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Crocker lo había comprendido rápidamente. Wexford dejó que lo explicara. El médico comenzó dando una idea general de la «teoría de la seducción» de Freud tal como la describió en su famoso artículo de 1896.

Freud atendió a trece mujeres que afirmaban haber sido seducidas por sus padres. Les creyó, elaboró una teoría basándose en estos testimonios y luego, convencido de que había sido demasiado crédulo, la abandonó. La conclusión a la que llegó entonces fue que las niñas son propensas a tener la fantasía de que sus padres les hacen el amor, de la cual desarrolló su idea de la fantasía infantil y en último lugar su postulado sobre el complejo de Edipo.

– ¿Estás diciendo que fue todo una fantasía de Sara? -preguntó Burden-. Ella no es precisamente una niña.

– Tampoco lo eran las pacientes de Freud.

– Creo que Sara tiene la fantasía de una hija con respecto a su padre -dijo Wexford-: Cuando se hizo mayor leyó a Freud. También leyó libros sobre el incesto. Los tiene todos en su dormitorio. En el estatuto de ARRIA se hace una mención al incesto entre padre e hija. ¿La leyó o fue ella quien la redactó? En cualquier caso, mentalmente mantenía una relación muy estrecha con su padre, mucho más estrecha que la que mantenía él con ella.

– ¿Cómo sabes que la seducción no ocurrió realmente? Los hombres cometen incesto con sus hijas. Quiero decir, ¿cómo pudo saber Freud que todas aquellas jóvenes estaban fantaseando? ¿Y si alguna decía la verdad?

– No puedo responder a eso -dijo Wexford-, pero sí puedo decirte que a Sara no le ocurrió. No es la clase de joven a la que le ocurriría. No es una ignorante, una obtusa o una persona dependiente o asustadiza. La seducción o aparente seducción de la que estamos hablando se ajusta al modelo clásico que coincide con el que se describe en los libros: la joven no forcejea, pelea o grita; no quiere causar problemas. A la primera oportunidad que tiene se lo cuenta a su madre, quien reacciona con rabia, lanzando reproches y acusando a la joven de haber tenido un comportamiento provocativo. Joy, como era de esperar, encajaba perfectamente en este molde. ¿Pero Sara? Si hubiera ocurrido realmente, ¿no sería lógico que ella, una de las principales afiliadas de ARRIA, una feminista militante, hubiese peleado y gritado? Además maneja muy bien el cuchillo, ¿no? Y es la última persona a la que le importaría causar problemas en una casa, tanto de tipo afectivo como físico. Y por lo que respecta a lo de contárselo a la madre, ¿qué cabe pensar en el caso de Sara? No ha habido comunicación entre ellas desde hace años. Ella desprecia a su madre. De habérselo contado a alguien, habría sido a su hermano Kevin. No, no hubo seducción ya que, de haberla habido, habría guardado el secreto para utilizarlo en contra de su padre, no habría ido corriendo a contárselo a Joy.

»Fue Sara quien hirió a Colin Budd, por supuesto. No sé si lo recordáis, pero esto ocurrió la noche anterior a que Milvey dragara Green Pond. Sara recogió el bolso cuando ya había anochecido. Fue al bosque a buscarla y la metió en una bolsa de plástico. Cuando apareció Budd estaba esperando al autobús para ir a la otra punta de Kingsmarkham, un lugar bastante cercano a Forby Road y Green Pond Hall. Lo último que deseaba era que Budd se interesara por ella. Además se había adoctrinado en la idea de estar siempre alerta por si se le acercaba alguien con actitudes sexistas. ¿Acaso ella estaba haciendo algo que no fuera ocuparse de sus propios asuntos? Aquel hombre estaba tratándola como si su principal función en este mundo fuera la de servirle de diversión y entretenimiento. Sara perdió los nervios, sin duda. Y le atacó con una navaja.

– Si fue todo una fantasía -dijo Burden retomando el análisis del carácter de Sara Williams-, ¿por qué avisó a Veronica? ¿Por qué la advirtió sobre algo que no iba a suceder nunca?

