y vio el brillo de acero inoxidable. -Alquilé una lancha de motor e hice arreglos para que me la trajeran por el río y me la dejaran aquí cerca.

Gil lanzó una carcajada.

– Sabía que harías algo así. Dios, qué personaje eres, John.

– Bueno, es mejor que nadar.

– ¿Piensas que no lo habría hecho yo mismo si no hubiera sabido que tú te encargarías?

– ¿Cómo cuernos quieres que sepa lo que vas a hacer? Fuiste tú el que organizó este encuentro estúpido. ¿Por qué no le dijiste que te llamara, directamente?

– Porque tal vez necesite que lo convenzamos más. Es demasiado fácil cortar una llamada telefónica.

– Sí, y tú lo que tienes es un deseo enfermizo de morir joven.

– ¿Yo? Pero si el riesgo es mucho mayor para ti que para mí. A mí ya me pusieron una bala este mes. Calculo que con eso ya alcanza. Tú deberías haberte quedado en Georgia y dejado que yo me encargara de todo. -Logan no respondió. -Por supuesto, me doy cuenta de que tenías miedo de que algo pudiera sucederme. -Gil le dirigió una mirada traviesa. -Es natural que no quieras que nada le suceda a un hombre tan brillante y carismático como yo.

– ¿Te parece?

– Además no tienes tantos amigos que estén dispuestos a soportar tu falta de aprecio por las cosas que realmente valen la pena de la vida. Sí, debí imaginarme que te tomarías el primer avión por motivos puramente egoístas.

– Puramente egoístas, sí.

– Ah, lo admites.

– Claro que sí. No aguantaba un solo día más en Bainbridge. Lo único que pasaban por la radio era Hak Williams Jr. Y esa maldita canción Feed Jake.

Gil rió por lo bajo.

– No, ¿en serio? Esa ciudad sí que me gustaría.

– Concuerdo contigo. En el bolsillo tengo un pasaje de avión para ti. -Apretó los labios con fuerza. -Si es que sobrevives al encuentro de esta noche, por supuesto.

La sonrisa de Gil se borró.

– Esto vale cualquier riesgo, John. Me di cuenta de que logré poner nervioso a Maren.

– ¿Adónde está, entonces?

– Es temprano. Pienso que vendrá.

Faltaban cuarenta minutos. Pero no había señales de movimiento en la orilla del canal ni en el río. Si había una trampa, era imposible verla.

Quizá Gil hubiera logrado convencer a Maren. Era posible. Tal vez, en una hora todo esto terminaría, y el trabajo sobre el cráneo de Ben pasaría a tener importancia secundaria.

Dios, cómo deseaba que fuera así.

¿Pero dónde cuernos estaba Maren?

El guardia de seguridad levantó la vista e interrumpió su conversación con el empleado del mostrador de información.

– Buenas noches, doctor Maren -dijo, sonriendo-. Trabajó hasta tarde, esta noche.

– Papeles y más papeles. Son la maldición de mi existencia. Buenas noches, Paul.

Salió por las puertas de vidrio y se dirigió al lugar de estacionamiento que tenía asignado, donde estaba su Corvette 1957 clásico. No estaba atrasado. En media hora estaría en el canal.

Salió del estacionamiento y tomó a la izquierda. Con suerte, todo habría terminado antes de que llegara allí. Timwick, en realidad, no lo necesitaba como carnada para atrapar a Price.

¿Entonces para qué iba? ¿Era realmente Price el que iba a caer en la trampa?

El veneno que Price le había inyectado lo estaba carcomiendo. Lisa. Muerte.

Basta. No era cierto. Price le había hablado de suposiciones, no le había dado pruebas. Había un lazo de unión entre Lisa y él. Ella era consciente de eso igual que él.

La luz roja se encendió en el semáforo de la intersección que tenía adelante.

¿Un símbolo?

No le haría daño moverse con cautela. No iría al encuentro con Price. Se iría a su casa y esperaría a que Lisa lo llamara y le contara lo sucedido. En cuanto tomó la decisión, la tensión se disipó. Doblaría a la derecha en la siguiente intersección y en diez minutos estaría a salvo en su casa.

Apretó el freno al acercarse al semáforo en rojo.

Nada.

Apretó el pedal desesperadamente, una y otra vez.

El Corvette siguió avanzando hacia la intersección. Era tarde. Tal vez el tráfico…

Un camión recolector de basura se dirigía hacia la intersección. Era enorme. Y venía rápido. Santo Dios, venía a demasiada velocidad como para frenar.

El camión embistió como un tanque al Corvette, del lado del conductor, y lanzó al pequeño automóvil de costado en dirección al poste de alumbrado de la esquina. El poste atravesó la fibra de vidrio, la carne, los huesos y los músculos.

Lisa.

El hombre que se acercaba tenía la estatura y la contextura física de Maren y estaba solo.

– Te dije que me iba a hacer caso -murmuró Gil.

Un leve zumbido hacia el sur.

El corazón de Logan dio un vuelco.

– Sí, eso es lo que crees tú.

Por aire.

¿Por qué no se le había ocurrido que vendrían por aire?, pensó Logan cuando las brillantes luces azules del helicóptero se clavaron como lanzas sobre ellos desde el aire.

– ¡Corre hacia la lancha! ¡Mantente agachado!

Gil ya había echado a correr hacia la embarcación. El hombre al que habían confundido con Maren corría hacia ellos.

Una bala pasó silbando junto a la oreja de Logan.

– ¡Hijo de puta!

Gil estaba en la lancha, desatando la cuerda de la amarra.

El maldito helicóptero ya estaba casi encima de ellos, inundando la embarcación con luz fría y azul.

Logan subió de un salto a la lancha y encendió el motor.

Las balas llovían sobre el agua, delante de ellos.

– Mantente agachado. -Logan comenzó a zigzaguear por el agua, tratando de esquivar el cono de luz. -Si logramos llegar a ese pequeño canal estamos a salvo. Está protegido por árboles y hay demasiadas edificaciones para que puedan seguir disparando. Abandonaremos la lancha y…

Otra lluvia de balas, más cerca.

Demasiado cerca.

Cielos, ese haz de luz era como un reflector. ¿Cómo iban a errarle?

A menos que quisieran errarle.

A menos que les resultaran más valiosos vivos que muertos.

El cráneo. ¡Santo Cielo, necesitaban el cráneo!

La lancha entró como un rayo en el angosto canal y se perdió en las sombras de los árboles.

Todavía no estaban a salvo ni lo estarían mientras se quedaran en la lancha. La acercó a la orilla y apagó el motor. Descendió de un salto y tomó la cuerda.

Oía el helicóptero encima de ellos.

– Vamos, iremos hasta la casa y veremos qué medio de transporte podemos…

Gil lo miraba con ojos brillosos.

─¿Gil?

¿Por qué Logan no había llamado?

Eve rodó en la cama y miró la cara iluminada del despertador que estaba sobre la mesa de luz. Eran casi las tres de la mañana. Logan podría haber tomado el maldito teléfono para avisarle que Gil y él estaban bien.

Si es que no les había pasado nada. Si no habían caído en la trampa.

Lo mejor era dormir. Estaban a cientos de kilómetros y ella no podía ayudar en nada quedándose allí contemplando la oscuridad.

Y deseando no haber sido tan antipática con Logan antes de que se fuera.

Caray, estaba teniendo remordimientos, como si él no fuera a volver con ella.

¿Con ella? Con Ben y con las pruebas forenses, con el propósito que tenían en común. Nunca con ella.

Kessler le golpeó la puerta a las siete y media de la mañana.

– Tienes que ver algo. -Entró en la habitación del motel y encendió el televisor. -El secretario de prensa del Presidente acaba a dar un comunicado, CNN lo está repitiendo.-Cuando apareció una imagen de Kevin Detwil en la pantalla, Kessler murmuró: -Míralo. Aun sabiendo que no es Chadbourne, sigo sin poder…

La imagen pasó de inmediato al grupo de periodistas que hacían preguntas a Jim Douglas, el secretario de Prensa de Chadbourne.

– ¿El que murió en el incendio no era John Logan?

– Así me han informado. El hombre que murió carbonizado allí era Abdul Jamal,

– ¿Y usted cree que existe la posibilidad de una conspiración de asesinato?

– Me gustaría decir que no. Les aseguro que al Presidente no le agrada la idea de ser un blanco. Pero puesto que el incendio se produjo en un momento en que el presidente Chadbourne había sido invitado a Barrett House, el señor Timwick me ha dicho que se ve obligado a considerar la posibilidad y aumentar la seguridad.

– ¿Y se sospecha que Logan ha instigado esta conspiración?