– ¿Supones que la fantasía es algo que se inventa? ¿Algo que la persona que fantasea no se cree?

– ¿Sara sí se lo cree? ¿Se convenció a sí misma?

– Sí y no. Me ha confesado que nunca ocurrió nada. Sin embargo, no me sorprendería que mañana me dijera que sí y que ella misma se lo creyera. El hecho de tener este secreto, este terrible y horrendo secreto, debió de aumentar mucho su influencia sobre Veronica. Incrementaba su poder. Veronica estaba muy asustada de ella, sentía por ella una profunda admiración, temor casi, pero ya antes del asesinato sentía inquietud ante todo lo que estaba sucediendo.

Había hecho llamar a Wendy y por una vez se había mostrado tranquila, juiciosa y ecuánime. Pensaba que el ambiente de su despacho sería más relajante que el de las austeras salas de interrogatorio. Cuando entró Wexford, Marion y Polly estaban sentadas la una junto a la otra y Veronica se encontraba a cierta distancia de ellas. Wendy se sentó a su lado como si fuera una araña enorme y Veronica una mosca. El problema consistía en cómo asustarla. Habría de pasar mucho tiempo hasta que Veronica Williams pudiera escapar de ella.

Estaba muy pálida. Tenía el pelo, según pudo observar, unos centímetros más largo que la primera vez que la había visto, unos quince centímetros más largo que en la foto de la playa. ¿Se lo habría dejado crecer para imitar a su ídolo y modelo, Sara? Le preguntó cuándo había visto a su hermana por primera vez.

– En septiembre. -Su voz sonó tan baja que el inspector tuvo que pedirle que lo repitiera-. En septiembre. Hace un año.

– ¿Y a partir de entonces con qué frecuencia os visteis? ¿Una vez a la semana? ¿Más?

– Más -musitó quedamente.

A continuación consiguió que le dijera que hablaban constantemente por teléfono. A veces era como un juego: Sara llamaba y decía que estaría en Liskeard Avenue en cinco minutos. Ella llamaba a Sara para decirle que si tenía cuidado de que no la vieran, podía ir a ver a Rodney y Wendy viéndole a ella jugar a tenis.

– Pero dejó de ser un juego ¿no? El 15 de abril dejó de ser un juego.

Ella hizo un gesto de asentimiento y un temblor recorrió su cuerpo. Wendy le preguntó:

– ¿Por qué hacías siempre todo lo que decía? ¿Por qué se lo contabas todo?

¿Cómo podía contestar a eso?

– Le dijiste que ibas a venir aquí a confesar que habías participado, ¿verdad, Veronica? -preguntó Wexford con suavidad.

Los ojos de Veronica se posaron en Wendy.

– Creía que la policía iba a arrestar a mi madre.

Un pequeño gesto de triunfo iluminó el lastimero rostro de Wendy. En aquellas increíbles circunstancias se sintió recompensada por todos los años de dedicación…

Cuando salió de su ensimismamiento, Wexford vio a Burden dejando tres latas de cerveza delante de ellos y una bandeja cargada con la clase de comida basura de la que se alimentaba cuando Jenny no estaba en casa.

– ¡Despierta!

– Perdón.

– Vamos a ver, si no se cometió incesto y por tanto no cabía esperar una nueva agresión por parte de Rodney, si no había una amenaza para Veronica, ¿cuál fue el móvil del asesinato? En todo el tiempo que ha durado este caso hemos sido incapaces de dar con un móvil convincente. ¿No estarás diciendo que un psicópata no necesita un móvil o, en todo caso, un móvil comprensible para el resto de la gente?

Wexford dijo lentamente:

– Ya os he indicado que en el comportamiento de Sara había mucha premeditación, y parte de ella de naturaleza aparentemente incomprensible. Por ejemplo, el hecho de que ocultara el cadáver y luego su impaciencia por que lo encontraran. También he dejado bien claro (obteniendo una respuesta de desaprobación por vuestra parte, creo) que no siento mucha compasión por Sara Williams. A mi modo de ver, lo que hizo no tiene ninguna justificación.