– Es nuestro sincero deseo que no sea así. A pesar de que están en extremos opuestos del espectro político, el Presidente siempre ha sentido un gran respeto por Logan y le gustaría que se presentara a explicar todo esto. -Hizo una pausa. -Hasta que eso suceda, tendremos que considerar a Logan una amenaza tanto para el Presidente como para el país. Jamal era un conocido terrorista y asesino y el Servicio Secreto cree que la visita del. Presidente a Barrett House habría sido un error catastrófico.

– Se nos informó que el cuerpo estaba casi completamente destruido. ¿Cómo lograron comparar el ADN con el de Jamal?

– El señor Timwick solicitó que se realizara un examen.

– ¿Entonces ya sospechaban de que Jamal estaba en Barrett House?

– Cuando el Presidente va a alguna parte, debemos asegurarnos que haya seguridad total. Todos ustedes saben el fanatismo con que Logan se ha opuesto a la reelección del Presidente. Cuando el señor Timwick descubrió que existían posibilidades de que el señor Logan se hubiera puesto en contacto con Jamal durante su última visita a Japón, solicitó a Bethesda que se realizara una comparación de ADN. -Levantó una mano. -No más preguntas. El Presidente me ha pedido que les asegure que de ninguna manera esta amenaza impedirá que asista al funeral de su buen amigo ni que continúe con la ejecución de sus tareas como presidente. -Jim Douglas dio media vuelta y se retiró de la habitación.

Hubo una última imagen del Presidente en el Jardín de Rosas, que debía de haber sido tomada en otro momento. Le estaba sonriendo a Lisa Chadbourne y ella le devolvía la sonrisa con la mezcla justa de apoyo y preocupación.

– Dios Todopoderoso. -Eve apagó el televisor y se volvió hacia Kessler. -¿Están buscando a Logan de verdad?

– Se han lanzado de lleno. Es el sospechoso principal. Y también te consideran sospechosa a ti.

Eve cruzó los brazos contra el pecho para controlar los temblores que la sacudían.

– ¿Ahora soy terrorista, además de asesina?

– Te han bajado de categoría. Eres solamente cómplice. Logan es el asesino. Piensan que tuvo un altercado con Jamal respecto de los términos del asesinato y que lo mató.

– Y prendió fuego a la casa para ocultarlo.

– Exacto.

– Es totalmente ridículo. Nadie puede creer una historia semejante. Logan es un empresario respetable. ¿Qué motivo tendría para enredarse con terroristas?

– No estoy tan seguro de que no vayan a creer la historia -respondió Gary lentamente. -El común de la gente que se sienta a mirar televisión tiende a aceptar lo que las autoridades le dicen y además, a la gente no le caen bien los grandes empresarios. ¿No has oído eso acerca de que la única forma de hacer que alguien acepte una gran mentira es contar una pequeña verdad junto con ella? ¿Te diste cuenta de que Douglas puso el acento en dos puntos? En el "fanatismo" político de Logan y en sus viajes fuera del país. Empezaron con hechos básicos y comprobables y después le añadieron todo eso del ADN, sabían que contaban con el miedo que el estadounidense promedio siente por los terroristas extranjeros. Es un paquete bastante completo.

Lo suficientemente completo como para hacerle imposible a Logan salir a la superficie sin correr el riesgo de que le dispararan al verlo.

– Ella lo tenía todo planeado. -A Eve todavía le costaba creerlo. -Por eso, cuando encontraron ese cuerpo en Barrett House, Detwil hizo declaraciones a favor de Logan y reveló que había estado en sus planes ir a pasar el fin de semana allí. Creímos que ella estaba tratando de lograr que Maren cambiara el ADN para demostrar que era el cadáver de Logan. Pero en lugar de estar haciendo eso, estaba armando esta trampa.

Gary asintió.

– El hecho de que hayan identificado ese cadáver como Jamal te pone en una situación mucho más difícil.

Difícil. Era una pesadilla.

– Logan será el blanco de todas las fuerzas del orden del país.

Tal vez ya estuviera muerto. ¿Por qué no la había llamado?

No, los medios de comunicación se habrían enterado de la captura o la muerte de Logan. De pronto recordó las últimas palabras del secretario de Prensa.

– ¿Qué funeral? ¿De qué estaba hablando?

– De Scott Maren. Se mató anoche en un accidente automovilístico. Acaban de anunciar que el funeral será dentro de dos días.

Las palabras la golpearon como una maza.

─¿Qué?

– Un camión embistió el Corvette de Maren.

– ¿Adónde? ¿Cerca de donde Gil tenía que encontrarse con él?

– No. A unas pocas cuadras del hospital. Creen que tuvo un problema con los frenos.

– Lo asesinaron.

Gary sacudió la cabeza.

– La versión oficial dice que no. Están investigando, pero creen que fue un accidente. Un médico respetado, muy querido por todos. No hay motivos para asesinato.

– Fue asesinato. -Las coincidencias eran demasiadas. Lisa se había librado de Maren por temor a que se hubiera convertido en una carga, en un peso. Lo que significaba que Maren le había contado de su encuentro con Gil.

– Le tendieron una trampa a Gil. -Y Logan había entrado en la trampa con él.

– Es posible, pero no lo sabemos. Tenemos que esperar y ver qué pasa. Mientras tanto, me parece que será mejor que no te acerques al laboratorio -le aconsejó Kessler-. Si estuviera Logan, querría que te quedaras aquí con el guardia de seguridad de Teller.

– No, iré contigo.

– ¿Para protegerme? -Hizo una mueca. -¿Qué puedes hacer sentada dentro de un coche en una playa de estacionamiento? Te agradezco el esfuerzo, pero puedo cuidarme muy bien solo. Además está a solamente diez minutos de aquí. Te prometo que te llamaré si te necesito.

– Voy contigo, diablos.

– ¿Y Logan? ¿Tuviste noticias de él?

– No.

Kessler le tocó los círculos oscuros debajo de los ojos.

– Y estás preocupada. ¿No quieres quedarte aquí a esperarlo? Él es el que está en peligro.

– No puedo ayudarlo. Ni siquiera sé dónde está.

– Es un muchacho inteligente. Volverá. -Kessler se volvió para irse. -Tengo que volver al laboratorio. Chris me prometió esos resultados para última hora de hoy, pero trabaja mejor si le aplico una sutil presión.

Eve trató de sonreír.

– No hay nada de sutil en ti, Gary.

– Puede que no, pero soy efectivo. -Se detuvo en la puerta. -Quédate aquí. No tienes coche y yo no te permito subir a mi Volvo, así que no puedes hacer otra cosa que quedarte aquí.

– Me sentiría mejor yendo contigo.

– Puesto que el que controla los medios de transporte soy yo, se hace lo que yo digo. Te veré a la hora de la cena. Ven a mi habitación a las ocho. Vi un volante con los menús de Bubba Blue's Barbecue. -Sacudió la cabeza. -Qué nombre absurdo. Por suerte, envían la comida a domicilio. Me imagino un lugar con aserrín en el piso, una víbora cascabel dentro de una caja de vidrio y un melancólico cantante de música country y me dan escalofríos.

La puerta se cerró detrás de él.

Eve también sentía escalofríos, pero por motivos diferentes. Cerró los ojos, pero siguió viendo la expresión de Lisa Chadbourne cuando miraba a Detwil. La esposa fiel protegiendo a su esposo en su hora de tribulaciones.

Pero el que estaba en su hora de tribulaciones era Logan. Logan y Gil, fugitivos.

¿Dónde cuernos estaban?

– Dios Santo -murmuró Sandra, con la vista fija en el televisor. -¿Qué le estará pasando a Eve, Margaret?

– Nada. No los han atrapado ni los atraparán. John es demasiado inteligente para permitir que eso suceda. Todo esto te está poniendo muy mal. -Margaret apagó el televisor. -Qué demonios, me está poniendo mal a mí también.

– ¿Por qué no me llamó Eve?

– Te llamó ayer.

– Pero debió saber que vería… ¿Qué piensas que tendríamos que hacer?

– Lo que estamos haciendo. Quedarnos aquí quietas hasta que John arregle todo.

– Sí, claro. -Sandra se mordió el labio inferior.

– Tal vez deberíamos hacer algo.

– ¿Cómo qué?

– Tengo un amigo en la oficina del fiscal de Distrito.

– No -replicó Margaret con aspereza, pero de inmediato atemperó el tono-. No nos podría ayudar y terminaría por hacer que cualquiera que nos esté buscando nos encontrara.

– Tal vez no. Ron se movería con mucha cautela.

– Sandra, no.

– No puedo quedarme aquí sentada. -Miró a Margaret a los ojos. -Sé que piensas que soy una inservible, pero conozco la calle, te lo aseguro. Dame la oportunidad de hacer algo.