– Por supuesto que tenía un móvil. Tenía un móvil y el asesinato lo planeó con la frialdad de alguien que envenena a un familiar por su dinero.

– Pero Rodney no tenía ningún dinero que dejar en herencia, ¿no? -objetó Burden.

– No tenía tanto dinero como para llamar la atención, aunque el director del Anglian-Victoria me ha dicho que estaba acumulando una cantidad nada despreciable en la cuenta de la que extraía el dinero para las dos cuentas conjuntas. Una cantidad suficiente para que le recomendara que la dedicara a inversiones. Sin embargo, Sara no lo asesinó a causa de una posible herencia, aunque el móvil fue el dinero.

– Pero no dinero en efectivo, si no me equivoco -dijo el médico.

Wexford se volvió hacia Burden.

– Tú aludiste a este mismo tema no hace mucho, Mike. Cuando pensabas que ibas a tener una hija, lo cual también tiene que ver con esto. Dijiste que iría a la universidad y que pediría una beca del Estado. ¿Te acuerdas?

– Supongo. Pero qué tiene que ver con todo esto.

– Sara quiere ser médico -dio Wexford-. Bueno, quería serlo. Era su gran ambición. Y a pesar de que cada vez es más difícil conseguirlo, ella sabía que tenía capacidad para conseguir una plaza en la facultad. Sus padres, sin embargo, la desanimaban. A ella debió de parecerle el típico caso de oposición a las ambiciones de una hija simplemente porque es una hija y no un hijo, es decir, porque es una mujer. Y probablemente tenía razón en lo que se refiere a Joy. Es muy posible que a ésta no le hiciese gracia que Sara tuviera más éxito que Kevin y una profesión de más prestigio.

»En un primer momento esta oposición de sus padres no le preocupó mucho a Sara. Me refiero, claro está, a hace un año por estas fechas. Sara recordaba que cuando su hermano había obtenido una plaza en Keele a su padre le había llegado un formulario para solicitar una beca al Consejo de Educación del Condado de Sussex. En aquel entonces no le dio mayor importancia. Por supuesto, no llegó a ver la solicitud cumplimentada. Sin embargo, sabía que cuanto mayores fueran los ingresos de los padres menor sería la beca, y que junto al formulario para la solicitud mandaban otro para certificar los ingresos del padre que debía cumplimentar el director de su empresa y en el cual había que indicar el salario bruto, las horas extras, los bonos o comisiones y los emolumentos sujetos a impuestos. Mike, ¿no te acuerdas del certificado que tuviste que enviar a la comisaría de Mid-Sussex cuando solicitaste las becas para John y Pat?

Burden hizo un gesto de asentimiento.

– Empiezo a comprenderlo todo.

– Sara conoció a Veronica hace doce meses. Poco a poco, cuando la impresión del encuentro empezó a disminuir, Sara empezó a entender el porqué de ciertas anomalías que hasta el momento no alcanzaba a explicarse. Empezó a ver cómo era la cruda realidad, por así decirlo. Quizá su padre dijera que no quería que su hija fuera médico por razones de conveniencia, porque se casaría y echaría a perder su educación, etcétera… Quizá dijera todo eso, pero lo que se ocultaba detrás de aquellas explicaciones era una razón muy diferente: que se descubriría que había mentido tanto a su madre como a la madre de Veronica sobre su puesto de trabajo y sobre su sueldo. Ahora lo comprendía todo. Si cumplimentaba la solicitud de beca, tendría que declarar que sus ingresos no eran diez mil libras al año, sino dos veces y media más, y no podría engañar a la autoridad tal como había engañado a su madre, ya que su empresa, Sevensmith Harding, tendría que cumplimentar el certificado de la nómina del padre.

»Según el baremo de contribución del departamento de becas, un padre que gana diez mil libras al año tiene que contribuir al pago de la carrera de medicina con una cantidad que ronda las cuatrocientas setenta libras, mientras que un padre que gana veinticinco mil libras tiene que pagar casi dos mil. Rodney tenía dos casas y dos familias y ya estaba pagando esa cantidad por la carrera que estaba estudiando Kevin en Keele (no olvidemos que, dijera lo que dijese a sus esposas, al departamento de becas tenía que contarle la verdad), de manera que Sara ya sabía por dónde iban los tiros. Sabía que no había manera de que su padre prescindiera de dos mil libras al año por ella. Cuando llegó la solicitud y le preguntó si podía cumplimentar el formulario, él se negó: jamás llegaría a médico y él le hacía un favor al no animarla.

– Qué cabrón… -dijo Crocker.

Wexford se encogió de hombros.

– El fallo es nuestro porque tenemos una idea equivocada sobre las relaciones entre padres e hijos. Seguimos creyendo que todos los padres quieren a sus hijos y desean lo mejor para ellos.

– Sin embargo, si Sara hubiera hablado de este tema en el instituto o con alguna persona comprensiva del departamento de becas, seguramente habrían hallado una manera de conseguirle una beca sin necesidad de meter a Rodney en el asunto. Debe de haber muchos casos en que un padre se niega a dar su consentimiento y a cumplimentar la solicitud de beca.

– Es probable. Pero Sara sólo tiene dieciocho años, y no olvides que para hacer lo que sugieres habría tenido que revelar que su padre era un mentiroso y un embustero, que engañaba a su madre y que era bígamo. ¿Cuánto tiempo habría llevado todo esto? ¿Habría tenido que esperar un año? ¿Qué habría pasado entonces con su plaza en St. Biddulph, un hospital dedicado a la enseñanza cuyas plazas son preciadísimas y que tiene una larga lista de espera de estudiantes ansiosos por ser aceptados? En lugar de hacer eso, Sara decidió recurrir en primer lugar a la persuasión y, si esta fallaba, al chantaje.

– ¿Le dijo que si no accedía a cumplimentar la solicitud le contaría a Joy lo de Wendy y haría que Veronica le hablase a su madre sobre Joy?

– Iba a decírselo. Pero aún le quedaba un poco de tiempo. Ni siquiera se había presentado a los exámenes del bachillerato superior. La solicitud de la beca no llegaría hasta julio. Y además también podía recurrir al asunto del incesto. No había ocurrido nada, por supuesto, pero Joy pensaba que sí y Veronica estaba muerta de miedo por el mismo motivo. Si todo lo demás fallaba, Sara podía utilizarlo como otro elemento más para chantajearle. De ahí que se alegrara de ver lo eficaces que habían sido sus advertencias en el caso de Veronica. Ésta empezaba a asustarse de las cariñosas atenciones que le dispensaba Rodney. Veronica no quería quedarse a solas con su padre y, si tenía que hacerlo, quería que estuviera fuera de combate. Sara solucionó esto con el Phanodorm, pero al tomar una medida tan grave no hizo sino acentuar el miedo de Veronica.

»Pero ¿no era más sencillo matarlo, al fin y al cabo? Allí lo tenían, dormido, el hombre que podía destruir su futuro. ¿Por qué no matarlo allí mismo, en aquella habitación, que pronto iban a dejar pura e inmaculada? ¿Por qué no librar al mundo de aquel cerdo? ¿Por qué no aprovechar la oportunidad? Además, quizá constituyera un acto heroico. ¿Acaso no habían estado a punto de incluir en el estatuto de ARRIA un artículo según el cual una mujer tenía que matar a un hombre como requisito para ser aceptada en la asociación? Veronica le ayudaría, porque ahora también lo odiaba y le temía…

»Pero ¿y si no encontraban el cadáver? ¿Y si pasaban las semanas y llegaba julio y agosto y con ellos la solicitud de beca y no podía cumplimentar el apartado de «en caso de defunción del padre, consígnelo» porque sólo ella y Veronica saben que está difunto? Había terminado los exámenes del bachillerato superior y el tiempo estaba pasando: había llegado el momento de tomar medidas para que el cadáver fuera encontrado sin más dilación.