– No pienso que seas inservible -respondió Margaret con suavidad-. Pienso que eres inteligente, buena y que en circunstancias normales, tú me estarías cuidando a mí. Pero éstas no son circunstancias normales. Así que ten paciencia, ¿quieres? -Sandra sacudió la cabeza. -Entonces trata de pensar en otra cosa. ¿Quieres jugar al blackjack?

– ¿De nuevo? Me ganas siempre. Debes de pasarte la vida en Las Vegas.

– Bueno… -Margaret sonrió. -Uno de mis hermanos es el que reparte las cartas en un casino.

– ¿Viste? Ya me lo imaginaba.

– Bueno, de acuerdo, no jugaremos a las cartas. Me sacrificaré y dejaré que me prepares otra de esas deliciosas comidas. Quiero que seas consciente de que voy a ser una bola de grasa cuando salgamos de aquí.

– Soy un desastre en la cocina, lo sabes muy bien. Deja de tratar de distraerme.

– Bueno, la cazuela de anoche estuvo mejor que el chili del almuerzo. Puede que estés mejorando.

– Sí, y las vacas vuelan. -Lo mejor era seguirle la corriente, pensó Sandra con resignación. Margaret podía ser implacable, y además, cocinar la mantenía ocupada. Se puso de pie. -Prepararé carne a la cacerola. Pero tú tienes que hacer la ensalada y lavar los platos.

– Soy una esclava -se quejó Margaret-. De acuerdo, vamos.

La tercera es la vencida.

Fiske observó a las dos mujeres moviéndose por la cocina. El aroma de la carne y los ajíes llegó hasta él y le recordó que no había tomado el desayuno esa mañana. Era evidente que el aroma también había atraído a Pilton, porque había entrado desde el porche y conversaba con Margaret Wilson en la cocina.

Fiske se apartó de la ventana, se ocultó entre los arbustos y desapareció luego por el bosque. Llegó hasta el coche que tenía estacionado delante de una casa sin alquilar. Ahora que había ubicado a Sandra Duncan, podría llamar y tranquilizar a Timwick. Luego se pondría en contacto con Lisa Chadbourne y le relataría los progresos alcanzados. Aunque por lo que había podido ver en las noticias esa mañana, ella había estado demasiado ocupada como para preocuparse por Sandra Duncan.

Una pena el asunto de Scott Maren. El médico había estado en la lista que le había dado Timwick y se sentía decepcionado de que el trabajo hubiera terminado haciéndolo otro.

Abrió la guantera, sacó la lista y tachó el nombre de Maren. No podía adjudicarse esta muerte, pero sí iba a mantener la lista actualizada.

Tenía otro nombre para agregar a la lista. Escribió cuidadosamente el nombre de Joe Quinn. El asistente de Kessler se había mostrado muy colaborador anoche.

Tomó las fotografías de Quinn y Kessler que le había enviado Timwick por fax y las estudió. Kessler era un anciano y no representaría ningún desafío, pero Quinn era joven y estaba en muy buen estado físico. Además, era policía. Podía resultar interesante.

Echó una mirada al mapa de rutas que tenía abierto sobre el asiento del pasajero. El asistente de Kessler no tenía idea de las actividades de Kessler, pero conocía su actitud, sus métodos, sus amigos y su forma de actuar.

Y sabía el trabajo que realizaba el centro de investigaciones de Chris Teller, en Bainbridge.

Así que ahora Lisa Chadbourne podía elegir los blancos.

– ¿Cómo estuve? -preguntó Kevin-. ¿Te pareció que la declaración estuvo bien? ¿Crees que tendría que haberle dicho a Douglas que se mostrara un poco más severo?

– Estuviste fantástico -respondió Lisa en tono paciente-. El anuncio hecho a los medios estuvo perfecto. Quedaste como que lamentabas lo ocurrido e hiciste que Logan pareciera lo suficientemente peligroso como para que se justificara que lo quisiéramos capturar.

– Defensa propia. -Kevin asintió. -Debería funcionar.

– Funcionará, ya lo verás. -Lisa le entregó el papel que acababa de imprimir. -Necesitas aprender esto de memoria. Quiero que lo digas en forma totalmente espontánea.

– ¿Qué es?

– Las palabras de elogio que dirás en el funeral de Scott Maren. El echó un vistazo al texto.

– Conmovedor.

– Unas lagrimitas no estarían de más. Era uno de los mejores amigos de Ben.

– Y tuyo. -Kevin seguía con los ojos fijos en el papel. -¿No es así? -agregó con vacilación.