– ¿Cabría decir que el asesinato fue planeado con calma y cometido de forma impulsiva? -preguntó Crocker.

– Sí, cabría decirlo. Como Sara tiene una personalidad compleja, el asesinato responde a todas las categorías. Fue un asesinato ritual: recordemos que a Veronica se le pidió que también apuñalara a su padre. Un asesinato por venganza: Sara se había convencido y había convencido a Veronica de que se había cometido realmente incesto. Cuando apuñaló a Rodney, actuó como una mujer salida de un mito clásico: era Beatriz Cenci. Fue además un asesinato experimental: una especie de vivisección llevada a cabo por Sara, la científica, para ver si funcionaba, si podía hacerse. Fue un asesinato causado por el asco y la desilusión. Rodney, a quien había venerado, no era más que un miserable bígamo que tenía otra hija, una copia de ella misma, a la que quería tanto o más de lo que le había querido a ella jamás. Sin embargo, y pese a todos estos factores, Sara cometió el asesinato ante todo para obtener un provecho, para satisfacer su ambición a toda costa. En resumidas cuentas, creo que no me gustaría tener a una persona así de médico de cabecera, y aún menos de cirujano en caso de que yo o un miembro de mi familia tuviéramos que operarnos. Así que quizá Rodney acertó cuando le dijo a Sara que no era una buena candidata para la facultad de medicina. ¿Quién sabe? Quizá no cometió una vileza ni era el cabrón que te imaginas. Tal vez intuyera que su hija tenía en su carácter rasgos anormales y destructivos, y estuviera pensando en ellos cuando le dijo que jamás llegaría a médico.

Wexford se levantó.

– Doy el asunto por concluido -dijo-. Me voy con la esposa de mis amores, como es mi deber.

Burden empezó a recogerlo todo y a llevarse cosas en la bandeja.

– Mañana vuelve a casa la esposa de mis amores.

– Parecía contento, esperanzado, como si no se hubiera producido una interrupción de cinco meses en su felicidad-. Una de sus antiguas alumnas de Haldon Finch fue a verla a ella y al niño. Es una afiliada de ARRIA. Le dijo a Jenny que lo del cuervo significa que van a limpiar la carroña que los hombres han dejado en el mundo. Nos dejó asombrados.

– ¡Ah! -Wexford se detuvo en el umbral de la puerta-. Casi se me olvida decíroslo. Tiene que ver con la chica de Williams.

Lo miraron.

– Williams no estaba viendo a ninguna chica… -aventuró Burden.

– Claro que estaba viendo a una chica. Sin embargo no tuvo nada que ver con su muerte, por lo que apenas apareció en la investigación. Pero tratándose de un hombre como Williams, lo natural era que la tuviera. Era algo inevitable. Sus dos esposas lo sabían. Se habían dado cuenta de ello. Es probable que saliera con chicas desde siempre, que hubiera tenido toda una serie. Las otras huellas que había en el coche eran las suyas. No es de extrañar que me dijera que su padre no quería que se las tomara. Se conocieron en Sevensmith Harding, por supuesto. En la oficina.

– Jane Gardner…

– Fue con ella con quien había quedado en verse el 15 de abril en Myringham. Jane tenía que hacer de niñera y Rod iba a ir a recogerla. Iban a pasar la noche juntos en el hotel de Cheriton Forest. ¿Qué otro motivo podía tener para llevar un bolso de viaje con una muda, un cepillo de dientes y dentífrico? Pero los somníferos le hicieron efecto cuando se dirigía a Pomfret, y en lugar de ir a reunirse con Jane, fue a su casa. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para llegar. Ella pensó que la había dejado plantada y luego, cuando desapareció, que la había dejado por otra mujer. He hablado con ella esta mañana y lo ha reconocido: como ya habíamos arrestado a alguien, ya no tenía por qué seguir ocultándolo.

– ¿Qué te hizo pensar en ella?

– No lo sé. Conjeturas. De las personas con las que había hablado era la única que había dicho algo bueno sobre Rodney Williams.

Wexford se fue, cerrando la puerta de Burden al salir.