Lisa se puso tensa. No le agradaba su tono. Se había acostumbrado a dar por sentada la ciega obediencia de Kevin.

– Sí, era un buen amigo. Hizo mucho por mí… Y por ti.

– Sí. -No levantó la vista del papel. -Es extraño. Me refiero al accidente.

– Siempre insistió en manejar ese pequeño Corvette. Todo el mundo le decía que tenía que cambiar a un coche más grande.

– No, quiero decir… justo ahora.

– ¿Qué estás tratando de decir, Kevin? -Le quitó el papel con el discurso. -Mírame. El se sonrojó.

– Me siento confundido. Todo está sucediendo demasiado rápido. Primero este asunto con Logan y ahora la muerte de Scott.

– ¿Crees que tuve algo que ver con la muerte de Scott? -Dejó que los ojos se le llenaran de lágrimas. -¿Cómo puedes pensar una cosa así? Era nuestro amigo, nos estaba ayudando.

– No dije eso -se apresuró a explicar Kevin.

– Bueno, pero fue lo mismo que si lo hubieras dicho.

– No, no quise… -La miró sin saber qué hacer. -No llores. Nunca lloras.

– Nunca antes me acusaste de… ¿Crees que soy un monstruo o algo así? Sabes por qué murió Ben. ¿Crees que volvería a hacer una cosa así?

– Con Logan.

– Para salvarte. Logan nunca debió interferir con lo que estás haciendo.

Él estiró un brazo y le acarició el hombro con torpeza.

– Olvídalo. No fue mi intención…

– No puedo olvidarlo. -Dio un paso atrás y le entregó el discurso. -Ve a tu despacho y apréndetelo de memoria. Y mientras lo estás haciendo, ponte a pensar si yo podría haber escrito esas palabras sobre Scott si hubiera querido hacerle daño.

– Sé que tú no… Sólo me preguntaba por qué sucedió.

Lisa le dio la espalda y fue hasta la ventana.

Sentía los ojos de él sobre ella. Instantes más tarde, la puerta se cerró detrás de Kevin.

Gracias a Dios. No creía poder haber aguantado un minuto más. Tanto la noche como la mañana habían sido una pesadilla.

Maldito canalla. Maldito canalla.

Las lágrimas seguían rodándole por las mejillas cuando sacó su teléfono y llamó a Timwick.

– ¿Por qué? -preguntó con voz ronca-. ¿Por qué, maldito seas?

– Maren era una amenaza. Lo fue desde un principio. Te dije que había que eliminarlo cuando Logan empezó a hacer averiguaciones.

– Y yo te dije que no lo hicieras. Scott nunca iba a ser una amenaza. Nos ayudaba.

– Era un cabo suelto, Lisa. Y Logan estaba demasiado cerca como para empezar a desenrollarlo. Como tú eres demasiado blanda para hacerlo, lo hice yo.

Ella cerró los ojos.

– Scott jamás me hubiera traicionado.

– No eres la única que está en esto. -Oyó el pánico en la voz de Timwick. -No podía correr riesgos. -Cambió de tema. -La conferencia de prensa salió bien. Nos da el poder de fuego que necesitamos. Encontramos la lancha, pero todavía no sabemos dónde están Price y Logan. Te mantendré informada. -Cortó.

Había descartado el asesinato de Scott como si no tuviera importancia.

Era solamente una muerte más.

¿Cuántas más faltaban? Se preguntó. ¿Cuánta sangre…?

Se dejó caer sobre la silla frente al escritorio y se cubrió los ojos.

¡Ay, Dios!, Scott, perdóname. Nunca pensé… Ahora ya no lo puedo parar. Todo esto gira por sí solo y yo tengo que girar también.

Piensa. ¿Existía acaso una salida? Tenía que conseguir el cráneo. La historia que había pergeñado le permitía a Timwick poder hacer que mataran a Logan en el acto.

Más muertes. Y después de él, entraría en funcionamiento la lista de Fiske y seguirían las muertes.

No lo soportaba más.

¿Un trato?

No, Logan era un hombre obstinado y no se daría por vencido ni aunque se lo pidiera el sentido común. Los hombres eran siempre demasiado…

Pero Eve Duncan sabía dónde estaba el cráneo y no tenía vanidad masculina que le impidiera pensar con claridad. Duncan era una mujer inteligente que reconocería que poco a poco se estaban quedando sin opciones.

Lisa se enderezó y se secó los ojos. Se volvió y encendió la computadora.

Eve Duncan.